Buenas, muchas seguro querrán matarme por subir esto y no otro capítulo de "Viaje al pasado" *se esconde bajo la mesa* pero es que entré al reto del Foro "Hazme el amor", me pareció muy interesante así que lo hice. Juro solemnemente que ya estoy terminando el otro capítulo de "Viaje al pasado" y éste escrito no tendrá más de 2 capítulos. Un beso.

Disclaimer: InuYasha no me pertenece ni ninguno de sus personajes.

Advertencia: AU. Faltas de ortografía que pase por alto.

El escrito participa en: Reto del mes de Julio "Parejas: Sesshōmaru y Kagome".

Cuestiones

¿Por qué te gustó?

—¿Eh?

Kagome había parado de comer al oír la pregunta de su amiga, la cual esperaba una respuesta, se rascó su mejilla con algo de pena, esa pregunta fue sin lugar a dudas inesperada.

—¿Y? —presionó la pelirroja con una sonrisa picara.

—Ayame déjala respirar un poco —intervino Sango después de tragar su zumo y centrarse en el acoso que sufría su amiga.

—Pero —comenzó a reclamar la pelirroja.

—¡Ya! —replicó la castaña con tono autoritario logrando que Ayame hiciera un puchero para seguidamente cruzarse de brazos.

—Sólo era curiosidad, Sango, no tienes que ponerte así —murmuró actuando resentida para cambiar su cara a una sonrisa—. Además, yo quiero saber qué es lo que a Sesshōmaru le gusta de Kagome.

—¡Ayame!

Kagome sonrió algo contraída a la plática que se comenzaba a tornarse en discusión entre sus amigas, suspiró, no es que no quisiera responder es sólo que no sabía que decir, no tenía ni idea del porque Sesshōmaru había querido salir con ella en primer lugar antes de eso los roces que tenían eran muy pocos, ni siquiera se hablaban o miraban, nada… entonces, ¿por qué?

Bien era cierto, ella fue la primera que comenzó a mirarlo y a pensar en él pero nunca esperó que él llegara a voltear para mirarla, parecía simplemente imposible, ¿por qué ella?, ¿por qué ella habiendo tantas otras en la universidad?

No es que no fuera bonita, llegando a ese punto sabía que tenía su atractivo, el suficiente para tener varios pretendientes y chocolates para empalagarse en San Valentín, pero no creía que el suficiente para ser la novia del hombre de sus sueños.

Sonrió al recordar cómo fue la primera vez sus ojos celestes se fijaron en él, fue en una tarde de lluvia.

¡Woah! Que lluvia.

Kagome se resguardó en un pequeño toldo de una tienda cerrada que estaba de camino al dōjō, intentó sin mucho éxito de secarse su rostro y cabello con un pequeño pañuelo que traía en su mochila.

Dios —murmuró con un sentimiento dividido entre la molestia y la diversión, pues le gustaba la lluvia pero no cuando le agarraba desprevenida con sus libros que fácilmente podrían mojarse.

Miró al cielo gris, frunció un poco el ceño, la lluvia no pararía por lo que podía apreciar, así que tendría que resignarse a mojarse iba a meter su pañuelo cuando entre el estrepito de la lluvia oyó un pequeño ladrido, movió su cabeza de izquierda a derecha, tratando de oír de nuevo hasta que después de unos minutos lo volvió a escuchar.

A la derecha.

Volvió a adentrarse a la lluvia, con su pequeña mochila a la espalda, ya sin importarle mucho sus libros, corrió unos metros antes de detenerse frente a una caja, pues dentro estaba un pequeño cachorro blanco completamente empapado, algo se removió en la morena.

¡Ah! ¿Quién se atrevería a abandonar a este hermoso cachorro? —exclamó con enojo.

Lo tomó entre sus brazos con adoración, a pesar de la lluvia que todavía le empapaba y con el pañuelo que aún en su mano, envolvió al cachorro con cuidado con una clara mueca de desaprobación.

Ah —suspiró—, quisiera llevarte conmigo pero ahora voy para el dōjō y no dejan entrar animales, ¿podrás esperarme hasta dentro de unas horas? —le hablaba como si le pudiera entender—, prometo regresar y llevarte conmigo, mamá no opondrá resistencia alguna, sólo deberás prometer que no te comerás a Buyo, es mi gato, ¿sí?

El pequeño lengüetazo que recibió del cachorro ella lo tomó como un sí, sonrió, tomó la caja buscando un lugar con algún pequeño techo, lo encontró a unos cuantos pasos así que movió la caja de cartón hasta ahí y puso al cachorro de nuevo dentro, además de dejarle su pañuelo.

Te veo en un rato —musitó mientras secaba la cabeza del cachorro para volver a envolverlo—, Colmillo. —Así había decidido llamarle.

Se levantó para alejarse, no quería dejarlo pero debía asistir a sus clases del dōjō, ya había faltado mucho, dobló en la esquina ya se había alejado varios metros cuando recordó que tenía un poco de comida que no alcanzó a comer en el receso, tal vez sería bueno dárselo, regresó sus pasos, chapoteando pero al alcanzar la esquina se detuvo en seco, ahí, donde había dejado a Colmillo yacía alguien en cuclillas, con un paraguas protegiéndole de la lluvia y tomando al cachorro aún envuelto en su pañuelo con una sola mano para acomodarlo en su pecho, ella observo toda la acción en silencio, dejándose mojar más de lo que ya estaba, se escondió al verlo avanzar hacia su dirección, para su suerte, la persona que había adoptado al cachorro siguió de largo sin doblar pero, le permitió saber quién era y se sorprendió.

¿Taishō Sesshōmaru?

Sonrió melancólica, en verdad le había sorprendido esa acción, Sesshōmaru no era muy conocido por sus buenas acciones, bueno, en realidad nunca le había visto realizar una buena acción hasta ese día, más que nada era conocido por su natural talento para el manejo de la katana y por supuesto, por lo guapo que es.

Tan metida en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando Ayame volvió a la carga pero al ver que no le contestaba frunció el ceño.

—¿Kagome? ¡KAGOME!

Se sobresaltó asustada, dirigió sus ojos hacia su amiga que le miraba con irritación, Kagome sólo embozó una sonrisa de disculpa, cuando pensaba en Sesshōmaru todo lo demás dejaba de importarle, algo con que debía recordarse ser cuidadosa ya que tenía de amiga a Ayame, a quien le gustaba tener la atención de las personas con las que estaba.

—Perdona, Ayame.

—No importa —replicó la otra agitando su mano, quitándole importancia—. ¿En qué pensabas? Por esa sonrisa de boba que mostrabas debió ser de Sesshōmaru, ¿no?

No tenía ni idea de cómo Ayame conseguía sacarle tantos sonrojos, desvió su mirada mientras se cruzaba de brazos, notando una sonrisa de victoria se extendía por los labios de la pelirroja.

—Oh, cállate, Ayame.

Ella comenzó a reírse, adoraba ver a su amiga enojada y sonrojada, más si ella era la causante, se limpió unas lágrimas que se le escaparon, Sango le miraba con seriedad pero es que no podía parar, Kagome era demasiado inocente, era un libro abierto, tan fácil de leer, dejó su cabeza apoyada en una mano.

Para Ayame, Kagome era muy importante, cuando apenas llegó al país fue víctima de muchas burlas por su aspecto, como extranjera que era no era extraño que se burlaran, sobretodo del sector femenino porque era hermosa, o más bien exótica, esa sería la palabra más adecuada… tantas bromas y malas pasadas hasta que llegó Kagome, no pensaba que existiera una persona tan desinteresada y honesta, aún recordaba cómo le protegió aunque quedo tan mojada como ella ese día.

Caminaba por los pasillo, trayendo consigo un libro que su abuelo le había obsequiado por su cumpleaños, sí, era su cumpleaños, iba bastante distraída, hasta que sintió como era empujada y que su libro le era arrebatado, cayó de rodillas.

Pero vean nada más, ¿qué lees extranjera?

Ayame se volteó pero cuando quiso levantarse fue empujada de nuevo, esta vez por un pie en su pecho.

¡Déjenme en paz! —exclamó enojada—, ¡¿por qué no se van a buscar una vida?!

¡Oh! La señorita está enojada, no te vayas a romper una uña.

Ayame se cabreó, no era ninguna señorita debilucha, sabía pelear pero su abuelo le había enseñado que no debía usar la fuerza para herir a otros, sino para defenderse en caso de peligro y en la palabra "peligro" no entraban bravuconas escolares, ella podía lastimarlas si se le pasaba la mano, por eso nunca había querido usar la fuerza, sin embargo ya la estaban hartando.

Váyanse, no me hagan enojar o lo lamentaran —murmuró muy enojada.

Eso sólo les dio rienda suelta para reír, se doblaron de la risa logrando encender a la pelirroja, en el momento en que iba a tomar el pie que aún hacia presión en su pecho alguien intervino.

¡Ya basta!

Ayame vio bajar corriendo de las escaleras a una mujer de cabellos azabaches y de unos impresionantes ojos celestes, se interpuso entre Ayame y la bravucona, quien se había retirado al verla venir hacia ellas.

¿Qué quieres Higurashi? Será mejor que te largues si no quieres problemas.

La morena puso sus brazos en jarras, plantándoles la cara.

¿Por qué no la dejas en paz, Yura? Ella no te ha hecho nada, sólo son unas envidiosas.

Eso las hizo abrir la boca indignadas, jamás nadie les había dicho tal cosa, por el mero hecho de ser un grupo popular las hacía intocables, nunca se les oponían.

¡Te estás ganando nuestra enemistad, Higurashi!

¿Y? Para mí ustedes no son importantes, no me importa ganarme su enemistad, no cuando ustedes son unas bravuconas que actúan contra personas que creen que les pueden quitar a sus "chicos" que para el colmo ni saben que existen, ¿no pueden madurar un poco?

Esas palabras las ofendieron definitivamente, por lo que no vieron como la líder hacía un seña para que una de las seguidoras que estaba escondida se revelara con un cubo de agua, sin esperar otra cosa se acercó por detrás de Kagome y de Ayame –ya de pie-, tirándoles toda el agua.

¡Ahhh! —el grito de ambas retumbo por las paredes, el agua estaba helada.

El grupo de bravuconas se alejo riéndose, dejándolas completamente empapadas.

Ayame parpadeó antes de fruncir el ceño, dio unos pasos para seguir al grupo pero una mano le tomó la muñeca, se volteó encontrándose con una morena que le sonreía mientras negaba.

No tiene caso, ellas no te escucharan y terminaras peor que ahora.

Supongo que tienes razón —terminó por aceptar.

Ayame se fijó en que la morena miraba sus ropas antes de soltar un suspiro de resignación para luego mirarla y sonreírle.

Hola por cierto —dijo—, mi nombre es Kagome, Higurashi Kagome.

La pelirroja miró la mano tendida, algo dudosa la estrechó.

Ayame, Itō Ayame.

Mucho gusto, Ayame.

La sonrisa que le mostró fue demasiado sincera como para dudar sobre su autenticidad, le sonrió de vuelta, parecía que por fin podría hacer una amiga.

No, el gusto es mío… gracias por ayudarme.

Kagome negó suavemente.

La verdad desde hace tiempo quería conocerte —murmuró a penada—, pero parecías tan inalcanzable, pero mira que conocerte en esta situación fue algo… ¿extraño?

No, fue el destino tal vez —replicó, su mirada se posó en el libro abandonado a unos metros de ellas, fue a recuperarlo—. ¡Woah! No se mojó —suspiró aliviada—, mira qué bonito cumpleaños estoy teniendo.

¿Eh?, ¿es tu cumpleaños? —preguntó, dejando de intentar escurrir su falda.

Sí.

¡Oh! Vayamos a celebrarlo, cerca de aquí hay un puesto de comida y de paso iremos por un postre para hacer de pastel, ¡vamos!, ¡vamos!

Y antes de poder comprender mucho, la morena la tomó de la mano para ir por sus cosas a sus respectivos salones, Ayame rió mientras corría dejando un camino de agua tras de ellas.

La pelirroja no pudo evitar que una risita al recordar, Kagome fue su rayo de luz y su vida estudiantil fue mejorando y realmente la disfrutaba, porque además conocía a la mejor amiga de ella que ahora igual era suya… aunque Sango era muy estricta, la adoraba.

—A pesar de todo, Sesshōmaru parece un gran tipo —mencionó logrando llamar la atención de la morena—. Es decir, te hace feliz y si te hace feliz no tengo que objetar nada… aunque me gustaría conocer los detalles de cómo te pidió salir o de sus citas, de cómo se enamoró de ti, cosas así… eres muy callada sobre eso pero teniendo uno novio como él supongo que-

—No es mi novio.

Ayame dejó de hablar y Sango se atragantó con su bebida.

—¡¿QUÉ?!

Kagome se encogió asustada de la reacción que presentaba, sabía que eso iba a pasar tarde o temprano, desvió un poco la mirada.

—Bien, bien, bien. —Ayame puso las manos sobre la mesa con la mirada seria—. ¿Qué es eso de que no son novio? Kagome llevas saliendo 5 meses con él.

—Es que… nunca me pidió que fuera su novia y realmente yo… —se calló, tenía la cabeza algo revuelta, confusa como para poner orden a sus palabras.

Sango palmeó suavemente el hombro de la pelirroja para que se calmara y supiera que ahora ella hablaría; Ayame asintió para respirar profundo.

—Kagome —llamó la castaña con delicadeza—. ¿Si no eres su novia?, ¿qué eres? Por lo pocos detalles que hemos podido sacarte, que no han sido muchos, hemos sabido que te acompaña a tu casa, han salido a cenar y a pasear. Entonces, ¿qué está pasando? Nosotras dábamos por sentado su relación como pareja.

Ella movió la cabeza de izquierda a derecha sin saber que contestar, nunca le había preguntado a Sesshōmaru qué eran, porque igual ella creía que eran novios pero cuando Ayame lo mencionó tuvo que negarlo porque no sabía lo que él pesaba.

Además la forma en que empezaron a salir fue extraña.

Kagome caminaba hacia la salida, se tallaba con fuerza el cuello por el dolor. Ya era bastante tarde para que hubiera alumnos en las instalaciones que no fueran algunos rezagados de los clubes deportivos y ella por quedarse dormida mientras estudiaba en la biblioteca.

De pronto algo se coló por su mente y sin saber el por qué, se dirigió al club de kendō, ella no practicaba ninguna actividad dentro del colegio, prefería el anonimato por lo que iba hacer jūdō en un dōjō cercano a su casa, así que realmente no tenía sentido ir a ese club pero sólo por unos segundo quería ver el lugar donde Sesshōmaru entrenaba, sin ruidos de las fans que iba a alentarlo por no decir otra cosa. Y como esperó, el lugar estaba solitario, sonrió para sentarse a la entrada y sólo quedarse ahí.

Suspiró.

Creo que si me gustas mucho, Sesshōmaru —dijo con amargura, pues ya sabía el resultado si se confesaba, sería sin lugar a dudas rechazada.

Interesante forma de declararte.

El corazón se le subió a la garganta al oír esa voz, se levantó de un salto y volteó hacia atrás, ahí, de pie, mirándola largamente estaba Sesshōmaru, quiso desaparecer en ese segundo, no podía con la vergüenza.

Yo… er, lo que dije… —No encontraba las palabras exactas para intentar reparar lo recién dicho.

Vamos —replicó sin hacerle caso.

¿Eh?

He dicho: Vamos. Ya está por oscurecer.

Y así comenzó todo. Ahora que lo pensaba nunca respondió a su declaración indirecta porque los días siguientes a ésta, él comenzó a esperarla y la llevaba a su casa, nunca decía nada sólo le daba una mirada y esperaba a que ella llegará a su altura y empezaba a caminar junto a ella. Después comenzaron las salidas ocasionales los fines de semana y así hasta pasar los 5 meses. Toda la escuela lo sabía y aunque al principio hubo alguno que otro incidente por culpa de las fans de Sesshōmaru, de un día para otro acabaron, supuso que se dieron cuenta que no valía la pena intentar quitarla del camino. Pero a pesar de lo que todos creyeran, de lo que ella quisiera creer no sabía de las intenciones de él. Jamás le aclaró nada, casi nunca habla. Ella… ella no conocía nada de Sesshōmaru. Se sentía mal.

—Yo… creo que debo ir a… —No terminó de decir su destino, sólo se levantó y salió prácticamente corriendo del lugar.

—¡Kagome!

Ayame intentó seguirla pero Sango la detuvo, cogiéndole la muñeca.

—Déjale. Necesita pensar y nosotras igual. Creo que tocamos algo que no debíamos.

—¡¿Qué no debíamos?! Sango no son novios. ¡No lo son! Es que es increíble. Yo… tú… ellos —sin poder coordinar bien sus palabras se dejó caer en el asiento, del cual se había levantado para intentar seguir a la morena—. No entiendo nada.

La castaña sonrió un poco para infundirle ánimos.

—Ni yo. Pero es algo que Kagome debe resolver.

—¿Y si lo resuelve y le rompe el corazón? —preguntó con acidez.

—Entonces podrás golpearlo.

Y Ayame sonrió.

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Las clases transcurrieron sin percances, pero para Kagome fueron horas de tormento. En su cabeza no dejaba de girar con teorías e hipótesis que sólo lograban deprimirla más y más. A la hora de salida aún seguía pensativa y ahogándose en sus tormentos hasta que un toque en su hombro la devolvieron a la realidad.

—¿Piensas quedarte todo el día aquí? Hoy tienes jūdō.

—Sango —murmuró al ver a la castaña sonreírle.

—Vamos, vamos —esta vez fue Ayame, quien la jaloneó del brazo para que se levantara—. No es momento de hundirse en la depresión. Ve con él y habla. Aclara todo y si te rompe el corazón, yo le romperé la cara.

Kagome no pudo evitar sonreír, ambas eran lo que necesitaba para estar bien. Su apoyo incondicional siempre lograba animarla.

—Sí —musitó—. Gracias, chicas.

Tomó sus cosas para dirigirse a la salida. Ellas le observaron irse.

—Enserio —replicó la pelirroja mientras agarraba el brazo de Sango para comenzar a caminar—, voy a romper su cara de galán, quiero golpearlo.

Sango no lo dudó ni un instante.

—Lo sé, lo sé pero hay que esperar. Ya veremos qué pasa, así que por ahora vayamos a la biblioteca, tienes que terminar de estudiar.

Ayame gruñó pero no pudo escapar de su amiga.

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Kagome se detuvo unos segundos, inhaló profundamente, ahí, en la puerta le esperaba Sesshōmaru, lucía como siempre sereno y despreocupado, ¿cómo no quererlo?

Se sobresaltó cuando sus ojos se encontraron, se apresuró a ponerse a su altura y como siempre no hubo palabras entre ellos, él nunca decía nada que no fuera necesario, normalmente ella era la que hablaba pero ahora se encontraba nerviosa y confundida.

Caminaron en silencio, los ojos celestes viajaron del rostro de él a su mano, grande y varonil. En los 5 meses que llevaban saliendo nunca se han tomado de las manos, mucho menos darse un beso, el único contacto físico que habían tenido fue cuando ella resbaló y Sesshōmaru la sostuvo de la cintura, de ahí, nada.

¿Qué pensaría, Sesshōmaru, si intentara cogerle de la mano?, ¿se apartaría?

Con cautela movió su mano derecha para intentar alcanzar la izquierda contraria, sólo faltaban unos centímetros.

—¿Qué es lo que intentas hacer?

Su voz le sorprendió que dio un salto, alejándose del ambarino, quien le miraba fijamente. El rostro de la morena se sonrojó mientras desviaba su mirada.

—Na… nada —musitó entrecortadamente.

Sesshōmaru entrecerró los ojos, ella actuaba raro, ni siquiera le saludó al encontrarse, nada. Algo estaba pasando.

—¿Nada?

Ella se encogió levemente, tragó saliva, era el momento de enfrentarse a él.

—No. En realidad si pasa algo —empezó, enfrentó sus ojos contra los contrarios, rogaba con que no se quebrara antes de terminar—. ¿Cuál es nuestra relación?

Sesshōmaru no esperaba esa pregunta, no estaba preparado para ella por lo que se descolocó un momento.

—¿Es una broma?

Kagome apretó los dientes dolida por la pregunta, ella hablaba enserio, quería resolver esa duda, necesitaba saber si iba seriamente en esa relación o fue ella quien malinterpreto todo.

—No —exclamó enojada—. No es una broma, yo… yo no sé que somos. Nunca aclaraste nada, sólo salimos y a pesar de eso nunca me tomas de la mano o algo. No sé nada de ti. Jamás he ido a tu casa, no aceptas las invitaciones que te hago de pasar a la mía… sólo… sólo quiero saber. Tú me gustas mucho, en estos meses he conocido aspectos que hicieron que te quisiera más y… y… ¡yo de verdad creía que éramos novios! O por lo menos pareja, todos los creen pero hoy al hablar con Ayame y Sango me di cuenta que ni sé porque empezaste a salir conmigo ni si te gusto aunque sea un poco y… y… —las lágrimas bajaron por sus mejillas, avergonzada se las limpió rápidamente antes de carraspear, intentando que su voz se oyera lo más serena posible—. Lo lamento, no es nada. Creo que he hablado de más. Er, me voy a jūdō, gracias por acompañarme siempre.

Dio un paso hacia atrás para después literalmente huir del lugar, dejando a un Sesshōmaru ligeramente sorprendido antes el despliegue de emociones de la mujer, chasqueó la lengua con enojo, analizando las palabras de ella todo comenzó por sus amigas, sabía a quienes se refería a la castaña que siempre alejaba a uno de los amigos de su hermanastro a golpes y a la pelirroja que le encantaba perseguir a uno de sus compañeros de kendō, Ōkami Kōga, sino le fallaba la memoria, cosa que era imposible; sí, él las recordaba perfectamente. Dejó escapar un gruñido ante el problema que ocasionaron, tomó su celular y mientras esperaba que le contestara sus pies se movieron a una dirección muy clara.

Continuará.

Espero les haya gustado, se los dejo con mucho amor, el próximo capítulo se subirá el próximo lunes así que espérenlo. Les dejaré el link del reto en mi perfil para que entren a checar de que va y pueden animarse igual a hacer un escrito.

Con amor,

FiraLili.