Capítulo 11

Descubriendo un nuevo mundo

-Cas. -Dijo en a penas un hilo de voz, y se maldijo a sí mismo por sonar como un corderillo a punto de degollar.

-Dean yo... -El ojiazul giró al instante, estaba sentado en la cama apoyando su espalda en el cabezal de ésta. -He recordado.

-Shh. -Dijo Dean mientras se acercaba a la cama.- No digas nada. Yo también.

Castiel cambió su expresión al ver a Dean de aquella forma, parecía extraño...Hmm, que raro. Cada vez se acercaba más. Tenía una sonrisa de medio lado en su rostro, parecía divertido con aquello, pero al mismo tiempo inseguro. Éste, bajó la vista al cuerpo del ojiverde, encontrándose con su camiseta gris totalmente pegada y mojada por algunos lados, suponía que se habría duchado o bañado en la piscina. Cuando quiso levantar de nuevo la mirada, Dean estaba en la cama a gatas muy cerca de él. Se ruborizó al instante, pues él incluso seguía sin camisa.

Cas... -Susurró Dean al mismo tiempo que tomaba su mentón, acercándose amenazante a su rostro. Demasiado cerca.

-Dean... -Imitó Cas, en su voz se podían percibir sus nervios al igual que en la de Dean. Iba ha hacerlo, estaba claro, y estaba nervioso, por él. Wow.

Y Dean juntó sus labios. Y por lo visto, parecía que los había echado de menos. Comenzó siendo un beso dulce, suave, pero se podían percibir sus intenciones en él, había deseo, hambre. El beso fue tomando intensidad a medida que la sangre de ambos hervía, sintiendo el calor que emanaba el cuerpo del opuesto.

Castiel estaba nervioso, mucho, pero esa boca, esa lengua, le estaba volviendo loco...y Dean parecía encantado con ello. El último, se atrevió a dar un paso más, excitado con aquella escena de su compañero. Así pues, comenzó a tocar con sus manos el torso desnudo de Castiel, quién dio un suave respingo ante el contacto.

-Tranquilo... -Murmuró Dean en los labios de su amigo, separándose del intenso beso para respirar.

El ojiazul tragó saliva, abriendo los ojos despacio, encontrándose con el rostro cercano de Dean, levemente ruborizado, sus ojos permaneciendo cerrados, y sus labios, algo abiertos. A Cas aquella imagen, podía decirse que le excitaba, eran sensaciones nuevas para él, pero sabía bien cómo le hacían sentir por dentro, su cuerpo pedía por más.

El pecoso iba bajando sus manos con lentitud, sin querer dejarse zona de piel alguna sin acariciar. Castiel estaba ardiendo, vaya. Acarició sus pezones con los pulgares, y el gemido que provocó en el ojiazul, le hizo morderse el labio, para evitar gemir del mismo modo. No podía más, simplemente, era irresistible. Así pues, colocó la mano en su nuca, se echó hacia atrás al mismo tiempo que le besaba con fiereza, y tiró de él haciendo que se acostara en la blanda cama sobre su propio cuerpo. En un rápido movimiento, Cas quedó bajo el fuerte cuerpo de Dean. Ambos dieron por terminado aquel beso, y solo pudieron que contemplarse el uno al otro, ruborizados, avergonzados, pero al mismo tiempo, completamente ardientes de deseo. Dean no lo pensó dos veces, no esta vez.

Los gemidos de Castiel pasarían a ser su sonido preferido desde aquel momento. Mientra acariciaba sus pezones dando círculos, Castiel cerró los ojos fuerte, dejando salir sonidos ardientes, aunque intentando mantener un tono bajo, para que nadie escuchara lo que en aquella habitación estaba sucediendo. Dean depositaba algún beso por su cuello, bajando por su entre pecho. Apartó sus manos, para dar paso a su lengua, que se moría por lamer aquellos círculos duros y enrojecidos. Para sorpresa de Castiel, no solo lamió, pues además mordisqueó la zona, descubriendo que le encantaba. Echó levemente la cabeza hacia atrás, pero esta vez optó por abrir los ojos para observar a su amigo, pues aquello era mucho mejor que mantenerlos cerrados.

El pecoso siguió su camino, besando y acariciando su cuerpo, bajando por su estómago, Cas, sin dejar de mirarle. Entonces, fue cuando llegó a su pantalón. Esa molesta prenda que solo hacía que estorbar. Dean miró a Cas, relamiéndose, buscando su aceptación, como si de una mirada de permiso se tratase. Cas, afirmó, jadeante, con la cabeza. Quería más. Quería que Dean le diera aquello con lo que siempre había estado soñando. En primer lugar, desabrochó el cinturón. Tras aquello, se tomó unos pocos minutos para acariciar la dura erección del ojiazul por encima de los pantalones. Castiel siseó de repente, sin esperarlo.

-Dios mío, Dean... -Gimió entredientes.- Haz algo...

Dean sonrió ante aquella suplica. Bajó sus pantalones, y no pudo evitar morderse el labio al ver aquellos bóxers tan apretados y blancos, mostrándole prácticamente todo de Cas. Jugó con la goma de éstos. Castiel ansioso, maldiciendo por dentro, su cabeza dando tumbos, su mente en blanco. Aquello le estaba matando por dentro.

Dean quería jugar con él, pero en aquel momento solo podía pensar en que parecería un jodido adolescente, sentía que no aguantaría mucho ante aquella excitante y apetecible imagen. Sus ropas molestaban, quería despojarse de ellas ahora mismo, así que así lo hizo. Se acomodó sobre Cas, besándole, mientras que se movía sobre su cuerpo un poco, haciendo fricción, lo que robó algún que otro gemido de las bocas de ambos. Se quitó la camiseta, y acto seguido, dejo de moverse para hacer lo mismo con sus jeans. Jadeaba en la boca de Cas, con ganas de devorarle.

Ambos se encontraban en ropa interior, simplemente. Cas, quería bajar la mirada, no iba a mentirse, ver cuán grande era Dean. Pero aquello, hacía que le llegase algo de cordura, y conseguía que sus mejillas se pintaran de reojo, si es que podían hacerlo más. Le daba bastante vergüenza. Y ante aquel rayo de cordura, se le ocurrió la idea de que Dean, también le vería a él. Dios, ahora que lo pensaba...pero no, no podía dejar que esos pensamientos rompieran aquel momento, así que simplemente, se dejó llevar.

Por otro lado, el ojiazul no era el único que tenía estos pensamientos. No es que Dean se avergonzara de lo que tenía entre sus piernas, ni mucho menos. Es que no estaba acostumbrado a aquello, y le ponía nervioso estar en la cama con un hombre. Nunca había tocado a uno antes, pero creyó que bastaría con hacer lo que él quería que le hiciesen. No parecía tan difícil. Además, no iba a llegar tan lejos, sabía que ni Cas ni él estaban preparados todavía. Simplemente haría algo que pudiese satfisfacer a ambos y al mismo tiempo calmarles de aquel calor del momento. Como decía aquella canción de Asia.

Una vez ambas erecciones liberadas de las ropas, debido a la presión del cuerpo del pecoso sobre el de su amigo, se acariciaron. Ésto hizo que ambos gimieran, mirándose, pero tan solo unos segundos, pues Dean rápidamente apartó la mirada de los ojos de Cas, tímido. Apoyo la frente en su hombro, y cogió ambos miembros con su mano, lo más apretado posible, y comenzó a moverla, en un vaivén extremadamente lento. O así le pareció a Cas. Este último, dio un respingo ante el agarre de Dean, echo la cabeza hacia atrás, y gimió bastante alto.

-DEAN.

Se aferró a las sábanas. ¿Realmente aquello estaba sucediendo? ¿Dean estaba desnudo, sobre él, y tomando su erección? Increíble.

-Por Dios, Cas...

Al fin escuchó a Dean gemir, gemir su jodido nombre. Y Dios. Creía que no podía estar más caliente, pero por lo visto, se equivocaba. Gimió, alto, dándole igual quién les pudiese escuchar, dándole igual todo en aquel preciso instante.

-Dean, sigue.

Atento a sus palabras, de inmediato el ojiverde obedeció, dándole un ritmo algo más rápido a aquel vaivén. Su frente se apretó más contra el hombro de su compañero, comenzando a sudar un poco. Ambos gemían, con los ojos cerrados, disfrutando de todas las sensaciones que aquello llegaba a provocarles. Hubo un momento en el que Castiel quiso visualizar aquello, para que quedase eternamente aquella imagen grabada en su memoria. Observó bien, viendo a Dean de aquella manera...Bajó la mirada por su increíble cuerpo, ahora pegado al suyo, y entonces pudo ver ambos miembros tomados en su mano, moviéndose sin cesar. Gimió, gimió alto, excitado, al igual que lo hacía Dean, quién tras unos segundos apretó los dientes, pero aquello no evitó que gritase alto. Se sentía de nuevo como un jodido quinceañero, sentía que iba a terminar ya y tan solo habían pasado unos minutos. Maldito Castiel, era realmente ardiente. Su mano se movió mucho más rápido, provocando gemidos altos y constantes de ambos.

Las sábanas se arrugaban, se tensaban, bajo las manos de Castiel, quién las estiró mucho más cuando llegó, en un fuerte gemido con el nombre de su amigo, al orgasmo. Por otro lado, Dean no pudo evitar apretar de golpe su mano, los movimientos de sus manos volviéndose algo irregulares, y sus gemidos arrastrándose en palabras con una sola sílaba; "Cas".

El aire que se respiraba era cálido, en él incluso se podía percibir la escena de sexo que se había desatado. Jadeantes, ambos sonreían, todavía juntos, ambos cuerpos pegados. Dean fue el primero en abrir lo ojos y levantarse un poco para mirar al ojiazul.

-¿Todo bien...? -Le miró bastante ruborizado y algo avergonzado, su mente algo más despejada.

Castiel se puso de nuevo como un tomate, y no pudo evitar reírse como un crío. Le miró fijamente.

-Ha sido increíble Dean...Me he sentido...tan...bien... -Murmuró bajando el tono de su voz. Se mordió el labio bajando un poco la mirada, hacia el torso de Dean. Éste rió también ante aquellas palabras y apoyó sus frentes.

-Pues ya verás cuando te haga el amor...

Castiel no pudo dar crédito a aquello. Abrió mucho los ojos, y volvió a mirar a su amigo, sorprendido. Pero en cambio, no pudo decir nada, a pesar de que deseaba una explicación. Dean le miraba fijamente, con una pequeña sonrisa ladina, aquella con la que tan adorable le parecía. Sus anteriores palabras, podían significar tantas cosas...¿querría decir que llegarían a ser algo más después de aquel momento...? ¿Era eso? Pero las palabras se negaron en salir de su garganta. Dean depositó un último besito en sus labios, antes de apartarse de encima de Cas. Se acostó a su lado y suspiró, pasándose una mano por el rostro. La sonrisa no se le iba de los labios, y al parecer el ojiazul estaba igual, mirándole de reojo.

-¿Piensas volverte a dormir...? -Susurró Castiel al final para romper el silencio. Dean sin saber porqué exactamente rio ante su pregunta.

-Si tú no quieres, entonces no lo haré.

Castiel sonrió una vez más, colocándose algo de lado para poder mirar mejor a Dean, quizá intimidándole por lo mucho que le miraba, pero eso no le importaba, estaba realmente enamorado de él, lo que no era ningún misterio.

A partir de aquel día, Castiel y Dean estuvieron viéndose a diario. Iban al parque juntos a tomar algún helado, hablaban del verano, de las futuras clases, de muchas cosas. Otros días los pasaban enc asa tarnquilamente, viendo alguna película, aunque casi siempre acababan haciendo lo que mejor se les daba; besarse y meterse mano hasta que se obligaban a parar porque sus respiraciones se veían bastante agitadas y tenían que ir relajándose. Todo aquello era fantastico, pero al mismo tiempo extraño. No habían hablado sobre qué eran exactamente, cuál era el estado de su relación en aquellos momentos, pero lo que si tenían ambos claro es que no eran pareja, y mucho menos iban cogidos de la mano por la calle y esos detalles típicos de enamorados.

Finalmente llegó el final de las vacaciones, y las clases fueron retomadas por los estudiantes al igual que por sus profesores. Dean volvía a estar liado por el tema de Cas, todo debido a su reputación, para variar. Pasaron varias semanas desde que en una de las asignaturas les dijeron que cuando se acercara novimebre tendrían un viaje de alrededor de dos semanas para visitar el Estado de Indiana, puesto que era relevante para lo que darían en la materia en el tema. El viaje no era obligatorio, y en un principio Dean no iba a asistir, a pesar del bajo presupuesto que suponía, lo que era un punto a favor, pero él prefería quedarse con su hermano y así aprovechar también para estar con Cas.

El mes de octubre iba a finalizar en pocos días, y la mayoría de los compañeros de clase de Dean Winchester ya habían hecho el pago y entregado su solicitud para el viaje de asignatura. Había pasado algún tiempo desde que Dean no había estado con Castiel, con la escusa de trabajos y demás, aunque lo cierto es que los problemas mentales que la "relación" con Cas le suponía, le estaban superando. Fue por ello que decidió que tenía que hablar con Cas, y sería justo aquel sábado noche, en una de las fiestas universitarias.

La pareja se encontraba enrollándose en el baño, dedicándose a ello como si se tratara de su último día en la Tierra. El alcohol ayudaba mucho, pero la tensión sexual que había entre ellos, hacía todo lo demás. La música se podía escuchar fuerte fuera de aquella pequeña habitación. El ojiverde se separó de su amigo suspirando, Cas, se mordía el labio mirándole.

-Dean...

-Oye Cas.

Castiel sonrió, todavía mordiéndose el labio inferior, mirando a Dean como si fuera lo más maravilloso que había visto jamás, esperando que le dijese si quería irse a su casa o algo similar, pero lo que pasó, fue mucho más diferente.

-He estado pensando y...em, esto... -Desvió la mirada el rubio.- Tenemos que hablar. -Susurró, a lo que el moreno frunció el ceño. Lo pensó dos veces y sonrió, quizá tenían que hablar de algo bueno. Se equivocaba.- ¿Podemos ir fuera...mucho mejor que...en...este baño. -Dean miraba a su alrededor. Castiel solo aceptó con la cabeza y esperó a que Dean saliera, y le siguió.

Acabaron en el jardín trasero, donde había una pequeña piscina iluminada. Los chicos se sentaron allí, con mucho menos ruido, más tranquilidad.

-Castiel yo... -Suspiró Dean, las palabras se le atragantaban.- No puedo más. -Bajó la mirada. Cas por otra parte, le miraba confuso, pero prefería dejar que hablara.- No podemos seguir con esto. Hay que hacer algo... es... no podemos ir enrollándonos por las esquinas a escondidas, temerosos de que alguien nos vea en algún momento, de que se rían o... o yo qué sé... Si se es fuerte, se es de verdad, y si no, pues no, peor no podemos estar entre medias.

Castiel sonrió un poco, pensando que quizá podrían llevar su relación más allá, ser por fin, lo que había estado deseando, sin más esconderse, sin más preguntas de "¿qué es lo que somos?" a altas horas de la noche que no te permiten descansar.

-Lo sé Dean...yo...Bueno, por mi parte yo no me avergüenzo...yo...es extraño. Es algo distinto, pero...me gusta. -Admitió en voz baja, levemente ruborizado. Por otro lado, el ojiverde fruncía el ceño, mirando hacia la piscina, pensativo.

-Cas, prefiero...he tomado una decisión. Y quiero que las cosas sigan como siempre.

Castiel frunció los labios, confuso de nuevo, el alcohol no ayudaba.

-¿Quieres que sigamos escondiéndonos...? No te entiendo, Dean.

Dean negó con la cabeza, abatido.

-No. Digo que se acabó. Todo. ¿No te das cuenta? ¿Qué se supone que estamos haciendo? Ni si quiera tiene sentido, no hablamos de ello, simplemente nos dejamos llevar. Creo que deberíamos seguir con nuestras vidas, yo no soy lo que quieres, ni lo que mereces. Al menos no de esa... forma. -Dean se levantó.- Tú eres de relaciones largas, serias...pero a mí ese rollo, simplemente no me va. Es mejor que... -Suspiró, cerrando los ojos, apretando los puños.- Da igual. Pues eso. Esto no lleva a ningún lado, tan solo a que tú no puedas conocer a alguien más. Porque yo nunca podré cumplir tus deseos. Y no quiero cagarla contigo, no quiero hacerte llorar algún día, porque sé que esto para ti, es muy distinto de lo que significa para mí. Tú y yo no vemos la vida, las experiencias, del mismo modo. Así que no voy a a cagarla.

Castiel le mirada desde abajo con aquellos enormes ojos azules, aunque ahora algo enrojecidos debido al alcohol, lo cierto es que algo tristes, mezclándose con la expresión de confusión y sorpresa de su rostro. Castiel se sentía defraudado. Aquello le había sido totalmente inesperado, y no podía articular palabra, tan solo escuchar a su amigo. Vio como Dean comenzó a andar en dirección opuesta a él, mientras Cas todavía le miraba como si fuera un pequeño cachorro al que su dueño acaba de abandonar en la carretera, él, completamente solo, contra el mundo.

Dean realizó con éxito el lunes por la mañana el pago del viaje, tras lo ocurrido con Cas, lo mejor sería irse fuera de allí, huir lo más lejos posible, olvidar. Así creía que se le pasaría la "tontería", y Cas podría pasar rápido aquel pequeño mal trago, sin verle, mucho mejor.