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Sin embargo, Nitori

Disclaimer: personajes no son míos.
Advertencia: Spoiler 2da temporada. Referencias a FrFr!


Epílogo

Nitori apartó la mirada de la enciclopedia biológica. En la biblioteca solo estaban él y Matsuoka-senpai, sentados frente a frente. El bolígrafo de su senpai había dejado de rasgar el papel hace bastante rato y Nitori sabía muy bien a quién miraba. A él. Sentía ojos ajenas clavados en su nuca hace bastante tiempo.

—¿Ocurre algo?

Matsuoka-senpai abrió mucho los ojos, como saliendo de un trance. Nitori sabía que existían dos cosas que Matsuoka-senpai odiaba no controlar: sus lágrimas, y los bochornos. Aquella vez no se trataba de las lágrimas, pero sus mejillas se encendieron y adquirieron el color de su cabello. Desvió la mirada y respondió con un hilo de voz:

—Nada —una mentira.

—Rin-senpai, no es momento de estar distrayéndose. Los exámenes parciales son dentro de poco tiempo.

Era invierno. La temporada de nevazón todavía no empezaba, pero las mañanas amanecían escarchadas y el viento silbaba por los resquicios que se formaban entre las viejas tejas del Samezuka. La biblioteca, que era un sitio cálido, iluminado, y aislado del ruido de los pasillos, era el lugar ideal para estudiar, solo que los domingos la mayoría volvía a sus casas a visitar a sus familias.

Y allí estaban ellos dos: personas con familia escasa y muy ocupada.

Rin volvió la vista a sus apuntes y buscó el párrafo donde se había quedado. Y apenas encontró el punto, su mente recordó por qué se había distraído la primera vez.

Hace mucho tiempo que Rin y Ai no estudiaban en la misma habitación. Meses diría. Rin era más de leer tendido en su cama, y Aiichirou era de estudiar rodeado de todos sus folios más una taza de café, por lo tanto, tanto Rin como Ai estudiaban en sus respectivas habitaciones. Pero aquel día, casualmente, ambos habían necesitado material de la biblioteca.

Por las obligaciones que tenía que atender Rin ya no compartía con Ai el mismo tiempo de antes. Pero ahora que lo tenía cerca, Rin empezaba a darse cuenta del cambio que se había gestado en su kohai.

Aiichirou seguía fallando en matemáticas y en biología, y a veces Iwashimizu volvía a ganarle en la piscina. Discutía con Momotarou a ratos, y en más de una ocasión lo vio volar por los pasillos junto con Nakagawa porque, otra vez, llegaban tarde para la clase de historia. Pero la actitud era distinta: ya no parecía acomplejado de que las cosas no salieran como a él le gustarían, no.

Tampoco parecía que le molestase destacar en literatura avanzada. Se enteró en la formación del lunes que el profesor de literatura había alentado al muchacho a participar en un concurso de cuentos, y el chico ganó el segundo lugar de su categoría. La editorial que organizó el evento lanzaría un libro con una serie de cuentos dentro de los cuales se encontraba el de Aiichirou, y Rin ya había reservado un ejemplar por internet. Como suena.

Cada vez que se cruzaba con Ai, ya fuese en los vestuarios, o en el comedor, lo encontraba con una sonrisa. Una sonrisa de verdad. Entonces Rin sonreía con él. No era necesario más.

Suspiró. Sus ojos volvieron a reparar en Ai.

—¿Sabes que extrañaré? —le preguntó Rin a Aiichirou.

Aiichirou dejó el portaminas a un lado y se rascó tras la oreja. La graduación estaba cada día más cerca.

—Por favor senpai, no hable como si se fuera a morir.

—¡Nitori baka! Esto es algo serio. Ya, olvídalo…

Aiichirou se balanceó en la silla con aire divertido.

—Lo siento, lo siento ¿Sabe qué extrañaré cuando usted se gradúe? Sus dientes de tiburón. Es algo que no se ve mucho por aquí.

—Eso, tú sigue… —Bufó Rin fastidiado. Adiós con el momento emotivo.

Aiichirou se rascó el lunar y luego se abrazó.

—También extrañaré cuando le gritaba a Momo que se callase. Era chistoso. Cuando usted saca a relucir su capacidad pulmonar... uf, da miedo. ¡Y las isotónicas gratis! También las extrañaré, mucho... gracias por eso. Antes era más de comprarme las de color rojo, pero usted siempre me regalaba de las azules, que al final se convirtieron en mis favoritas. Gracias otra vez. Y también gracias por el agua carbonatada y las barras energéticas que me dejaba cuando entrenaba a escondidas.

Rin abrió sus ojos con asombro y su mandíbula se cayó un poco.

Aiichirou le sostuvo la mirada, ahora un poco más serio.

—Fue usted ¿cierto? Gracias, gracias de verdad. Pero… ¿Por qué no me dijo que estaba enterado de mis entrenamientos secretos?

—N-no lo creí necesario.

—También es verdad. Tenía razón cuando dijo que lo mejor era que encontrase la solución a mis problemas por mi propia cuenta, porque ahora estoy más seguro de mí mismo al tomar decisiones. Por un momento, creí que me volvería loco. Entonces, me di cuenta que estaba preocupando a otros, y eso no era justo, debía hacer algo. Pero aunque lo resolví por mi propia cuenta, me dio gusto saber que me apoyaba, Rin-senpai. A lo mejor ya no nos vemos tanto, pero es usted un buen amigo. Gracias.

—Llevas demasiados «gracias».

Una nube se desplazó a causa del viento en aquel momento, y por el tragaluz se coló un rayo solar que iluminó por algunos segundos el cabello cenizo de Aiichirou.

—Supongo que parte de crecer y madurar implica pasar por algún tipo de crisis. ¿Cómo se encuentra Sousuke-senpai?

—Viajó a Tokio esta mañana. Un familiar le consiguió hora con un buen traumatólogo, y es probable que lo operen. Eso no significa que pueda volver a nadar pero... Él estará bien también. Ya lo conoces, es un idiota, y los idiotas siempre están bien.

Nitori pensó que la sicología de Rin-senpai era un tanto extraña.

—Me siento un poco avergonzado. Con Momo-kun nos burlábamos de su horrible caligrafía. Ahora entiendo tantas cosas…

—Si sirve de consuelo, con Sousuke todavía nos reímos de cuando Momo te sorprendió con esa rana gigante que se encontró. Menuda cara pusiste.

—Bicho asqueroso… —Aiichirou movió la cabeza de un lado a otro—. A veces tengo pesadillas con eso.

—No te creo.

—Mejor —guardaron silencio. Entonces Aiichirou volvió a rascarse bajo el lunar y prosiguió—. Nos vamos a extrañar ambos ¿no? Cuando usted se gradúe, lloraré mucho más que para la ceremonia del capitán Mikoshiba, y sí que lloré esa vez ¿recuerda todo lo que lloré? Nakagawa-kun dice que pude haber llenado fácilmente un balde con mocos.

Rin levantó la mirada y observó a través del tragaluz.

El mejor Nitori, era aquel que ni siquiera se avergonzaba por cosas como llorar en público o llenar baldes de mocos. El Nitori honesto, seguro de sí mismo, y orgulloso de todas sus características, sean defectos o sean virtudes, tampoco era necesario etiquetarlas.

Por muy mal que se presentase la vida en su conjunto, Nitori era capaz de luchar contra la frustración y ver el mundo con otros ojos, del mismo modo en que el Sin Embargo es capaz de revertir el sentido de una oración.

—Sin embargo… Sin embargo, Nitori ¿no? —dijo Rin en voz alta.

Aiichirou, en medio de la biblioteca vacía, se carcajeó con ganas. Así fue.


Nota final

Final con tintes rintori como debía ser jaja. Nada, agradezco a todos quienes me acompañaron durante el transcurso de este fic. A Nitori le guardo un cariño especial porque me recuerda a una versión de mí, cuando nadaba y era pésima en ello. Ahora creo que le guardo mucho más cariño.

En otra nota... sé que el título de este fic es un poco extraño. Quería terminar el fic así, mencionando esa frase al final, como un mini tributo a "Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura", donde en su último párrafo se hace mención al título. Era un capricho que tenía, y escribo para atenderlos.

Gracias por todos los follow, favs, y los reviews que me dejaron. De repente igual nos volvemos a leer por allí. Margaritas cuando quieran. Japi.