Basado en la imagen 230, de Natsichan: Echando carta al buzón.

Resumen: un momento de Takeru.

Género: .


Cartas de dios.

Querido hermano,

Veía los papeles y lápices sobre el escritorio de su madre todos los días, mientras ella estaba durmiendo en la sala, el control en una mano, la otra mano sobre los ojos, los ojos cerrados.

Hace mucho que no nos vemos.

Su mirada iba de la televisión a esa mesa alta, con esa silla alta, tan adulta. Uno de los cajones tenía cerrojo, y nunca había visto la llave. Su mamá seguro ya lo había comprado así.

Le daban ganas de ir al baño, pero no se movía. Seguía paseando su mirada de un lugar al otro, el suave ronquido de su mamá haciéndolo sentir cómodo.

Me gustaría que pudiéramos vernos.

Entonces, cuando escuchaba que ella hablaba en sueños, se levantaba. Agarraba un lápiz, un pedazo de papel rugoso. No se sentaba en la silla. Volvía a la mesita de té frente al sillón, y se acomodaba. Garabateaba unas letras, dibujaba unas palabras.

Espero que sea pronto

Le costaba formular lo que pensaba. Le caían las lágrimas y manchaban con círculos de distintos tamaños el papel, arrugándolo en alguna parte, borroneando las desprolijas pero ordenadas líneas escritas.

Te quiere mucho, tu hermano

Siempre terminaba igual. Siempre empezaba igual. Las cartas eran las mismas siempre. Pero él las sentía distintas. Y todas las noches, él escribía esas palabras, creyéndolas nuevas. Y siempre los círculos arrugaban la carta. Y todas las mañanas, cuando salía con su madre, y sin que ella viera, deslizaba la carta por aquél buzón rojo que estaba a unas cuadras de su casa.

A sus seis años, no podía saber que el cartero ya no pasaba por ahí.