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¿Celebración, es lo mejor?
Miércoles 09 de julio–2014
En una enorme sala, en donde parecía, solo rebosaba la tranquilidad y la armonía ante tan fina decoración, el enorme plasma encendido a todo volumen, atraía toda la atención del pequeño grupo de jóvenes que estaban sentados en los cómodos muebles… Un momento, ¿estaban sentados?... Si lo estaban ahora ya no, el grito del narrador del evento en la televisión anunció la gran noticia, que finalmente levantó a unos de dichos muebles.
–Es sencillamente asombroso… –repasó con calma el joven de cabellos marrones y ropas azules oscuras.
– ¡Feh! no es para tanto… Yo ya me lo esperaba… ¿De verdad lo dudaste?
Ambos jóvenes eran quienes permanecían sentados, el segundo, era un joven de camisa roja y cabellos plateados, propietario o futuro heredero de al menos la mitad de la casa en la que estaban.
–Pues si tú lo dices, Inuyasha. –terminó por darle la razón.
–Oigan ustedes dos, dejen de estar conversando tonterías, ¿qué no lo ven? Nosotras estamos celebrando, aunque a decir verdad yo ya me esperaba que mi selección ganara este encuentro y fueran a la final –completó con alegría la chica, que dio un pequeño saltito.
– ¿Tu selección, Sango?... Pero creo que ayer no decías lo mismo…
– ¿Cómo? ¿Qué quieres decir Miroku?, me estás llamando mentirosa, ¡repítelo!
–Está bien, está bien, miento… Pero primero suéltame, ¿sí Sanguito?
Una chica algo voluble, de cabellos largos, lisos y castaños, ésa era Sango. Miroku era el causante de sus múltiples ataques, y es que eso solo era representativo del gran interés que el joven tenía hacia la chica, la cual no terminaba por corresponder, debido a las malas mañas que se le atribuían, y muy justificadamente.
– ¡Primero dilo, Miroku!... Ay, está bien, después de todo yo tengo la razón… –decía con un mohín mientras soltaba la camisa del joven. –¿Verdad que tengo razón Kagome?... ¿Kagome?
Pero no recibió respuesta alguna. Y es que la chica a la que llamaba se encontraba con la mirada perdida hacia algún lugar, exactamente hasta la parte de arriba de la sala, donde se alcanzaba a ver el pasillo de la segunda planta, al final del pasillo que veía se hallaba la habitación en la que hace ya horas se había encontrado. Durante el último tiempo del partido había dirigido su mirada varias veces a ese lugar.
– ¿Kagome?
–Me preocupa mucho… y yo sé por qué… –divagaba la aludida.
–Argentina contra… Alemania…–su voz grave, además de los ruidos del televisor, fue lo único que se escuchó en su amplia habitación.
–Finalmente irán a la final…
Su pensamiento, antes injustificado, ahora era la verdad… Lo que debería causar esa emoción positiva en él, pero no era como se estaba sintiendo, ¿cierto?... No se sentía feliz… ¿por ellos?, ¿por los jugadores de su selección?...no, no era su selección, ya no.
–Suertudos. –dijo, frívolo.
– ¡Kagome! –finalmente alzó la voz y se terminó acercando a la aludida para que reaccionara.
– ¿Eh?, ¿qué sucede?, ¿me estabas hablando, Sango?
La azabache, por fin consciente de la realidad supo que sí cuando su amiga arrugó el entrecejo, estaba enojada.
–Por supuesto que sí, Kagome, ¿qué te sucede?, ¿dónde estás?
–Aquí, –espetó algo nervioso. –¿dónde más?
–Quizá no lo dudaría si no supiera que estás viendo hacia su habitación desde hace rato. Tu horario terminó hace mucho, Kagome, pero parece que aún no lo sabes ¿cierto?, o será que es porque aún llevas esa ropa puesta.
La castaña apuntó con sus dedos a la ropa de la chica, Kagome se miró su propio conjunto, bien, sí era cierto que traía el uniforme, mas luego volvió a ver la cara de su amiga. –¿Acaso piensa que me lo quitare? –por supuesto que no. Si es que más bien ahora estaba considerando la idea de volver a su área de trabajo.
–No es eso Sango, es solo que… –se detuvo en seco. Encontrando la distracción perfecta para desviar el tema. –Oye Sango, si mal no recuerdo estabas celebrando por ¿Argentina, verdad?
– ¿Tu qué crees? –inquirió, ahora retomando su emoción.
–Recuerdo que yo dije que si ganábamos lo celebraríamos, sobre todo por nuestros amigos que conocimos en nuestro viaje a Argentina.
– ¿Qué?, ¿ustedes están celebrando por ellos?.. –intervino Inuyasha, repentinamente confundido de la conversación.
–Pues a decir verdad una parte de nosotras sí…
–Feh... Qué tontería, ¿y ustedes todavía recuerdan a esos pesados?, yo no… – los enormes y tal vez… un poco, solo un poco, destellantemente amenazadores ojos que le brandaban ambas mujeres aficionadas lo detuvieron en seco, un escalo frio le recorrió la espalda y supo que mejor se callaba.
–Bueno no importa, ¿señoritas quieren ir a alguna parte a celebrar?… Tal vez a la casa de cierto agradable chico…
– ¡Shippo! –completó contenta Sango.
Kagome escuchó ese nombre por parte de su amiga y sintió alegría, la alegría de poder ver a ese adorable chico, un niño, bueno no tanto, pero el argentino más argentino que había conocido, y el cual había emigrado de su país al perder a sus padres, pero eso no cambiaba para nada su identidad nacional, y además del gran apoyo a su selección de fútbol.
De pronto su emoción se vio terminada, había olvidado algo y ahora lo recordaba.
–Esperen chicos, mi hermana…
– ¿Sucede algo con la pequeña Rin? –interrogó Miroku, aunque tal vez la pregunta estaba de más.
–Sí, me temo que no voy a poder ir con ustedes a ver a Shippo. –dijo cabizbaja, ella tenía una pequeña y curiosa responsabilidad en casa esperándola.
–Esto, Kagome…
Sango veía como su mejor amiga se había entristecido, pero no lo permitiría, y cómo iba a permitirlo; giró su cabeza a los chicos que las acompañaban, esperaba que pudieran entender lo que les quería decir con su mirada. Un asentimiento por parte de ellos le dijo que lo habían captado.
–Kagome lo tengo... Iremos mañana, así podremos ir todos juntos, ¿cierto?... ¡y que no se diga más!
–Gracias… y recuerda que debe ser antes de las 9, a esa hora yo… –vio cómo su amiga empezaba a empujarla para que salieran.
–Sí, sí, está bien Kagome… dije que no se dijera más… Iremos temprano, antes de que empiece el partido. Ahora nos iremos a nuestras casas a descansar.
Sin más llegaron a la salida de la mansión, y se fueron…
–No me despedí bien…
Con ese pensamiento la joven Kagome cerró la puerta tras de sí, había llegado a su departamento finalmente.
– ¡Rin!... ¡ya llegue!
Continuará…
Después de... unos años ya, he vuelto por este fic.
Con deseos de terminarla finalmente, he decidido corregir algunos detalles de redacción en los capítulos, para los nuevos lectores.
Hubiese querido modificarla más, en cuanto al contexto del tiempo que se maneja en ella. Pero hacerlo requería cambiarla mucho.