Los personajes de Ranma ½ no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. La historia aquí presentada es con fin de entretenimiento, NO de lucro.

Advertencia: La historia contiene OC, OoC.


Indiferencia

23: Una charla sincera.


Ranma pestañeó tres veces al ver como Rei era prácticamente devorado por aquella desconocida. No podía ocultar que le daba gusto ver ésa escena y que Akane también la observara. La miró por el rabillo del ojo, estaba tan sorprendida como él. Disfrutó ver como Rei sólo movía los brazos con desesperación mientras que la jovencita le absorbía todo el oxígeno de los pulmones.

—¡Mi amor! —exclamó la chica, abrazándolo con todas sus fuerzas, pegando la cabeza en el pecho.

La joven sonreía complacida por aquel beso, pero Rei se veía agotado que ni esfuerzo hizo por quitársela de encima.

—Rei, quien te viera, después de todo, también tienes un secretito que ocultaste muy bien durante este tiempo, vamos a ver qué opina el señor Tendo cuando se entere de tu noviecita —soltó Ranma dibujando una sonrisa, su mirada era burlona hacia el chico.

—¿Rei? —repitió la desconocida que se alejó del muchacho, de la bolsa bandolera que llevaba, metió la mano y buscó algo hasta que encontró unas gafas y miró a Rei—. ¡No eres Sasuke! ¡Apártate de mí, aprovechado!

La chica golpeó con su bolsa a Rei y se fue de ahí dando largos pasos.

Ranma y Akane se quedaron tiesos, completamente sorprendidos de que aquella jovencita fuera tan cegatona como el mismo Mousse o incluso más.

—¿Aprovechado? ¡Casi me deja sin oxígeno! —reclamó Rei, señalando a la joven que se había ido—. Está loca… Rayos, además me metió la le… —se quedó callado y un fuerte rubor cubrió sus mejillas—. Diablos, no podré dormir durante un tiempo pensando en lo perturbador que ha sido.

Akane reaccionó, sintió alivio de saber que la chica había confundido a Rei, sin poder evitarlo mostró una sonrisa.

—Al menos es una chica guapa —dijo Akane para tranquilizar a su amigo.

—Oh —Rei miró a Akane, desconcertado—. Supongo… hmmm… mejor me voy, quiero pensar lo que acaba de pasar. Luego nos vemos.

Sin más, Rei dio un largo salto a uno de los árboles más próximos y de ahí a otro hasta que desapareció de la vista de los chicos.

—Al parecer el beso no le fue tan indiferente a Rei. Quién sabe, a lo mejor se le ocurre buscar a la chica y decirle que sí es Sasuke —comentó Ranma.

—Eso es bobo, Ranma —replicó Akane dándose la media vuelta para darle la cara.

Cuando la vio frente a él, mirándolo fijamente, se sintió intimidado, como cuando una leona veía ferozmente a su presa. Se puso nervioso inevitablemente, pero debía aprovechar su momento con ella para hablar.

—Akane, necesitamos hablar sobre el tema de Ryoga de forma más madura —se aventuró a decir, dando un paso hacia ella con mucha cautela—. Como te dije, Ryoga…

—Es decisión mía, Ranma. No te metas —contestó cortante la peliazul.

Aunque había pasado un tiempo desde que descubrió el secreto de Ryoga, al volver a verlo, revivió ese rencor que le guardó. Aspiró tanto aire como le fue posible. Perdonarlo tal vez, pero olvidar que alguien a quien considero a un buen amigo se haya aprovechado, eso jamás.

—Comprendo que estés dolida porque yo también te lo he ocultado…

Ranma no la vio venir, Akane estaba justo frente a él, agarrándolo con las dos manos por la solapa de la camisa china, jalándolo de forma tan brusca que le dolió el cuello, acercándolo al rostro de ella, contraído de furia, y sus ojos refulgían de forma peligrosa. Akane le causó miedo.

—Tú nunca vas a comprender lo que yo siento, Ranma —refutó la joven, arrastrando las palabras de una forma amenazadora—. Decir que estoy dolida es poco.

Lo miró por unos largos segundos, dejando a Ranma hipnotizado. En ése momento se perdió en los castaños ojos de su prometida hasta que aflojaron el agarré y la vio darse la media vuelta para darle la espalda.

—Estoy decepcionada y cansada de ti —declaró Akane, mirándolo apenas por encima del hombro y empezó a caminar.

Esas palabras calaron en él como millones de pedazos de cristal incrustándosele en la piel, desgarrando sus entrañas y reventando su corazón. Su mundo oscureció y se sintió el ser más diminuto e insignificante del universo, siendo absorbido por un hoyo negro. No supo, pero terminó en el suelo, arrodillado y con las lágrimas surcando por sus mejillas hasta terminar en el concreto y desvanecerse al instante.

Akane se detuvo de pronto, recapacitando lo que le había dicho a Ranma, se mordió los labios por un esfuerzo inútil de no llorar, sus palabras habían sido duras incluso para ella. Buscó en su cerebro consolación, pero sólo le llegaban momentos bonitos que había compartido con su prometido, de las incontables aventuras vividas con él.

No importaba, se dio la media vuelta y corrió al punto donde había dejado a Ranma, lo miró en el suelo, abatido, verlo así le dolió más que nada en el mundo.

—Ranma —lo llamó.

El chico se levantó, se pasó el dorso del brazo sobre los ojos para mirarla, se giró lo suficiente para darle la espalda y emprender la marchar. Era obvio que él no quería verla. Corrió hacia él, quedando justo donde él estuvo hace un segundo arrodillado.

—Lo siento, Ranma —balbuceó Akane.

¿Sería capaz de darle alcance y decírselo de frente? ¿Se había vuelto lo suficientemente ágil como para saltar los tejados como él lo hacía? Entonces se acordó del entrenamiento que llevaba con Rei, podía presumir que lo había derribado cinco veces y él la felicitaba, además de cuando la animó a saltar más alto de lo que ella podía y había superado sus propias expectativas. Se lo pensó por un instante, llevaba el uniforme de la escuela y la falda sería una verdadera molestia. Arrugó el entrecejo, decidida. Rompió la falda hasta dejarlo a medio muslo, sin importarle que la gente que andaba por ahí se le quedara viendo. Tomó aire y miró con determinación aquel tejado donde Ranma había saltado. Corrió cada vez más rápido para tomar impulso y cuando lo creyó necesario, dio un salto.

Sintió adrenalina al momento, pero había aterrizado acertadamente en el tejado, aunque tambaleó por la orilla, logró equilibrarse para quedar firme, esperó unos segundos para recuperarse. Visualizó el que estaba al frente y volvió a saltar, cada vez le resultaba más sencillo pasar de tejado en tejado. Disfrutaba de la brisa chocando contra su rostro, era refrescante y libertador, ahora entendía porque Ranma solía correr por los techados de las casas. Al ver a Ranma, le gritó para que se detuviera.

Ranma se detuvo de golpe, a punto de perder el equilibrio en uno de los tejados de dos aguas, miró por encima del hombro y notó la silueta de Akane, saltando ágilmente, a punto de darle alcance. Estaba sorprendido por lo bien que ella lo estaba haciendo. Se quedó admirándola que cuando menos se lo imaginó, ella ya estaba frente a él, sonriéndole de forma divertida y liberada.

—¡Te alcance! —le dijo, dándole un golpecito con el dedo en la frente.

No pudo decir nada, Akane lo sorprendió tanto que las palabras bailaban en su interior. Definitivamente, su prometida estaba volviéndose mejor artista marcial.

—Ranma —habló Akane, mirándolo a los ojos, neutral—. Siento lo que te dije hace un rato.

—Yo también —contestó amargamente, aquellas palabras le dolieron más que los millones de golpes recibidos en lo largo de su vida.

—Hablemos. Tengamos una charla sincera, Ranma —propuso la joven de cabellos cortos, luego suspiró—. Hace rato te dije eso porque tenía mucha rabia que quieras interceder por Ryoga.

—Akane, yo te lo debo y se lo debo a él —dijo Ranma, señalando con sus manos a su lado derecho como si allí estuviera Ryoga.

—No lo voy a perdonar —habló más alto para callar a Ranma—. No puedo. Se aprovechó de su forma maldita para tener mi cariño. Él me vio innumerables ocasiones mientras me vestía, dormía conmigo… ¿tienes idea de lo que siento al pensar que en realidad estuve durmiendo con un hombre?

Ranma negó con la cabeza, sintió un clavo que le taladraba el cerebro de pensar las veces que él trató de hacerle saber a Akane que no era buena idea que se durmiera con ése cerdo.

—Y lo peor, es que lo consentía —añadió Akane, dejándose caer sobre el tejado y sentarse para luego abrazarse las piernas hasta pegarlas al pecho y colocar su cabeza sobre las rodillas mientras veía el infinito cielo azul—. Me siento la mujer más estúpida del mundo, ¿sabes?

—No digas eso, no lo eres —intervino rápidamente Ranma, sentándose al lado de su prometida.

—Y lo besé…

A Ranma se le espesó la boca. Esa parte fue la que menos le gustó cuando P-chan recién llegó a la vida de Akane.

—Mi primer beso se lo di a ése cerdo, que en realidad es Ryoga —dijo con aire de tristeza.

Ranma apretó la mandíbula por el coraje, tenía motivos suficientes para ir en busca del cerdo y hacerlo pagar todo el pesar que Akane estaba sintiendo.

—Se aprovechó de mí, dime Ranma ¿por qué insistes tanto en que yo perdone a Ryoga? ¿Es por él, o es por ti? —le preguntó, mirándolo a los ojos, esperando la respuesta.

El joven de la trenza bajó la mirada, la respuesta era obvia y seguro que Akane ya se había dado cuenta.

—Tienes parte de culpa, Ranma, al no decirme la verdad desde un principio, tal vez a Ryoga lo habría consentido como el simpático cerdito, pero nunca le hubiese permitido dormir conmigo ni que me viera mientras me cambiaba de ropa. Pero el hecho de que él se aprovechara de su maldición, es lo que me duele, si él hubiese tenido un poco de consideración hacia mí, respeto o algo, aun en su estado maldito, nunca se hubiera metido a mi cama —expresó Akane, volviendo su atención al cielo azul, recordando los momentos que pasó junto al cerdito negro que cuando le tenía cariño le llamaba P-chan.

—Tienes razón, Akane —habló Ranma, mirando también hacia el cielo—. Entiendo que te encuentres decepcionada de mí… sí, debí de decirte la verdad desde el momento que viste al cerdo, así se hubiera evitado lo que está ocurriendo ahora.

Akane lo miró por el rabillo del ojo y luego viró la mirada.

—Ya no diré más sobre Ryoga. Él fue que se aprovechó más que nadie de su forma maldita para estar cerca de ti —apretó los puños, viéndolo desde el punto de vista de Akane, ahora consideraba darle una paliza a ese cerdo.

—Me da gusto que hayamos tenido esta charla, Ranma —Akane se levantó.

Fue en ese momento que Ranma se percató de lo corta que estaba la falda del uniforme, dejando ver las torneadas y bien tonificadas piernas de Akane. Lucía atrevidamente sexi, no podía dejar de verla que incluso se olvidó de pestañear. El viento le hizo una jugarreta al empezar a soplar en contra de ellos y hacer que el corto cabello de Akane se ondulara en el aire y cuando ella giró el cuello para mirarlo y se le vino un poco de pelo al rostro, le dio un toque más salvaje. No pudo contener los fuertes latidos que sacudían su pecho, ver a Akane así le despertó sus sentimientos más primarios.

Intempestivamente, impulsado por una fuerza extraña, Ranma se levantó y tomó a Akane por la cintura, pegándola a su cuerpo, sólo observó el rostro de su prometida por una fracción de segundo para hacer lo que le estaba repiqueteando con tanto vigor dentro de su cabeza.

Akane no tuvo tiempo de reaccionar, Ranma la tomó tan de repente y la forma en que lo hizo que su cerebro se bloqueó totalmente, jamás vio venir lo que Ranma estaba haciendo. Sus ojos abiertos a más no poder, veían los azulados ojos de su prometido que se iban cerrando poco a poco, dejándose llevar por el momento, al poco tiempo, ella también empezó a relajarse, cerrando los ojos para expandir más la sensación. Era algo del que había deseado por tanto tiempo y que finalmente, cuando menos se lo esperaba, estaba sucediendo. El agradable cosquilleo que recorrió de sus pies a la cabeza se empezaba a arremolinar en el pecho y la piel se le había puesto chinita al contacto; resultaba demasiado agradable que no quería dejar de sentirlo, pero fue el mismo Ranma que cortó abruptamente el momento cuando se separó de ella.

—Perdón, Akane… perdón —pidió, estaba colorado y se notaba que apenas estaba creyendo lo que había hecho—. Yo… yo… eh… no… sí… lo siento…

Lo vio huir, saltando del techo y yéndose corriendo por la calle, perdiéndose de vista a los dos segundos. Estaba perpleja, también apenas reaccionaba ante lo sucedido, sólo colocó las yemas de sus dedos sobre los labios. Ranma hizo lo que ella nunca se imaginó que tuviera valor de hacer y de qué manera.

—Ranma… —susurró apenas abriendo los labios.


Akane volvió a casa como a las cinco de la tarde, en cuanto entró vio a su hermana Kasumi que se encontraba cortando unas hojas secas a las plantas de la entrada, que al verla de inmediato dejó las tijeras para ir a encontrarla en el camino.

—¿Qué te pasó, Akane? —preguntó Kasumi notablemente preocupada al ver a su hermana con la falda del uniforme desgarrado.

—Oh, nada de importancia —contestó Akane que meneó la mano y le regaló una suave sonrisa a su hermana mayor—. En realidad, yo fui quien rompió el uniforme, no te preocupes.

—¿Pero por qué hiciste eso? —interrogo Kasumi, ahora curiosa.

—Eh… porque quería probar que era capaz de saltar a un tejado, pero la falda es demasiado estorbosa.

—Cielos, Akane, pudiste hacerte daño —Kasumi sonrió dulcemente—. Aunque la verdad se te pasó la mano, seguro que más un chico se te habrá quedado viendo las piernas, que, por cierto, están muy lindas —señaló Kasumi.

Akane miró rápidamente sus piernas, era verdad ¡Era demasiado revelador! Se tapó con las manos y se puso colorada de pura vergüenza, no se había fijado que tan corto había dejado su falda y ahora entendía porque muchos chicos y algunas chicas se le quedaban viendo.

—Voy a cambiarme —avisó Akane, echándose a correr dentro de la casa antes de que Kasumi continuara cuestionándole.


Ranma observaba desde lejos la casa de los Tendo, apenas daba crédito a su proeza. Fue algo que no podía describirlo, pero que definitivamente quería volver a probar. Ignoraba si a Akane le gustó o no, porque huyó tan rápido que ni volteó a mirarla, en ése momento la cabeza la tenía tan caliente y dándole vueltas a mil por hora que era incapaz de decir algo. Aunque después se arrepintió, no tuvo el valor de ir a buscarla y decirle lo que sentía.

Estaba con las piernas encogidas, usando sus rodillas de apoyo para poner su cabeza. Pensativo, reviviendo una y otra vez ése beso que, por un impulso, una necesidad que pedía a gritos ser cubierta lo empujó a hacerlo. Sí estaba asustado, pero jamás arrepentido. Había besado Akane y por Dios que había sido lo mejor que había hecho en su vida. Estaba rebosante de felicidad y nadie podría quitarse esa sonrisa del rostro. Fue un millón de veces mejor de lo que siempre se había imaginado. Saboreó los tentadores labios de Akane, que desde que interpretó a Romeo en la tonta obra de teatro, se volvieron una obsesión para él. Besarla no mejoró ésa situación, ahora sólo quería volver a probar esos labios y solamente él. De repente una oleada de envidia y coraje se arremolinó en su cabeza cuando se acordó que Rei y Ryoga (convertido en cerdo) habían ya probado los dulces labios de Akane, su prometida.


Akane estaba contemplando su rostro en el espejo, buscando la prueba comprometedora de aquel beso que Ranma le robó. No había nada fuera de lo común, sólo la sensación de que sus labios habían sido presionados por los de Ranma y eso provocó en ella un torbellino de sensaciones. Se tentaba el labio inferior con la yema del dedo índice sintiendo ligeras cosquillas, pero muy lejano a todo lo que Ranma le hizo sentir. En realidad, la removió por completo, un enjambre de mariposas, revoloteaban como locas en su estómago, y lo peor es que todavía las seguía sintiendo. No fue absolutamente indiferente a ese beso.

Se dejó caer pesadamente sobre su colchón, con el espejo de mano agarrado, sin despegar la mirada de su rostro. Notó que había algo diferente en sus ojos, un brillo, una ilusión y felicidad, no podía ocultarlo ante nadie, incluso ni a sí misma. Estaba inmensamente feliz.

Tenía bastante tiempo contemplándose que no se percató que cayó por completo la noche, si no fuera porque su hermana Kasumi anunció que la cena ya estaba lista y que bajaran a comer. Se levantó de un brinco, se miró todavía con el uniforme puesto, rápida corrió al armario y se puso lo primero que vio, un vestido verde agua de mangas abombadas.

Esperaba ver a Ranma sentado listo para cenar, pero el muchacho no se encontraba, tampoco estaba Rei.

—¿Qué pasó con tus prometidos, Akane? —preguntó Nabiki que fue la primera en empezar a comer.

—No lo sé —contestó con franqueza.

—A lo mejor se fueron a entrenar juntos —opinó Soun muy tranquilo.

—Estoy cada día más orgulloso de Rei, sin duda, él sabrá heredar muy bien mis técnicas —lloró Genma a quien las lágrimas le salían como ríos de los ojos, su tono de voz era solemne, sólo faltaba que atrás de él saliera un sol resplandeciente y unas trompetas.

—Genma, Ranma es tu hijo y también es un excelente artista marcial —le recordó Nodoka a quien se le notó cierto disgusto por la preferencia de su esposo.

—Cierto, tío, ¿usted podría decirnos por qué la fascinación que Rei tiene hacia usted, cuando en realidad usted es un…? —preguntó Nabiki sin terminar la pregunta.

—¿Mantenido? ¿Bueno para nada? ¿Inútil? ¿Flojo? ¿Perdedor? ¿Tramposo? —interrogó Soun que más bien sonaba a una serie de reclamos, ganándose la mirada inmediata de su viejo amigo.

—Ejem —carraspeó lo bastante fuerte el señor Saotome para que Soun se detuviera—. Creo que para él soy como su padre. Resulta que hace unos años pasamos por su aldea y me vio cuando entrenaba a Ranma, quedó maravillado con mi entrenamiento…

—Si, como no —dijeron la familia Tendo al mismo tiempo, mirando con cansancio a Genma.

—Ejem —volvió a carraspear, usando su mano echa puño y acercárselo a la boca para darle más emoción a su relato—. Para no hacer el cuento largo, me pidió que también lo entrenara a él y lo acepté como alumno mío. Resultó ser un chico muy dedicado y obediente, siempre al tanto de cada instrucción que yo daba, tenía resultados magníficos, inclusos mejor que Ranma.

—Así es —Rei llegó y se sentó al lado de Akane, volteó a mirarla y le sonrió levemente, enseguida Kasumi le pasó un cuenco para que se sirviera—. Mi entrenamiento daba mejores resultados que los de Ranma, aunque fuera el mismo, sólo que yo sí seguía al cien las instrucciones y él no. Ranma se puso celoso y se llevó al señor Genma, dejándome a mí para que yo no siguiera entrenando con ellos. Supe que irían a China, pero yo no podía seguirlos. Tiempo después me enteré de que el señor Genma y su hijo había vuelto a Japón y con mucho esfuerzo e investigación los encontré y supe absolutamente todo. En sí, mi coraje con Ranma es por ser tan egoísta y no haber dejado que yo aprendiera de su fantástico padre —relató el ojiverde.

—Sí, es cierto, toda la culpa es de Ranma —confirmó Genma a quien le escurría una gota de sudor y reía nerviosamente, ganándose la mirada de desaprobación de todos, que se notaba que ninguno le creía.

Akane se levantó de la mesa y se retiró sin decir ni una palabra. Aquella explicación le resultó de lo más absurda. Rei se había tomado demasiado a pecho de que el señor Genma se marchara dejándolo y culpando a Ranma.

Iba sumergida en sus pensamientos al respecto del tema, que cuando iba hacia su habitación, se encontró con Ryoga mirando su puerta del cuarto. El muchacho al ver a Akane se puso tan nervioso que su cuerpo temblaba completamente.

—Lo siento, me voy…

—Ryoga —masculló la peliazul, llena de coraje, en ése momento sintió una oleada de furia invadirla por completo que le cegó por completo el raciocinio—. Jamás te voy a perdonar que te hayas aprovechado de mí, y te doy tres segundos para que desaparezcas de mi vista o te juro que te haré picadillo.

El chico no dijo nada del puro miedo, sólo asintió rigorosamente y se fue corriendo, aunque de inmediato perdió la orientación y terminó regresando. Al verlo de nuevo, empuñó sus manos, tensando los puños lista para soltar unos buenos golpes.

—Sabes que es un desorientado de primera y le das la opción de desaparecer —habló Rei por atrás de ella.

—No te metas, que es asunto mío —contestó agresiva la peliazul.

—Pero si termina en un homicidio terminaré siendo tu cómplice y soy demasiado joven, guapo y sexi como para terminar en la cárcel… Akane, sólo basta con que te metas a tu cuarto y yo con gusto le enseñaré la salida a tu antigua mascota porcina —añadió el ojiverde mostrando una sonrisa altiva.

Akane seguía llena de coraje, respiró aire que le quemó por dentro. Necesitaba desquitar toda la rabia y rencor que traía hacia Ryoga.

—Te doy una ventaja de cinco segundos —dijo Rei a Ryoga, tomando a Akane por sorpresa haciéndola girar para que quedara frente a él y abrazarla—. ¡Corre!

Ryoga salió como flecha, pasando cerca de Rei y Akane, agradecido por la pequeña ayuda de aquel joven. Pronto bajó las escaleras y de nuevo se quedó quieto, no sabía a donde ir, el terror lo invadió al escuchar unos gritos, algo que azotaba y de inmediato unos pasos rápidos en el piso de arriba. Al ver por encima de su hombro, encontró a Akane saltando la escalera, con la pierna lista para patearlo. Cayó súbitamente al suelo por el poderoso puntapié, dejándolo confundido y atolondrado.

—¡Cielos, Akane! —salió Kasumi al corredor al escuchar tremendo arguende.

Akane miró a Ryoga tirado, convulsionándose por el golpe que ella le dio. Soltó un suspiro, por extraño que le pareciese, verlo así, le causó cierto alivio.

—Vaya, parece que lo quieres matar —observó Nabiki, admirada de ver al joven con el rostro compactado.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Kasumi, mirando a su hermana menor.

Al ver a Kasumi y la mirada llena de consternación, se sintió aprisionada.

—Se lo merecía. En cuanto despierte, dígale que se largue de aquí y que no lo quiero volver a ver en mi vida —dijo con determinación. Regresó, pasando al lado del cuerpo de Ryoga y dedicare una mirada con desdén para luego empezar a subir los escalones.

Cuando entró a su habitación, cerró la puerta y se recargó de espalda en ella. No podía con tanto rencor que le guardaba a Ryoga, sabía que no era correcto, pero en verdad que no podía perdonarlo. A lo mejor, el tiempo la ayudaría a olvidar y lo perdonaría, pero no volvería a ser su amiga, nunca.

Su mirada se concentró en una azucena que estaba sobre su escritorio, tenía atado un listón azul y había una notita al lado. Llevaba por la curiosidad, caminó hasta su escritorio, primero tomó la flor y la llevó a su nariz para inhalar la agradable fragancia y estimular sus sentidos, después tomó la nota. Abrió los ojos con sorpresa, haciendo que una sonrisa se le dibujara en sus labios.

—Yo también lo disfrute, Ranma.

» Continuará…


¡Hola hermosa gente de Fanfiction!

¿Cómo han estado? Espero que, de las mil maravillas, ahora sí que no me he tardado mucho tiempo en actualizar, o eso creo, al menos no ha pasado un semestre o peor aún, un año. Espero que el capítulo sea de su agrado, es un capítulo parte aguas en lo que va de la historia.

Estoy muy agradecida con todos ustedes por sus comentarios, hemos llegado a los ¡700 reviews! ¡Impresionante! Gracias chicas y chicos por acompañarme y regalarme sus valiosas opiniones, los atesoro con mucho ahínco. Muchísimas gracias también por ponerla en favoritos y ponerla en su lista de follows, son unos soles que iluminan mi vida. ¡UN MILLÓN DE GRACIAS!

Este capítulo va a dedicado a cada uno de ustedes lectores, quienes a lo largo de estos capítulos me han obsequiado minutos de su valioso tiempo.

Guest, Sav21, Miomi, gcfavela, xandrix, Romaaa, Lunabsc, Guest, Guest, Haro Adrianne, Wolfing, Guest, Hinaru, diana carolina, yram, sjofnj, afrika, Ruth Rosales, lyzz, Paoh, Akasha, mnj2327, camiliny08, Debby-Chan ackerman , Vale-Sandoval , Lady Ski , yazmi, yuchyram, Kurosaya, Guest, hikaros, kirei-bell02 , Guest, vanesacastellon76, Guest, c3 y a los lectores que no se animan a comentar; les agradezco infinitamente sus reviews, su paciencia y que continúen leyendo la historia.

De corazón muchas gracias, espero que tengan mucha salud y felicidad. Nos leemos después, cuídense mucho, un abrazo con harto cariño. ¡Hasta luego! :)