¡Aloha~!

¡Ya pasó una semanita! Y tal como prometí, es la entrega final de 'Luces de Tanabata' ¿Quieren ver que pidieron nuestros tortolos?

Nos leemos abajo.

Advertencias: Éste capítulo contiene Lemmon. Una pizca de drama, cursilerías y romance.

Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi-sensei y yo sólo los pido prestados un rato para que recreen escenas que se encuentran en algún punto de mi mente.


Luces de Tanabata

:-:Acto VII:-:

Entre tropezando y trastabillando, Kagami llegó a su recámara con un Kuroko a cuestas haciendo un homenaje cómico a un campesino cargando un costal de papas. No se tomó la molestia de prender la luz y se dirigió directamente a la cama dejando caer en seco al celeste. El mullido colchón –quizá por soportar el peso de su dueño todos los días- rechino bajo el menor ligeramente; Tetsuya se encontraba aún mareado por la felación que le fue practicada momentos atrás y aun no procesaba dónde se encontraba.

El pelirrojo estaba fascinado. La nariz respingada y las mejillas delgadas del de menor estatura estaban cubiertos por una capa de pigmentación carmín y su respiración era irregular. El pecho descubierto con anterioridad subía y bajaba frente a él con un ritmo erótico que provocaba una erección en el miembro de Taiga; le dolía, el pantalón le apretaba y de cierta manera, lo disfrutaba.

—"¿Acaso soy un masoquista?" — Se preguntó el moreno mientras contemplaba la sensualidad de Kuroko. Cada minuto que pasaba era una agonía más celestial que la anterior. No lo tocaba, solamente lo miraba grabando en su mente cada segundo, cada expresión, cada sonido.

Estaba volviéndose loco, sí, pero de pasión contenida. Tenía la total certeza que si rozaba su piel estallaría como un volcán y no habría marcha atrás; debido a eso, quería tener la total certeza de que era bien recibido en ese lugar.

Junto a él.

—Kuroko…— Kagami esperó un momento hasta que el par de ojos azules lo miraron expectantes, esperando a que continuara. — ¿Estás… estás seguro de esto? —Inquirió inseguro el pelirrojo. —Si… si continuamos con esto, si te toco solo una vez más… no podré parar aunque me supliques. — Aseveró firmemente. Se maravilló como el color carmín se extendía ahora en toda la cara.

—Yo…— El celeste se tapó su rostro con el antebrazo derecho para cubrir su vergüenza. — A veces puedes ser en exceso directo, Kagami-kun.

—¿Y quién demonios crees que es más que yo? — Rugió suavemente. Sabía que eso era un sí, todo el cuerpo de su sombra se lo decía… pero él quería escucharlo. Quería deleitarse con la sensación que le provocara el escuchar que se entregaba a él.

—Yo… — ¿Cómo explicarle a la persona que amas que haz soñado con esto por meses? ¿Cómo decirle que quieres que te marque con sexo salvaje, desenfrenado y deje huella en ti para siempre? ¿Cómo decirle que no lo detendrías ni aunque el infierno se congelara? — Puedes continuar, Kagami-kun.

Después de escuchar eso, la sangre volvió a correr por sus venas nuevamente. Sin darse cuenta, dejó de respirar esos momentos que incertidumbre pues aún estaba dispuesto a dejar al celeste. Pero ya no, no había marcha atrás.

Y como si de una persona en huelga de hambre fuera, Taiga devoró los labios rosados de Tetsuya. Sus besos, que en un principio fueron delicados, se volvieron demandantes, exigentes, puesto empujaba su lengua contra la boca de él para obligarlo a abrirla y se adentraba sin mucho cuidado. Saboreo el paladar, y la saliva que residían ahí; detecto ligeramente el sabor del caramelo de la manzana y se regocijo con ella.

Kuroko estaba excitado. Los besos húmedos que le propinaba Kagami no daban tregua. Contempló el momento que el pelirrojo se separó de él y comenzó a quitarse lentamente la ropa hasta dejar su torso expuesto. Si se podía más, sintió enrojecerse y su corazón latió rápidamente al ver la boba sonrisa que tenía su ahora amante.

—Iré muy despacio ¿de acuerdo? — Susurró el pelirrojo al oído del celeste. — Tengo miedo de romperte…

—Yo quiero que me rompas, Kagami-kun. — Confesó sin una pizca de pena Kuroko. — Y si, lo digo en el sentido que se escucha.

—¡C-cállate idiota! — Se avergonzó rápidamente el As de Seirin. — ¿Cómo puedes decir cosas tan…?

—Soy tuyo, Kagami-kun. — Declaró interrumpiendo la sombra. — Kagami-kun puede hacer conmigo lo que quiera…

Kagami definitivamente se convenció que en esa clase de situaciones, la sinceridad de Kuroko era un arma letal para él. No replicó nada, no objetó nada… pues esas palabras le habían agradado en demasía. Una cosa era que él declarase que el celeste era suyo, pero que él mismo –Tetsuya- dijera eso, era una declaración orgásmica.

—"Definitivamente te jodes, Aomine…"— Exclamó victorioso en sus adentros la luz de Seirin.

Sin hacer esperar más a su sombra, Kagami desató completamente el Obi de la Yukata, comenzando a abrir ésta dejando todo el cuerpo desnudo de Kuroko a su merced. Pasó un brazo por arriba de la mata celeste y con la otra tocaba los muslos lechosos que se exponían ante él; repartía besos discretos sobre la frente, el puente de la nariz y los pómulos.

Tetsuya no se quería quedar atrás y con sus pequeñas manos, torpemente, trataba de quitar el cinturón. Muchas corrientes eléctricas corrían por su piel al sentir las manos del más grande vagar por sus piernas. Su pene comenzó a despertar cuando esos grandes y callosos dedos dieron en su trasero y lo apretaron suavemente; eso fue como gasolina para seguir avanzando. Al zafar la hebilla, se dirigió al botón del pantalón.

En un momento de fuerza, empujó levemente al pelirrojo invirtiendo así sus papeles. Taiga se sorprendió por el repentino cambio y claro, se cabreo por ya no poder tocar las suaves pompas de su amante.

Sin embargo, Kuroko estaba decidido.

—Prepárate Kagami-kun — Dijo con su misma cara de siempre el celeste, pero el As vio como en los ojos azules reflejaba algo distinto a lo usual —. Es momento de que tú disfrutes…

Con sus dientes, la sombra deslizaba lentamente la cremallera del pantalón de su luz. Kagami se tensó al momento de ver cómo Kuroko halaba con sus dedos la estorbosa ropa hasta dejarlo desnudo. Y de esa manera, la sombra se sorprendió al ver el tamaño del bulto que tenía escondido el pelirrojo. De alguna forma, creyó que eso, literalmente, lo iba a partir en dos y le entró un poco de miedo, pero ya había llegado hasta ahí y no podía dar marcha atrás… no después de haber sucumbido ante la tentación de entregarse.

Con sumo cuidado, el celeste empezó a masajear la zona pélvica de Kagami. Hacía movimientos torpes, puesto no sabía muy bien como brindar placer, pero a juzgar por la cara contraída que veía en el otro, dedujo que estaba haciendo un buen trabajo.

—K-kuroko ¿Qué estás…?

Y cortó la pregunta repentinamente al sentir la cálida humedad de la boca del menor envolver su pene. Por un momento creyó que se iba a venir con tan solo unas lamidas, pues la lengua de Tetsuya se sentía tan jodidamente bien… todo él lo hacía sentirse bien. Por el rabillo del ojo, observó como la mata celeste subía y bajaba a un ritmo asquerosamente delicioso; ver cómo, precisamente Kuroko, le hacía una mamada, lo estaba llevando a sus límites. De esa manera, bruscamente, retiró a su amante y volvió a intercalar lugares dentro de esa cama.

Ahora Taiga llevaba el control. Miró como por el rostro de Kuroko corría un fino hilo de saliva y liquido pre seminal. Relamió sus labios ante esa escena tan erótica… tan diabólicamente tentadora. Cómo pudo, acomodó las piernas blancas sobre sus hombros y se acercó peligrosamente a besarlo, degustando ese sabor salado con el dulzón natural del otro. Con pesar, por falta del puto oxígeno –sí, el idiota maldijo a sus pulmones-, se separó inhalando el aroma a sexo que inundaba en ese momento su recámara.

—Ahora toca que disfrutemos los dos…— Dijo con la expresión más libidinosa, dando a entender muchas cosas y a la vez nada. Vio a Kuroko sonrojarse ante tal declaración de guerra. — "Tan irritablemente lindo…"

Sin esperar más, Kagami metió dos de sus dedos en la boca de Tetsuya, llenándolos de la saliva del otro. Al sacarlos, mojados, los deslizó por el pecho, las costillas, la espalda hasta llegar a los glúteos del celeste, se abrió paso y tocó la entrada del otro, la cual se contrajo y después de un par de masajes, se relajó y permitió la entrada a las invasoras falanges del moreno.

Kuroko se sintió en el infierno, le ardía con un dolor inmenso aquella fricción que ejercían los gruesos dedos del pelirrojo que no pudo evitar soltar lágrimas… pero prometió ser fuerte, y eso se compensaba con sentir como el otro atacaba su cuello: lo mordía, chupaba, lamía con una sensualidad inhumana. De poco a poco, el dolor fue desvaneciéndose hasta dejar solamente la impetuosa necesidad de sentir algo más.

De sentirlo suyo. Y sentirse suyo.

—K-kagami… umm…-kun…— De manera más personal, y porque no aguantaba más incertidumbre, la sombra de Seirin movía sus caderas contra el cuerpo del moreno para tener un contacto más cercano. —N-no aguanto m-más… ummm… ¡Q-quiero, a-ah, t-tener tu pe…!. —Tartamudeaba por el placer que sentía, lo quería todo ya.

—Eres tan desesperado Kuroko…— Sonrió la luz con sorna, contemplando como tenía poder sobre el delicado cuerpo de su amante. — Y tan pervertido…

Sin medir, arrebató sus dedos de la cavidad donde los tenía y empujó su miembro de una estocada certera lo más que pudo. Sintió en su falo como se contrajo la zona baja de Tetsuya. Se sintió tan increíblemente bien que olvidó por completo la otra parte por unos instantes, deleitándose con la sensación de poseer aquel territorio virgen.

En cambio, a Kuroko se le puso la mente en blanco. Su espalda se arqueo de manera violenta y solamente sintió un cosquilleo en todo su cuerpo; desde el dedo meñique, hasta la última parte de su cabeza, corriendo de arriba abajo. Su vista se nublo al ponerse acuosos sus ojos y simplemente esperó a que cesara aquella punzada que ardía.

Al caer de las estrellas, Taiga se percató que Kuroko tenía una mano sobre su boca, mordiéndola para callar aquellos gritos de dolor que seguramente saldrían espantando a la gente. Se sintió la escoria más vil y cruel que podía existir; no se percató en lo más mínimo de la agonía que percibía su amante y él se encontraba nadando entre nubes.

—P-perdóname Kuroko… yo no quise…— Con culpabilidad, quiso salirse de ahí para evitar más sufrimiento, pero sintió unas pequeñas manos aferrarse a sus omóplatos, atrayéndolo al cuerpo del celeste.

—N-no pasa nada… ya casi… casi pasa. —Respondió Tetsuya, tenía miedo de que él se fuera y solo lo abrazo por impulso. —S-sólo dame unos minutos.

—Por mí, estaría genial de estar aquí… tu cuerpo se está amoldando a mi…

—¿Quién es el pervertido ahora?

Kagami envidió como Kuroko, aún en esas situaciones, podía mantener la calma que lo caracterizaba en la vida común. Al sentir como el otro besaba su clavícula, fue una invitación a continuar, claro, ahora sin ser bestia.

Fue marcando un ritmo lento, dónde se escuchaba el entrar y salir el pene del moreno del cuerpo del pálido. Sus pieles se conectaban hasta el punto de no permitir salir por completo el miembro y fue cuando comenzaron las embestidas rápidas y certeras, todas dando en el punto sensible del celeste.

—A-ahg~... ummm.

Kuroko se encontraba en el cielo. Todo el dolor que había sentido con anterioridad valía la pena con tal de sentir aquella electricidad desmoronando cada preocupación; el sonido de sus cuerpos chocar despertó su miembro y sintió como rápidamente era masajeado por el otro. Sus uñas rasgaban la piel de la espalda del pelirrojo, ciertamente, como decía su nombre, Taiga era un tigre: volátil, feroz, espontáneo. Comenzaba a sentir una extraña viscosidad corriendo por su trasero, caliente, chicloso.

—Mmm… Gha-ah~… K-kaga… K-kagami-kun…

—Taiga…

—¿E-eh? A-ah…

—Di mi nombre Tetsuya…

Sitió correrse cuando la voz profunda de Kagami pronunció su nombre demandantemente. No había duda que él era un caso especial. Siguió dando lo mejor de sí al ver que él otro aún mantenía las embestidas, pues aún el pene del pelirrojo se hinchaba dentro suyo golpeando cada dos segundos su punto g.

Taiga estaba embelesado. La imagen de un Kuroko sudado, con los labios entreabiertos, lanzando gemidos al cielo, siendo sodomizado por él bajo él, en su cama, con la Yukata azul aún medio puesta era simplemente exquisita. Los gemidos de placer que le regalaba eran suyos, él sabía que los guardaría celosamente para él.

El único nombre que podía salir de esos labios rosados era el suyo definitivamente.

—T-taiga-kun… mmm… a-ah~…

Si, definitivamente guardaría esos sonidos para él. Dos estocadas bastaron para llegar a la cúspide del placer y se vino dentro del celeste. Lo marcó como suyo, lo poseyó en su cama y sólo él era testigo de ello. Sin sacar su miembro de donde estaba, se recostó en el pecho del menor, no sin antes, dejar otro chupetón en una costilla. Pasó ambos brazos por la cintura del otro y lo estrecho más a él.

—Deben… deben ser míos.

—¿Eh? —Kuroko aún se encontraba algo perdido por la oleada de pasión que lo atacó y estaba regresando a ese momento después de venirse ¿tres veces?

—Todo… todo tú y todo esto es sólo mío ¿De acuerdo? —Volteó a ver el brazo pálido donde había visto el mordisco rojo que –no estaba seguro, pero aseveraba- se lo había hecho Aomine; sin duda, él era un fantasma que no se iría en mucho tiempo. Se enorgulleció al contemplar cómo una mancha violeta se formaba por la fuerza ejercida para desaparecer de la piel de Tetsuya al bastardo engreído del As de Teiko. No esperó mucho e hizo contacto directo con aquellos orbes azules. — Tengamos otra ronda.

—…

El celeste estaba seguro que no dormiría en toda la noche.

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:-:Acto VIII:-:

—Me duele todo el cuerpo…

—Lo siento.

—Cuando alguien te dice "No puedo más" significa eso, Kagami-kun.

—Perdón.

—Siento como si me hubiese pasado una estampida por la espalda.

—¡Maldición, ya para! — Vociferó con cierto resentimiento el pelirrojo. —¿Cuántas veces tengo que decirte que me perdones…?

—¿…por partirme el culo en dos? — Completó el celeste con un mohín en su rostro. —No puedes decirlo hasta que un día lo vivas tú mismo…

—¡Ja, ni hablar! — Dijo con sorna Taiga. Se encontraba haciendo figuras indefinidas en la pequeña espalda de su amante. — Yo nunca seré el pasivo…

Tetsuya guardó silencio. Era obvio que por el inmenso tamaño de su cuerpo y del falo que poseía, ese hombre difícilmente sería el 'muerde almohadas' en una relación genital; admitió una derrota en sus adentros. La mitad de su cara estaba recargada en una almohada y tenía su vista fija en las pequeñas gotas que recorrían la ventana, no es que hubiese caído el diluvio el día de ayer, pero le sorprendía que estas aún se conservaran desafiando al astro sol. Pronto, fue severamente interrumpido por un tirón que lo obligo a darse la media vuelta y tener ahora viendolo a él un par de ojos carmesí.

—¿Me podrías explicar porque Aomine te dejó una marca ayer?

—¿Ayer? —Inquirió no recordando muy bien lo que sucedió.

—Ayer… cuando llegaste conmigo después del baño…

Y a Kuroko le vino la iluminación total. Ahora comprendía mucho el actuar de su compañero de duela del día de ayer y sonrió ampliamente. Se estiró lo más que pudo para capturar en un beso superficial los labios del otro.

—Te vez muy lindo celoso Kagami-kun.

—¿Qué demonios significa eso? — Bramó sintiéndose ignorado.

—Aomine-kun tenía un dilema en mente y sólo quería corroborar algo. — Dijo sonriendo por el pequeño sonrojo que tenía el pelirrojo.

—¿Y para eso el bastardo tenía que enterrarte los dientes? — Inquirió con sarcasmo Taiga. Le molestaba mucho el hecho de pensar que otra cosa haya tenido la oportunidad de ver la estrella de Touou.

—Según él si —Kuroko vio como la ceja de Kagami se doblaba más hacia el centro de su frente y comprendió que estaba enojado. — Tranquilo, no pasó nada además de eso… no soy del tipo de Aomine-kun — no pudo evitarlo, y tras su imperturbable rostro, se dejó colar un semblante de ligera nostalgia.

—¿Y por qué te pones así? — Preguntó tratando de relajarse un poco. — Cierto… ayer mencionaste que Aomine te gustaba…

—En secundaria — completó el celeste. — Se podría decir que tuvimos algo, pero nunca llegamos a nada concreto.

—¿Por qué? — Inquirió con interés Taiga.

—Porque él siempre tuvo claro que le gustaban las mujeres— se detuvo un momento y dijo en voz baja. —, las mujeres tetonas. Nunca me vio a mí con interés amoroso o algo serio.

—¿Te… te tocó?

—Lo intentamos…— A Kagami se le bajó la presión al escuchar eso, eso simplemente significaba que Aomine estaba presente aún. — pero… no pudo. Un "Lo siento Testsu, pero no puedo…" bastó para darme cuenta que nunca me miraría a mi como yo lo hacía con él.

Kagami no dijo otra cosa y se tomó la libertad de recostarlo y comenzar a besar su cuello como la noche anterior lo había hecho. El confirmar ser el único en ver otras caras del fantasma de Seirin era exquisito y sonrió contra los labios del menor. Le haría el amor de otras maneras, para seguir investigando otras facetas que tuviera su amante. Bajó lentamente sus manos y las dejó en los glúteos blancos del celeste, dio un buen apretón y se excitó al ver como se retorcía el otro bajo él.

Una especie de agradecimiento surcó la mente del chico alto y suspiró. El dolor del rechazo que vivió en el pasado Tetsuya es hoy miel sobre sus labios. Nunca lo diría en voz alta, pero la idiotez del moreno azulado la alababa por, de esa forma, darle una oportunidad de estar con el pequeño celeste que ahora se encontraba sucumbiendo ante sus caricias y atenciones.

—Kagami-kun.

—Eh…— respondió con el monosílabo ante el llamado del otro. Estaba bastante ocupado chupando la parte interior de una pierna como para poner atención en otra cosa.

—¿Eres feliz? — para Kuroko era una pregunta importante, aunque iba pasando lentamente a segundo plano al sentir los dedos del otro tratando de dilatar su orificio para otra ronda.

—Lo soy si tú estás conmigo.

La sombra de Seirin curveó sus labios hacia arriba al ver la amplia sonrisa y los perfectos hoyuelos a los costados en la cara de su luz.

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:-:Acto IX:-:

—Vaya, los jóvenes de ahora se emocionan mucho con los deseos de Tanabata…— Decía en voz baja un señor ya mayor de edad, observando los trozos de papel que yacían en el suelo mojados por la ligera lluvia de la noche. Su larga Yukata le impedía agacharse a recogerlos –eso y la edad-—Takahashi…

—¿Que necesita Moriyama-san? — respondía en el acto un joven de ojos verde claro. Vivía en el templo desde que era huérfano de padres y cumplía todo lo que decía el sacerdote ya que algún día él heredaría el lugar.

—Muchacho, no tardas nunca nada en venir cuando apenas pronuncio tu nombre ¿verdad?

—Es mi trabajo como segundo a cargo de aquí obedecer todo, señor.

—Ya, ya… deberías de salir a divertirte como los jóvenes normales muchacho — un mohín gracioso se dejó ver en la cara juvenil y se divirtió a sus adentros. — Bien, bien… trae una escoba para empezar a barrer todos estos trozos de deseos, desgraciadamente, no creo que alguno se haya cumplido…

Takahashi sopló rudamente. En realidad, a él le gustaba mucho creer en la magia de la fecha, y claro que estaba decepcionado de ayer, pues la lluvia presagiaba que las urracas no vendrían a ayudar a los amantes eternos y eso significaba tristeza para muchos al ver que su deseo no fue realizado. Levantó la vista ligeramente al ver cómo le caían pequeñas gotas en su nariz y observó a un pájaro que altivamente se posaba en un bambú.

—¿Qué…?— Sin decir algo más, corrió hacia dentro del templo por unas escaleras y recogió de lo alto de una rama un pequeño pergamino que aún se encontraba amarrado fielmente, pero curiosamente, había otro ligado a su cordón, como si estuviese entrelazado en un nudo imposible de romper. —Moriyama-san, Moriyama-san…

—¡Qué escandalo traes muchacho! ¿Qué es lo que tienes ahí? — Inquirió realmente intrigado, algo le decía que aquello debía saberlo.

—Iba a comenzar a limpiar y vi que esto aún estaba sostenido de un bambú ¡Fue como una revelación, señor! — Decía realmente emocionado el de ojos verdes. A pesar de tener dieciséis años, cuando se trataba de esas cosas podía tener una regresión a una actitud de niño de parvulario.

—Umm…—Trató de desdoblar los papeles con extremo cuidado. Si no quería que se rompieran y leer lo que había escrito, tenía que tener paciencia como el sacerdote que era.

Cuando leyó el primer deseo, sintió un poco de enojo, y un aire inusual recorrió su cuerpo.

'Deseo tener a Kuroko solo para mí… no quiero compartirlo con nadie más ¡Qué se pudra la 'Generación de milagros' y la fastidiosa de Momoi! Kuroko sólo debe de verme a mí, eso es lo que me haría feliz…'

No había leído una petición tan egoísta y profundamente insultante en toda su larga vida. Se supone que Orihime y Hikoboshi velan por el amor de las personas, estaba completamente seguro que ellos jamás aprobarían y ayudarían a ese tal Kagami, el dueño del papel que sostenía entre sus manos.

—Eh… eso es demasiado presuntuoso y avaro ¿no, Moriyama-san? — Dijo un poco enojado el aprendiz. No le gustaba que el amor fuese a la fuerza.

—Eso es algo muy cierto Takahashi. Sin embargo, debes de velar por las almas de estas personas, ellos son miembros de tu comunidad y debes de guiarlos... en el rebaño, siempre habrá corderos más revoltosos que otros.

Sin embargo, al terminar de desdoblar el segundo papel, los ojos del sacerdote anciano se abrieron en sorpresa.

'Deseo que Kagami-kun sea feliz…'

Simple y tajante. Algo demasiado sensible, conmovedor y en cierta medida, mártir, el pedir por la felicidad de otras personas sobre la tuya propia. Pero le llamó mucho la atención el remitente del papel.

—"Kuroko Tetsuya, interesante…"— Sin alguna duda, aunque tratase de averiguar por qué sus papeles fueron los únicos que no se cayeron, y que curiosamente como terminaron entrelazados nunca podría averiguarlo.

—Moriyama-san… el deseo de ese chico sin duda se cumplirá ¡Es muy noble lo que pidió! — Chilló emocionado el joven. — Definitivamente la princesa Orihime le ayudará.

—Al cumplirse un deseo, el otro lo hará automáticamente… 'efecto dominó'.

—¿Efecto dominó?

—Creo que aún eres muy joven para entender algunas cosas…

—Ne, ne… explíqueme, Moriyama-san.

—Paciencia pequeño saltamontes… algún día lograrás comprender la mentalidad tan compleja de las mujeres.

—Mo~ ¡No es justo!

—Ponte a barrer, muchacho. Ya perdimos mucho tiempo en leer estos deseos. — Dijo con una diminuta sonrisa el anciano sabio.

—¡A la orden! — Se fue un poco sonriente Takahashi.

—"Cómo debes de amar a Orihime para también ayudar a estos dos jóvenes enamorados, Hikoboshi…"

El anciano regresó dentro del templo lentamente y guardó en una caja ambos papeles. No sabía si algún día conocería a las personas que le demostraron como los milagros existen, pero estaba seguro que en este momento estaban juntos.

Sin duda, la princesa Orihime era algunas veces muy caprichosa.

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"[...] ¡Mira cómo se dilata y contrae la sangre en mi corazón!...

me ofrezco a ti, en todo y para todo, me ofrezco a mi mismo, prometiéndote no dejarte jamás..."

Walt Whitman

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¿Opiniones, sugerencias, un bonito review, chocolates o jitomatazos? Todo es bien recibido. He decidido hacer unos drabbles de lo que ocurrió con algunos personajes como Riko en el festival, que pasó con la duda de Aomine... en finl, serán relatos cortos y máximo dos. Así que esperemos que estén en la semana por aquí.

Muchas gracias por sus reviews AgathaXB y a "Setsuna" (No entiendo porque no puedo poner bien tu nick, lo siento u.u) y también a aquellos que agregaron a favoritos y por los follows, me hacen muy feliz como lombriz.

Muchas gracias por haber leído. Les mando muchas mordidas.

Nos leemos.

Cadiie Mustang.

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Edit. [17/07/2014]

¡Se me estaba olvidando poner la cita característica! Jajajaja lo bueno es que me acordé el mismo día que lo colgué y sólo regresaba para esto ¿A que esta bien llegadora esa frase de Whitman? ¡A mi me fascina!

Ahora si, nos vemos~