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Los personajes de Naruto, pertenecen a MASASHI kISHIMOTO, yo los tome prestados para hacer el fic...Si el manga de Naruto, fuera mio Hinata aparecería en mas de un capítulo Buahahahaha...
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Aclaraciones
SPOILER
Este fic se sitúa después de la guerra Ninja, Madara es revivido por los kages para ayudar en la pelea contra kaguya... Después de la guerra es llevado a konoha y es juzgado
Madara, tiene 30 años y Hinata 16 años
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ERES MI PRISIONERA
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CAPÍTULO 1
*O*O*
—¡Siento la presencia de alguien! —dijo una voz de hombre, desde lo alto de un árbol.
—¿Dónde? —preguntó al unisono un coro de voces.
—¡A unos cuantos metros de aquí! —retumbó la respuesta; de inmediato, todos los que estaban en medio del bosque se tensaron, creían saber de quien se trataba.
Hinata activo su Byakugan y forzó la vista para divisar al grupo de Ninjas que se aproximaban. No pudo ver más que una extensión interminable de bosque. El horizonte, encendido por el sol poniente, tenía un intenso color naranja y Hinata se convenció de que no había ningún Ninja a la vista pero era extraño ya que el olfato de Kiba no fallaba.
—Es un error —le dijo a Kiba, decepcionada—. No hay nada. Veo hasta el horizonte y no hay nada en absoluto. Shikamaru se volvió hacia ella y le sonrió.
—Es difícil que puedas ver algo, Hinata, tal parece que están usando alguna técnica que no permite que tu Byakugan los detecte. Pero si Kiba lo dice, en pocos minutos ellos estarán acá. Su olfato no puede ser burlado. hay que estar preparados esto va hacer muy problemático. Dijo Shikamaru Nara, en un tono un tanto aburrido, aunque por dentro se encontraba ansioso.
Al parecer, tenía razón. Hinata se quedó haciendo guardia hasta mucho después de que oscureció, con los nervios de punta, pero no vio nada. Por fin, el frío y la insistencia de Kiba la hicieron entrar a su tienda. Allí se envolvió con una manta y se acurrucó temblando, mientras Kiba tomaba el turno para hacer guardia.
Unos minutos mas tarde kiba aviso a shino y shikamaru que se acercaban seis Ninjas y que uno de ellos era la persona que estaban buscando desde hacia cinco meses, ese hombre que había escapado de la prisión de konoha burlando la seguridad de la aldea.
Se volvió hacia Shino, que acababa de esparcir a los Kikaichūa preparándose para la pelea.- Ve por hinata-. Luego, en respuesta a una orden de Kiba, se alejó de prisa en busca de su camarada.
—¡Hinata, tenemos ya están aquí! —dijo Shino, aferrando el brazo de Hinata y sacándola a la fuerza de la tienda. Ya a fuera hinata observo como sus compañeros de misión se preparaban para el combate, tenían que hacer lo que fuera necesario para regresar a la aldea con ese hombre tan peligroso, aunque tuvieran que dar sus vidas para conseguirlo, pero valía la pena por la paz del mundo shinobi.
Los Ninjas estaban muy cerca cuando Hinata logró verlos con su Byakugan, eran aproximadamente seis hombres todos con capas negras y en la parte trasera de la capa se podia ver el símbolo del clan Uchiha. En ese instante, el temor era como una banda de hierro que le oprimía la garganta, quitándole el aliento.
—¡Son ellos! ¡Los ex Akatsuki! ¡Oh, prepárense! ¿Qué haremos? —La mano de Shino, helada de miedo, le tiraba de la muñeca—. ¡Tenemos que hacer algo! ¡Aquí habrá lucha!
—Tenemos que hacer lo necesario para atraparlo, shino, manda a uno de tus insectos con un mensaje para el Hokage, necesitamos refuerzos o lo mas seguro es que moriremos.-
Mientras hablaba, bombas de arcilla impactaron formando una gran explosión.—
¡Quieren que nos rindamos! —grito Kiba tratando de ponerse en pie.
—¡No lo aremos! —rugió Shikamaru—. ¡Si quieren pelea, la tendrán!
Shikamaru se puso en pie y empezó a combatir contra Sasori, mientras que Shino se encargaba de enfrentar a Deidara que se encontraba encima de una enorme ave hecha de arcilla.
—¡En posición! ¡Jutsus de Sombra! ¡Después de esta pelea, lamentaran el enfrentarse a nosotros!
Shikamaru vio a Hinata y a Kiba peleando contra Kakuzu y Hidan. —¡Kiba, saca a Hinata de aquí, ahora! —De súbito, perdió el control—. ¡Maldición, aquí habrá una batalla de verdad, mierda! No debimos de traerla.
Giró sobre los talones, pues ya no confiaba en mantener la calma. Kiba tiró frenética de la mano de Hinata , al mismo tiempo que resonaba otra bomba de arcilla de Deidara.
—¡Hinata , tenemos que irnos! ¡Ya oíste a Shikamaru! ¡Y comenzaron a disparar! ¡Por favor, Hinata muévete!
Kiba estaba aterrada y Hinata lo entendió: ella misma estaba muerta de miedo; dejó que la arrastrara por el bosque. Cuando llegaron a una cueva, el arte de Deidara retumbo por todo el bosque. Hinata ahogó un sollozo. ¿Que pasaría con Shino y Shikamaru? ¿Los matarían a todos? Tenia que salir y pelear pero...
Kiba, nervioso, condujo a Hinata al interior de la cueva. Hinata la cruzó y se sentó sobre una piedra, mientras Kiba se dirija de nuevo a la salida para retomar su combate. Kiba le dio una ultima mirada a Hinata y salio.
Hinata activo su Byakugan y observo como Kakuzu sujetaba a Kiba del cuello con uno de sus brazos, aterrada salio de su escondite a ayudar a su amigo.
—¡Eh, Kakuzu, mira que tenemos aquí!—dijo una voz ronca de excitación.
Hinata tragó con dificultad y de pronto se le aflojaron las rodillas. Se dejó caer al suelo, aferrándose a Kiba en procura de apoyo. ¡Esos Ninjas iban a matar a su amigo y tenia que defenderlo!
—Todo saldrá bien, Hinata —murmuró Kiba, con tono decidido—. Yo me encargare de ello. Quédate callada y escóndete sabes lo importante que eres para la aldea. Kiba los mantendrá alejados. Decía kiba mientras se ponía en posición de combate.
Hinata protestó llorando, pero Kiba la arrastró hasta la cueva y la metió dentro. Hinata se tambaleó y cayó en la oscuridad sofocante: apenas había lugar para estar de pie.
—Todo saldrá bien, Hinata. Ya veras. Limítate a quedarte callada y a ocúpate de ti misma. Kiba te cuidará.
Tembló de miedo y tuvo que apretar las manos contra la boca para ahogar los sollozos. El corazón le latía con tal fuerza que pensó que se le escaparía del pecho en cualquier instante. Oyó que los Ex Akatsuki que empezaban a golpear con fuerza a Kiba.
Un fuerte crujido hizo temblar todo la cueba y Hinata sintió que se le detenía el corazón: ¡Los hombre habían matado a kiba!
Se dejó caer de rodillas, sintiendo las piernas como si fuesen de trapo. Los dientes le castañeteaban de miedo.
¡Oh, por favor, por favor!
Hinata salio de nuevo en ayuda de kiba no pensaba quedarse hay sin hacer nada, tenia que ayudarlo, era una shinobi de la aldea de konoha y no le tenia miedo a esos criminales rango S, pero le daba terror que se apoderaran del ser que llevaba dentro de si, por esa razón sus amigos la defendían a costa de sus propias vidas.
Hinata salio y utilizo su kenkai gankai contra Kakuzu. Hinata se estremeció, cuando Hidan la tomo por la cintura.
Hidan rió entre dientes al oírla gritar y tiró con fuerza de ella tratando de posar la boca húmeda sobre los labios de Hinata. Se resistió con fiereza, en silencio, demasiado asustada hasta para gritar. Hidan resopló, disfrutando de la resistencia de la muchacha y la sujetó a distancia mientras la examinaba de pies a cabeza.
—¡Vaya si es bonita! —dijo por encima del hombro, y Hinata vio que Kakuzu que se inclinaba sobre el cuerpo inerte de Kiba . Al oír al compañero, este sujeto se irguió y contempló a Hinata con indisimulado deseo.
—¡Lo es! ¡Será mejor que nos demos prisa a turnarnos con ella, antes de que el jefe llegue! ¡Después no tendremos oportunidad!
—¡Eso mismo pienso yo! —rió Hidan entre dientes y soltó el brazo de Hinata , para arrancarle la chamarra y la camisa de rejilla.
La fina seda se desgarró, Hinata quedó desnuda casi hasta la cintura. Miró a los dos lascivos sujetos con horror creciente. La mano torpe de Hidan, que le manoseaba los pechos, interrumpió sus pensamientos. Al contacto, Hinata gritó enloquecida y se debatió con desesperación. El hombre rió, ya enardecido, y el compañero soltó una carcajada, instándolo a apresurarse.
Hidan la atrajo con brusquedad hacia él y le sujetó las manos a la espalda mientras le manoseaba los pechos. Otra vez intentó besarla dejando un rastro húmedo en su rostro y Hinata creyó que iba a vomitar.
—¡Por el amor de Dios, termina con eso! —lo urgió el otro, con tono ronco, lamiéndose los labios mientras contemplaba los pechos desnudos de Hinata .
Hidan comenzó a empujarla hacia un árbol cercano y Hinata luchó contra él con una fuerza que nacía del terror. Le dio un golpe en su pecho utilizando su Puño Suave, Hidan la soltó hacia atrás, se las ingenió para soltar una mano y clavarle las uñas en la cara. El hombre soltó una maldición y enarboló el puño, dispuesto a desmayarla de un puñetazo y a dar por terminada la pelea; Hinata gritó otra vez, desesperada.
—Por todos los diablos, ¿qué pasa aquí? —preguntó con aspereza otra voz varonil.
—¡Kakuzu, es el Jefe! —exclamó el que observaba, con voz ahogada, dejando caer a Hinata como si de pronto la carne de la muchacha le quemara.
Con un sollozo ultrajado, Hinata contuvo el aliento y balanceó la mano en un amplio arco, que aterrizó bajo la oreja de Hidan. El aulló, saltó hacia atrás y Hinata corrió tras él para volver a atacarlo. Pero alguien le sujetó las manos desde atrás con un apretón de hierro; la muchacha pateó y forcejeó, ciega de pánico ante el nuevo captor.
—¡Basta! —gritó el hombre a sus espaldas y las manos que la sujetaban la sacudieron con tanta fuerza, que creyó que se le desprendería la cabeza.
Cuando al fin se quedó quieta, las sacudidas cesaron; Hinata levantó la vista y se topó con los ojos más helados y despiadados que había visto en la vida: Negros y duros como el acero, de expresión amenazadora, como el rostro al que pertenecían. Hinata tembló bajo su severa mirada. Cuando el hombre comprobó que ella ya no se movía, pasó esa mirada enervante hacia los hombres. Hinata siguió mirándolo, transfigurada.
Tenía el cabello negro como el azabache, largo, y la piel blanca contrastaba con esos helados ojos negros. La nariz era larga y arrogante, la boca delgada, una simple línea. Aparentaba unos treinta años y Hinata percibió su fuerza tremenda en el apretón con que le sujetaba las manos. Los brazos y los hombros se hinchaban de músculos y era muy alto. Además, era el hombre más apuesto que había visto en la vida. Ese hombre era nada mas y nada menos que Madara Uchiha, el criminal Rango S que estaban buscando desde hacia cinco meses.
Los dos Ex Akatsuki se encogieron bajo la mirada del hombre cuando los observó con calma aterradora. Hidan iba a hablar, pero calló al ver que la mirada de Madara se oscurecía. Poco después, los duros ojos negros se volvieron hacia Hinata, que se apresuró a bajar la vista. El hombre entrecerró los ojos al percibir por primera vez su belleza y se demoró en la contemplación de los enormes pechos desnudos y agitados. Al comprender dónde se posaba esa mirada, la muchacha enrojeció, pero como no tenía modo de cubrirse no pudo hacer nada. Tras un largo momento, el hombre apartó la mirada.
—Hidan, Kakuzu, he dado órdenes de que regresen a la guarida.
Hinata se soltó y corrió hacia Kiba. Madara le echó un vistazo breve y luego se concentró otra vez en los hombres.
—Pero Líder, sólo estábamos... —protestó Hidan, pero retrocedió al ver la furia desnuda en los ojos de Madara.
—¡Cállate! —dijo, con frialdad el Uchiha, dando una nueva orden—: ¡Deidara!
Un ¡Joven, impecablemente vestido con una capa negra y el símbolo del clan uchiha en la espalda, entró de prisa y saludó con vivacidad.
—¿Sí, Hmn?
—Acompañe a estos hombres de regreso a la aldea de la lluvia. Luego, decidiré qué hacer con ellos. Tal parece que decean volver a estar muertos.-
—¡Sí, señor hmn! —volvió a saludar Deidara e hizo una señal a Hidan y Kakuzu, que lo siguieron con aire lúgubre.
Hinata oyo los pasos que se alejaban, presa de sentimientos encontrados. Claro que estaba contenta de verse libre de Hidan y su amigo, pero no le gustaba quedar a merced de este hombre. Tenía un aire de crueldad que no dejaba lugar a dudas: si él hubiese sido el atacante, nada ni nadie lo habría detenido. A Madara solo lo había visto dos beses en toda su visa la primera fue en la cuarta guerra Ninja y la segunda en el juicio por los crímenes cometidos contra el mundo ninja, después de esto no lo había vuelto a ver hasta ahora.
—Debo pedirle perdón por la conducta de mis hombres —dijo, volviéndose hacia ella que estaba arrodillada junto a Kiba y haciendo una reverencia cortés—. Madara Uchiha, a su servicio.
—E-ehhhh— Hinata, se sorprendió no esperaba eso de un hombre como él.
Miró al hombre con desconfianza: esa cortesía inesperada la alarmaba. Tuvo la impresión de que, de algún modo, estaba poniéndola a prueba. Pensó que lo mejor sería seguir su ejemplo y le tendió la mano.
—S-soy Hinata H-hyuga.
—Se que eres una Hyuga, esos ojos te delatan-
Dio unos pasos hasta quedar frente a ella, que tuvo que echar la cabeza atrás para poder mirarlo en los ojos.
—¿Y cuántos años tienes, niña?
Con gesto juguetón, le tocó la barbilla con un dedo. Los ojos de Hinata lanzaron chispas, ante lo cual el hombre rió otra vez, como si ella fuese lo más divertido que hubiese visto jamás.
—Será conveniente que me conteste, si no quiere que imagine que es usted mayor de lo que parece y actúe en consecuencia.
El tono burlón estremeció a la joven, que le lanzó un golpe al pecho, haciendo contacto con los músculos duros del pecho del Uchiha. Madara, hizo una mueca y, aferrándola de los hombros, la apretó con fuerza contra sí. Cuando Hinata intentó darle otro golpe, le sostuvo las manos sin dificultad con una de las propias y las sujetó a su espalda. Le sonrió burlón y, alzando la mano libre, acarició como al pasar los montes suaves de los pechos.
¡Hinata, sintió fuego en la piel! Bajo la íntima Caricia, los pezones se endurecieron y la sensación física la hizo jadear. Se retorció, tratando de soltarse con todas sus fuerzas, pero Madara la sujetó sin dificultad. Siguió acariciándole los pechos, mirándola con un atisbo de sonrisa en los ojos. —¿Cuántos años tienes, Hyuga? —preguntó otra vez, más íntimamente.
Si bien el tono era suave, la diversión acentuaba los rasgos del rostro. Como Hinata guardaba silencio, le pasó las yemas de los dedos con infinita suavidad por los pezones. Ella sintió casi un dolor en lo profundo del vientre: la horrorizó lo que estaba sucediéndole. Ella una shinobi de la aldea de la hoja, virgen, hija del líder del clan Hyuga y enamorada del sexto Hokage. Y cuando ese animal, ese canalla, se atrevía a ponerle las manos sobre la piel desnuda, en lugar de gritar o desmayarse como sería propio... ¡permanecía inmóvil frente a él! La inundo una oleada de vergüenza y miedo más intensa que cualquier cosa que hubiese sentido hasta entonces y, sin poder contenerse, le escupió el rostro burlón.
Tras un instante de atónito silencio, Madara unió las cejas en gesto amenazador y sus ojos comenzaron a resplandecer de un modo que asustó a Hinata . Con lentitud, se enjugó el escupitajo.
La expresión de su rostro aterró a la Hyuga, tan perpleja como él por su propia acción.
"¡Oh, Dios querido, ahora me matará!", pensó.
El hombre la contempló largo rato en silencio y Hinata sintió que la abandonaba todo rastro de coraje. Se echó a temblar de miedo. Al notarlo, los músculos de alrededor de la boca del hombre se relajaron un tanto y parte de la furia se esfumó de su semblante.
—Hyuga, lo que tú necesitas es educación —dijo, subrayando las palabras, mientras la atraía con rudeza hacia sí.
La boca de Madara Uchiha se abatió sobre la de Hinata, dura, cálida, exigente, y la besó como nunca la habían besado, en verdad nunca la habían besado. En ese momento, el que la besaba era un hombre, el gran madara Uchiha, y le tocó a Hinata quedar reducida a una temblorosa incoherencia.
La lengua del Madara separó los labios de Hinata y se hundió en su boca. Ella estuvo en un tris de desmayarse y sintió que un calor ardiente quemaba su boca. En vano le empujó el pecho, sintiendo frío y calor al mismo tiempo. El hombre enredó la mano en un mechón del pelo de la muchacha y la sujetó, tirando con crueldad cuando ella se movía. Por fin, Hinata se apoyó contra él y se sometió al abrazo. Madara le acarició los pechos temblorosos con manos expertas, cosquilleando los pezones con suavidad y ella sintió que un calor ardiente subía desde lo más profundo de su ser. Horrorizada, hizo un último esfuerzo para escapar, pero el Uchiha dio un tirón brutal y ella gritó.
La boca del Uchiha le quitaba el aliento y sintió que se desmayaba. A su alrededor todo comenzó a girar ante sus ojos en un remolino enloquecedor. Los cerró y se apoyó contra él como si fuese el único objeto sólido en un mundo turbulento; cuando la apretó más sintió la dureza entre las piernas del hombre.
El contacto, la cercanía primitiva y viril, despertaron en ella algo igual de primitivo: se sintió extraña, distinta. Lo odiaba y le temía, pero las manos del hombre sobre su cuerpo la hicieron arder como si tuviese fiebre. Se estremeció y, sin advertirlo, le rodeó el cuello con los brazos: estaba respondiendo al beso.
Cuando por fin él se apartó, Hinata temblaba con tal fuerza que no podía tenerse en pie. El hombre la contempló con expresión inescrutable. Hinata se ruborizó bajo esa mirada firme y se apresuró a bajar la vista.
—De modo que no eres tan joven como pensé —dijo Madara con lentitud y todo el cuerpo de Hinata ardió de vergüenza.
"Lo odio, lo odio", pensó, aturdida. "¿Qué me hizo actuar así?"
El hombre la contempló un momento más y luego la alzó en los brazos. El movimiento fue tan inesperado que, por un instante, Hinata enmudeció. Madara, la sostuvo acurrucada contra su pecho. El Uchiha la había atrapado y la única forma de escapar de sus brazos era la muerta.
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Semi adaptacion del libro Pasión En La Isla De Karen Robards
POR SI DESEAN LEER EL LIBRO... Si ven algun error por favor me dicen.
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Espero les haya gustado... Si quieren que siga comenten, sino lo dejo hasta hay... SAYONARA