CAPÍTULO 43 Epílogo

- Papi, papi! – gritaba mi niña lanzándose en mis brazos cuando me bajé del coche para entrar en la casa

- Cómo estás, princesa? – dije haciéndola girar en alto mientras se reía a carcajadas

- Bien, pero mami está muy enfadada con los gemelos – dijo dándose importancia

Ser la hermana mayor la hacía sentir importante, aunque a veces no podía esconder los celos. Pero a sus cinco casi seis años era la princesa de la casa y siempre se comportaba como tal. Cuando nacieron los gemelos Ethan y Ian dos años atrás, Olivia había adoptado su papel de hermana mayor con una seriedad increíble y todo el tiempo ayudaba a Caroline a cuidarles, bañarles y darles de comer.

Pero ahora los gemelos ya no eran tan obedientes como antes y se habían convertido en unos pequeños traviesos que costaba mucho manejar.

- Qué han hecho ahora?

- Han lanzado a la piscina el teléfono del abuelito Michael.

Mi familia había venido desde Nueva York para celebrar el cumpleaños número seis de Liv.

- Y qué ha hecho el abuelo? – pregunté riendo

- No los ha castigado – respondió indignada – Sólo se ha reído y ha dicho que tú deberías comprarle uno nuevo. No crees que deberíamos al menos dejarles sin postre?

- No te preocupes, cariño. Compraré el teléfono del abuelo con los ahorros de los chicos – dije y pude constatar que estaba de acuerdo con esa reprimenda, aunque bien sabía yo que los "ahorros" de mis hijos ascenderían a los 2 dólares como mucho.

Caroline continuaba disculpándose con mi padre cuando les encontré en la cocina. Los gemelos estaban sentados con cara cabizbaja en sus pequeñas sillitas en un rincón de la cocina. La seria mirada de Caroline los detuvo cuando intentaron levantarse para venir hacia mí.

- Espero que fuera de los baratos – dije palmeando el hombro de mi padre mientras me acercaba a besar los labios de mi esposa

- Lo era, pero estaba a punto de cambiarlo por uno de los caros – me dijo risueño

Nuestra relación con Michael era inmejorable. Cuando Liv nació vino a Mystic Fall para conocerla, nos pidió perdón tanto como pudo y desde entonces había sido el mejor padre, abuelo y suegro que pudiésemos imaginar. Yo al principio me había mostrado algo reticente pero Caroline, siendo el ángel que siempre había sido, no dudó en darle una nueva oportunidad que sin dudas él no desaprovechó.

Él y Esther se habían vuelto a casar un año antes luego de casi cinco años de noviazgo y ahora las cosas les iban mejor que antes, eran realmente felices y yo lo era por ellos.

Al principio habían intentado convencernos de volver a la ciudad, pero estábamos demasiado felices con nuestra vida en Mystic Fall y no deseábamos cambiar la tranquilidad del pueblo para educar a nuestros hijos.

Yo había conseguido un puesto fijo en el hospital de Mystic Fall, además de pasar consulta dos veces a la semana en una clínica de Richmond. Caroline por su parte había abierto, cuatro años atrás, una pequeña academia de música, la cual ya había dejado de ser pequeña.

Cuando finalmente aceptaron que no dejaríamos Mystic Fall, Michael decidió comprar una pequeña propiedad para poder venir de visita tanto como deseasen sin tener que alojarse cada vez en nuestra casa. Ahora que Michael se había retirado, hacía ya un año, pasaban en Virginia largas temporadas.

Él decía que debía repartirse entre sus nietos por igual, por lo que intentaban pasar con nuestros niños bastante tiempo.

Rebeca y Stefan habían decidido pasar las vacaciones con nosotros aprovechando el festejo del cumpleaños de Olivia, así que aquí estaban con los pequeños Charlotte y Peter, sus hijos de 3 años y 8 meses respectivamente.

- Bueno, hermano, ya te toca pagar – se burló Stefan al pasar por la cocina con el pequeño Peter en brazos – Charlotte ya nos ha obligado a pagar dos teléfonos

- Parecería que el abuelo lo hace a propósito cada vez que desea cambiarlo – le miré desafiante

- Nunca lo sabrás – se carcajeó Michael antes de salir con Liv para ayudar a Kol con la barbacoa

Mi hermano Kol era el encargado oficial de asar la carne, se había ganado ese título en su primera visita y ahora, que era la primera vez que traía a Bonnie a Mystic Fall quería darle una buena impresión.

Había estado cinco años cortejándola y convenciéndola de que había cambiado hasta que finalmente, hacía ya seis meses, Bon le había perdonado y se habían ido a vivir juntos. Su boda estaba fijada para dentro de dos meses, ya que el embarazo de Bon no se podría disimular mucho tiempo más.

- Lo siento, ángel – me disculpé con mi mujercita abrazándola – Sé que estás agotada con todos los preparativos y estos pequeños diablillos no te dan respiro – besé su coronilla mientras les hacía señas a los pequeños para que pudieran levantarse de sus sillas. Sin pensarlo dos veces corrieron al jardín.

- Ya sé que intentas distraerme, para levantarles el castigo – susurró contra mi pecho rodeándome con sus brazos

Me separé de ella riendo para atrapar sus labios con los míos en un beso febril.

- Mmm, te necesito, ángel – dije levantándola para sentarla sobra la isla de la cocina y pararme entre sus piernas

- Crees que nos echaran de menos si nos perdemos un momento en la habitación? – susurró acariciando mi erección por encima de los pantalones

- Seguro que no – dije con premura cuando me la puse sobre el hombro y me giré para dirigirme a nuestra habitación

En la puerta de la cocina se encontraban Bill y Jenna que nos observaban sorprendidos.

- Lo sentimos – se disculpó Jenna con una fuente en las manos – No queríamos interrumpir

Caroline se carcajeó incorporándose para bajarse de mi hombro.

- No interrumpís – dijo cogiendo la fuente de manos de Jenna y besándola en la mejilla – Adelante, están todos en el patio trasero.

Pasaron ante nosotros una Jenna risueña y un Bill refunfuñante.

- Será mejor que atiendas a la familia – dije besándola suavemente – Yo me daré una ducha. Fría.

- Le compensaré más tarde, doctor – dijo dirigiendo su mano a mi erección y dándole un apretón

- Mejor que sea helada – suspiré aún pensando en cómo me lo cobraría "más tarde".

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FÍN

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