N/A: Gracias por haber dejado vuestros review y haber que tal este. Lindy y Precia saldrán pero aun no es el momento XD. Bueno y eso…

Shizuki Kuga Fujino: Si llegaras hasta aquí… quiero decirte que gracias por darle una oportunidad al fic y que lo estés disfrutando.

Disclaimer: Como sabrán Mahou Shoujo Lyrical Nanoha no me pertenece, le pertenece a sus respectivos dueños. Solo me pertenece la historia.

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"Pues sí… tu padre fue un gran héroe, y muy conocido. Le nombraron de muchas formas."

"¿Eeeeh? No lo creo Okaa-chan"

"Jajaja, pues créetelo hija. El más memorado de todos fue 'Príncipe plateado'"

"¿Príncipe plateado?"

"Exacto. Cuando alguien estaba en algún aprieto, el aparecía y le salvaba."

Los pequeños orbes carmesí se iluminaron de admiración y orgullo.

"Okaa-chan ¿a ti papá te salvo alguna vez?"

La mujer miro de reojos a la curiosa de su hija y sonrió traviesamente.

"Ju, ju eso es un secreto."

"Okaa-chan."

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Chapter 12: La agonía escondida en el rojo carmesí

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¡POOOOMMM! ¡KA-BOOOOMMM! ¡FUOOOOOOOSHHHH!

Apenas ya llevaban un cuarto de hora ―contados― luchando como si no hubiera mañana. Fate las tenía contra las cuerdas. Signum se deslizo por el terreno, bien lejos de las garras de aquella bestia, mientras sostenía su brazo derecho pegado al cuerpo, donde reposaba una herida suficientemente profunda para ralentizar sus movimientos.

Mientras ambas hanyō intentaban regular la respiración acompasada por los nervios. Fate se mantenía erguida sobre sus patas, con toda la tranquilidad del mundo, viéndolas con una sonrisa macabra e inquietante.

Signum frunció el ceño. Cerró los ojos, reparando en lo borrosa que se había vuelto su visión. ¿Tanta sangre había perdido? Era una pregunta estúpida y, sabía la respuesta: Sí, demasiada, más de lo normal. Viro a su alrededor con disimulo, buscando alguna forma de conseguir una mínima ventaja sobre aquel licántropo. No vio nada. Nada que no hubiera utilizado antes. Fate se le anticipaba a todos sus los movimientos, si ya era complicado lidiar con su fuerza, solo le faltaba eso. Enderezo a Levantine con dificultad y, sacando fuerzas de flaqueza, se levanto del suelo.

El silencio rigió por escasos segundos, pues fue roto por las sirenas de fondo de los coches policías.

La guerrera sonrió con ironía, aguantando la pesada espada con ambas manos, preparando su próximo ataque.

─Ya… Ya va siendo hora de ir acabando con esto.─ delibero.─ Carim ocúpate del orbe es nuestra única solución.

La aludida la miro preocupada. Sacudió la cabeza, ya solo podía concentrarse sin perder su objetivo. Esta vez lo haría bien, no dejaría ser sorprendida de nuevo. Bajo su centro gravitacional hasta quedar en cuclillas, esperando la oportunidad.

Signum avanzo una pierna y, doblando las piernas levemente, se dio impulso en un salto bien poderoso. En el cielo, dio una pirueta, arrojándose a la posición del licántropo. Como predijo, Testarossa lo esquivo sin dificultad alguna. Una sonrisa se asomo por la comisura de sus labios, no iba a rendirse estaba reacia a ello, su orgullo estaba en juego más que nunca.

Sin perder tiempo, se deslizo por el terreno con gran agilidad y sutileza, quedando a la par del animal. Un puñetazo voló directo a su cabeza, más lo paro con la hoja de la espada, sintiendo que perdía el equilibrio, retrocedió un par de saltos y siguió su lluvia de ataques llenos de profesionalidad y dominación por la esgrima.

Carim tampoco se quedo quieta, Signum había conseguido apartar a Fate lo suficiente como para reaccionar si es que volvía en su dirección. Utilizando la gran roca en la que se había subido, arranco a correr sin dudarlo. A escasos centímetros para rozar aquella bola luminosa, del suelo emergieron varias sombras que lanzaron a la alférez de vuelta a su sitio. Aturdida por el golpe no previo el siguiente movimiento de los recién llegados. Cadenas de apresamiento salieron de debajo del montón de capas, atrapando a las tres presentes, dejándolas inmovilizadas en el aire.

Mientras Fate no dejaba de retorcerse y forcejear completamente ida, uno de los tres sujetos se le acercó y le puso u dedo en su punto ciego, calmándola al instante.

─Aún no es tu turno.

Después de aquellas palabras Fate perdió el conocimiento, volviendo poco a poco a su estado original de Hanyō pacifico. Ni Signum ni Carim pudieron retener el suspiro de alivio que escapó por sus bocas, estaban exhaustas, como si hubieran peleado sin descanso por meses.

La guerrera de la espada observo cada movimiento que daban, desde la destrucción del orbe hasta la investigación de algo en concreto. Uno de ellos, al parecer el líder de aquel trio, alzó la mano en señal de retirada. Nada más desaparecer del rango de visión de ambas Hanyō las cadenas fueron desintegrándose. Nada más caer Signum tomo a su líder en el aire con dificultad. Poco paso cuando Arisa cayo del aire, ayudándolas a salir de ahí con pocos segundos de diferencia a la llegada de los policías.

"Shamal quedamos en el bloque."─ le comunicó─ Gracias por venir, Arisa.─ una sonrisa de medio lado delineo los labios de la teniente.

─No me las des a mí, dáselas a Nanoha. Ella fue quien me aviso.

─¿Takamachi?─ Arisa asintió lentamente, ni ella misma se explicaba cómo pudo la cobriza saber aquello. Signum, quien entendió el mensaje viro sus orbes azules a ambos lados vigilando.─ En todo caso ya se lo preguntaremos.

─Tu brazo.─ pronuncio Arisa observando la sangre casi seca escurriéndose por la Barrier Jacket de la guerrera.

─Oh. Mm...─ reparó en ello.─ No tiene importancia Shamal me reñida y ya.─ entre cerró los ojos con hastío.

La suerte de aquel edificio era lo poco que destacaba y lo lejos de todo rastro humano curioso. Por ello pudieron entrar con total normalidad, sin necesidad de preocuparse por ser vistas.

Anduvieron por los pasillos, alumbrados por la tenue luz de las luces, hasta llegar a las puertas del nuevo apartamento de las Testarossa. Nada más llamar Arf les abrió la puerta y las dejo entrar sin rastro de asombro, con un semblante serio. La primera en entrar fue Carim y Arisa, esta última llevando a la espalda a la rubia de ojos carmesí. Arisa hizo caso de las indicaciones de Shamal de dejar a Fate en su habitación mientras Signum se entretenía hablando con Arf por temor a su esposa.

─Signum Wolkenritter aquí.─ apunto al suelo.─ Ahora.─ demandó la curandera con el ceño fruncido.

Cabizbaja se acercó sentándose en el sofá, sin ánimos, mientras era curada y castigada al mismo tiempo.

Arf, aun que físicamente estaba se mostró ausente en aquella sala, mostrando una preocupación que iba más allá de lo ocurrido; debatiéndose por si contar toda la verdad o no.

-...-...-...-...-

"Los errores siempre serán 'eso', errores. Basura despreciable que se debe destruir."

Orbes carmesí lo vieron con indiferencia desde el tanque de contención lleno de agua.

Una sonrisa cínica cruzaba por aquel rostro tan espeluznante, tan frio y distante. En esos orbes violetas predominaba la locura y las ansias de poder, de fuerza y dominación.

"No te preocupes... No es cierto, nada es cierto. No fue un error, eres especial, hija."

Fate fue abriendo poco a poco sus ojos dando con la oscuridad de la alcoba.

─No lo creo padre, no…─ suspiro.─ No me creo que alguien como yo pueda ser especial para nadie.

Se reincorporó en la cama y, parpadeando un par de veces, consiguió la visibilidad deseada. Se dio un tiempo, observando cómo los efectos secundarios seguían resintiéndose en su cuerpo adolorido; comenzando por las orejas puntiagudas y acabando por los colmillos y garras medianamente crecidos.

Soltó un gemido lleno de frustración, agacho la cabeza sin ánimos observando las garras reluciendo con la poca luz que incidía en una de las brechas de la ventana. Deslizo las sabanas por su torso medio desnudo; apenas traía los pantalones puestos, por cómo estaban de rasgaos podía jurar que aquella prenda superior se había destruido en la el proceso.

─Arf… Qué pasa con Fate…

A lo lejos la voz de la curandera sonó en un tono preocupado. Fate se obligó a levantarse e ir a escuchar la conversación y se escondió en la penumbra del pasillo, recargada con bastante dificultad en la pared.

─Nunca podrá controlarse. Fate no es un simple Hanyō, ni siquiera se podría decir que lo es…─Arf. Fate es Fate y ya. Lo que me molesta es que no nos habías dicho nada hasta ahora.─ Carim dejo de recargarse en la pared para ir a sentarse.

─¡FATE-CHAN!

Todas las miradas se centraron en las dos chicas que habían entrado estrepitosamente.

"Shamal."─ llamó Signum.

"¡¿Pero no tenia esto una barrera automática?!"─ expresó la mujer igual de sorprendida.

─¿Co-como pusisteis entrar?─ Carim se sostuvo en el borde del sillón para no caer.

Al poco tiempo la joven de pelo plateado, cuyo nombre era Aya, las miro desconcertada como si no ocurriera nada grave.

─¡Aya!

Las replicas de Arisa finalizaron cuando el sonido de alguien corriendo por los pasillos, seguido de la puerta cerrándose fuertemente invadió sus orejas.

Fate, al cerrar la puerta con pestillo se recargó en esta con la respiración entrecortada y se deslizo hasta caer al suelo. Se sujeto la cabeza en un intento por lidiar con el dolor que se la llevaba poco a poco entre lo consciente y lo inconsciente de su mente, hasta que finalmente cayo inconsciente en el piso, bloqueando la única entrada humana posible.

"¡No iremos, no lo haremos!" grito. "Solo seremos una carga para ellos, un lastre." siguió el muchacho de pelo azul.

La niña de orbes carmesí se contuvo de llorar, mordiéndose el labio inferior con mucha fuerza y, mirando desafiante a su hermano, le gritó:

"No es cierto. Nunca seremos una carga para papa." insistió la pequeña.

Ambos hermanos se vieron a los ojos, retadores, sin intención de retractarse. Soltando pequeños gruñidos en forma de berrinches infantiles, típicos de su edad.

"Oh vamos... Niños que fue eso que le prometieron a sus padres."
El anciano se acercó a ambos cachorros colocando una mano en las cabecitas de ambos hermanos y, en un rápido movimiento las empujo para delante, haciendo que al colisionar ambas cabezas, la una contra la otra, y así hacer que sus dueños cayeran al suelo entre alaridos de dolor.

"¡ABUELO!" aullaron a la vez, furiosos.

Aquel hombre de pelo canoso río de buena gana, aguantándose el abdomen y golpeando el suelo como un mono.

"Ven como se unieron en mi contra." soltó de sopetón. "La unión hace la fuerza"

Los dos cachorros siguieron mirándolo con rabia. Cosa que el abuelo se dio cuenta, percibiendo el movimiento de Chrono cuando le brincó con fiereza. El puño del niño fue directo al rostro de aquel hombre que no se movió ni un ápice de su cómodo asiento, dejando que los golpes se hundieran en su piel. Pasados unos minutos los golpes se volvieron menos fieros, con falta de velocidad y, a la media hora Chrono ya se encontraba jadeando frente a su abuelo.

"¿Fate tu no atacas?" el semblante inquisitivo fue guiado a su nieta.

Fate se encogió de hombros en su sitio, esperando por que las palabras le salieran sin sonar muy amargas.

"No, solo se herir a la mis amigos cuando peleo."

"Y pelearías si te dijera que tu madre está en peligro." alzo una ceja, viendo como algo cambiaba en los ojos de la niña.

"Claro que lo haría. ¿Por qué no? El príncipe plateado lo hizo." los orbes ámbar se ensancharon como naranjas demostrando asombro en ciertas palabras dichas por Fate. "Papa nunca se quedaría sin hacer nada, el ayudaría estoy segura." dijo con convicción y seguridad.

"¡Oh! Mira que tarde es, a dormir que mañana tendremos de cruzar el cañón del Este."

Como niña buena que era, Fate se acurrucó en el regazo de su abuelo, recibiendo todo el calor y confort que necesitaba para dormir. Cerro los parpados dejándose llevar por los brazos de Morfeo.

Frunció el ceño cuando algo realmente luminoso impacto de lleno en sus párpados sacándole más de un gruñido molesto. Sin abrir los ojos se reincorporo en el sitio blando donde yacía estirada y aparto de un manotazo la luz que no le dejaba ver absolutamente nada. Abrió y cerró los ojos un par de veces, sintiendo la cabeza darle vueltas y el cuerpo pesarle horrores.

─Te dije que con un poco de luz reviviría.

─Ni que hubiera muerto joder, mira que sois molestas.─ ladró Fate.

Cuando hubo recuperado la visibilidad, dándose cuenta que se encontraba en el salón teniendo a una distancia escasa a la cobriza sentada a su lado, se reviso con esmero reparando en que no había cambiado nada desde que se recupero de la transformación. Algo que le extraño, pues a esas horas ya debería haber vuelto a su apariencia normal.

─Menos violencia líder.─ Fate rodó los ojos ante el comentario burlesco de Subaru.

─Lo que sea, me van a explicar que paso o no.─ alzo una ceja, ocultando su inquietud de haber hecho de más en su estado descentrado, por así decirlo.

Sinceramente, estaba haciendo un gran esfuerzo por no mostrar la frustración y agonía que le estaba provocando todo. Claro que no se acordaba de casi nada, nunca lo hacía pero, viendo el estado en el que estaba su teniente... le daba a entender que había arremetido contra ella con más fiereza de lo normal.

─Hablaremos más tarde, Testarossa.─ Fate entre abrió la boca por un intento de reclamo que fue cortado por un movimiento de cola rápido y conciso del león de enfrente.─ Hablaremos más tarde.─ repitió.

Y como si hubiese sido regañada, Fate se encogió de hombros, dejándose caer en el respaldo del sofá con la mirada perdida en la nada. Por otra, Signum marcho con su esposa, las hermanas Nakajima Carim, Aya y Hayate, más por privacidad que por otra cosa.

Arisa le hubiera gustado salir de ahí pero prefirió aclarar dudas sin tocar mucho el tema.

─Fate.─ llamó.─ No sé si te acuerdas pero... contactaste con Nanoha sin necesidad de un pactio.

─N-No sé de qué me hablas, lo siento.─ Fate se mantuvo cabizbaja sin darle la oportunidad a la otra rubia a verle el rostro.

─Bien. No tiene caso.─ suspiro.─ Ya nos veremos mañana en clase.
Nanoha asintió y siguió con la mirada hasta que perdió de vista a Bunnings.

Sumida en sus pensamientos torció el gesto inconscientemente a pesar de tener a Nanoha al lado. Parecía que no se había dado cuenta que aun faltaba alguien en esa habitación, y Nanoha seguía debatiéndose por hablar o no.

─Fate-chan...

La aludida dio un respingo y velozmente viro a ver a la chica de al lado con total asombro, acto que también hizo respingar a Takamachi por inercia.

─¿Cu-Cuanto hace que estas aquí?─ Fate frunció el ceño, le había salido un tono demasiado nervioso como para no darse cuenta.

─Desde rato... Supongo...─ respondió en un murmuro.

Los ojos de la joven cobriza viajaron de lado a lado con inquietud, prolongando su debate interno.

Fate no dijo más, dejando que el silencio se adueñara de ellas, un silencio para nada grato, incomodo y desquiciante, hasta cierto punto.

─Fate-chan... ¿Sabes sobre...?

─Sobre ¿qué?─ incito a seguir.

Nanoha apretó con fuerza los pliegues de su falda y se mordió el labio inferior.

─¿Sobre el proyecto F?

Aquello apenas le había salido en un hilo de voz suficientemente difícil de escuchar hasta para el más atento ser sobrenatural normal, dentro de lo que cabe. Nanoha cerró los ojos, inhalo y exhalo aire con el intento por calmar su remordimiento de haber metido la pata.

─¿Eh? ¿Puedes repetirlo por favor?─ la loba pestañeo incrédula.─ No llegue a entender.

─Primero prométeme que diga lo que diga te lo tomaras con total tranquilidad.─ Takamachi guió sus orbes violáceos a los carmesí de la líder, entregándole un mensaje demandante, a lo que Fate asintió sin mayor dificultad.─ Va sobre unos proyectos...

Testarossa ladeó la cabeza sin saber por dónde tiraba la joven, más un presentimiento le dijo que no le iba a gustar nada.

─Proyectos... ¿de qué exactamente?

Nanoha tardo en responder, pero cuando lo hizo, los ojos de Fate se abrieron como platos, el rostro le palideció y, en sus ojos, ya no mostraban calidez ni tranquilidad, no; habían cambiado, en ellos se adueño la frialdad y predomino la perturbación.

─Los proyecto en los que creo que tus padres participaron.

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N/A: ¿Muy corto? Yeep. Lo sé. Me di cuenta que me centro más si los escribo bien pequeños así que no creo que pasen de los 6.000 words… Os juro que no es por vagancia, para nada.

Y bueno… espero que lo hayáis disfrutado y nos vemos en la próxima actualización.