En plena noche una figura atravesaba el bosque a toda velocidad, tan rápido como sus piernas podían llevarla. La joven no sabía cuánto tiempo llevaba corriendo, para ella habían pasado horas y seguramente así había sido ya que sus perseguidores no se rendían fácilmente, todo el mundo lo sabía. Gotas de sudor frio resbalaban por su cara pecosa que en estos momentos reflejaba el dolor que sentía en todo su cuerpo el cual estaba al límite. Ya no era capaz de oír nada salvo el latido de su corazón desbocado en sus oídos, sentía como las fuerzas la abandonaban y de repente todo se volvió negro. Como llevaba temiendo desde hacía rato sus últimas energías mágicas se habían agotado. La razón por la que había podido moverse por el bosque de noche con tata facilidad y sacar ventaja a sus perseguidores era el hechizo de visión nocturna que había usado, el cual le concedía los ojos de un felino siendo capaz de ver claramente en la noche más oscura. La magia había abandonado su cuerpo totalmente, ni siquiera podía mantener un hechizo tan simple como aquel y pronto sintió la carga física que eso conllevaba. Sus piernas incapaces de sostenerla más tiempo cedieron y cayó de rodillas al suelo. Aun así intento mantenerse consciente, si se rendía sería el final. Respirando desacompasadamente espero a que sus ojos se acostumbraran a la penumbra."Tengo que hacer algo rápido o esos bastardos me encontraran" pensó. Probó a ponerse en pie de nuevo y con mucho esfuerzo lo logro aunque al tercer paso tropezó volviendo al suelo pero esta vez de forma mucho más violenta ya que sin darse cuenta se había dejado caer justo en un desnivel. Rodó y se golpeó varias veces ladera abajo hasta que acabo parada en algo que parecían raíces de árbol. Abrió los ojos y miro alrededor. Había rodado unos 10 metros y apenas llegaba a ver el lugar desde donde había caído, tal vez si se quedaba allí quieta y se escondía sus perseguidores pasarían de largo allí arriba. Busco un buen lugar para ocultarse junto a un par de árboles caídos. Cuando ya se había colocado bien se fijó en algo que había cerca de ella. Al principio le había parecido un madero pero forzando la vista pudo ver que no era madera sino ropa lo que tenía delante. Allí había alguien, en mitad de la nada. Unos mechones rubios se escapaban entre las telas confirmando sus sospechas. Ymir en ese instante deseó que aquello fuera un cadáver, lo último que necesitaba era encontrarse con alguien. Al parecer iba a tener suerte de nuevo ya que quien quiera que fuese ni se había dado cuenta de su llegada precipitada ni parecía moverse al respirar. Entonces oyó el sonido de caballos acercándose. La joven nunca había creído en ningún dios así que no iba a rezarle a nadie, solo podía confiar en su buena suerte, esa que tantas veces le había salvado el trasero, y esperar que aquella gente siguiera por el camino equivocado. Justo en ese instante el cadáver se movió lentamente hasta descubrir su cara de debajo de los harapos y abrió los ojos dándole a Ymir el mayor susto de su vida. El sobresalto casi le hace pegar un grito pero por alguna razón ella siempre había tenido nervios de acero y supo controlarse a tiempo. Evidentemente lo que había tomado por un cadáver no lo era. Ymir sin saber que hacer no pudo más que quedarse mirando esos ojos azules. Por un momento pensó que aquella persona podía delatarla pero lo único que hizo fue quedarse ahí devolviéndole la mirada. Esos segundos se hicieron eternos. Mientras oía como los caballos se alejaban pudo sentir como la sangre volvía a fluir por sus venas. Espero varios minutos hasta moverse o atreverse a hablar. Cuando estuvo segura de que los cazadores se encontraban lejos intento acercarse. Aunque estaba oscuro podía distinguir la figura del desconocido, la cual era pequeña, tal vez fuera un niño o alguna chica joven. Desde luego había pocas razones por las que alguien estaría en plena noche en mitad del bosque y ninguna buena, así que se acercó con cautela. Ymir había vivido de aquí para allá ella sola toda su vida y sabía que hasta el niño cojo más necesitado podía acabar siendo un ladrón que estaba deseando dejarla sin una moneda a la menor oportunidad. Una vez a su lado pudo verle la cara de cerca. Era una chica y le habría parecido tremendamente guapa si no fuera porque estaba completamente consumida. Viéndola cualquiera la hubiera confundido con un cadáver incluso a la luz del día. Parecía que no hubiera probado bocado en semanas. La chica al verla acercarse intento moverse, alejarse de algún modo pero evidentemente apenas podía mover un musculo.

-¿Hola? ¿Puedes oírme? –Ymir la agarró de la barbilla con cuidado, intentando que la mirara de nuevo. La joven rubia intento evadir el contacto girando la cara y cerrando los ojos-. Oye, tranquila, no voy a hacerte daño. –Su voz aun sonaba agitada por todo lo ocurrido hacia unos instantes.

Ymir la cogió en brazos, la recostó contra el árbol y se apresuró a sacar su cantimplora de su bolsa. Al girarse de nuevo vio como la joven estaba aterrada, con los ojos de par en par siguiendo todos sus movimientos.

-Es solo agua ¿vale? Quita esa cara. Ya te he dicho que no te voy a hacer nada. –La castaña bebió de la cantimplora, con el susto que llevaba en el cuerpo no se había dado cuenta de cuanta sed tenia.- ¿Ves?

Le acerco la cantimplora a la boca para que bebiese. Así como el líquido fluía Ymir se sintió más tranquila. Vale que no era el alma más caritativa de la región pero la idea de dejar morir a alguien pudiendo evitarlo no le complacía. Aunque sin previo aviso la chica escupió todo el agua empapando a Ymir y empezó a toser entre espasmos.

-Eh pero que..? –Intentando secarse se puso en pie.- Esta es toda la que tengo no la malgastes. Tsk, para eso me la hubiera bebido yo.

Por un momento Ymir se quedó ahí de pie mirándola. Se pasó la mano por detrás del cuello sin saber qué hacer. Tenía que irse pero no podía dejarla ahí y si se la llevaba sería un lastre. Por su parte la chica seguía al parecer presa del pánico, intentando taparse con su capa y abrazándose a sí misma. Desde luego no parecía muy por la labor de irse con ella. Ymir se dio la vuelta y comenzó a alejarse pero a los poco minutos no pudo avanzar más. La imagen de esos ojos azules llenos de miedo apareció en su mente y no se fue hasta que volvió sobre sus pasos. La chica seguía allí donde la había dejado, al parecer se había vuelto a quedar inconsciente. La levanto del suelo y volvió a recorrer el mismo camino esta vez con la chica en los brazos. Había pensado llevarla hasta encontrar un camino donde dejarla y seguramente a la mañana siguiente alguien que pasara por ahí la encontraría. Pero a los diez minutos de caminata diviso una granja. Se paró y sopeso sus opciones. Podía ir directamente a la casa de esos granjeros, pedir cobijo para ambas y correr el riesgo de que esa gente estuviera al tanto de que una bruja rondaba por los alrededores y alertara a los vecinos haciendo que aparecieran los cazadores. Podía dejar a la chica en la puerta esperando que los granjeros la ayudaran y seguir su camino. O podían esconderse en el granero hasta que pasase la noche sin que los granjeros se enteraran. Ymir prefería la última. Llevaba toda la noche corriendo y sabía que no lograría llegar mucho más lejos antes de desplomarse. Sabía que la chica necesitaba atención urgentemente pero ella ya se la había ofrecido y la había rechazado. Esperaría a mañana para volver a intentarlo. Así pues puso rumbo a la granja vigilando que no hubiera nadie cerca que pudiera verlas. Consiguió colarse en el granero y dejo a la chica en un montón de paja. Se sentó a su lado y saco el par de manzanas que llevaba en la bolsa. En un visto y no visto se comió la primera, usar magia siempre le daba hambre y aquella noche se había excedido hasta resultar nocivo. Iba a hincarle el diente a la segunda cuando se lo pensó mejor y la guardo para su nueva compañera de viaje. Sin poder aguantar más se echó durmiéndose al momento.

Un ruido la fue sacando lentamente de su sueño. Al principio creía que formaba parte de su ensoñación pero poco a poco fue dándose cuenta de lo real que era. Algo se arrastraba. Abrió los ojos con cautela, procurando no moverse. Quería saber que era lo que se arrastraba antes de que se dieran cuenta de que estaba despierta. Distinguió una figura en el suelo alejándose hacia una esquina. Recordó la existencia de la chica rubia y dedujo que sería ella. Al parecer aun no había amanecido. Se levantó y vio a la chica en el suelo intentando alejarse de ella. Al verla levantarse intento moverse más rápido. Ymir estaba enfadándose por momentos. Ya de normal la bruja tenía muy mal despertar y aquella cría le estaba empezando a tocar las narices.

-¿Cuál es tu problema? Llevo toda la noche perdiendo el culo por ti arriesgándome a que me encuentren. Esos pirados quieren matarme ¿sabes? -No pretendía hacer ruido pero no pudo evitar alzar la voz- Tengo una manzana para ti, más te vale comértela. –Fue a coger la fruta y se agacho delante de ella ofreciéndosela.

La chica se encogió sobre sí misma, haciéndose un ovillo contra la pared. Se cubrió la cabeza con los brazos. A los oídos de Ymir llegaron unos sollozos apagados. -…vete…por favor… -La voz sonó tan débilmente que la bruja creyó habérselo imaginado.

Justo cuando Ymir iba a desistir y morder la manzana la desconocida le agarro de la muñeca impidiéndoselo. Pensó que la chica por fin iba a morder la fruta pero estaba muy equivocada. Antes de que le diera tiempo a reaccionar sintió como los dientes de la rubia se hundían en su antebrazo. Grito e intento apartarse pero no lo consiguió. La chica se había aferrado a su brazo como si le fuera la vida en ello. Después de unos segundos forcejeando consiguió soltarse de su agarre cayendo al suelo. Se alejó arrastras todo lo que pudo pero la chica salto abalanzándose sobre ella. Instintivamente Ymir alzo los brazos conjurando una ráfaga de viento lo suficientemente fuerte como para lanzar a su atacante hacia atrás. La bruja consiguió ponerse en pie, al igual que su oponente quien no parecía cohibida por el despliegue de poder que acababa de hacer la más alta. La rubia volvió a la carga e Ymir volvió s conjurar viento, esta vez dirigido únicamente a la chica haciendo que esta retrocediera hasta estar contra la pared. Mientras la mantenía a raya con su magia la mente de Ymir intentaba darle una explicación a lo que estaba pasando. Sabía que tenía delante. Había leído al respecto pero nunca pensó que llegaría a encontrarse a una de esas criaturas. Un vampiro. Seres que se alimentaban únicamente de sangre, robándoles la vida a otras personas. Por otro lado aunque sabía a qué se enfrentaba no sabía cómo librarse de ella. Había muchas leyendas sobre los vampiros pero la primera de todas es que eran inmortales. Parecía que evadir a la muerte dos veces en la misma noche tal vez era demasiado pedir. Pensó en lanzarle fuego a ver qué pasaba pero antes de que pudiera hacerlo vio como la chica cambiaba la expresión drásticamente. Fue como si hubiese despertado de un trance. Su rostro se llenó de lo que parecía ser arrepentimiento o pena. Empezó a llorar, unas antinaturales lágrimas rojo carmesí rodaron por sus mejillas. Murmuraba algo pero con el ruido del viento de Ymir no podía oír nada. El cambio pillo a la bruja por sorpresa haciendo flaquear su resolución. La imagen era grotesca, la criatura aún tenía su sangre por toda la cara pero aquellas lágrimas la hicieron detenerse al instante. Aun con toda esa sangre encima suyo, si le hubiera dicho en ese momento que era un ángel venido del cielo, Ymir la hubiera creído. Sin darle tiempo a hacer nada mas sintió un fuerte golpe en la nuca y cayó al suelo. Lo último que oyó antes de quedar inconsciente fue un pequeño susurro entrecortado por el llanto.

-…lo siento… lo...lo siento…


Buenas a todos ^^

Este es el primer capítulo de mi nuevo fic, espero que tenga buena acogida y que lo disfrutéis. Hace años que no escribo nada y estoy un poco oxidada así que si algo no os gusta o creéis que está mal no dudéis en dejarme un comentario para que pueda tenerlo en cuenta. La idea es subir un capitulo cada semana. Hasta la próxima.