DISCLAIMER: Todos los personajes y/o lugares conocidos del mundo de HARRY POTTER le pertenecen a la maravillosa escritora J.K. ROWLING. Sólo la trama es mía.
Este fic es regalo de cumpleaños es para mi hermana Tooru Hally Beelia FrikiPotter.
UN AÑO DESPUES
POV: Isla Black
VI
La Boda
Cuando terminamos de bajar las escaleras, allí nos esperaba el padre de Bob. En cuanto vio a Elladora, la abrazó y le dio un beso en cada mejilla. Elladora tenía una expresión en la cara como si se hubiera tragado un limón agrió. Yo solo sonreí. ¿Qué podía decir? Era una Black. Una Slytherin de pies a cabeza y debía reconocer que la ocasión se prestaba de manera perfecta para vengarme de todas las travesuras de mi hermana pequeña.
— ¡Oh, pareces una princesa! –dijo el señor Hitchens mirándome con cariño y admiración.
Se acercó hasta el último escalón y me ofreció su brazo. El cual acepte entre una mezcla de agradecimiento y tristeza. Él me entregaría en el altar, pero como toda chica, hubiera preferido que fuera mi propio padre quien lo hiciera, pero sabía que eso era imposible.
Caminamos por el estrecho pasillo hasta llegar a la cocina. Cuando salimos al jardín me quede impresionada. La decoración era absolutamente hermosa. Mágica. Había mesas redondas con hermosos manteles blancos esparcidos por el jardín. En el centro de las mesas había hermosos arreglos florales de rosas blancas y anaranjadas. Desde la puerta de la cocina hasta el altar, en donde me esperaba Bob con una sonrisa, había un camino hecho con pétalos. Miré a Elladora a mi lado.
—Gracias –murmuré.
Todos los invitados se pusieron en pie. Una dulce y romántica melodía comenzó a sonar. El señor Hitchens y yo comenzamos a caminar hacia el altar. Bob me miraba maravillado. Mi corazón danzaba desbocadamente y no porque tuviera miedo, sino porque estaba emocionado. Amaba a ese chico. Lo había dejado todo por él y no me arrepentía de nada.
Llegamos al final de camino. El señor Hitchens besó mi mejilla y le entregó mi mano a Bob. Éste me dio un leve apretón y ambos nos paramos frente al pastor de la iglesia de la familia Hitchens. Mi hermana Elladora se situó a mi lado izquierdo y el hermano mayor de Bob, el padrino, a su derecha. Y el pastor comenzó a hablar.
—Estamos reunidos en esta hermosa tarde de verano, que el señor nos ha regalado, para celebrar la boda de Robert e Isla. Esta hermosa pareja joven que desde hoy emprenden un bendecido viaje juntos…
Mientras el pastor hablaba, miré a Bob. Él me miraba con adoración, pero sobre todo con un infinito amor. ¿Cómo no amar a ese loco que alegraba mis días con sus ocurrencias y sus detalles? Aun sabiendo lo que arriesgaba, había enviado mi lechuza por mi hermana, solo para hacerme feliz. Me faltarían días en esta vida para agradecerle ese hermoso regalo.
—Ahora les leeré un pasaje de la biblia –decía el pastor. —"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…
Conocer a Bob había sido lo mejor que me había pasado en la vida. Él me había enseñado el camino a la felicidad. Y como buena Black que era pelearía con uñas y dientes por ese futuro.
Mientras el pastor siguió hablando, Bob y yo no dejábamos de vernos con adoración. Era como si solamente estuviéramos nosotros solos allí parados. Nadie más existía.
—Robert Alexander Hitchens, ¿aceptas a Isla Callidora Black como tu esposa para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe? –preguntó el pastor a Bob.
Bob se acercó a mí y tomó mis manos entre las suyas. Besó con inmensa ternura mi palma y luego me miró a los ojos muy seguro de sí mismo.
—Te amo, Issy. Te amaré toda la vida y más allá de la muerte. Seré el hombre que esperas y todos los días de mi vida te haré feliz. Jamás te daré un motivo para que te arrepientas de a verte casado conmigo –dijo Bob tiernamente sonriendo –Claro que acepto. Eres mi vida y sin ti no tendría sentido.
—Isla Callidora Black, ¿aceptas a Robert Alexander Hitchens como tu esposo para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe? – me preguntó el pastor sonriendo.
Levanté mi rostro y miré a Bob. Estaba nerviosa y las palabras de Bob me habían llenado de una inmensa felicidad, pero no sabía si podría articular alguna palabra. Los nervios estaban acabando con mi auto control. Respire hondo y tranquilice mis nervios.
Iba a contestarle, cuando vi una sombra a lo lejos, por encima del hombro de Bob. Enfoque mi vista hacia la sombra y el corazón se me paralizó. Era mi hermano Phineas. El pánico se apodero de mí, pero Phineas hizo un gesto con la mano para que me tranquilizara. Bob miró en la misma dirección y se me acercó.
— ¿Quién es? –preguntó serio.
—Es… mi… hermano –dije nerviosa.
— ¿Quieres ir a hablar con él? –preguntó tranquilamente.
Yo negué con la cabeza y lo miré respirando profundamente. Phineas podía esperar. El mundo entero podía esperar. Solo tenía que decirle a Bob lo que siempre había guardado en mi corazón y jamás le había dicho.
—Te acepto como mi esposo, mi amor. Te amaré está vida y más allá. Tú me enseñaste a amar, a ser libre y a ser quien soy realmente. Sé que a tu lado cumpliré mis sueños. Y desde hoy viviré solo para amarte y hacerte feliz –dije con tal seguridad que hasta me sorprendí.
—Y ante estas declaraciones, los declaro marido y mujer –dijo el pastor sonriendo. –Puede besar a la novia.
Bob sonrió y se acercó a mí. Tomó mi rostro con delicadeza.
—Te amo, Isla Hitchens –dijo cerca de mis labios y luego me besó con extremada ternura.
En ese momento, no me importaba nada. Lo único que sentía eran los labios de Bob sobre los míos. Los invitados de la boda comenzaron aplaudir. Luego de unos minutos nos separamos. Elladora se me acercó y me abrazó.
—Espero que sea muy feliz, Issy –dijo seria, pero sincera.
Bob se acercó a ella, pero al mismo tiempo manteniendo una distancia prudente.
—Gracias por venir, señorita Black –dijo educadamente y regalándole una sonrisa sincera.
Elladora lo miró con escepticismo. Luego se acercó un poco más a Bob.
—Te recomiendo que la hagas feliz, porque si no lo haces, vendré por ti y toda tu familia –dijo en un siseo aterrador.
Yo la miré horrorizada, pero Bob solo lanzó una carcajada. Entonces lo miré asombrada. ¿Acaso se había vuelto loco o era presa del pánico?
—Ay, Elladora, sabes deberías pedirle los deseos a papá Noel –dijo risueño.
¡No podía creerlo! Bob se estaba burlando de Elladora. Inmediatamente hice aparecer mi varita. Conocía a mi hermana. Nunca se iba por las ramas cuando quería maldecir a alguien.
— ¿Qué quieres decir?
—Muy simple, cuñadita, que tendrás que esperar sentada, porque pienso pasarme la vida entera haciendo feliz a tu hermana y te aseguro que no tendrás ningún motivo para venir a asesinarme, aunque eso sea lo que más quieran tú y tu hermano—dijo Bob serio mirándola a los ojos.
Entonces recordé a Phineas. Por un momento me agarré a la esperanza de que Elladora no haría nada para lastimarme ese día, así que los deje con su discusión y camine hacia la reja que daba a la calle de atrás de la casa de la familia Hitchens, en donde había visto a Phineas.
Cuando salí no encontré a nadie. Me giré sobre mis pasos para regresar al jardín decepcionada y triste. Phineas se había ido. Era lo mejor. Aunque me hubiera gustado verlo, aunque fuera solo un momento.
—Isla –dijo una voz fuerte y sobria.
Me giré nuevamente sorprendida y allí estaba Phineas vestido completamente de negro, como siempre. Su rostro estaba serio y no mostraba ni una pizca de emoción. Me dolía verlo actuar de esa manera, pero saque todo mi orgullo Black y me paré frente a él desafiante.
—Elladora dijo que no querías volver a verme, así ¿Qué haces aquí? –dije con el tono más sobrio que podía tener en ese momento, pero Phineas me sorprendió sonriendo.
—Tus ideales cambiaron, pero sigues siendo la misma serpiente de siempre, Issy.
—Eso no lo dudes y pretendo proteger a esta familia de cualquier ataque –dije a la defensiva.
—Tranquila Issy, no vine a hacer nada. Solo vine a la boda de mi hermanita, aunque me niego rotundamente a compartir con esos malditos muggles –dijo sobrio.
— ¿Por qué? –cuestioné.
—Porque aunque creo que son inferiores a nosotros, eres mi hermana y te amo, aunque jamás te lo haya dicho.
Durante un solo segundo dude de sus palabra, pero luego me arroje a sus brazos y lo abracé. Phineas al principio estaba sorprendido, pero luego me lo devolvió.
—Me duele tu traición, Issy, pero como tu hermano mayor, deseo que seas feliz, aunque sea con un miserable muggle –dijo Phineas apartándose lentamente. —Esta es la despedida, Issy. No volveremos a vernos, pero quería… quería poder decirte adiós.
Entendí que esa sería la última vez que vería a Phineas y tenía el presentimiento, que aunque Elladora tenía otros planes, también sería la última vez que la vería a ella. Me dolía enormemente el corazón por eso, pero por la seguridad de Bob y su familia, sabía que era lo mejor. Hubiera sido egoísta de mi parte mantener ambos mundo sabiendo cómo era mi familia.
De repente, aparecieron Elladora y Bob por la reja. Ambos estaban serios, pero al menos tenía el consuelo de que no se habían matado mutuamente. Elladora se acercó a mí y me abrazó. Era la despedida. Lo sabía. Phineas, el prepotente de mi hermano mayor y elitista como mi padre, se acercó y nos abrazó a ambas.
—Te amo, Issy, aunque a partir de hoy estés muerta para mí –susurró Phineas.
—Te amo, Issy, trataré de volver –dijo Elladora sollozando.
—Los… amo… a ambos –dije llorando.
Phineas y Elladora se apartaron de mi lado. Bob se acercó y con un solo "plop" mis hermanos desaparecieron. Y mi corazón sabía que esa sería la última vez que los vería. Bob me abrazó.
—Lo siento, Issy –me susurró en el oído.
Me giré hasta quedar frente a Bob y le di un beso en los labios.
—Sé que no los volveré a ver y me duele, pero yo elegí este camino. Te amo, Bob y jamás voy arrepentirme de la decisión que tomé. Tú eres mi familia ahora y eres lo único que quiero –dije limpiándome las lágrimas del rostro y sonriendo.
Bob me devolvió la sonrisa.
—Entonces comencemos está aventura, señora Hitchens –dijo tomándome en brazos.
Rodee su cuello con mis brazos y lo besé. Había sido un día dulce y amargo, pero había valido la pena. Me había casado con el chico que amo.
Bob comenzó a caminar hacia el final de la calle.
—Bob, ¿para dónde vas? –pregunté riendo.
—Shhhh baja la voz. Estoy secuestrando a la novia –dijo en susurró muy serio.
¿Yo? Yo sólo comencé a reír. ¿Cómo no enamorarse de ese loco y amoroso chico? Esa era la vida que me esperaba. Una vida llena de amor, locuras y aventuras. ¿Arrepentimiento?
Ninguno.
Fin
NOTA DE LA AUTORA:
Gracias Tere por la paciencia. Espero que te guste el final.
Jessy, gracias por el apoyo incondicional.
Dios nos envia hermanos biológicos, pero también nos envia hermanos o mejor dicho hermanas que nacen del corazón.
Las adoro chicas y mi vida no sería igual sin ustedes.
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