Idiota.
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No podré ir por ti al aeropuerto.
Hanabi miró por la ventanilla y relajó sus cejas, las cuales se habían juntado un poco. Kiba era, en verdad, el idiota más grande del mundo. Había sido un viaje de dos semanas y antes de salir, ellos habían quedado de acuerdo en que el iría por ella . Incluso lo había las dos ocasiones en que él se había contactado. Pero antes de subir al avión le llegó el fastidioso mensaje. ¡¿Qué tan difícil era levantarse a las seis de la mañana para recogerla?! De seguro se había ido de farra, el muy desvergonzado.
Negó un poco, se terminó la cena e ignoró a todos en el avión. Por lo menos había corrido con la fortuna de ir sola en el asiento, no tendría gente parlanchina a su lado, como solía pasarle siempre que viajaba.
Cerró los ojos y se entregó a los brazos de Morfeo, olvidándose por unos momentos del enojo y fastidio causados por su estúpido y desobligado novio. Soñó algo tranquilo que olvidó al despertar y se estiró un poco. Miró su reloj de pulso y levantó ambas cejas, ya faltaban quince minutos para aterrizar. Sonrió un poco y se talló los ojos, aun no espabilaba por completo y había descansado, milagrosamente no le dolía el cuello.
Su mal humor volvió al aterrizar y recordar que Kiba no iría por ella.
—Muchas gracias por volar con nosotros, esperamos haya disfrutado la experiencia.
Miró a la mujer sin expresión alguna en su rostro y salió al andén. Podía escuchar a las personas hablando por teléfono, todos avisando que ya habían llegado y no tardaban en salir.
Imbécil.
Con su molestia creciendo a cada paso, llegó a la sala de espera y su mirada se topó con un letrero con su nombre escrito. Desvío la mirada y torció un poco los labios ocultando una sonrisa irónica. Juntó las cejas y caminó hacia el muchacho, que llevaba puesto un traje negro, con corbata y toda la cosa.
—Su limusina la espera, Madam —sonrió.
—Eres un idiota.
La carcajada de Kiba retumbó en toda la estancia y Hanabi, que había estado mirando a otro lado, de pronto se encontró atrapada entre sus brazos y no pasó mucho tiempo hasta que sintió los labios de él sobre los suyos, reclamando por esas semanas de abandono. No pudo zafarse, él le había tomado el rostro, impidiéndole voltearse.
—Te extrañé...
—Yo no.
Sonrió de lado y la soltó, para tomarla de la mano. —Ya enojona... vamos por tu equipaje.
Les gustó, yo lo sé n_n
Kiba es un romántico... envidio a Hanabi ¬¬
Miércoles, 26 de Junio de 2014