Con andares dignos de un muerto viviente, Stan siguió a Cartman por todo el patio, o mejor dicho, Stan fue arrastrado por Cartman por todo el patio. Su mente le gritaba a todo pulmón —si las mentes tuviesen pulmones— que se diese la vuelta y buscase otra solución, pues su orgullo iba a sufrir más que en toda su vida junta. Pero un pequeño Cartman que había entrado en su mente y le había dado una fuerte patada al mini Stan para arrebatarle el trono de la conciencia y sentarse en él le decía con voz enojada que se jodiese de una puta vez porque no había otra solución —palabras textuales del mini Cartman, no de él mismo—. Stan suspiró pesadamente, sabiendo que el que estaba sentado en el trono de su conciencia mandaba sobre él y debía obedecer a la que en ese momento era su conciencia temporal.

Recorrieron el patio y parte de los pasillos, mirando todas las aulas una por una, hasta encontrarle en una de las aulas de geografía que no se usaban. En el momento en el que sintió sus presencias, el sujeto giró la cabeza lentamente. Al ver al pelinegro gruñó enojado, cosa que a Stan le molestó; pero al ver al castaño que lo acompañaba sonrió maliciosamente y con un movimiento de cabeza les indicó que entrasen. Los dos obedecieron y entraron, dejando la puerta cerrada.

-Sentaos. –Dijo el sujeto, señalando un par de sillas. Stan sintió un escalofrío recorrerle la espalda, sentía como si estuviese en un película de terror frente al enemigo psicópata de la película.

El individuo se llevó un dedo a los labios para pedir silencio y después señaló a la mesa donde debería estar el profesor, allí dormía plácidamente otro chico. Cogió la silla donde estaba sentado y la puso frente a las otras dos, para quedar los tres cara a cara.

-¿Para qué me buscabais? –Preguntó el chico en tono aburrido.

-Necesitamos… -Intentó explicar Cartman, pero fue interrumpido por el sujeto, que llevó de nuevo su dedo a la boca y señaló de nuevo al chico que dormía. –Necesitamos tu ayuda. –Explicó, bajando la voz un poco.

-No me interesa. –Respondió al instante, pasándose la mano por la cabeza para poner en su sitio un mechón de pelo.

-Ni si quiera sabes para qué es. –Protestó Cartman con un tono algo infantil.

-Si tiene algo que ver con Marsh, simplemente no me interesa. –Contestó mirando directamente al mencionado, que se encogió en su sitio.

-Pero, ¿por qué?

-Le llame puta. –Respondió Stan bajito, muy bajito, y sin quitar la vista del que estaba dormido para poder salvar su propia vida a tiempo si se despertaba.

-¡¿Qué le llamaste a Gregory qué?! –Gritó Cartman, colérico.

El castaño francés que estaba dormido se removió un poco, pero por suerte del pequeño Marsh no se despertó.

-Calla. –Susurró Gregory llevándose por tercera vez el dedo a los labios.

-Gregory, necesitamos tu ayuda. –Rogó Cartman, desesperado.

-No.

Cartman se acomodó el gorro. Estaba claro que el inglés no iba a ayudarles así por las buenas, y él era la única esperanza de Stan. Sus ojos buscaron por toda el aula algo, lo que fuese, que le diese una idea. Y al fin lo halló. En el escritorio, al lado de la cabeza de Christophe, estaba la agenda de Gregory. Se levantó de la silla y fue sigilosamente hasta allí. Cogió la agenda y la ojeó un poco, en ella había escrito un plan para robar un examen o algo así. Con leer el plan un poco por encima se dio cuenta de que iba a fallar.

-Mira rubito, te propongo algo: tú nos ayudas y yo te hago el plan perfecto para robar el examen. –Dijo el castaño volviendo a su asiento con la agenda en las manos y una gran sonrisa de autosuficiencia en la cara.

-Primero el plan, luego la ayuda. –Contestó toscamente el rubio.

Cartman volvió a sonreír y empezó a crear un plan para que pudiese robar el examen sin ser descubierto. Si le preguntasen por qué sabía cómo hacerlo respondería que sólo había que usar la lógica, el problema de eso es que la lógica de Cartman es distinta a la de los demás. En cuestión de minutos el plan estaba hecho y Gregory estaba leyéndolo.

-¡Perfecto! ¡Un plan perfecto! Me has convencido, os ayudaré. –Aceptó emocionado, elevando la voz sin importarle que hace unos minutos se preocupaba por mantener a Christophe dormido.

Stan se llevó un dedo a los labios mientras su conciencia gritaba: ¡Sálvense quien pueda! ¡El asesino de la pala se va a despertar!

-Y… ¿En qué necesitáis mi ayuda? –La pregunta del millón.

-Necesito que me ayudes a conquistar a Kyle… -Contestó tímidamente el pelinegro, bajándose un poco el gorro para tapar sus ojos.

-¡Alabado sea Dios! Espero que Christophe no haya escuchado eso… -Se giró y sonrió al comprobar que seguía dormido. -¿Ya te diste cuenta de que lo vuestro no es sólo una amistad común y corriente?

-El que no se da cuenta es él…

-¡Por eso necesitamos tu ayuda! Tú también fuiste rechazado, así que sabrás cómo hacer que el judío idiota acepte a Stan. Ahora dinos cómo conseguiste que se enamorara de ti el francés psicópata. –Pidió, o más bien ordenó, Cartman.

-Eh… Pues… -Gregory se rascó la nuca, nervioso y sonrojado a más no poder. Miró al "bello durmiente" y empezó a contar la historia.

Flashback…

DÍA 1

G - Me gustas.

C - ¿Eh? ¿Me estabas hablando a mí?

G - Sí. Me gustas.

C - Gracias por la información.

G- ¿De nada?

DÍA 2

G - Me gustas.

C - Gracias, ¿algo más?

G - No… Supongo…

DÍA 3

G – Me gustas.

C- Tú a mí no.

DÍA 4

G - Me gustas, sal conmigo.

C - No.

DÍA 5

G – Me gustas.

C - ¡Amo a Justin Bieber! ¡Baby baby baby oh!

G - ¡Aléjate satanás!

(si a alguien le gusta Justin Bieber, no os ofendáis)

DÍA 10

G – Te quiero.

C - ¿No decías que te gustaba?

G – Pero ahora te quiero…

C – Mierda. *sale corriendo*

DÍA 15

G – Te quiero.

C – Lo sé. *enciende un cigarrillo*

G – No fumes. *se lo quita*

C - ¡Dame eso!

G - ¡No!

C - *suspira* Lo apago si me dejas en paz hoy.

G – Hm… Está bien.

C – *coge el cigarro y lo tira al suelo*

G – Te quiero.

C - ¡Tramposo!

G – No sé de lo que estás hablando. *saca la lengua*

DÍA 20

G - Te quiero.

C - La persona a la que está llamando no se encuentra disponible, deje su mensaje después de la señal. Piiiiiii.

G- Idiota… *reírse*

C - ¿Ese es tu mensaje?

G - ¡Sí!

C – Su mensaje no es válido.

G - ¿Eh? ¿Por qué?

C – Porque lo digo yo.

G – Eres malo.

C – Lo sé. *sonríe*

DÍA 25

G – Te quiero

C - Tengo sida.

G - Me da igual.

C - En realidad tengo 3 años.

G - Entonces me hago pederasta.

C - No me gustan los pederastas.

G - No lo soy.

C – No lo eres.

G - Lo soy

C - ¿Ves? Lo eres

G – Mierda, me liaste.

C – *se ríe*

G - ¿Qué te hace tanta gracia?

C – Nada, nada. *vuelve a reírse*

G - ¡Eh! ¡Lo has vuelto a hacer! *hace un puchero*

C – Venga, no te enfades. *le despeina el cabello*

G - ¡Entonces sal conmigo!

C – No. *le da un pequeño capón*

G – ¡Auch!

DÍA 30

G – Te quiero.

C - …

G - ¿Me estás escuchando?

C - …

G - ¡No me ignores!

C - *le despeina el cabello*

G - ¿Qué mosca te ha picado?

C – Me pregunto qué pasará por tu cabecita tonta.

G - ¡Tú! ¡Por mi cabecita tonta pasas tú! Sal conmigo.

C – Inténtalo mañana y ya veremos.

G - ¿Eh?

DÍA 35

G – Te…

C - *le tapa la boca* J'abandonne!

G - *se destapa la boca* ¿Qué quieres decir?

C – Bandera blanca, me rindo. Saldré contigo.

G - ¡¿De verdad?!

C – Sí, de verdad. De todas maneras no creo que esta tontería nos dure más de una semana…

Fin del flashback…

Para cuando Gregory terminó de contar su historia —obviamente no la contó tan explícita— su cara estaba más roja que un tomate maduro, pero en su cara estaba dibujada una tonta sonrisa, de esas que ponen las parejas felizmente casadas cuando recuerdan cómo se conocieron.

-¿Y cuánto hace de eso? –Preguntó Cartman algo emocionado, ya que en el trono de su conciencia estaba sentado el mini cupido.

-Hm… Tres años.

-Yo no puedo hacer lo mismo que tú, Kyle me odiaría… -Dijo Stan, recuperando parte de su aura "la vida es una mierda". Y ese no era el único problema… ¿De dónde iba a sacar el valor para decirle a Kyle te quiero todos los días? Seguramente vomitaría como tres veces antes de poder articular la palabra "te".

-Cierto… Pero un trato es un trato, así que te ayudaré igual. –Gregory acarició su barbilla simulando tener una barba invisible. –¡Lo tengo! –Exclamó de repente.

-¿Qué? ¿Qué debo hacer? –Preguntó Stan, impaciente como lo es un perro al ver una loncha de jamón justo enfrente de él.

-Perdería su gracia si te lo dijera. Tú sólo asegúrate de estar en el pasillo, justo enfrente de esta misma aula, cuando hayan terminado las clases. Y tú, Cartman, asegúrate de traerlo al mismo sitio.

Stan se echó las manos a la cabeza, sabiendo que confiar en el rubio era su única opción. De repente, un gruñido se escuchó. Despacio, muy despacio, como si estuviese a punto de ver a la muerte en persona, Stan giró la cabeza y se encontró con lo peor que se podría encontrar en ese momento; el asesino de la pala se había despertado y n parecía de muy buen humor.

-¿Qué carajo hacen estos dos aquí? –Preguntó con voz ronca, como sacada de una película de terror.

Mientras tanto en la cabeza de Stan, justo en la sala del trono, el mini pelinegro corría y gritaba como un nomatofóbico (miedo a decir tu nombre) presentándose el primer día de clase.

-Good morning! –Exclamó Gregory tirándose a los brazos de su amado, feliz de la vida.

Gregory besaba a su novio como si no se hubiesen visto en treinta años, y por raro que sea, Christophe se mostraba sumiso, incluso receptivo, ante las muestras de amor.

"¿En serio quieres convertirte en eso? ¿En serio quieres convertirte en un vomita-arcoíris? ¿En serio quieres que tú y Kyle os llenéis de azúcar como dos idiotas?", preguntó el mini Stan. Y por primera vez en todos los años que estuvo enamorado de su mejor amigo se preguntó a sí mismo si de verdad quería convertirse en eso. Y su respuesta fue tan simple, tan directa y tan segura que le asustó hasta a él mismo: sí.

-Ahora en serio. –Dijo Christophe, apartando a su pegajoso inglés para poder hablar. -¿Qué hacen estos aquí? –Preguntó de nuevo, esta vez mucho más tranquilo.

-Oh, nada… -Respondió Gregory. Luego hinchó sus pulmones al máximo. –Sólo vamos a ayudar a que Stan y Kyle se hagan novios, y si dices "qué" tendrás que ayudar y no hay vuelta atrás. –Dijo Gregory tan rápido que nadie salvo él pudo entenderlo.

-¿Qué? –Preguntó confundido, cayendo sin querer en la trampa de su novio.

-Que sólo vamos a ayudar a que Stan y Kyle se hagan novios, y si dices "qué" tendrás que ayudar y no hay vuelta atrás. –Repitió lentamente.

-Tramposo. –Murmuró Christophe fingiendo estar enfadado.

Y el timbre que anunciaba que el recreo había terminado sonó. La operación "conquistar a Kyle" empezaba en tres horas.


¿Qué tal mis ricuras? ¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Os esperabais que iban a pedirle ayuda a Gregory? ¿Y qué plan es el que tiene Gregory para ayudar a Stan? ¿Vendrán los gnomos a por sus calzoncillos? ¿Por qué hago tantas preguntas? ¡Casi todo eso lo veréis en el próximo capítulo, después de los anuncios que durarán días y días! :D