Algunos de los personajes que aparecen en esta historia pertenecen al famoso anime de One Piece de Eihiro Oda

Título: Copo de fuego

Capítulo 1: Tierras y cabello de fuego

Sedas del color del fuego y brazaletes del color del sol adornaban el bello cuerpo de la Venus del sur. Las joyas conocidas como "diamantes rojos" adornaban sus muñecas y su cuello, también decoraban su corto cabello creado por el amanecer. El reflejo de su cuerpo se encontraba en los rojos suelos (que según la leyenda habían sido creadas con la sangre de los perecidos en la guerra acontecida miles de años atrás) y el reflejo de su alma se encontraba en sus ojos del color del chocolate.

Sentado en un trono de oro macizo su padre, conocido por los hombres del sur como Genzo el Valiente y por los del norte como Genzo el Sanguinario trataba asuntos de guerra con sus consejeros más fieles. Al mismo tiempo, su valido de nombre desconocido para muchos, hacía las tareas que el rey no podía realizar en la misma sala y su primer ministro hombre temido incluso para los hombres del sur iba de acto oficial en acto oficial aquella mañana.

La joven pelirroja descansaba su cuerpo sobre cojines de sedas rojas, anaranjadas y amarillas, estos grandes y lujosos, cubierta por sedas que colgaban del techo similares a las de sus vestiduras y, por supuesto, abanicadas por esclavos del norte le quitaba la piel a una mandarina para distraerse de sus ocupaciones reales como princesa del norte y junto a su hermana mayor de ojos azules como el mar y pelo, al contrario de lo habitual en las personas del sur, de un color morado brillante intentaban resolver un curioso acertijo.

El mundo no nació dividido

Mas los hermanos de hombres caídos

Decidieron tomar venganza,

Perdiendo la esperanza.

Llama de hielo,

Copo de fuego,

Juega con ellas el niño pequeño.

Hombre de nieve,

Mujer de fuego,

Juega con ellas destino lugareño.

Esta es la profecía,

De la unión de la familia dividida,

Perderá el hombre rico,

ganará el hombre pobre,

perecerá el hombre erguido,

sobre cadáveres de los hermanos a su nombre.

Era un acertijo no resuelto repartido por todo el reino y ellas desde pequeñas intentaron con tesón llegar a la solución. Las hijas del rey sacaron de las metáforas miles de teorías pero no pudieron lograr una que diera sentido a aquel acertijo.

Los esclavos abanicaban enviando aire fresco hacia las chicas que reían de sus propios asuntos ajenos al mundo. Olvidarse del mundo, era lo mas maravilloso en la vida de la mas joven, Nami, la mas mayor, Nojiko, se había habituado bastante bien a la vida de princesa ignorando sus puntos malos y resaltando los buenos.

Las risas de inmediato se interrumpieron cuando entró el primer ministro cubierto como la lluvia cubre las montañas en primaveraa, únicamente por unos pantalones anchos y coloridos con los bajos empapados de las gotas de sangre que salpicaban cuando pisaba los cadáveres de sus víctimas y un pañuelo blanco en la cabeza junto con todos sus adornos para exaltar su riqueza. Entró aquel día en la sala imponente y todas las demás personas (excluyendo al rey y las princesas) se pusieron de rodillas encorvándose hasta tal punto, que sus frentes rozaban el suelo.

El rey sonrió al ver al que pensaba que era un viejo amigo.

La princesa mayor lanzó un cordial saludo con la mano.

La princesa menor se quedó clavada en el sitio, con la sangre congelada, tan intimidada como los criados.

El hombre cruzó la sala tan imponente como había entrado mientras Nami se encogía en los cojines intentando esconderse entre ellos, deseó en ese momento hacerse invisible. El hombre saludó en dirección a la agrupación de sedas y cojines que refugiaba a las princesas y se quedó mirando fijamente a Nami durante al menos unos minutos. Esta en ese momento agarró con fuerza la pierna de su hermana. Poco a poco fue escondiéndose detrás de ella cual niña pequeña.

¡Nojiko peligro! Quiso gritar.

Esta notó el agarre aunque siguió sonriendo. Puso su mano sobre la de su hermana pequeña y empezó a acariciarla hasta que Nami se calmó y lentamente soltó el pie de su hermana. Aun así, la tensión permaneció en la sala y aumentaba si uno se acercaba al montón de sedas y cojines.

El hombre siguió caminando e insolente se paró ante su señor haciendo una inclinación hacia delante con la cabeza sin agacharse como el resto de súbditos del reino. Abrió la boca y mientras hablaba, el silencio más sepulcral estaba presente, interrumpido por una voz grave y autoritaria que se introdujo en el cerebro de los presentes. Nadie se atrevió a erguirse.

-Dentro de siete días, a la caída del sol casi entrada la noche, se celebrará el ajusticiamiento de los desleales de Enna la diosa suprema, de los criminales que contaminan nuestro imperio y de aquellos que adoran al frío. Sería aconsejable que vuestras hijas contemplaran el rostro de aquellos que desean destruirlas para así en un futuro, lograr, que mantengan este imperio en pie.

Al escuchar semejante discurso, asombrado y convencido a partes iguales, nuestro rey decidió enviar a sus jóvenes hijas a la Matanza del Coliseo del Fuego y ordenó que fuera acompañada por su primer ministro, el anunciante del discurso: Enel.

La danza de las olas se prolongaba en el mar hasta romperse contra el acantilado y tomando como música el canto de las gaviotas, dulcificó aquella noche para aquellos que tuvieron el placer de contemplar el espectáculo. La espuma no llegaba a salpicar a los integrantes de la función, un total de cinco encapuchados, cuatro hombres y una mujer.

La mujer estaba asociada con uno de los hombres, el cual tapado por su capa dejaba entrever unos mechones de pelo azules. Todas las capas estaban hechas del tallo de Ulla una planta que utilizaban para cubrirse las personas en zonas cálidas, en el sur, era habitual que todo el mundo tuviera una capa de Ulla, ya que allí no llegaba el frío.

¿Y porque todo el mundo tenía una capa? Sencillo, era la prenda más útil que alguien que viajaba habitualmente. Te protegía de los rallos del sol y en el caso del sur de pequeñas ráfagas de viento demasiado cálido, podía ser una manta durante la noche y podía esconder cosas en sus pliegues, aunque las capas se buscaban sobre todo con bolsillos pequeños dónde introducir cosas.

Una sólida roca a la altura de sus caderas, los separaba.

La parte de arriba de la roca era lisa y sobre ella se encontraba un objeto prodigioso y apenas visto por el campesinado y gente común de cualquiera de los dos bandos: un mapa.

Los mapas no estaban a manos de estudiosos, ni de ricos, ni de campesinos. Existían los guías, que conocían un pequeño trozo de mundo y podías pedirles que te llevaran de tu aldea a otra muy cercana por unas monedas pero tener un mapa estaba solo reservado a tropas listas para la guerra, para aquellos que organizaban a los ejércitos y se encargaban de preparar ataques y defensas. Según el planteamiento, si se extendía el uso de los mapas, cualquiera podría interpretar uno e ir a cualquier parte, los grupos a favor del otro bando podrían esconderse en terrenos de difícil tránsito marcados con un mapa, o huir de una ciudad a otra sin perderse o tal vez dedicarse a espiar. Como se suele decir: mejor prevenir que curar.

Pero aquel mapa estaba allí, sobre la roca.

Los otros tres hombres, también de identidad desconocida, intentaban ocultar sus rostros. Formaban un triángulo encabezado por un chico con un sobrero de paja similar al de un campesino que junto con las sombras se escondía en la oscuridad. A su derecha un hombre cubierto por la capucha de la capa, pero por los pliegues que ésta formaba, no era difícil deducir que un total de tres espadas estaban enganchadas a su cinto. A la izquierda del hombre del sombrero, tapado por la capucha de la capa y por la misma había un hombre con unas botas buenas y relucientes, demasiado para ser quien era.

El chico del sombrero se echó hacia atrás y el de las tres espadas examinó el mapa durante unos minutos.

-Es auténtico chicos.

Fue el turno del hombre de las buenas botas, quien se encargaría de negociar el precio de aquella joya. Éste agachó la cabeza para examinar el mapa de nuevo y surgieron unos cabellos del color del oro. La mujer y el peliazul, que estaban al otro lado de la roca se miraron por una fracción de segundo, ese rubio tan característico solo era posible en alguien que venía del norte.

-Lo he mirado bien –dijo malhumorado el hombre de las tres espadas.

-¡Cállate! –gritó el rubio y automáticamente miró con firmeza a los vendedores-. ¿Que queréis a cambio?

En contra de lo que todos excepto el peliazul, imaginaron que pasaría, fue la mujer la que dio un paso al frente y se estableció en su papel de negociadora.

-Queremos una brújula y 50 monedas de oro –dijo la mujer con seriedad.

El rubio se apoyó en la piedra con aire seductor y el dedicó una sonrisa.

-¿Qué tal si bajamos el precio?

La mujer como respuesta le dedicó una mirada fría.

-Una brújula y 50 monedas –repitió.

-Te ofrezco 3 pergaminos y 20 monedas.

La morena negó con la cabeza.

-Eso es un insulto.

-No poseemos 50 monedas –contestó el rubio.

La mujer miró al peliazul y ambos asintieron al unísono.

-Una brújula y las monedas que tengáis, no a cambio del mapa sino de colaboración.

La roca los dividía ya hecha la propuesta y los tres hombres deliberaban entre ellos mientras la mujer y el peliazul esperaban y conversaban en voz baja.

-Apuesto a que lo planeaste desde el principio Robin.

Ella sonrió y asintió.

-Ni si quiera ellos tendrían 50 monedas de oro Franky, es una auténtica fortuna. Pero lo que nos interesa de estos hombres es su fuerza no sus posesiones y el mapa era el mejor cebo.

Intercambiaron una sonrisa cómplice mientras los tres hombres con la decisión ya tomada avanzaban hacia ellos con el rubio esta vez a la cabeza.

-Aceptamos.

Éste pronunció la palabra clave y Franky y Robin intercambiaron una mirada de victoria. Él puso uno de sus dedos en un punto clave del mapa y comenzó a relatar.

-Bien, éste lugar que esto señalando es el Coliseo de Fuego y en cuestión de una semana se celebrará la habitual Matanza del Coliseo de Fuego. Es un acontecimiento celebrado cada vez que pasan tres ciclos, al que como sabréis, asisten las personalidades más influyentes de la sociedad. No es he contado nada nuevo, pero, ahora llega lo ¡Super! Esta vez acudirán las dos princesas con acompañadas del primer ministro.

Aunque los tres hombres que no conocían la noticia, se mantuvieron en su sitio, en su interior podrían haberse desmayado de la sorpresa pues no era para nada habitual que las hijas del rey asistieran a acontecimientos tan violentos.

-Nuestro plan –continuó Franky- es secuestrar a la menor, la pelirroja. Comparada con la mayor será más fácil de asustar y nos dará menos problemas, es la más débil y estoy seguro de que el rey daría lo que fuera por recuperarla sana y salva.

-Queréis retornar el Gobierno del Eclipse –dijo el hombre del sombrero de paja.

-Tanto como vosotros –afirmó Robin.

Se mantuvo un silencio sepulcral, interrumpido únicamente por el continuo choque de las olas contra el acantilado, luchando como griegos y troyanos, luchando como portadores del fuego y portadores del hielo.

-Sea –dijo el hombre del sombrero, que pasaría a la historia como Luffy.

Continuará…

¡Hola a todos! Sé que llevo mucho tiempo sin escribir y tengo una historia a medio terminar, pero tengo muchísimas ideas y no se como escoger a la mejor y representarla para que os guste. Me temo que no la continuaré de momento aunque seguiré intentándolo \(^.^)/

Importante: se que alguno se habrá cuestionado porqué Enel llega a 1er ministro siendo que es rubio como lo son los del norte, es parte de los secretos de esta historia, x favor no me matéis en los comentarios :3