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Para mi querida jacque-kari, sin ninguna razón en particular, porque sentía que quería regalarle algo para que se acordase de cuánto la quiero y le animase en los días grises.
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Imagen: 272: chico mordiendo abdomen desnudo (por Chia Moon), 284: chico bajando la luna para chica (por jacque-kari)
Personajes: Yamato, Hikari
Summary: Hikari preguntó si la luna del Digimundo se podría bajar, Yamato se dio cuenta de que era su extraña forma de bromear.
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Espejismo
29. Bajar la luna
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Yamato miraba el fuego. Se le escapó un bostezo, pero se obligó a espabilar. Era su turno de montar guardia. Gabumon había ido a por más leña.
—Puedo sustituirte, si quieres —dijo de pronto alguien—. No puedo dormir.
Él se giró y miró a Hikari.
—Estoy bien. Vuelve a la cama.
—No se le puede llamar cama exactamente… —Yamato hubiera pensado que era una queja, pero algo en la cara de la niña le hizo pensar que era una especie de chiste.
—Mañana estarás cansada.
—Todos los días duermo poco.
Se sentó junto al chico. Los demás dormían cerca del fuego, muy profundamente. Volver al Mundo Digital después de esos días de vuelta en casa había sido duro. Otra vez a dormir en el suelo, a comer cualquier cosa, a pasar el día caminando.
Él recordó de pronto que aquella era la primera vez de Hikari en aquel mundo.
—¿No puedes dormir porque tienes miedo? —preguntó.
Ella levantó la cabeza para mirarle. Sonrió, tranquila, mientras negaba con la cabeza.
Yamato se sintió tonto por haber supuesto eso. La niña, apenas unos días atrás, se había entregado a Myotismon para salvar a los demás. Desde luego no era cobarde.
—Este cielo es diferente que el de nuestro mundo —comentó Hikari, después de un rato de silencio—. Pero la luna también está aquí. ¿Crees que esta sí se podrá bajar?
—¿Cómo dices?
—Ya sabes, como eso que suelen decir en las películas los enamorados, de bajar la luna para su amor.
Al mirarla, se dio cuenta de que volvía a bromear. De alguna forma que Yamato no entendía del todo. Él frunció el ceño, pero se le escapó una media sonrisa. Pareció que eso dejaba satisfecha a Hikari.
—Quién sabe, quizá algún día alguien me haga esa promesa incumplible. Suena romántico.
—Y bastante tonto —dijo el chico.
—Por eso es divertido. Buenas noches, Yamato.
—Que duermas bien.
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Hikari se recostó en el sillón, con la cámara en la mano. Revisó las últimas fotografías que había sacado y se le escaparon varias sonrisas.
Yamato, mientras se suponía que estaba practicando con el bajo, no podía apartar los ojos de ella.
Llevaba su camiseta. Esa tan grande, tan vieja y que siempre le había parecido fea. Hasta que ella empezó a usarla cada vez que dormía en su apartamento.
El chico tuvo que rendirse, dejar el instrumento en su sitio y acercarse a su novia. Le levantó la camiseta para morderle la cintura.
—¿Sigue pareciéndote romántico y divertido que alguien prometa bajar la luna? —preguntó Yamato.
—No sabía que recordases esa conversación.
—No me has respondido. —Ella se rio, porque los dientes de Yamato volvieron a morderle la cintura y le hicieron cosquillas.
—No hace falta que me prometas algo tan cursi y que es mentira. No es tu estilo.
—Bien.
Hikari lo decía en serio. Aun así, se emocionó cuando Yamato compuso una canción en la que hablaba de una luna capaz de bajar del cielo. Sabía que era su forma de cumplirle la promesa que nunca había hecho en voz alta.