Ansio dejar un especial agradecimiento a Gabriella Yu (ojala lea esto) porque sus dos historias de Yu-Yu Hakusho me catapultaron a escribir las mias (si, tengo mas, si gustarian seguirme), y esta de mas agregar que me encanta lo que escribe.

Ya, infinitas gracias a quienes estan leyendo.

¡Que viva Yu-yu Hakusho! No los olvidaremos, menos a sus personajes. Para mi, nunca sera viejo, anticuado ni poco emocionante. Es uno de los mejores recuerdos de la infancia, ¿y de ustedes? ¡Gracias por leer!


- Es verdad- coincidió Hiei, flexionándose un poco- Es apenas el comienzo de tu castigo.

Pero, algo no estaba del todo bien. El bufón tenía un aura de energía más fuerte que antes.

Hiei se puso en posición de ataque, dispuesto a muchos métodos dolorosos para con el enemigo. Vio a Yusuke acercarse, pero le hizo un gesto y este fue por Kurama, quien observaba la pronta pelea y le sonreía como solía hacer.

Pelear con el bufón fue, esta vez, mas sencillo pero con momentos complicados. Primero que nada, el bufón se estaba haciendo fuerte por las energías que le transmitian los cascabeles de su cetro, el cual no soltaba ni aun cuando Hiei lo ataco a puño limpio varias veces y mostro su arte con el fuego.

El bufón necesitaba una distracción y más poder.

Encontró su solución al ver al detective espiritual acercarse a el y a Hiei, para atacarlo con su Reigan. El no pudo hacerlo, ya que Saki fue mas rápido y blandió su arma en la dirección a Yusuke, quien poco después vio asombrado como su alrededor se hacia humo.

- ¡Yusuke!- grito Kurama al ver la escena.

Hiei ataco por sorpresa al bufon, quien sufrió una herida por su espada en el hombro izquierdo.

- ¡Desgraciado!

A Hiei lo había impresionado, pero no lo suficiente como para distraerlo en la pelea. Por un momento, se fijo abajo, donde había estado Yusuke, mientras el humo blanco se disipaba.

Enfrento de nuevo al Bufón de los Dioses y lo tiro contra el suelo, finalmente fuera del aire que era su territorio predilecto para pelear. Se complació un poco al ver que le había hecho bastante daño antes de aquella caída, parecida a la que le hubo hecho a Kurama.

El Bufón, levantándose pesadamente del suelo seco, le entregaba una rabia que le gusto ver en sus raros y distorsionados ojos.

Unos gritos infantiles lo distrajeron. Era Yusuke, convertido en un niño mientras el humo se perdía. Volvió su atención al Bufón, quien sonreía socarrón. Su cetro ahora tenía otro cascabel, seguro, con la energía de Urameshi.

- Estoy cansado de los niños- murmuro Hiei con desprecio.

Su contrincante lo aparto de encima con una pequeña onda espiritual salida del nuevo cascabel y empezó a levitar para dar un golpe de ataque... pero en eso unas ramas de árboles lo tomaron de la cintura y los pies. En un descuido, su cetro se desprendió de sus manos y cayo al suelo.

Hiei miro atrás, con recelo.

- ¡Esta lucha es mia! Kurama, bájalo.

El pelirrojo apareció con la brisa del viento del Makai meciendo su cabellera. Miro a Hiei con seriedad, a lo que este callo.

- Ellos no pueden esperar mas, Hiei- dijo a voz tétrica- Me llevare el cetro, luego haz lo que querías.

El demonio de fuego hizo un gesto de desinterés. Kurama sonrió levemente y atrajo el cetro a sus manos por obra de las ramas que recogieron el mismo y se lo entregaron. El bufón comenzó a gritar, indignado y furioso.

- Esto ya puede convertir en niños a los humanos tanto como a bestias como nosotros- miro Kurama el arma principal del bufón- ¿Qué opinas, Hiei?

- No me importa, vete.

El aludido cerró los ojos, sabiendo lo que significaba realmente. De su mano libre hizo aparecer su látigo de rosas y arrojo el cetro al aire.

El bufón comprendió al instante lo que quería hacer. Grito en una suplica que no lo hiciera, pero los pedazos de su valioso cetro, junto a los cascabeles, cayeron de a poco en el suelo y ante sus ojos. Kurama toco de nuevo la tierra con sus pies y guardo su arma.

- ¡No!- grito el bufón, viendo su creación destruida- ¡Que hiciste!

Una voz quejosa se escucho contra los gritos del Bufón de los Dioses. Era Yusuke, sobándose el rostro con una mueca asqueada, que caminaba hacia sus compañeros devuelto a su forma adolescente.

- Oigan, chicos, ¿Paso algo…?- miro al pelirrojo y al maestro del Jagan con desconcierto. El primero sonrió graciosamente a su pregunta y Hiei gruño, dirigiéndose al bufón con el más potente desprecio.

- Si, Yusuke, todo se ha resuelto. ¿Te sientes bien?- pregunto Kurama caminando hacia el.

La energía de Yusuke había vuelto completamente a el.

- Me siento muy mareado. ¿Qué ocurrió, Kurama?

Dándole un breve vistazo a la figura de Hiei acercándose peligrosamente al bufón, todavía entre las raíces que Kurama había invocado, tomo el hombro de Yusuke para llevarlo a otro lado. Se notaba a leguas que el detective estaba muy desorientado.

- Te lo contare, no debes preocuparte por nada.

- ¿Y Hiei?- musito, entrecerrando los ojos.

- Esta entretenido, dejémoslo- sugirió Kurama, haciendo un movimiento de manos que el detective no alcanzo a ver.

Las raíces soltaron al bufón, quien cayo a los pies de Hiei.

Para el Bufón de los Dioses nada había terminado. El demonio de fuego al que había convertido no le permitió descansar de su tortura hasta que le dio el último golpe, cortándolo por la mitad con su katana.


- Kazuma, no te aflijas tanto. Ya todo pasó.

A su alrededor, sonrisas y ansias de risa querían destacarse por la escena tan "dramáticamente romántica" ante sus ojos. Yukina comenzaba a incomodarse, ruborizándose mas al verla tanta gente.

Hiei, ansioso de usar su katana, se contuvo un bufido de rabia. Detestaba que el burro del equipo Urameshi tocara a su querida hermana.

- ¡Perdóname por no cuidarte lo necesario!- gritaba Kuwuabara, sosteniendo la mano de Yukina como un condenado en encuentro de la luz de la esperanza y la vida. Tanto estaba en su pena que no noto cuando la delicada mano de su princesa de hielo se deslizaba para soltarse de su agarre- Fui descuidado y un vil payaso te ataco. Lo lamento mucho, me siento impotente como hombre.

- Lo cual siempre has sido, deforme.

Kuwuabara le dirigió una fiera mirada a Hiei, dueño de aquel insulto, pero no se decidió a hacer nada sino que volvió su atención a su adorado amor, de regreso a la divina princesa adolescente del hielo que conoció.

- Ya- hablo la voz de Kurama, conteniéndose la risa de aquella situación- Kuwuabara, has estado arrodillado mucho tiempo, ya entendimos todos lo que quisiste decir. Hiei, compórtate.

El pelinaranja miro a Yukina con ojos tristes y esperando su perdón.

Hiei gruño al pedido de su amigo, el que jamás iba a cumplir. Tal vez la manía de tratarlo como niño persistiera en el.

- Kazuma. No tienes la culpa de nada- hablo la suave voz de la koorime- Y se que me cuidaste cuando me convirtieron en una niña. No recuerdo mucho pero estoy segura que estuviste cerca para mí y te lo agradezco mucho. No hay nada que disculpar.

Su pretendiente la miro con los ojos más brillantes, como si estuviera delante de una luz cegadora que adoraba ver. Dejo su mano y se puso de pie, haciendo gala de su discurso de que siempre seria así, protector y valiente, todo por ella, prometiendo que la cuidaría el resto de sus días.

- Pero que cursi…- se quejo el detective espiritual con las manos contra el pecho. Estaban en el templo de Genkai, de regreso a la normalidad.

- Aunque hubiera abierto la barrera para que el saliera a ayudarlos no se habría ido- opino la anciana Genkai, tomando su te como de acostumbre- Además, Kuwuabara tendrá una gran energía espiritual pero estaba segura que ese bufón lograría hacerlo mas niño de lo que ya es.

- Es verdad- coincidio Kurama, acercándose- Este mundo pudo haberse convertido en una cumbre de niños de no haber sido porque la defensa de la barrera que usted alzo, maestra Genkai, desacelero el proceso.

- Muy ingeniosa, ¿verdad?- sonrió la mujer de edad.

- ¡Un momento! ¿Cómo es que usted lo sabia?- intervino Yusuke, bastante confundido- Ese bufón vino aquí una sola vez y no mostró todo su poder.

- Lo supe por el aroma.

- ¿El aroma?

- El pestilente perfume de energías mezcladas en una asquerosa arma.

- ¿Pudo olerlo? Kurama, ¿y tú? Nunca dijiste nada sobre eso.

- Pensé que se debía a otra cosa- admitió, un poco aliviado. Al final no había sido como había pensado, pero igualmente se sintió apenado de no haber deducido lo mismo que la maestra Genkai antes- Pero, ya todo acabo. Los niños están volviendo a su forma adulta gracias a la ayuda de los recursos del mundo espiritual, regresaran a sus casas como los adultos que eran y no tendrán recuerdos de nada.

- Me pregunto como Koenma explicara las desapariciones de esa cantidad en este mundo y el como aparecieron súbitamente y sin daños.

- Koenma usa la cabeza cuando es requerido hacerlo- comento Genkai.

Ambos jóvenes detectives asintieron y dejaron el tema, que desde hacia unas quince horas se hubo solucionado.

Hiei había vuelto a la normalidad, y a los ningen que había usado aquel bufón para experimentar también lo estarían. La amenaza estaba fuera.

Yusuke rió un poco más fuerte, viendo a Kuwuabara hacer otra de sus poses de héroe macho a Yukina. Ella pregunto algo sobre caballeros con armadura, como se autodenomino Kuwuabara, y este le contó con mucha picardía y entusiasmo la historia. Por su lado, Kurama veía a Hiei a distancia. Si, todo había regresado a la normalidad pero no entendía el sentimiento de soledad que ahora le acometía.

Deshacio su mirada fija en el demonio de fuego y salio afuera, sintiendo la brisa de la noche y el aroma de la naturaleza abundante del terreno de Genkai. Por un momento, se sintió en paz.

La imagen de una fantasía volvió a su memoria. Un pequeño Hiei en su regazo mientras le leía un libro. El niño sonreía, viéndole con agrado y curiosidad. Sintió una repentina melancolía por lo que no volvería.

Expulso un suspiro de resignación, apoyándose a la estructura del templo.

- Cada día te ves más estupido, como un ningen cualquiera.

Esbozo una leve sonrisa antes de dar media vuelta y ver a Hiei acercarse.

- Modérate. Das vergüenza- gruño Hiei como si la cosa fuera de importancia, a lo que el pelirrojo sonrió de nuevo.

- ¿No recuerdas que paso cuando volviste a ser un niño?- inquirió con una ligera picardía- Hiciste cosas un poco…no propias de ti.

El le evadió la mirada pero Kurama sabia que estaba sonrojado. No hubo contestado, así que probablemente Hiei pensase que lo sucedido fue una vergüenza continua en vez de lo que realmente fue, al menos, para Kurama.

Un silencio los envolvió durante un minuto entero. Respiro el aire de la naturaleza y se sintió mas grato, mas con la compañía a su lado.

- Mentiste como un zorro, Kurama.

- ¿Por qué?- le enfrento al instante. No entendía el como Hiei podía arruinar tan fácilmente los momentos.

Hiei señalo hacia su izquierda, donde estaba la puerta entreabierta y adentro hablaba Kuwuabara sobre dragones y caballeros.

- Esa no era la historia que me contaste- musito bajo, tal vez arrepentido a último instante de haberlo dicho y expuesto así.

Kurama lo vio intensamente. Levemente sonrojado y con la mirada a otra parte. Era verdad. Lo que había creído siempre fue cierto. Hiei todavía era un niño, aunque hubiese crecido e intentase disimular seriedad a las cosas que le habrían hecho reaccionar impulsivamente como un infante. Y, aun así, era un adulto sufrido. Era ambas cosas a la vez. Terrible y encantador. Poderoso y vulnerable. Aterrorizante y…adorable.

No puedo evitar soltar una carcajada limpia. Hiei se quejo y trato de contenerse. Cosas tan simples y un ingenuo…Se fijo en el de nuevo. No discernía mucho del pequeño con el que trato hasta esa tarde. La añoranza era tonta. Hiei estaba allí, estuvo allí siempre, solo que mas sensible y Kurama mas osado para tratarlo como lo hubo hecho.

Tomo su brazo con su mano en un sutil agarre, presintiendo que se iría molesto de nuevo y no volvería a verlo en días, semanas, probablemente.

- No me digas- sonrió cándidamente. El demonio de fuego le miro extrañado- Te contare la autentica entonces.

- No la quiero.

- Bien- asintió, conteniéndose una alegría- ¿Qué otra historia quieres que te cuente?

Y cuando lo vio confundido, reflexivo y avergonzado, lo supo de nuevo.

Era adorable, porque era Hiei y solo por eso.

Finalizado.


Indice:

Capitulo 1: Pequeño Hiei

Capitulo 2: Esencialmente iguales

Capitulo 3: A la solucciòn.


¡Fin! ¿Opiniones, criticas, comentarios? Ojala se hayan divertido y, de nuevo, gracias por leer.