¡Hola! Vengo a hacer entrega del cuarto y último drabble. Admito que este es el más pobre de los cuatro, y es que a Killua le sienta lo bromista, no al revés. Por otro lado, me costó imaginar algo a lo que le pudiera temer, pero bueno, ni modo. Aquí les va.

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IV.-Killua.

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Gon observaba con atención todo el ritual que su mejor amigo hacía antes de ir a dormir; Killua se daba una larga ducha de agua caliente, para relajar sus músculos; lavaba muy bien sus dientes, porque cuidaba mucho su sonrisa; cepillaba su plateado cabello cuidadosamente, para que no se le formaran nudos. Pero había un acto final que el moreno no entendía, y es que justo antes de meterse a la cama y apagar la lámpara, el Zoldyck abría la puerta del clóset, lo revisaba minuciosamente y cuando quedaba satisfecho, se aseguraba de que la puerta quedara bien cerrada.

—¿Qué es lo que tanto haces revisando los clósets en la noche, Killua? —Preguntó Gon durante la mañana. No era la primera vez que lo hacía, pero su amigo siempre zafaba de responder.

—No me dejarás en paz hasta que te lo diga, ¿verdad? —Bufó—. Bien, te lo diré, pero si se te sale con Kurapika o Leorio puedes ir despidiéndote de este mundo —regañó.

Gon le dio su palabra de que así sería, entonces sigilosamente y casi en un susurro, el Zoldyck se lo dijo. Con lo que ninguno de los dos contaba era que justo en ese momento, apareció Leorio y sin que lo notaran lo escuchó todo. "¡Oh, sí! Esta será mi venganza contra el mocoso", pensó mientras una sonrisa macabra cruzaba su rostro.

Esa noche al igual que siempre, Killua se bañó, lavó sus dientes y cepilló su cabello. Quiso evitar ir al clóset por vergüenza, pero Gon le sonrió y le recordó que también había prometido no burlarse de él. Se acercó, abrió la puerta, miró hacia adentro con detenimiento y cuando estaba por cerrarla, algo lo agarró por la mano. Horrorizado, Killua lanzó un grito al tiempo que saltaba hasta quedar como gato pegado al techo.

—¡P-p-p-pe-pe-pero qué mierda fue eso! —Gritó—. ¡Algo me tomó el brazo, Gon!

El moreno no entendía nada, él no creía en situaciones paranormales pero aceptó que Killua durmiera con él, aunque recomendó que lo mejor era revisar una vez más.

—Vamos los dos, quizá fue tu imaginación —dijo convencido, pero Killua realmente tenía cara de espanto, si hasta Gon podía oír el repiquetear de su corazón.

El Zoldyck caminó hasta el clóset una vez más, pero dejó que Gon abriera la puerta y desde dentro, salió una sábana haciendo 'bu' con fuerza; nada del otro mundo pero Killua estaba tan tenso, que se escondió detrás del moreno sin notar que bajo la tela estaba Leorio muerto de la risa.

—¡No puedo creerlo, el bebé Zoldyck le teme a los fantasmas! —Exclamó retorciéndose de risa—. Cierto es lo que dicen: la venganza es un plato que se sirve frío.

Hecho una furia por la burla, Killua encaró a Gon. Pero cuando el mayor de los tres explicó cómo se enteró de todo, el Zoldyck parecía más enojado que nunca.

—Leorio —dijo con total calma—. Si valoras tu vida, será mejor que corras.

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