El juego de los dioses

Capítulo I: "Confianza"

Como de costumbre, Thot arrinconó a Yui contra la pared del pasillo, colocando las dos manos a ambos lados de la cabeza de la chica, para evitar que se le escapara.

- ¿¡Qué diablos estás haciendo, Kusanagi!? – Le gritó. - ¡El tiempo se acaba y ellos no hacen ningún progreso!

- E… eso… yo hago lo que puedo…

- ¡te trajimos aquí para que consiguieras resultados! – Siguió la bronca el impaciente Dios del Conocimiento. - ¡Y no lo estás haciendo!

- ¡Ya he dicho que hago lo que puedo, Thot-sama! – Exclamó Yui, tratando de zafarse. – Intento que aprendan las costumbres y los sentimientos humanos, pero… no es tan fácil…

- ya veo – la expresión de Thot cambió – sentimientos humanos… gustos humanos…

El profesor llevó una mano hacia el cabello de la joven y le acarició el cabello lentamente, observándola.

- eres hermosa… una hermosa humana… - dijo con voz susurrante.

- T-Thot-sama… ¿qu-qué hace? – La chica, extrañada y con el corazón latiéndole muy fuerte y muy deprisa, trató de colarse por debajo de los brazos de Thot, pero este se lo impidió y para evitar que lo intentara otra vez, le sujetó las muñecas por encima de la cabeza. – No… espere… yo…

- sé que soy brusco contigo… pero… ¿por qué no me enseñas algo sobre los sentimientos humanos a mí también? ¿Por qué no me enseñas algo sobre ese sentimiento llamado amor? Yo también puedo aprender…

- Thot-sama… - susurró la chica, muy roja, forcejeando. – Suélteme…

Él no le hizo caso, al contrario, se adelantó hasta estar muy cerca de ella, y que sus labios se tocaran. La chica abrió los ojos como platos. Nunca había creído que el recto y serio profesor se iba a comportar de esa manera.

- ¡KIAAAAAHHHHHH! – Gritó en cuanto pudo, intentando zafarse, empujándole con un hombro, lo cual hizo que Thot se sorprendiera. ¿Aquella jovencita le estaba rechazando?

Pero, por mucho que lo intentaba, Yui no era capaz de quitárselo de encima, el dios era mucho más alto y corpulento que ella; tenía más fuerza y la inmovilizaba, pero de repente, Thot fue apartado con violencia, yendo a parar a la pared de enfrente.

- ¡APARTATE DE ELLA, CABRÓN! – Exclamó una voz conocida, aunque después de pegar. Yui, en un principio no vio nada, sólo se dejó caer al suelo de rodillas. Las piernas se le habían convertido en gelatina. Al verla en ese estado, su salvador fue rápidamente hacia ella. - ¿Hierba?

- No… no me llames así – le pidió, tratando de esbozar una sonrisa. Sin embargo, lo que le acababa de pasar se le vino encima y los ojos empezaron a llenársele de lágrimas. - ¡Takeru-san!

Sin más, Yui se derrumbó en brazos del dios Susanoo y empezó a llorar refugiada en su pecho. Takeru no sabía bien cómo actuar en una situación así. Era la primera vez que tenía una chica llorando encima de él. Trató de darle unos torpes golpecitos en la espalda, tratando de consolarla.

- am… er… Hi-Hierba… no llores, mujer… ya pasó... – le dijo, con algo de color por las mejillas. – Ya le he pegado, no se volverá a acercar a ti si sabe lo que le conviene.

- ¿Qué ha pasado? – Se oyó la voz de Apolo. Al oír el grito de Yui, los otros dioses también habían acudido, aunque Takeru había sido el más rápido. – Te hemos oído gritar, yousei-san…

- el malnacido de Thot se estaba propasando con ella – dijo Takeru. – Pero yo se lo he quitado de encima.

- Está inconsciente… seguro que esta desgracia es culpa mía – masculló Hades, siniestro y pesimista como siempre.

- Am… ¿has pegado a Thot? – Preguntó Apolo, algo preocupado. Al oírlo, Yui levantó la cabeza, asustada.

- No… Takeru-san, ¿por qué lo hiciste? ¡Te expulsarán por mi culpa!

- No… no te preocupes, Hierba – le dijo con voz dulce y amable, una que sólo ponía con ella – me da igual, no iba a dejar que hiciera algo que era obvio que tú no querías…

- si dejamos al pájaro de mal agüero aquí y nos vamos con koneko-chan – apuntó Loki. – ¿A ver quién va a saber quién le dio una paliza?

Todos, incluso Tsukito, el hermano mayor de Takeru, estuvieron de acuerdo con ello y se alejaron de allí, llevándose a la chica con ellos. Cuando se marchaban, Yui se fijó en que la camiseta deportiva que solía llevar el dios del mar estaba empapada, a causa de sus lágrimas. Bajó la cabeza, avergonzada.

- ¿unh? ¿Qué te pasa, Hierba? Tranquila, nadie nos ha visto… y posiblemente Thot no habrá tenido tiempo de ver quien le pegó… - le dijo Takeru, fijándose en su cara.

- Takeru-san… lo siento, no sólo te he metido en un lio – se disculpó la chica. – También te he dejado la camiseta empapada… - Yui apretó los ojos, algo roja.

- ¿unh? – El chico se miró la camiseta, realmente estaba empapada, pero le quitó importancia con un gesto. – Bah, eso no tiene importancia… ya la lavaré…

Con indiferencia, se la quitó y se quedó sólo con los pantalones, como si nada. Sin más, Yui se la quitó de las manos.

- ¡Yo te la lavaré! – Exclamó.

- bah, no hace falta, Hierba – contestó el chico. – Ya la lavaré yo…

Sin embargo, Yui casi no le dio tiempo a terminar de hablar, salió corriendo con la camiseta del dios del Mar entre sus manos.

- ¿Eh? ¡Pero bueno! – Se indignó Takeru, al ver como la chica se marchaba con su camiseta. - ¡Vuelve aquí, ladrona!

Takeru se marchó detrás de ella, y su hermano junto Apolo lo hicieron detrás.

- Take-Take, ¿dónde vas? ¡No puedes ir por ahí sin camiseta! – Le regañó el dios griego, tratando de alcanzarle, aunque era una misión difícil. – Tsuki-Tsuki, dile algo…

El dios lunar apretó el paso para ponerse a la altura de su hermano pequeño y le propinó un fuerte capón en la coronilla.

- ¡Auh! – Se quejó Takeru, llevándose una mano al golpe - ¿por qué me pegas, anii?

- Está prohibido ir por los pasillos corriendo y sin camiseta – sentenció Tsukito, que se ocupaba de velar para que se cumplieran las normas.

Susano'o se quedó callado un momento, pero luego salió corriendo, gritando el apodo de Yui por todo el instituto.

- ¡Hierbajo! ¡Cuando te pille te vas a enterar! - Tan rápido era, que ni Apolo ni Tsukito pudieron darle alcance ya.

Mientrastanto, Yui estaba en el cuarto de la colada, lavando la camiseta en una pila llena de agua y jabón; casi sin darse cuenta de lo que hacía, iba tarareando una canción sin letra ni melodía, probablemente inventada. De repente, sintió que alguien la agarraba por un brazo; trató de apartarse, asustada por si era Thot nuevamente, pero no era él, sino un enfadado Takeru.

- ¿Takeru-san?

- ¡Trae eso aquí! – Exclamó Takeru, arrancándole la camiseta y poniéndosela, a pesar de que estaba mojada.

- Pero… Takeru-san – protestó Yui, confundida por su reacción. – Está mojada.

- De que está mojada ya me di cuenta, hierbaja – le espetó, cortante y molesto. – Pero no quiero que mi hermano me vuelva a pegar por no llevar camiseta…

- ¿Eh? ¿Tsukito-san te ha pegado? – Le preguntó, preocupada.

- ¡Sí! ¡Por tu culpa! ¡Me birlaste la camiseta y él se enfadó!

- Yo… no te la robé… quería…

- ¡Querías lavarla, ya lo sé! Pero, ¿no pensaste en dejar que me pusiera otra cosa antes?

Yui entendió la situación y miró para otro lado, avergonzada.

- Lo… lo siento, Takeru-san – se disculpó, sin mirarle. – No me di cuenta.

- Tsk – no estaba muy claro si el dios había aceptado o no su disculpa.

- Takeru-san… no quiero pelearme contigo…

Al oír aquellas palabras, la expresión de Takeru cambió de golpe y sonrió un poco.

- Yo tampoco quiero pelearme contigo, Yui – le dijo, algo rojo.

La chica humana sonrió contenta por haber arreglado aquello que no había sido más que un desafortunado malentendido.

- Gracias por quitarme de encima a Thot-sama, Takeru-san – le dijo, con una gran sonrisa.

- si es que… tienes que ser más fuerte, hierbaja – ya no estaba enfadado. - ¡Y no dejar que ese pajarraco se propase…!

- Es que… es más grande que yo – se excusó la chica, pero eso no era excusa para Takeru.

- ¿Es que cuando luchas con una espada te preocupas de lo grande que sea tu rival? ¿O piensas una manera de batirle mediante la técnica?

- contra Thot-sama no suelo llevar espada… - objetó Yui.

- ains… vamos al gimnasio, te enseñaré una técnica de defensa personal para cuando el pajarraco se intente propasar otra vez.

- ¿En serio? – A Yui se le iluminó la cara al oír aquello.

- ¡Pues claro, hierbaja! ¡Tira! – La cogió de la muñeca para llevarla con él, de forma que tuvo que apretar el paso para poder seguirle sin tropezar.

Mientras lo hacía, Yui se encontró sonriendo feliz y un poco con cara de tonta. Takeru era brusco y, algo desconsiderado, pero eso le gustaba. Ella no se sentía una frágil figura de porcelana a la que había que proteger… como le había dicho a Apolo una vez, cuando se escandalizó porque una chica practicara con la espada, llevaba haciéndolo desde los tres años. Takeru, a veces se mostraba protector, pero cuando estaban juntos, ya fuera con la espada o corriendo, la espoleaba para que fuera más fuerte y se superara a sí misma.

-¡Eyh, hierbaja! ¡Hazme caso! ¡Que parece que estás en otro mundo! – Le regañó Takeru, dándole un mini coscorroncillo que no le hizo daño, apenas la había rozado.

- Uyh, perdona – sin darse cuenta, mientras estaba perdida en sus pensamientos, habían llegado al gimnasio. - ¡Pero no me llames así! – Añadió con expresión de enfado ñoña.

- ¡Ji, ji, ji! – Rió Takeru. Le encantaba hacerla rabiar, su cara cuando se enfadaba era muy graciosa. - ¡Hier-ba! – Repitió, sacándole la lengua.

- ¿No ibas a enseñarme una técnica?

- Ejems, perdona… ya paro – le dijo, con voz algo más amable. – Antes tuviste razón en algo. Normalmente, no tienes tu espada cerca cuando Thot te asedia, entre otras cosas, porque tampoco nos la dejan llevar – añadió, molesto. – Pero, bueno… hay otras maneras de defenderse, y en concreto, lo que te voy a enseñar, es la más eficaz con un hombre.

- De acuerdo – asintió la joven, esperando a que le enseñara cómo.

- escucha, la próxima vez que el pajarraco te arrincone contra la pared e intente propasarse, procura tener las manos libres y te agarras a sus hombros para darte más impulso y estabilidad. Entonces, muy rápido, levantas la rodilla de golpe y le das en la entrepierna. Eso lo dejará k.o., te lo dijo yo, jeh.

- Am…

- ven, vamos a practicar… tú hazlo como te he dicho y te saldrá – le dijo, con una sonrisilla. – Vale, ahora voy a fingir que soy ese pajarraco; pero sólo a fingirlo, así que ten cuidado y no me des de verdad.

- Vale – contestó Yui, con determinación, al tiempo que repasaba mentalmente las instrucciones que él le había dado.

De pronto, Takeru se movió muy rápido, y lo siguiente que Yui supo fue que estaba arrinconada contra una de las paredes del gimnasio, y Takeru casi encima de ella, observándola con gesto serio y mirada penetrante.

- Glubs – tragó saliva. Le tenía cierto miedo a Thot y sus maneras le imponían, pero Takeru, al imitarle, le imponía aún más, aunque lo que sentía en ese momento no era precisamente miedo.

- KUSANAGI – Dijo Takeru, imitando la voz del Dios del Conocimiento. – Lo estás haciendo mal, Kusanagi… esos lerdos no están haciendo ningún progreso…

- Ji, ji, ji – Al ver que lo imitaba tan bien, Yui no pudo menos que reírse, a pesar de su nerviosimo.

- No te rías, Hierbaja – le regañó él. – ¡Qué no me concentro!

- perdona, perdona…

- Kusanagi… - se acercó más aún arrinconándola todavía más contra la pared.

- Q-quita… - la chica intentó empujarle, cada vez más nerviosa.

- ¿Cómo que quita, Kusanagi? – Le dijo, fingiendo enfado. - ¡Soy Thot-sama para ti! ¡Y harás lo que yo…!

Tal como él mismo le había enseñado, Yui se agarró a sus hombros y levantó una rodilla de golpe, dándole un fuerte rodillazo en la entrepierna.

- ¡Itai! – Gimió Takeru, cayendo al suelo, encogido y con las dos manos donde le había dado, casi llorando de dolor. – T-te dije que no me dieras de verdad… - dijo con voz de pito. Entonces, Yui se dio cuenta de lo que había hecho.

- ¡Takeru-san! – Con los ojos como platos, se fue al suelo con él, culpable. - ¡Perdona, perdona! ¡Es que te metiste tanto en el papel que…! – Apretó los ojos, avergonzada.

"Y, ¿por qué demonios me metí tanto en el papel?" Se preguntó el dios del Mar, mientras trataba de incorporarse.

- ¿Te duele? – Le preguntó, preocupada.

- No… no duele nada – replicó, con ironía, doliéndose aún.

- lo siento… ¿me perdonas? – Le pidió, encogida, con los puños sobre la boca y los ojos apretados por la culpabilidad.

Takeru la miró y le pareció muy mona; enternecido a su pesar, levantó una mano para acariciarle la mejilla, aunque se detuvo a medio camino, sin saber cómo reaccionaría la chica a ese gesto tan íntimo.

- T-tranquila – le dijo, mirando para otro lado, un poco avergonzado por lo que había hecho cuando fingía ser Thot para que ella practicara. – En realidad, hiciste bien al darme. Lo has hecho muy bien, Yui – le sonrió con amabilidad, para hacerle ver que todo estaba bien.

- Gra-gracias, Takeru-san… - le dijo, mirándole. – Menos mal que nadie lo ha visto… - añadió la chica.

- ¿El qué?

- A ti, fingiendo ser Thot-sama y a mí dándote ese golpe…

No lo sabían, pero alguien sí que les había visto.

- Ju, ju, ju – rió Loki, espiándoles, escondido por allí. – A ver qué puedo hacer con esta información.

- Pues… - dijo Takeru. – Si nos hubieran visto… pensarían que te estaba enseñando una técnica, ¿no? – Para él era algo obvio.

- No es tan fácil, Takeru-san – dijo Yui. – Si han oído nuestra conversación, sí, pero si alguien hubiera sólo visto como tú fingías ser Thot-sama y que luego yo…

- Ah… entiendo – contestó Takeru, maldiciéndose de nuevo por haberse metido tanto en el papel. – O-oye, Yui – dijo el chico, mirando para otro lado. – Tú… ¿alguna vez has sentido… cosas? ¿Cosas que no habías sentido antes?

- ¿Cómo qué? – Preguntó Yui, curiosa.

- No sé… cosas… - contestó Takeru, sin saber cómo explicarlo.

- ¿Estás enfermo? – Le preguntó la chica humana, un poco confundida. – Creía que los dioses no os poníais enfermos…

- Am… ahora tengo un cuerpo humano, pero no me refería a eso… yo… - El dios del Mar trató de buscar las palabras. – Siempre he sentido rabia. Rabia contra el mundo, contra los humanos, contra los dioses… contra todos aquellos que me juzgaron por mi forma de ser, sin intentar buscar la verdad, sin conocerme. Pero contigo, es diferente. Contigo no siento rabia…

- Bueno… tú y yo somos amigos, ¿no? – Dijo Yui, tratando de explicar lo que Takeru estaba diciendo.

- ¡Por supuesto que sí!

- Eso… entonces, si te sientes así conmigo – continuó la chica. – Es porque confías en mí y… quizá me tienes cariño.

Al oírle decir eso, Takeru se la quedó mirando, algo sorprendido y confundido al partes iguales.

- ¿Cariño?

- sí… a ver, es lo que sientes por Tsukito-san – intentó explicarle Yui. – Cariño… es difícil de explicar…

- Te entiendo, creo… pero, ¿se puede sentir eso por alguien que no es de tu familia? – Preguntó, interesado.

- Sí, claro… por tus amigos, por… por tu novio o tu novia… - explicó Yui, sentada en el suelo, junto a él.

- ¿Y qué es eso de novio?

- Pues… mmm… es un amigo… especial…

- Amigo… es-especial – Takeru, sin saber porqué, enrojeció y abrió los ojos como platos.

- sí, uno con el que compartes más cosas que con otros – Yui también enrojeció, pero se aplicó a explicárselo, ya que creía que era algo que debía saber respecto a los humanos.

- Ah…

- también salen juntos… van a la playa, a pasear, a ver los fuegos artificiales en verano…

Takeru se quedó un rato pensativo y luego la miró.

- entonces… ¿eso significa que Apolo, Balder, Hades-sama, el idiota de Loki, Dionisos, Thor y mi hermano… somos todos tus novios? – Preguntó con inocencia.

Aquella pregunta, hizo que se pusiera roja del cuello a la raíz del pelo y, casi por inercia, le dio un capón.

- ¡Itai! ¿¡Es qué te has vuelto loca!?

- ¡Una chica sólo puede tener un novio, baka!

La reacción de Yui molestó a Takeru, que sólo le había hecho una pregunta y no entendía porqué se ponía así y porqué le había pegado; le parecía que para algunas cosas, la chica no confiaba en él.

- sólo era una curiosidad… - dijo, tratando de no enfadarse con ella.

- es que… esas cosas también se pueden hacer con los amigos o con los compañeros de clase… pero son especiales si las haces con tu novio o tu novia – explicó Yui, más calmada.

- Ah… ¿sabes? Todo eso lo hemos hecho con los demás, pero ir a correr o practicar con la espada… eso lo hemos hecho tú y yo solos, juntos, ¿también cuenta?

- Estooo… ¿es qué quieres ser mi novio, Takeru-san? – Le preguntó, divertida, creyendo que el chico bromeaba.

- ¡Cl-claro que no! ¡Cómo voy a querer ser el novio de una hierbaja como tú! – Exclamó él, más nervioso que enfadado.

- ¡Ah, ya decía yo! – Rió Yui y, luego, le sacó la lengua. - ¡Pero te has puesto rojo, Takeru-san!

Ella sólo bromeaba y se metía con él sin mala intención, pero el dios del Mar no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas entre amigos, y nunca le habían gustado las bromas. Molesto, se puso en pie, lo cual, cortó de raíz las risitas de Yui y el ambiente distendido.

- ¿Takeru-san? – Yui también se levantó, sorprendida por el cambio de actitud de su amigo.

- ahora ya sabes cómo defenderte del pajarraco – dijo Takeru, fríamente. – Espero no tener que sacarte las castañas del fuego de nuevo. Nos vemos.

Se dispuso a irse, pero Yui, confundida, le cogió del brazo.

- ¿Qué te pasa, Takeru-san?

- Nada… devuélveme el brazo.

- ¿es que te has enfadado porque he bromeado y me he metido contigo? – Preguntó Yui, cayendo en la cuenta de que podía haber sido eso.

- No estoy enfadado – medio gruñó el chico, tirando de su brazo. – Suelta…

- no, no te vas hasta que me digas porqué te has enfadado – insistió Yui, determinante.

- ¡Ya te he dicho que no estoy enfadado! – Le gritó, con rabia, tirando de tal manera que se soltó y la chica cayó al suelo.

- Vale… - aceptó Yui, aguantándose las lágrimas por el grito que le había metido. – Vete… pero que sepas que bromear entre ellos, es algo que hacen los amigos…

Takeru se quedó un poco parado al oír eso, pero siguió su camino hacia la puerta, con las manos en los bolsillos. En aquel momento, la rabia le cegaba, ella, la única que parecía confiar en él, se había mostrado igual que los demás: desconfiada, desagradecida e injusta.

Por su parte, Yui estaba enfadada por un comportamiento que ella también consideraba injusto.

Tsukito y Apolo se lo encontraron de frente cuando iba como una apisonadora hacia su dormitorio.

- Take-Take, ¿estás bien? – Preguntó Apolo, pero sin contestarle, el furioso dios le dio un empujón para sacarlo de su camino.

A pesar de su rapidez, Tsukito logró cortarle el paso.

- ¿A mí también vas a apartarme de un empujón? – Le preguntó con su habitual rostro inexpresivo. Para sorpresa de ambos dioses, Takeru lo hizo y siguió adelante sin más.

- Tsuki-Tsuki, ¿estás bien? – Apolo se levantó él sólo y corrió a ayudar al dios de la Luna.

- Sí… algo le ha ocurrido a mi hermano – afirmó Tsukito.

- estaba con yousei-san… ¿se habrán peleado?

- mmm… yo no diría pelearse, pero… - dijo Loki, apareciendo por allí.

- Loki Laevatein…

- ¿Loki-Loki? ¿Sabes algo? – Preguntó Apolo, preocupado.

- He visto algo – afirmó Loki, haciéndose el interesante.

- Dilo, Loki-Loki – instó Apolo.

- Pues… resulta que después de dejar k.o. a nuestro amadísimo profesor, el pajarraco, Tak-chan le hizo lo mismo que él a koneko-chan y ella… le dio un rodillazo en sus partes.

Apolo nunca se enfadaba, no estaba en su carácter, pero al oír aquello, frunció el ceño.

- ¿Eres consciente de lo grave que es lo que estás diciendo, Loki-Loki? – Le preguntó el dios del Sol. – ¿Y qué iremos a preguntarle a Take-Take?

- sí, claro… id, id, a ver que os dice – dijo Loki, quitándole importancia, como si eso no fuera a cambiar nada.

- Vamos a hablar con tu hermano, Tsuki-Tsuki – dijo Apolo, muy serio.

Los dos se marcharon hacia las habitaciones de los japoneses, mientras que Loki, rumiando su odio y su envidia. No porque ni Apolo ni Tsukito hubieran creído en sus palabras, sino por la constatación de que ellos confiaban a ciegas en Takeru, y también por algo más. Él se había fijado en Yui desde el primer momento en que la vio, pero ella sólo tenía ojos para el dios Susano'o. La envidia le cegaba y empezó hacer planes para separarles…

Cuando Apolo y Tsukito entraron en la sala de estar que los dos hermanos compartían, oyeron unos ruidos que provenían de la habitación de Takeru. Los ruidos inconfundibles de que alguien estaba tirando cosas.

- Take-Take – le llamó Apolo, abriendo la puerta. Tsukito se tuvo que apartar para esquivar la madera acolchada que le hacía las veces de almohada.

- ¡Marchaos! – Les gritó Takeru, rabioso, pero ellos no se dieron por vencidos.

- Take-Take… por favor… - le pidió Apolo.

- ¡QUÉ OS MARCHEIS!

-¡SUSANO'O! – Exclamó Tsukiyomi, en una de las pocas veces que mostraba sus emociones y sentimientos.

El grito de su hermano hizo parar a Takeru, pero no quería verles; aun así, Apolo entró en la habitación, decidido a saber que había sucedido.

- Cuidado, Apolo Agana Belea – le advirtió Tsukito, calmado de nuevo. – Cuando mi hermano se pone así, sólo Amaterasu, nuestra hermana mayor, puede pararle.

El dios griego no le hizo caso, fue hacia Takeru y le agarró por los hombros.

- Sueltame, Apolo… y largaos…

- No, Take-Take… ¿qué ha pasado? Estabas con yousei-san, ¿no? – Al oír el apelativo con el que el dios solar se refería a Yui, Takeru se deshizo de su agarre - ¿Take-Take? ¿Os habéis peleado?

- Lo único que pasa – dijo él, con frialdad y desprecio. – Es que tu "yousei-san" es como todos los demás: desconfiada, desagradecida e injusta.

- ¡Eso no es así! – Dijo Apolo, defendiéndola. – Yousei-san es amable, considerada y justa. Ella fue la primear que se hizo tu amiga.

- ¿Ah, sí? – Se dio la vuelta, furioso y con lágrimas de rabia en los ojos – ¡pues me gritó y me pegó, sin que hiciera nada para merecerlo!

- ¿Por qué lo hizo, Take-Take? – Preguntó Apolo, preocupado. No creía en las palabras de Loki, pero lo que Takeru decía era demasiado similar a ellas. – Loki-Loki nos dijo algo… dijo que habías hecho a yousei-san lo mismo que hizo Thot-sama y que ella te había dado un rodillazo en la entrepierna.

- Am… eso no fue así, bueno, sí… pero…

- ¿nos lo contarás? ¿Nos contarás todo? – Le pidió Apolo.

- Tsk… pesados… ¿si lo hago os iréis?

- Sí, Take-Take… si nos lo cuentas, nos iremos – concedió el joven rubio, resignado.

- Cuando fui a buscar a esa mala hierba – empezó Takeru, calmándose un poco – pensé que debería tener una forma de defenderse si Thot volvía a intentarlo y no estaba… ejems, y no había nadie para ayudarla, así que fuimos al gimnasio y le enseñé a dar rodillazos en la entrepierna… eso que Loki os dijo… simplemente debió vernos practicando; sin querer, la hierbaja me dio de verdad – esa explicación resultó satisfactoria para los otros dos, que lo veían más creíble que lo que había dicho Loki.

- ¿Y qué más pasó? – Preguntó Apolo.

- Luego… ella empezó a hablarme del cariño entre los amigos y… y… los novios – explicó Takeru, algo sonrojado. – Me dijo que un novio era un amigo especial con el que se compartían cosas que no se compartían con los demás, y con el que se salía a pasear, a la playa, a ver los fuegos artificiales… eso lo habíamos hecho todos con ella, así que le pregunté si significaba que todos éramos sus novios. Y entonces, me pegó, me llamó tonto, gritándome…. Y encima, cuando yo quería no enfadarme, se burló de mí. ¡Por eso no quiero volver a verla! ¡Ya os lo he contado! ¡Ahora fuera!

De un empujón, echó a Apolo de la habitación y cerró la puerta, dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas.

- vamos fuera, Tsuki-Tsuki – dijo Apolo, entristecido. También triste por cómo estaba sufriendo su hermano pequeño, Tsukito le siguió fuera. Una vez allí, lejos del oído de Takeru, Apolo se apoyó en la pared. – Posiblemente, todo esto no ha sido más que un malentendido, pero sólo yousei-san puede solucionarlo.

- ¿Crees que escuchará a Kusanagi Yui? Parecía muy molesto con ella…

- está enfadado, pero lo más posible es que quiera que sea yousei-san quien venga a hablar con él… que lo busque para hacer las paces… tenemos que ir a hablar con ella. Posiblemente, estará practicando con su espada, es lo que hace cuando se siente agobiada.

Tsukito se limitó a asentir y a seguir a Apolo hasta el gimnasio.

Yui, vestida con su uniforme escolar, practicaba con un pesado boken con más violencia que otras veces. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras lo hacía… así la encontraron Tsukito y Apolo.

- ¿Yousei-san? – La chica se revolvió, furiosa, pero al ver a Apolo, bajó el boken y se quedó mirándolo. - ¿Estás bien?

- ¡Apolo-san! – Exclamó Yui, dejando el arma en el suelo y echándose a los brazos del dios griego, que la rodeó con ellos, preocupado y tratando de consolarla. - ¡Takeru-san es idiota!

- Yousei-san… - Apolo le levantó la barbilla para que le mirara – Take-Take también está enfadado contigo.

- Yo no le hice nada – protestó ella, molesta. – Estabamos aquí, charlando y bromeando, y de repente, él se marchó enfadado y no sé porqué.

- Diría que fue un malentendido, pero Take-Take piensa que eres una desagradecida, que no confías en él y que te burlaste.

Al oír aquello, Yui se separó un poco, sorprendida y preocupada.

- N-no me burlé… sólo bromeaba y me metía con él… pero sin mala intención…

- Me temo que él no lo vio así – le dijo Apolo, con dulzura. – Tienes que ir a hablar con él y…

- sí… tengo que explicárselo… ¡ahora mismo! – Exclamó Yui, desesperada.

Olvidándose de ellos dos, que tuvieron que salir corriendo para alcanzarla, Yui corrió hasta las habitaciones de los chicos y entró como un vendaval en la de los dioses japoneses.

- ¡Takeru-san! – Le llamó la chica, frente a su puerta.

- ¡Largate, hierbaja! – Le gritó Takeru. - ¡No quiero verte!

- Por favor, Takeru-san – le pidió. – Dime al menos que te ha hecho tanto daño.

- ¿Tú que crees? ¡Me trataste como aquellos que me echaban las culpas de todo siempre!

- Yo… yo… - empezó la chica. – No lo he hecho, no adrede… jamás te haría algo así – Takeru permanecía en silencio, dejándola hablar, - pero si lo he hecho… lo siento, lo siento mucho. Por favor, Takeru-san… déjame entrar… quiero disculparme mirándote a los ojos.

Todo se quedó en silencio. Yui se dejó caer y se quedó con la espalda apoyada en la misma puerta, creyendo que no iba a dejarle entrar, pero en ese momento, la puerta se abrió, haciéndola caer al suelo.

- ¡Itai!

- Pero… ¡Yui! – Takeru sonrió un poco por lo que le había pasado, pero enseguida volvió a endurecer su expresión y le habló con severidad. – Anda, ven, torpe – le dijo mientras la ayudaba a levantarse.

- Takeru-san… - Yui levantó la vista y se fijó en que el chico tenía los ojos rojos, como de haber llorado. - ¿Has… has llorado por mi culpa?

- ¿Eh? ¿Quién ha llorado? – Trató de mentir, volviendo la cabeza y haciéndose el fuerte.

- Tus ojos… están rojos de haber llorado, Takeru-san – ella también los tenía así.

-Lloré, sí… - reconoció – pero de rabia. – Yui apretó los ojos, segura de que había sido su culpa. - Pero no es culpa tuya – ella lo miró confundida. – Bueno, sí… pero no… tsk… las palabras no son lo mío. En parte, ha sido por culpa tuya y, en parte, mía, por no saber contener la rabia. Siempre… siempre he sido así, rabioso, violento… el dios odiado por todos.

- p-para mí no eres así – dijo ella, él la miró un poco incrédulo. - ¡Es verdad! ¡No te lo digo para que me perdones! Cuando estamos juntos, corriendo, practicando, o simplemente hablando, me olvido de que eres un dios, y mucho menos ese dios que relatan las leyendas – Takeru se quedó a cuadros al oírle decir aquello. Se convenció de que era sincera. – Para mí, eres Takeru… mi amigo… bueno… si seguimos siéndolo… claro – La chica miró para otro lado, arrepentida.

- sí, pero no vuelvas a pegarme – le dijo Takeru, aún serio – Al menos, mientras no haya hecho algo para merecerlo.

- ya sabes que no fue adrede, te metiste tanto en el papel que…

- no me refiero a eso…

- entonces… ¿a qué te…? – Ella misma se dio cuenta. – Ah…

- a la colleja…

- es que… - ella volvió a ponerse muy roja, aun desviando la vista. – Cuando dijiste que todo erais mis novios… me dio vergüenza y… reaccioné así…

- vale, ahora ya lo sé… pero antes de reaccionar así otra vez, piensa que puede ser que haya algunas cosas que las pregunte por desconocimiento – le regañó él, que parecía no dar su brazo a torcer.

- sí, Takeru-san… ¿me perdonas?

- jum… sií – contestó, con indulgencia, vencido por su cara de pena y sus ojos de cordero degollado. – Y ahora sigue explicándome esas cosas… entonces… si tú no puedes tener muchos novios… ¿yo tampoco puedo tener muchas novias?

- ¡Claro que no! – Replicó, otra vez escandalizada. – Bueno, por poder… puede ser… pero no está bien.

- ¿Por qué no? – Preguntó él, curioso.

- Porque… cuando tú y una chica sois novios, se supone que no podéis estar con otra persona… quiero decir, como novio. Imagina… - Yui buscó un ejemplo – imagina que tú y yo somos novios… y yo, normalmente sin que tú lo sepas, me hago novia de… Apolo-san, por ejemplo. Eso te dolería, sobretodo, porque te habría engañado. Es… una sensación parecida a lo que supongo que sentiste antes, cuando creías que desconfiaba de ti.

- Es decir… que cuando tienes novio y ese novio se va con otro… te sientes traicionado… y eso es… porque… ¿le querías? – Yui asintió. – Aun no entiendo bien lo del cariño por alguien que no es de tu familia…

- es querer a otra persona… porque tú has elegido quererla y ella te ha dado motivos para ello; eso es querer a un amigo…

- ¿Y si ese amigo… se convierte en alguien especial para ti… en alguien… que querrías que fuera tu novio?

- No siempre pasa con un amigo, pero… lo sientes que esa persona es especial, aquí – le tocó la tripa, haciendo que el chico enrojeciera. – O aquí – le tocó el pecho, encima de su corazón, haciendo que enrojeciera más aún. – Sientes que quieres protegerle con tu vida… que….

- que calor – dijo Takeru, de repente, abanicándose con la mano.

- Qué le quieres besar en sitios que no son la mejilla – con eso último, Yui se puso muy roja.

Takeru se la quedó mirando, retirando mentalmente todo lo que había dicho contra ella en un momento de rabia. Aquella chica era toda sinceridad y confiaba en él, y lo más importante, no se rendía. Se acercó más a ella y le dio un beso en la mejilla, lo cual hizo enrojecer a la joven.

- T-Takeru-san… ¿po-por qué has…? – Preguntó, nerviosa.

- Arigatou – le dijo, con voz más dulce que antes.

- ¿Eh?

- Por ser mi amiga y aguantar mi mal humor – le dijo, con una sonrisa.

Ella sonrió feliz, y en un impuso, le dio un abrazo; lo cual hizo que el dios se pusiera tan rojo como ella.

- todas mis amigas siempre habían sido chicas, pero me alegro de haberte conocido, Takeru-kun – dijo ella, cambiando el tratamiento a uno más informal.

"Glubs… ¿no dijo que era en el corazón y en la tripa?" Pensó Takeru, sintiendo algo que jamás había sentido, justo en esos dos sitios.

- Takeru-kun… - Yui se separó como medio metro de él y le miró a los ojos – te prometo que nunca desconfiaré de ti – proclamó segura de sí misma, lo cual hizo que Takeru se emocionara.

- Gr-gracias, Yui… yo… no te daré motivos para que desconfíes – le aseguró él. Luego recordó algo y la miró avergonzado. – Siento haberte gritado antes, seguro que te asusté, pero es que…

- no pasa nada, - sonrió Yui. – Sólo pensé que me había tocado de amigo un idiota bipolar.

- ¿Ehhh?

La chica volvió a sacarle la lengua, y salió corriendo, huyendo por la puerta de la habitación antes de que Takeru reaccionara a sus palabras.

- … idiota… bipolar… - Takeru procesó lo que ella le había dicho y lo que había hecho después, y salió disparado detrás. – ¡Verás cuando te pille, hierbaja!

- ¡Ja, ja, ja! – Takeru la pilló enseguida, o más bien ella se dejó, y se la echó al hombro, como si fuera un saco de patatas. – Takeru-kun, ¡suéltame!

- no, no, no, no… no te voy a soltar hasta que lo retires – le exigió, también riéndose.

- Takeru-kun, que llevo falda y se me va a ver todo – dijo Yui, avergonzada.

- Falda… - sin poder evitarlo, el dios del Mar miró hacia su hombro y vio asomar por debajo de la falta unas braguitas con dibujos de frutas.

- ¡Ni se te ocurra mirar! – Exclamó Yui, roja y con los ojos apretados.

- ¡Perdón, perdón! – Dijo Takeru, bajándola. – No te enfades, no he visto nada… "Noooo… que bonitas…"

- Bueno, me lo merecía – concedió ella, sonriente. – Que me cogieras, no que intentases mirar…

- Jum… - el dios se la quedó mirando, con cara de malo. – Tengo otra idea para darte tu merecido, hierbaja… y la falda no te librará….

- ¿eh? – Ella trató de huir, con fingido miedo, pero él no le dejó, agarrándola entre sus brazos y empezando a hacerle cosquillas. - ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! ¡Que tengo muchas, Takeru-kun!

- ¿Lo retiras? – Le dijo sin atender a sus ruegos.

- ¡Sí, sí! ¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Pero para, Takeru-kun, por favor! ¡Lo retiró, lo retiró… perdón…! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

Las cosquillas sólo terminaron cuando Apolo y Tsukito, que estaban en el pasillo, entraron a ver qué pasaba.

- ¿Eh? – El dios del Sol, parpadeó incrédulo al ver la escena.

- Ejems… - Takeru recuperó la compostura al verles allí y soltó a Yui, que aún se reía. El chico miró a su hermano y a Apolo, un poco avergonzado por cómo se había portado con ellos y avanzó hasta estar a unos dos pasos. – Anii… Apolo… yo… lo siento…

Tanto Tsukito como Apolo se miraron sorprendidos. Takeru no sólo parecía estar divirtiéndose con Yui de una forma que dejaba claro que eran más que amigos, si no que se estaba disculpando ante ellos.

- Tranquilo, Take-Take – dijo Apolo, con una gran sonrisa, yendo a cogerle por los hombros. – Lo importante es que yousei-san y tú hayáis hecho las paces.

Fuera, en el pasillo, alguien espiaba… y mientras lo hacía cavilaba como hacer que Yui y Takeru, que parecían tan unidos, se separaran.

FIN DE CAPITULO