N/a:Es la primera vez que publico un fanfic en este fandom, parece increíble cuando llevo toda una eternidad metida en él y lo aprecie tanto. Aún así, siempre supe que si lo haría, sería de estos dos. Estoy súper nerviosa, pero confío plenamente en que serán sensatos y me dirán si vale la pena o me sigo guardando la historia para mí.

Disclaimer aplicado.

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Imperio | Aritou

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Prefatio

- Prefacio -

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Hermione Granger despertó esa mañana sintiéndose extraña… otra vez. Era una sensación incómoda que se había vuelto familiar en las últimas dos semanas. No podía decir que fuera así todos los días, pero le preocupaba que algunas veces despertara en su cama sin tener una remota idea de qué había estado haciendo en horas anteriores aparte de dormir. Poseía en su memoria ciertos espacios en blanco que, aunque pensara y se devanara los sesos, simplemente no conseguía rellenar.

Se incorporó en su lecho muy despacio, bostezando en el proceso. Era algo que le preocupaba, sí, pero no lo suficiente. No cuando seguía mucho más preocupada de lo apegado que estaba Harry a ese espeluznante libro y de lo cerca que estaban los EXTASIS, ¡a solo un año, madre mía!

También estaba el asunto de este chico pelirrojo llamado Ronald Weasley, uno de sus mejores amigos, dicho sea de paso. Actualmente Hermione no estaba demasiado segura de esto último, no cuando la sangre le hervía mientras lo veía besuquearse con Lavender Brown en cada maldito rincón de Hogwarts. La simple imagen conseguía evaporar su ánimo en un santiamén. Ron en definitiva no había sido su persona favorita últimamente, por lo mismo, que el corazón le tamborileara cuando lo tenía cerca y absurdas e inexistentes mariposas bailaran asquerosamente en su estómago cuando le sonreía era inaudito. Ridículo. Patético.

Con un resoplido, alejó esos pensamientos de su mente y salió finalmente de la cama, dispuesta a comenzar su rutina.

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—Perdona, Hermione, me he tropezado.

La muchacha sacudió la cabeza.

—Está bien, Neville—respondió sin mirarlo, aunque sin necesidad de hacerlo sabía que él lucía apenado y probablemente se encontraba sonrojado—. Ten más cuidado la próxima vez.

—Vale—lo oyó suspirar de alivio.

Cuando alzó la mirada de su libro vio que se había sentado dos asientos más allá. Se retorcía las manos, nervioso, mientras hurgaba en su mochila, supuso que ahora que Snape impartía Defensa contra las artes Oscuras, esta asignatura se había convertido en un completo dolor de cabeza para Neville Longbotton. Era muy común verle nervioso antes de un examen—y durante; y luego de haber terminado, lucía terriblemente pálido.

Cerró su libro de texto y lo colocó de vuelta en su mochila. Escuchaba a Harry y a Ron parloteando a su lado sobre Quidditch, para variar. Hermione era feliz cuando sabía que la atención del pelinegro estaba centrada en otra cosa que no fuera aquel extraño libro ni en nada relacionado con Voldemort. Sin duda era un respiro de aire fresco para sus propios nervios. La paranoia de su amigo por cada minúscula cosa que parecería estar ligada con el lado oscuro iba en aumento, y Hermione lo último que deseaba era que él volviera a meterse en problemas—que todos volvieran a meterse en problemas.

Lo que, aunque quisiera negarlo, sabía que sucedería tarde o temprano.

La relativa paz llegó a su fin cuando de la nada salió a colación el tema de Draco Malfoy: La muchacha afinó el oído cuando oyó la frase «No vendrá» provenir de Harry.

—¿Quién? —cuestionó Ron.

—Malfoy.

Hermione soltó un suspiro cansado y volteó a mirarlos.

—Harry, no empieces otra vez.

—¿El qué?

—Con tus sospechas sobre Malfoy.

—Solo he dicho que no vendrá hoy a pociones.

—Sí, y sé que no lo estás diciendo como un comentario aislado.

—¿Cómo estás tan seguro de que no vendrá?—intervino el pelirrojo.

—Mira la hora, Snape entrará por esa puerta en cualquier momento y, si añadimos a eso que Malfoy no apareció en el desayuno, no es de extrañar que no aparezca por aquí tampoco.

—¿Y eso es relevante por…?

—¿Cuándo, en años anteriores, Malfoy ha faltado a Defensa contra las Artes Oscuras?

Ron pareció estarlo meditando.

—Harry—se adelantó Hermione—, que Malfoy falte a una clase no dice nada. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez?

—Tú—fue la respuesta inmediata de Ron.

Ella le lanzó una mirada afilada, luego volteó a mirar nuevamente al otro muchacho.

—¿Entiendes lo que quiero decir?

—Está tramando algo, Hermione, lo sé—respondió, obstinado.

La joven volvió a suspirar y dirigió la vista al frente cuando se percató de que el profesor Snape entraba al aula.

Malfoy nunca llegó.

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Esa noche, mientras cenaban, se dedicó a ignorar los cuchicheos de Harry y Ron y las miradas furtivas que estos lanzaban a la mesa de Slytherin. Cuando llegaron al Gran Comedor luego de la última clase, Harry casi había parecido decepcionado de encontrar al arrogante rubio en su respectiva mesa, como si de esa manera todas sus teorías conspirativas de ese día se iban al traste. Lo que, muy seguramente, había sucedido.

Disfrutaba de su budín de chocolate mientras escuchaba distraídamente la plática que tenían Ginny y Dean frente a ella. Su apetito murió, sin embargo, y sintió unas inmensas nauseas, cuando notó que Lavender se había hecho hueco entre Harry y Ron y ahora se dedicaba a acariciar el cabello de este último mientras le susurraba al oído. Harry, visiblemente incómodo, se había apartado lo más que le permitía el reducido espacio del banco y ahora se dedicaba a ojear aquel estúpido libro de nuevo. Hermione ya sentía su cena lo suficientemente arruinada como para ponerse a discutir nuevamente con él sobre la dudosa procedencia de dicho texto.

Murmurando una despedida, se puso en pie, recogió sus cosas y comenzó a andar buscando salir lo más rápido posible de aquel lugar. Apenas cruzó las colosales puertas, se detuvo y soltó un prolongado suspiro.

«Eres patética, Hermione», se reprendió a sí misma. Giró el cuerpo nuevamente en dirección al Gran Comedor, ¿si ella volvía y se sentaba de nuevo en su puesto, él se percataría de que ella había vuelto? ¿Ron siquiera había notado su ausencia? Cerró los ojos momentáneamente y volvió a soltar otro suspiro; la felicidad parecía estar escapándose lentamente de ella cada vez que lo hacía.

Consiguió serenarse después de un minuto. Abrió los ojos y se obligó a ahogar un chillido cuando observó a Draco Malfoy de pie frente a ella, muy cerca. No lo había oído aproximarse en ningún momento.

—Malfoy—jadeó.

—Estás en mi camino, Granger—fue su contestación.

La joven no esperó un segundo más para moverse a un lado y dejarle el camino libre. Sin dirigirle ni un insulto, él comenzó a caminar alejándose de ella. Hermione lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista.

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Sus pasos hacen eco, resonando por aquel pasillo pobremente iluminado por las antorchas. Mantiene las manos dentro de los bolsillos y su tormentosa mirada sigue siendo altiva. Su rostro anguloso se encuentra recortado por la escasa luz, mostrando una expresión insondable.

Entonces se detiene abruptamente. Saca una de sus manos de los bolsillos y la estampa contra la pared de piedra más cercana.

—Maldita sea—sisea.

¿Acaso es idiota? No puede verla marcharse sola porque en cuanto pasan unos segundos él la sigue como un jodido retrasado mental. ¿En qué momento se ha vuelto tan dependiente de Hermione Granger? Dos malditas semanas han sido suficientes para tenerlo como un perrito faldero tras ella. Por Merlín, él casi había estado a punto de hacer algo estúpido cuando le vio allí de pie, con los ojitos cerrados, ajena a todo.

Igual a cuando…

Gruñe por lo bajo y vuelve a esconder la mano dentro del bolsillo, apretando el puño. Debe controlarse si no quiere mandarlo todo a la mierda. Ya está lo suficientemente jodido como para terminar de hundirse por los putos gestos de una sangresucia.

De Granger.

—Herm…

Se muerde la lengua a tiempo. «¡Estás en un pasillo de Hogwarts, imbécil!». Su imprudencia puede salirle cara en tiempos como estos, donde tiene una peligrosa misión que cumplir. Una misión suicida.

Aprieta los puños con más fuerza y mantiene la boca firmemente cerrada porque se muere por dejar salir su nombre a los cuatro vientos.

Siente que va a enloquecer.