Perdón, no publiqué la otra vez poque me fuí de acampada y decidí publicarlo el siguiente domingo
Puse a Okatsu un poco malvada pero necesito desahogarme, me cae muy mal lo siento ^^U
Aclaraciones:- Ojou-sama se le llama a las mujeres con más estatus social
-El shudo era una práctica común en los samurais en que consistía en que un hombre mayor adoptaba a uno más joven para enseñarle a ser samurai, y solían mantener relaciones sexuales como parte del entrenamiento
-En el antiguo Japón las relaciones homosexuales no era mal vistas
-Mori Ranamaru tenía cinco hermanos menores pero en la historia no he hecho referencia a ellos y no creo que lo haga
Advertencia: Este capítulo contiene lime, es decir, escenas subidas de tono pero no llega a lemon, es muuuuuuy ligerito y corto así que nadie se va a traumar, es más bien romántico y es lo más subido de tono que he escrito así que acepto críticas ^^
※CĀPĪTŪLŌ 3※
QUE MUESTRA ENCUENTROS EN LA NATURALEZA Y DE UN SECRETO PERSONAL
El sonido metálico del chocar de las espadas resonó en los oídos de Kirino, quien sujetaba su katana. El hombre con el cual luchaba era alto y fornido, pero tan lento que cuando realizaba algún movimiento le daba tiempo a pararlo. Su contrincante intentó darle una estocada por el flanco derecho pero él simplemente lo esquivó apartándose a un lado. Sus ojos se afilaron, ya cansado de aquel juego. Se puso en posición ofensiva y en un visto y no visto, el hombre estaba ya en el suelo con el filo de la espada en su cuello, su arma rebotó dos metros más allá, con un tintineo. Habitual resultado. Hizo una reverencia y se retiró a una esquina con Mori, quien reposaba después de haber luchado con su vengativo maestro, al cual había ganado otra vez.
El sol estaba ya en alto cuando por fin pudieron salir del dojo, era un sol frío, normal en un día de otoño. Cogieron el camino del pueblo, saludando a los conductores de las carretas que por allí pasaban, quienes le devolvían el saludo con una sonrisa. Un día tranquilo.
— ¿Y porque no vamos a ayudar al pueblo? — sugería Mori
—Bueno, necesitaban ayuda con la reconstrucción de una casa de las afueras— accedió Kirino
— ¡Pues vamos a ayudar! —
— ¡Sí! —
Y con un buen humor envidiable, torcieron por entre unos árboles que estaban aun lado del camino, un atajo conocido por Mori, lleno de pedruscos y frondosos árboles. Eso sí, era bastante oscuro y umbrío.
Una piedra recubierta de musgo hizo tropezar a Kirino a mitad de camino, que acabó empujando a Mori, quien estaba delante de él, cayendo al suelo. No pudieron menos que estallar en carcajadas, pero poco duraron sus risas ya que un cuerpo inerte a pocos metros llamó su atención.
Curiosos, se acercaron y lo que vieron, hizo que su corazón diera un vuelco. Era un niño, con su kimono lleno de manchas rojas. Sangre. Ranmaru se llevó una mano a la boca, afectado por el mal estado en que se encontraba. Mori solo frunció imperceptiblemente los labios, manteniendo su perfecto rostro sin emociones. No hicieron falta palabras para saber que tenían que hacer. Cuando el mayor cargó al pequeño, Kirino pudo entrever en sus ojos algo que nunca antes había visto. ¿Dolor? ¿Recuerdos? ¿Las dos cosas? No lo sabía. Ambos amigos corrieron al pueblo a la vez, con preocupaciones de diferentes clases en sus mentes.
※
El viejo curandero inspeccionaba con detenimiento el cuerpo del chiquillo, estaba en muy mal, con diversas contusiones, por suerte, aunque su pulso era débil, no era nada que no pudiese solucionar. Se volvió hacia los muchachos que lo habían traído, quienes parecían preocupados.
—Gracias a vosotros se ha salvado, tiene algunos huesos rotos y bastantes hematomas, seguramente fue golpeado— resumió
Ellos solo asintieron, dejando en sus expertas manos la salud del pequeño. Los ojos de Mori vacilaron antes de abandonar la casa.
La alegría que antes los embargaba se había esfumado, dejando solo a un Mori pensativo y notablemente triste, y un Kirino preocupado.
— ¿Mori? — llamó preocupado
— ¿Eh? ¿Qué? — habló por fin el susodicho, saliendo de sus cavilaciones
— ¿Qué te parece si vamos a un lugar que encontré? — propuso sonriendo, no sabía que le pasaba pero pensaba alegrarle la cara, eso es lo que hace un amigo. Alguien con quien compartía todo sin importar lo que pasara, él creía fervientemente en eso.
Un simple asentimiento le dio vía libre.
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Una cascada de agua transparente chocando con las rocas que amortiguaban su caída, un campo verde con multitud de flores, árboles de cerezo alrededor… En resumen un lugar tranquilizante. Mori notó las buenas intenciones de Kirino por lo que se ahorró su comentario sobre su conocimiento del lugar. Sin mediar palabra emprendieron caminos diferentes, el mayor a un lugar más apartado, y el menor solo se movió unos pocos metros. Se conocían desde hacía poco pero ya no hacían falta palabras para comunicarse. Además de que aunque eran chicos, sabían que eran muy pudorosos en cuanto a mostrar su desnudez, y ambos lo sabían.
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Sus ondulados cabellos se movían de un lado a otro con furia, que en comparación con la que sentía en su interior era poca cosa. Suspiro. Era la persona más estúpida del sistema solar, y puede que de la vía láctea. Mira que dejar a su mejor amigo, sin hablarle ni siquiera para darle una palabra de aliento… Y todo por su asquerosa inseguridad. El mundo opinaba que era un chico con muchas cualidades pero en aquel momento se vio como la cosa más defectuosa que pudiera existir. Si pudiera definir sus sentimientos… Una piedra salió disparada al haberle dado un puntapié. Shindou entrecerró los ojos, intentando que su privilegiada mente supiera cómo había comenzado su reprochable comportamiento con su mejor amigo.
Si. Había sido en la época en el que Kirino consiguió su mixi-max. La preocupación que sentía Kirino por Jeanne y la actuación de Kariya sobre su supuesto dolor de barriga, había generado en él unos sentimientos demasiado oscuros, y cuando se preguntó el porqué de esto, se dio cuenta de que tenía celos. Y de su mejor amigo. Esos celos acabaron desencadenando mal comportamiento de su parte a todos cuantos le rodeaban, y a él le afectaba saber que su amigo era –inconscientemente – el culpable de su situación. Así que decidió alejarse un poco hasta que decidiera exactamente a que se debían sus celos, y mientras su relación se fue enfriando como un cubito de hielo, se fijó que la respuesta más obvia no podía ser. Se había enamorado. Y al darse cuenta, su amistad se volvió un iceberg. El equipo también parecía haber seguido su ejemplo. Lo había visto de una forma que nunca creyó verle: solitario, y la cosa hubiese seguido así sino hubiese sido por ese tal Mori, quien parecía haberle hecho recuperar la sonrisa, lo que lograba que sus celos volvieran con fuerzas renovadas. Así estaban las cosas mientras intentaba que estando con Okatsu prendiera una chispa. Por eso había decidido no acercarse porque una mirada, una sonrisa, un simple roce de piel, haría que algo en él se desatara y por el bien de los dos no podía hacerlo. De los dos.
※
Kirino se desabrochó su kimono blanco y rojo, notando el roce de la tela en su piel. Dobló la ropa y la dejo unos metros alejada del agua. Una brisa acarició su desnudez. Ensimismado veía a través de las cristalinas aguas.
Poco duró su ensimismamiento, pues unos pasos lo pusieron sobre aviso. Maldijo por lo bajo por no tener su espada cerca. Abrió mucho los ojos al ver quién era el que había hecho esos ruidos. Shindou. Por otra parte, Takuto estaba también muy sorprendido por haberse encontrado en el mismo lugar que el ocupante de sus pensamientos. Se observaron durante un tiempo indefinido, la brisa se hizo más fuerte, trayendo consigo multitud de flores de cerezos que se arremolinaron a su alrededor.
Despertando de lo que parecía una pesadilla o un sueño, depende del punto de vista, Kirino se tapó su entrepierna en un impulso, retrocediendo algo asustado.
¿Asustado?
Una mala posición de su pie izquierdo, una piedra recubierta de resbaladizo musgo, le hizo caerse, mostrando su cuerpo en todo su esplendor. Sus mejillas se tornaron rosadas al ver como Shindou se acercaba como movido por un hechizo hacia él. Sus respiraciones eran igual de rápidas por lo que pudo notar por su cercanía. Al ver al portador de esos ojos marrón rojizos que tanto le gustaban tan cerca notó que algo entre sus piernas crecía. Se intentó tapar pero unas manos lo pararon antes de que pudiera hacer algo al respecto. Ese contacto hizo que una cálida vibración recorriera su cuerpo. Lo siguiente que notó fue algo húmedo ''ahí'', un suave ronroneo escapó de entre sus labios, Shindou acariciaba con su lengua, con sus manos de pianista toda su extensión.
Notaba vibraciones en todo el cuerpo, una calidez le envolvía, y aunque los sonidos que le salían de su boca los intentaba acallar, era en vano. Takuto daba un tacto sublime a cuanta piel tocaba. Parecía que sus dedos estaban en todos lados, dejando una sensación ardiente en el lugar por el que pasaban. Kirino abrió los ojos y soltó un sonido de satisfacción, notando como algo dentro de él se liberaba, como un pájaro saliendo de su jaula. Su esencia salió derramándose en la boca de quien le había dado tanto placer, quien se deleito con su sabor. Sabía a la esencia de una flor, la más delicada de todas.
Aún recuperando el aliento Shindou, recubierto de sudor, miró lo que había hecho a el que antes era su mejor amigo, que jadeante no tenía fuerzas ni para hablar. Lágrimas recubrieron sus ojos, entorpeciendo la vista que tenía del chico de pelo rosa.
—Lo siento— murmuró, intentando poner en esa disculpa todo su arrepentimiento, no solo por lo que en ese momento había hecho
Después, sin esperar respuesta, corrió con las lágrimas resbalando por su cara y cayendo al suelo, dejando un rastro que nadie seguiría.
※
Oda Nobunaga aunque fuera conocido como un demonio, tenía un gusto que se le podía considerar hasta cursi. Era pasear en caballo con los cerezos en flor, sin escolta ni compañía. Normalmente iba acompañado de Mori pero desde hacía tiempo que parecía más distante con él, seguramente con lo de la boda. Odiaba ser el gran estratega que uniría Japón, porque ese título incluía matrimonios concertados. Por él ya hubiera estado como algo más con Mori.
Al llegar a un claro del cual tenía especial gusto al ir, notó que una silueta reposaba durmiendo a apenas centímetros del manantial que estaba en el centro de la escena. Detuvo su corcel de porte aristocrático y de un salto bajó. Cuando ya su caminar se aproximaba pudo notar su falta de ropa, dejando su piel color caramelo descubierta y su desordenado pelo morado oscuro cayéndole con gracia en diferentes direcciones. Hizo amago de una sonrisa a la misma vez que tocaba su expuesto cuerpo. Se detuvo pensando en que no era como otros samuráis que tenían prácticas sexuales con sus alumnos. Por lo que solo se quitó la parte superior del kimono tapándole con ello. Si no podía verle él, no lo vería nadie. Con ese posesivo pensamiento se fue a galope del lugar con una mínima sonrisa, que no obstante demostraba felicidad.
※
El se creía un inútil por estar pensando en eso en vez de hacerse creer a sí mismo que aquello solo había sido algo pasajero, que no se volvería a repetir. El se supone que era fuerte, como se había prometido ser junto con Mori. Pero es que esa placentera sensación no se le iba de la cabeza. Tampoco el lo siento.
Ahora había dos ensimismados en sus cavilaciones, Kirino pensando en la mejor pero a la vez más extraña experiencia de su vida, y su compañero en su amor imposible, de quien pertenecí el kimono que escondía entre sus ropas, y en los recuerdos que había despertado ese niño herido.
Pero un grito notablemente femenino interrumpió los hilos de sus pensamientos, que con solo un intercambio de miradas, se pusieron a correr hacia el lugar de donde provenía el chillido.
Una caravana posiblemente de alguien influyente estaba a punto de ser atacada por unos bandidos, quienes envainaban unos grandes sables de origen oriental. Un penetrante silbido de Mori les hizo volverse y con unas sonrisas de superioridad se volvieron a su dirección pensando que eran unas lindas chiquillas que se creían mucho. Se divertirían un rato.
Grave error
En menos que canta un gallo, las ''muchachas'' dejaron a la mayoría inconscientes, y los que no estaban temblequeando en un rincón. Caray con esas chicas. El sonido de muchos pasos corriendo y el sonido de cascos contra la tierra de camino, hizo prever la llegada de todo el equipo Raimon y de Nobunaga-sama. Lo que hizo que dieran grititos como creían que darían las ''chicas''. Bueno que decir que al ver a Oda intentaron poner los pies en polvorosa, pero el golpe de unas espadas en la nuca los hizo desmayar, yaciendo junto a sus compañeros. La escena fue sorpresiva para los futbolistas que casi se les cae la boca al ver lo que había hecho su defensa. Ahora aparte de tener una técnica de tiro podía manejar una katana. Habría que andarse con cuidado.
Shindou se le había quedado grabado la cara de Kirino al luchar, amándolo aún más por ser tan fuerte, por seguir adelante.
Nobunaga no fue tan discreto, apretó a Mori contra su pecho en un abrazo.
— ¿Nobu-san? — preguntó preocupado al saber que solo hacía eso cuando él había sido pequeño y cuando estaba preocupado
—Te podrías haber hecho daño, no lo vuelvas a hacer— demandó
—H-hai- consiguió decir hundiendo su cara en su cuello
-Lo siento si interrumpo, soy la prometida de Oda Nobunaga, y sabiendo que es usted me gustaría decirle que me gustaría que en nuestra boda contar con el servicio de estas dos jovencitas- intervino la voz de una mujer que había salido de la litera de la que estaba siendo portada
— ¡Ojou-sama! — exclamó unos de sus sirvientes a la hermosa mujer de pelo negro y ojos de igual color que brillaban con inteligencia
Se separaron bruscamente, Nobunaga con su cara de seriedad común puesta otra vez hizo una reverencia. Pero la seriedad del momento fue interrumpida por un:
—No…— comenzó Mori
—Somos…— siguió Kirino
— ¡Chicas! — terminaron al unísono con un aura oscura rodeándolos que hizo dar un respingo a los presentes
— ¿Seguro? Pues no os quedaría mal vestiros de mujer para escoltarme en la boda…— dijo sin inmutarse y con una sonrisa amable en los labios la prometida del estratega
※
La flor ya estaba totalmente abierta, siendo la más hermosa, con matices de todos los colores en sus pétalos.
※CONTINUARÁ※
Que tal? Horrible no es así? Acepto los tomatazos
Sayo
PD: si gustan, pueden oír la character song de Kirino y Fey, que su letra va muy bien con su historia