Para ser una fiesta, era una bastante tranquila. El frío de la noche se colaba por los ventanales pequeños de la gran sala, era por eso que las mujeres y hombres allí presentes aun conservaban puestos sus abrigos, pero a nadie parecía molestarle. Gente de todos los estratos del Reino de Equestria estaba allí. Gente de cuna noble, y campesinos, pues las Princesas creían firmemente que cualquier mandatario extranjero que visitara aquellas tierras, debía familiarizarse con todo tipo de población. Las barreras de clase no era más que una mera asignación de tareas. Los campesinos no eran pobres en su mayoría, y los nobles muy pocas veces poseían grandes riquezas acumuladas. Luego de tantos años de guerra, las posesiones materiales fueron pasando a segundo plano, y la solidaridad reinó entre los ciudadanos.

El momento de mayor expectativa aún no sucedía. Los presentes ya comenzaban a preguntarse porqué tardaban tanto los dichosos príncipes extranjeros. Pero las princesas Luna y Celestia no se encontraban preocupadas. De hecho estaban sumidas en una amena charla simpática, junto con el General Dex, y el Erudito en medicina y curaciones Asclepio.

Cuando ya estaban a punto de dar las 8 de la noche, unas trompetas sonaron desde la entrada. De forma automática, Celestia retornó a su expresión formal, sin ninguna emoción en particular, y de golpe los ojos de Luna se abrieron en alerta por los nuevos presentes, con un leve destello verde, pero nadie lo notó, todos los presentes giraron su atención hacia la puerta principal. Los extranjeros, muy elegantemente vestidos, quizás demasiado, ingresaron con porte orgulloso por la puerta e hicieron una reverencia importante hacia todos los invitados. Luna podía oler la oscuridad emanando de uno de ellos, pero de pronto se había esfumado, al mismo tiempo que la copera Growing Flower les ofrecía algo de beber a los nuevos invitados. La princesa bajó su guardia.

Hubo los típicos saludos formales, primero entre el general Denix, y los príncipes, pasando por Celestia, quien recibió los besos en su mano de forma inexpresiva, dejando a Luna para el final. El hermano que parecía menor, Scorpan, de grandes ojos del color de la miel, se detuvo a charlar con Celestia, que a los pocos momentos parecía estar encantada con el príncipe y sus palabras. El mayor de los hermanos, de expresión dura y seria y ojos marrones, tomo firmemente la mano de Luna, besándole el dorso por encima de su guante. La miró a los ojos con intensidad. A ella aquello no le gustaba, no podía sentir ni una pizca de inquietud, gruñó para sus adentros, pero su expresión seria no cambió. Había algo extraño con sus ojos, atraían los de Luna como de un imán se tratasen. Una expresión, una chispa que la princesa no logró identificar atravesó los ojos del Príncipe Tirek. Un mechón de su cabello negro perfectamente peinado hacia atrás cayó por su delante de su oreja debido al tiempo que estuvo inclinado. Con algo de incomodidad Luna retiró su mano de las del hombre. Sus ojos verdes bailaron hacia su cintura, y su cuerpo se tensó al ver la empuñadura de una fina espada ceñida al cinturón.

-¿Armas en una fiesta de bienvenida al Reino, príncipe? –acotó Luna fríamente, mirando con seriedad al hombre.

- Oh, princesa Luna, verá usted no es un arma común. –Sacó la espada de su funda con un hábil movimiento. – Esta espada tiene propiedades mágicas, y ha pasado de generación en generación en mi familia por siglos. Me pareció pertinente traerla para obsequiarla a sus majestades. He oído que ustedes son dos seres magníficos extremadamente sensibles a la magia, y las alas enormes pegadas a sus espaldas lo prueban. –Se arrodillo, todos se habían quedado callados, incluso Scorpan y Celestia. Le ofreció la espada a Luna, quien había enrojecido para ese momento, pero no de ira.

"¿Qué estás haciendo, Princesa? Acaso no lo sientes….

La voz se silenció en el momento que Luna acercó su mano a la espada, y al mismo momento, las luces de todo el salón se apagaron. No tenía ningún sentido, las velas y candeleros estaban mágicamente protegidos para que la brisa no los apagara y duraran toda la noche si era preciso. Un golpe y el ruido de varios vidrios rotos llamaron la atención de todos. Los ventanales estaban abiertos de par en par, dejando que la luz del astro menor y las estrellas se colara libremente por la estancia. Entonces fue que Luna lo vio. No una, sino media docena de criaturas de sombra comenzaban a formarse en la parte más oscura del salón. Su corazón se detuvo de golpe, y una ráfaga de miedo la recorrió de pies a cabeza, haciendo que la luz de las estrellas parpadeara. La copa en su mano cayó al suelo, haciéndose pedazos, distracción que las sombras utilizaron para acercarse más a su objetivo…Ella.

Tirek lo notó, al instante se puso en guardia con la espada en mano, Luna detrás de él, sus ojos marrones refulgiendo en la oscuridad, feroces. Entonces todos comenzaron a gritar. En medio del pánico, lo primero que atinaron a hacer Celestia y Scorpan fue usar su magia para proteger a cuantos pudieron mientras los dirigían hacia la salida del lugar, las sombras ignorándolos por completo. No tenían ojos, pero Luna podía sentirlos mirándola fijamente, como un cazador a su presa, pero de pronto retrocedieron, la espada Tirek estaba brillando con un fuego amarillo que obligó a Luna a entrecerrar los ojos. Ahí reaccionó. La Sala completamente vaciada, los invitados a salvo, no pudo evitar respirar de alivio, sin darse cuenta antes del aire que estaba conteniendo.

Escuchó un gruñido en su mente, y supo que era ella, la voz furiosa que compartía su ser. Dijo algo a gritos en una lengua que Luna no reconoció, y de pronto se encontraba al mando. Sus ojos verdes refulgían de ira. ¿cómo se atrevían esas criaturas de poca importancia a importunar en su fiesta? ¿Cómo se atrevían a atacarla en medio de sus súbditos, poniéndolos en peligro?

Un hambre incontrolable comenzó a crecer en su estómago, en su corazón. Tenía hambre de oscuridad, y se la cobraría con creces. Rápidamente se colocó junto a Tirek, ignorando las advertencias del hombre por completo, sus manos ya habían comenzado a brillar, con la energía avivada por sus emociones fuertes. Pudo sentir un estremecimiento en la sombra más cercana. Rió divertida, cruelmente, mostrando unos dientes afilados. Miedo teniendo Miedo de ella…delicioso…

Un fino rayo de energía dejó sus manos para explotar en la cara, si es que tenía una, de la primer sombra, poniendo alerta a las demás, que la intentaron atacar al mismo tiempo. La princesa puso sus manos juntas, preparando el mayor ataque de magia que había lanzado jamás, deteniéndose de forma abrupta cuando Tirek saltó delante de ella, atacando a las sombras con su espada mágica, partiendo un par a la mitad, pero no logrando desvanecerlas por completo. Oh no, principito, son míos…

Sin esperar más, Luna sujetó con su magia a las 4 sombras restantes, golpeándolas fuertemente contra el suelo, contra las paredes, absorbiendo su oscuridad de a poco. Destruirlas de golpe era aburrido, necesitaba algo de diversión.
Tirek se quedó detrás de ella, cubriendo su retaguardia, observando a la princesa pelear, fascinado completamente por la habilidad de su magia. Pero por supuesto nunca lo admitiría. Los ojos verdes de pupilas estiradas refulgieron en su dirección, provocando un estremecimiento en el hombre.
Con un hábil movimiento de sus pálidas manos, bajo la luz de las estrellas, Luna unió las sombras en una sola silueta, poniendo sus manos alrededor de su aparente cabeza, sonriendo de forma cruel, fría, sus ojos brillando más que nunca. Esto es demasiado divertido… pero toda diversión tiene su final. Presionando solo un poco más, la magia de sus manos se volvió negra completamente, y terminaron por aplastar la sombra, deshaciéndola en mil pedazos. Tirek fascinado, quedó sin habla. Él lo sentía en su centro. Acaso… ¿los había absorbido? ¿Tanta oscuridad dentro de ella? ¿Cómo es posible siquiera? ¿Cómo no se derrumba por el esfuerzo? El hombre de pelo negro notó como la lengua de Luna repasó sus finos labios…Lo estaba disfrutando.

Algo lo golpeó por detrás con fuerza, y oyó una espada filosa blandirse cerca de la princesa, a sus espaldas, escuchando un fuerte quejido de ella. Seguramente ahora sentiría el cansancio de usar tanta magia. Debía protegerla. Usó su espada para incorporarse y arremetió contra ambas sombras, ahora más potenciadas. Tirek notó las estrellas titilar, y pudo sentir un fuerte rugido, casi animal, aterrador, salir de la garganta de Luna. Atravesó ambas sombras a la vez, sosteniéndolas con la magia de su espada, sin esfuerzo alguno. Explotaron de pronto, a manos de una furiosa princesa, y luego Tirek no pudo sentir más la presencia alguna de oscuridad.

Las luces se encendieron de golpe, Celestia, horrorizada, en la puerta. Sus manos temblando, sus ojos rosados fuera de sus órbitas.

- Luna…-Dijo apenas la mayor de las princesas, un susurro quebrado saliendo de su boca. La nombrada se dio vuelta rápidamente, mirándola con leve furia, controlándose al instante al notar que era su querida hermana. Tirek pudo ver entonces el sangrante y alargado oficio en la espalda de Luna. Sangraba copiosamente, la espada de las sombras había atravesado su bello vestido.

No dijo nada, pero pudo notar como el peso de sus acciones, el peso de todas las sombras y miedos de los presentes de pronto la abrumaban demasiado, apenas podía con su propio miedo. Había usado magia negra….magia negra, frente a su hermana. ¿Qué pensaría Celestia de ella ahora?
No pudo sostenerse más en pie, y al caer de rodillas sintió la piel rasgada en su espalda, la humedad de la sangre ensuciando sus brazos y su espalda baja. Entonces su hermana fue corriendo a su lado. Parpadeando varias veces, sus ojos verdes se tornaron azules nuevamente. Estaba agotada, apenas podía respirar para llenar sus pulmones, el dolor de su espalda era demasiado.

-Tranquila, tranquila, princesa. Fueron demasiadas sombras. –Tirek habló con voz seria y calmada, y la agarro suavemente por los hombros. Ella se limitó a mirarlo.

-Lidio con esto a diario, Principito. Debo hacerlo. La….guerra…dejó mucho terror… -apenas logro terminar la frase en un susurro. ¿Estaba a punto de desmayarse? No, se obligó a permanecer despierta, concentrándose en la mano de su hermana sobre la suya propia. Pero las voces eran lejanas, y los rostros borrosos. Alguien se aproximó, y acto seguido, sintió un frío tremendo en la herida de su espalda. Un fuerte quejido escapó de sus labios. No era agradable como su magia, era más helada que el hielo, ¿cómo podía ser posible? Creía que su magia de frío era en efecto la más fría.

-Esto te ayudará… soy un experto. No te preocupes, Luna, las sombras ya se fueron. No creo que las sombras se hayan asimilado en tu magia. –Scorpan estaba fascinado. Luna fijó los ojos en él. Estaba casi emocionado, no paraba de hablar de las cantidades de oscuridad que había en esas sombras. Mencionando ocasionalmente que él era un curandero, que usaba magia oscura, que podía enseñarle si lo deseaba. Su hermano Tirek se notaba molesto, dirigiéndole varias miradas para que se calle. Pero no hizo caso Celestia la reconfortaba a su vez, sus cálidas manos sobre su espalda eran un alivio a la frialdad anterior. Entonces no estaba molesta. No escuchó nada a su alrededor, se concentró en un sitio en particular del destrozado salón del castillo. Reconoció al instante a Denix, el General estaba inconsciente.

- Oh…no…


YYay! les dije que lo subiría pronto(?) Bien, ahora me he quedado suavemente seca de ideas, pero prometo empezar a trabajar mañana en el próximo capítulo, ya encontréel centro de la historia. Yay por mi! Los amo! gracias por leer!