Declarativa: SMeyer es dueña de los personajes, RuthlesslyYours escribió esta historia y yo sólo traduzco.
Capítulo 1
Prólogo de Todo
BELLA
Fue hace sólo cinco meses que conocí a Edward Cullen; billonario, mujeriego, industrial y creativo ingeniero. Cualquier cosa que valiera la pena construir, él lo hacía. Empresas Cullen tenía los mejores avances tecnológicos de la última década. Así que cuando escuché que iba a dar un discurso en mi pequeña y relativamente desconocida universidad, sabía que no había otro lugar en el que preferiría estar. Él era de Forks, la cual sabía era la única razón por la que nos había agraciado con su presencia. Desafortunadamente, me mudé tarde a este pequeño pueblo, tan sólo un mes después de que él se había marchado hacia Los Ángeles… así que esta era mi única oportunidad. Hasta la última persona que vivía dentro de un radio de cien millas de distancia vino, su regreso a este pueblo era lo único de lo que se hablaba.
Cuando entró al auditorio, el silencio derivó por el espacio. Él tenía cierta aura de mando, era contagiosa, sensual y peligrosa. Llegué más temprano de lo que creía que el resto de la gente lo haría; sin embargo, tuve que pelear por ganar mi asiento en la primera fila. No me atreví a moverme hasta que lo adquirí. Estaba fascinada con cada paso que daba mientras se deslizaba por el escenario. Su mente científica era asombrosa pero, su cuerpo era pecaminoso y el traje hecho a la medida que usaba sólo lo hacía más obvio. Traté de engañarme al creer que sólo lo admiraba por su trabajo, pero esa era una mentira descarada. De hecho hoy había pasado tiempo enfocándome en mi apariencia; entallada falda lápiz, bonita blusa casi transparente y tacones. Y sin embargo, aparentemente todavía estaba mal vestida en comparación con el resto de todas las chicas dentro del recinto.
Él habló y habló acerca del acosado tema de la fusión en frío, sin prestar atención en absoluto a ninguna persona en particular. Entonces, me llegó de sorpresa cuando de la nada, miró hacia abajo, aparentemente para recobrar sus últimas ideas, pero capturó mi mirada en su lugar. Sus verdes ojos me atravesaron como si pudiera ver cada centímetro de mi alma. Me sentí desnuda bajo su mirada, podía sentir mis pezones endurecerse y tuve que cruzar mis piernas para combatir las pulsaciones calientes entre ellas. Provocó que me mojara con una sola mirada…él era la kryptonita de toda mujer…y él debía saberlo. Tenía que saberlo.
Cuando finalmente apartó la mirada, no pude permanecer sentada en el lugar, no sin hacer algo demasiado imprudente, que sin duda me provocaría ser tacleada por el impresionante escolta de seguridad que tenía con él. Traté de no correr; no sólo por el hecho de que no quería llamar la atención, sino también porque apenas podía caminar en tacones.
El baño fue mi único escape; dejando caer el bolso en el lavabo, me eché agua en el rostro, tratando lo mejor que podía de recobrar el aliento. No podía creer lo excitada que me sentí con sólo una mirada, me sentí diez veces más excitada que con cualquier aventura sexual que Jacob y yo compartimos. Mientras mi presión sanguínea parecía declinar, me subí sobre el lavabo. Iba perder mi oportunidad con él. Se suponía que iba a haber cierto tipo de cóctel una hora después, pero no creía que sería capaz de encararlo todavía, no después de tal reacción que fue resultado de una simple mirada.
Sin embargo, para mi sorpresa, él entró, derramando lujuria y forzándome a bajarme del lavabo mientras lo miraba asombrada. Se había quitado el saco y su camisa estaba arremangada como si acabara de regresar de un largo día de trabajo.
"¿En verdad estuve tan mal?" Sonrió como el mismísimo diablo, recargándose contra los mosaicos de color rojo oscuro del baño.
Mi boca se abría y cerraba como la de un pez y no podía siquiera comprender ni un solo pensamiento coherente; "¿Cómo…yo…mierda. Mierda. Ummm."
"Tomate tu tiempo, no me buscaran durante los próximos veinte minutos." Razonó, mirando mis pies y lentamente levantando la vista hasta mis senos, cuello y labios.
"Este es el baño de mujeres." Joder, ¿eso es todo lo que pude decir?
Él asintió. "Lo es. Tuve que checar dos veces antes de entrar aquí. Una anciana me dio una bofetada pero tenía la esperanza de que aún no te habías marchado."
"¿Por qué?"
"Nunca conocí a una mujer capaz de provocarme una erección con una sola mirada y por el cielo o el infierno, tenía que cerciorarme tú también lo sintieras…"
"Yo no, lo siento…no soy una puta." A pesar que estaba empapada como una en ese instante.
"Nunca dije que lo fueras y si ese es el caso, me iré antes de hacer más el ridículo."
"¡No!" Grité en el instante en que se giró.
Con una sola ceja castaña arqueada, me miró y una vez más la pasión y el deseo me llegó de golpe…nos llegó de golpe, como una oleada punzante. Cerrando la puerta, me agarró. Sentándome sobre el lavabo, aclamó mis labios con los suyos. Sus manos estaban por todas partes y todo lo que pude hacer fue envolver mis piernas alrededor de él y enterrar mis manos en su suave cabello. Mordió mi labio inferior antes de besar el costado de mi rostro y hacia mi cuello. Podía sentir su polla a través de su pantalón, restregándose contra mi ropa interior…rogando por estar dentro de mí.
"Si esto es un sueño, por favor no me despiertes." No sabía que me había poseído… a los dos, pero no había marcha atrás.
"Te voy a coger tan duro que no habrá manera de negar cuán real esto es." Gimió, subiéndome la falda antes de agarrar mis pantis de encaje negro y arrancármelas.
Halé su cinturón, tirando tan fuerte que con cada movimiento me acercaba más a él, una y otra vez y a cambio, me mojaba más y más.
Sus enormes manos tomaron mi cintura, levantándome y cargándome hacia la puerta del baño. Besó la cima de mis pechos antes de frustrarse con mi blusa. Aventándome contra la puerta, me empinó ahí con la parte inferior de su cuerpo antes de abrirme la blusa. Jadeó al ver el sostén de encaje que vestía, pausando durante un segundo antes de bajarlo y atacar mi pezón. Chupó y mordió todo mientras yo gemía como una puta en el baño de mujeres de mi universidad.
"Por favor…por favor, fóllame."
"Con gusto." Se burló y sin ninguna advertencia, embistió profundamente dentro de mí… mi cabeza y ojos rodaron hacia atrás contra la puerta debido al placer. Él era tan grande, tan grueso y me sostuvo ahí, chupando mi cuello, cogiéndome, fuerte. La puerta retumbaba detrás de mí, mientras el castigaba endemoniadamente mi coño.
"Más duro." Gemí, reteniendo su cabeza entre mis pechos mientras él embestía dentro y fuera de mí.
Estocada.
Estocada.
Estocada.
"Más rápido."
Aferrando mi culo, mordí el espacio entre mis pechos y el dolor hizo que encogiera los dedos de mis pies… ni siquiera estaba segura de cuándo había perdido los zapatos, pero no me importaba…dolía tan bien.
"Joder, tu coño es tan jodidamente apretado." Gimió antes de tomar de nuevo mis labios y una vez que lo hizo, todo lo que obtuve fueron lengua y dientes. Era como si él tratara de probar cada rincón de mi boca, era brusco y sucio, como nuestro sexo.
"Me vengo…" Gemí, cerrando los ojos.
"No." Siseó, tomando mi cabello y obligando mis ojos a encontrar los suyos; "Quiero ver tus ojos cuando te corres."
Jadeando por aire, sosteniendo su rostro entre mis manos, miré sus ojos verdes. Cuando exhalaba, yo respiraba y vice-versa hasta que no pude más.
"¡Joder!" Ambos gritamos y simplemente así, el gran Edward Cullen me había follado.
Permanecimos ahí, él aún dentro de mí y yo aun abrazándome a él durante lo que pareció ser una eternidad.
"¿Cuál es tu nombre?" Finalmente preguntó y caí en cuenta de las repercusiones de lo que acababa de pasar.
"Mierda." Espeté, alejándolo de un empujón y cuando lo hizo, miré a la puta recién cogida en el espejo. "Ay Dios, ¿qué putas acabo de hacer?"
Él no parecía estar preocupado, tan sólo se ponía de vuelta los boxers y tomaba su cinturón; "Déjame adivinar, ¿tienes novio?"
"No. Sí. Mierda. ¿Joder? ¿No se supone que estás comprometido con una supermodelo?" No sólo era una puta, sino también una rompe hogares.
Rodó sus ojos; "Sí, lo estoy, sin embargo; es una matrimonio por conveniencia, nada más."
"No pudo creer que dijeras eso. Deberías irte." Dije, rápidamente arreglando mi sostén.
"¿Usas a todos los hombres así o sólo yo soy así de especial?"
"¡No! No soy ese tipo de chica ni tampoco de esas falsas de 'ay Dios me cogí a un tipo en el baño'. ¡Ya ni se diga, con un hombre casi casado! En verdad no soy así. Mierda. ¡No puedo creer que acabo de hacer esto!"
"Me gustabas más cuando estabas gimiendo." Declaró, parándose detrás de mí y me paralicé de nuevo, quedándome sin aliento.
Sus manos acariciaron mi espalda y besó mi clavícula, aferrando una vez más mis pechos. Y como era, como recientemente había establecido, una puta rompe hogares, me recargué sobre él.
"¿Qué es esto?" Susurró en mi oído. "Te vi mirándome y una lujuria como nunca había sentido me consumió. Corté mi discurso después de que te fuiste, porque tenía que encontrarte. Me posees con sus embrujadores ojos cafés y no me iba a ir hasta que te tuviera…porque podía…sabía que podía tenerte. Pero jamás en mi vida había deseado poseer a una mujer más de una vez. Sin embargo, lo único en lo que puedo pensar ahora es cuándo podré tenerte otra vez…y ni siquiera sé tu nombre."
Su mano se detuvo para tomar mi cuello; "Isabella…"
"¿Isabella qué?"
"Isabella Swan."
"Soy un hombre bastante poderoso Isabella Swan… y puedo ofrecerte demasiadas cosas…"
"No soy la puta de nadie y no estoy en venta, por favor, sólo vete." Le supliqué débilmente, horrorizada por mis acciones previas.
"Y sigues pidiéndomelo, cualquier cosas que quieras, puede ser tuya."
"¿Todo por el bajo precio de mi vagina?" Pregunté sardónicamente.
"No me importaría también tu culo." Se burló, encontrando mi mirada en el espejo, apretando un puñado de mi trasero. "Sí, estoy comprometido. Sí, esto es algo repentino. Pero vive un poco. Sé lo que es vivir en este pueblo. Cómo los días pasan en una verde nada. Podemos ir a donde sea; tú puedes tener cualquier cosa, además del mejor sexo en tu vida…todo con una sencilla palabra. Todo lo que necesito es tu discreción… y tu cuerpo."
Sacando una tarjeta, me la entregó a mí; "Es mi línea privada. Esta oferta estará en pie hasta la media noche…llámame y podemos hacer ciertos acuerdos Srta. Swan."
Dejando su camisa en el lavabo para mí, él abrió la puerta saliendo hacia quien debía ser su guardaespaldas. Eso explicaba por qué nadie había entrado.
Permanecí ahí durante una hora más antes de limpiarme y dirigirme a casa. La caminata de la universidad a mi casa era corta. Había logrado entrar a Yale, pero no había manera de que yo pudiera pagarla, al menos no con Charlie bebiéndose la mayor parte de nuestro dinero de todas formas. Entonces, estaba atrapada en el miserable pueblo en el futuro previsible. Después de que mi madre había muerto, también lo hizo mi padre. Físicamente él aún estaba aquí, pero mental y emocionalmente, estaba tan ausente como se podía estarlo. Mis padres habían estado separados durante años, pero sabía que él aún la amaba. Todas las noches era la misma cosa, él me gritaba con furia. Era mi culpa, él decía… fui el último golpe que la quebrantó. Ella no pudo manejar ser madre y esposa. Y yo no deseaba este pueblo sin salida en mi vida, así que cuando llegué a la última casa a la derecha, con las persianas rotas, ventanas quebradas y un decrépito porche, sabía que no quería volver, nunca.
Billy y Jacob estaban ahí, su camioneta estaba estacionada en la entrada, mi noche estaría llena de idiotas borrachos, gritando a un juego en el que ninguno de ellos jugaba y dudaba que alguno de ellos entendiera más que lo básico. Luego Jacob trataría de seducirme, me diría que me amaba y tendríamos el más monótono y seco sexo conocido por el hombre. No estaba segura por qué se lo había permitido…supongo que quería sentir algo en mi vida…cualquier cosa que se asemejara a la pasión, algo que había sentido por un hombre que acababa de encontrar, pero que ni siquiera conocía.
Fue fácil saber por qué saqué mi celular y marqué su número. Quería vivir. Quería esa pasión y quería una salida. No di un paso más hacia esa casa. Era loco, irracional y quizás la peor decisión que una mujer podía tomar, pero decidí saltar de cabeza, al carajo todo lo demás.
"Estoy en la calle Merion 56, ¿cuán rápido puedes llegar aquí?"
Fue así como todo comenzó. Fue así como me convertí en su juguete, su amante y su puta personal, incluso después de que se casó.
Tiempo presente
"Jessica, el Sr. Cullen debe estar en Nueva york mañana, llama ahora y asegúrate de que su casa esté lista. Quiere que este el personal completo…"
"La cocinera ya está ahí, junto con las mucamas. Todo está listo, a pesar de que para eso están las asistentes personales." Me espetó, recolectando el resto de los archivos sobre el escritorio de Edward, que necesitaría tener fotocopiados para mañana.
"Bueno entonces, supongo que puedes marcharte." Siseé de vuelta.
Miré a la zorra marcharse, meneando las caderas para que los hombres afuera de la oficina de Edward la vieran. Los pocos que aún permanecían aquí la rodearon, tratando de ayudarla con sus cosas antes de que se dirigiera hacia el elevador. La odiaba con suma pasión; ella odiaba el hecho de que yo había obtenido el puesto en su lugar. Creía que lo sabía todo, pero no era nada más que una maldita chupatintas esperando meterse en los pantalones de Edward Cullen. Sin embargo, esos estaban cerrados y la única con la llave era yo y tal vez su esposa.
Suspirando, me quité los tacones y me senté en la silla de él, echando un vistazo alrededor de la oficina otra vez. Era tan "terrenal" y eso era sólo porque su esposa, la hermosa Tanya, la había decorado así. Él me había dicho que la podía cambiar, ya que apenas estaba en su oficina cuando venía a menudo a Seattle. Prefería trabajar en su cama después de una buena follada, sin embargo; tuvo una junta esta mañana con el hospital sobre el desarrollo de las nuevas máquinas que estaba diseñando.
Parte del contrato que firmé, establecía que si quería trabajar, no podía hacerlo para nadie más que él y entonces me hizo su asistente personal…también me pagaba de más. Me aseguré de obtener mi propia casa y escogí tomar clases en línea, sencillamente porque sabía que el "cuento de hadas" acabaría eventualmente, incluso antes de que un año entero terminara, estaba esperando que él me dejara.
El contrato establecía y cito: "Isabella Swan, por el lapso de un año cederá el control sexual de su cuerpo a Edward R. Cullen y a Edward R. Cullen únicamente, a cambio todos los gastos serán cubiertos. Al final del tiempo estipulado, este documento sirve como un acuerdo de confidencialidad, ninguna de las partes hará uso de la información obtenida durante el periodo establecido, por ningún motivo. Ambas partes deben separarse amistosamente. Durante dicho tiempo Edward R. Cullen compensará a la Srta. Swan con la cantidad total de tres millones de dólares americanos."
Mi boca se secó con al imaginarme tanto dinero. Esto no era lo que en verdad soy yo y sin embargo, aquí estaba. Era la otra mujer. Era del tipo de chica que tenía sexo para escalar posiciones. Era su puta y no me importaba, porque era mío y cuando era mío, nada ni nadie importaba.
Seguía esperando por el disgusto, el odio a mí misma y rabia que hasta el momento no sentía. Adoraba trabajar en las Empresas Cullen, tenía mi propia oficina, revisaba de contratos importantes, pues había mostrado mi amor por su trabajo y él confiaba en mí para hacerlo. Era la cosa más extraña en el mundo, pero, por primera vez en mi vida, no me sentía completamente miserable.
"Alguien luce cómoda." Edward sonrió, aventando su saco en la silla de cuero que residía ala izquierda de la oficina.
"Lo siento, Sr. Cullen." Me puse de pie, rápidamente apartándome de su silla. Me miró y negó con la cabeza, cerrando la puerta detrás de él.
"Ya no son horas de trabajo Srta. Swan y ¿qué quiero después cuando ya no son horas de trabajo?"
Tragándome el nudo en mi garganta, desabotoné mi blusa lentamente mientras él tomaba asiento junto a su saco. Abriendo sus pantalones, su polla se liberó retorciéndose debido al aire frío. Él la tomó en sus manos, acariciándola, mientras cada artículo de mi ropa caía sobre la acolchonada alfombra de su oficina, hasta que me quedé ahí delante de él, completamente desnuda.
"Joder," Edward gimió, "Ven aquí."
Siguiendo sus órdenes, caminé hacia él y en el instante en que estuve a su alcance me agarró del trasero, atrayéndome a sus labios. Besó mi coño, lamiendo hasta llegar a mi ombligo antes de relamer sus labios.
"Amo como sabes." Sonrió, recargándose en el asiento.
"¿Puedo probarte?" No esperé a que me respondiera, dejándome caer sobre las rodillas, lo tomé entre mis manos, necesitando ambas para sostenerlo. Lamiendo la punta, se retorció contra mi boca.
"Jodido Jesús, Bella." Siseó, peinando hacia atrás mi cabello mientras lo metía en mi boca. Adoraba su sabor en mi lengua. Arrastrando mis dientes sobre él, embistió hacia adelante y sabía que no podía esperar, así que succioné fuerte, moviendo mi cabeza de arriba abajo, todo mientras masajeaba sus bolas en mis manos.
"¡Joder. Joder. Maldición, adoró tu boca!" Siseó, sosteniendo mi cabeza. Podía sentirlo tocando la pared de mi garganta. Antes de poder bajar de nuevo, haló mi cabello, obligándome a liberar su polla y cuando lo logró, me besó, duro.
"Date la vuelta." Exigió y todo lo que pude hacer fue asentir, dándole completo acceso a mi culo.
Lo frotó, besando ambas nalgas antes de darles una palmada fuerte.
"Ah…" Gemí de placer y dolor.
"¿A quién le perteneces?" Se puso de pie, sacándose los pantalones y mirándome mientras estaba en cuatro patas.
"No le pertenezco a nadie." Deseaba el dolor y cuando le palmeó de nuevo, mis piernas temblaron.
"¿Estás jugando conmigo?"
"Jódete." Gemí.
Se rió, palmeándome una y otra vez hasta que mis brazos cedieron y yo me quedé ahí, con el culo al aire. Podía sentir la humedad en medio de mis piernas y una vez que él vio, me devoró; lamiendo todo antes de que su boca se adhiriera a la fuente misma. Lamió lentamente, dolorosamente lento. Me mecí contra su rostro, pero me detuvo antes de poder correrme.
"¿A quién le perteneces?"
"A ti, maldición. ¡Por favor, sólo fóllame Edward!"
"Con mucho gusto." Dijo, frotando su polla contra mi culo antes de penetrarme profundamente. Sosteniéndose de mis caderas, no se movió durante unos segundos. Levantándome, me aferré de su cabello y sus manos fueron a mis pechos. Follándome furiosamente, apretando mis pezones mientras lamía su quijada.
"Tan jodidamente bueno." Gemí, corriéndome con tanta fuerza que no podía ver bien. Sus embestidas se aceleraron, follándome como un animal salvaje al mismo tiempo que mis pechos se balanceaban dolorosamente por la fuerza. Lo sentí endurecerse aún más dentro de mí y sabía que estaba cerca, aminoró la velocidad, sin embargo; sus estocadas se volvieron más poderosas cuando besó mi espalda antes de correrse finalmente.
"Nada mejor que una dura cogida después de un largo día de trabajo." Jadeó, saliéndose de mí, y cuando lo hizo, caí contra la alfombra, demasiado follada como para decir algo. Él, por otra parte, era un Dios y sólo se irguió después como siempre y caminó por su oficina completamente desnudo. Adoraba la vista de su polla mientras caminaba, saltando de arriba abajo, brillando con nuestros fluidos residuales combinados. Él había insistido en no usar condón. Al principio, no estaba segura. Pero estaba bajo control natal y él quería llenar cada rincón de mi cuerpo.
Levantándome del piso, pasé una mano por mi cabello, tomando mi sostén al mismo tiempo que le preguntaba;
"¿Cómo estuvo la junta?"
Frunció el ceño, apartando la vista de la pantalla; "Fue pan comido, ellos deseaban mucho mi nuevo juguete. ¿Por qué te estás vistiendo?"
"Porque tengo que levantarme antes que tú para asegurarme de que te despiertes." El hombre podía dormir como muerto.
El ceño fruncido no desapareció; "Cambios de planes, nos iremos esta noche, ya he avisado al jet."
"Edward, debes estar bromeando. Se supone que Tanya estará ahí, todo el punto de esto, es utilizarlo como una operación de fotografías; toda la familia Cullen junta para pasar el verano en los Hamptons. No puedes llevar a tu puta…"
"Tú no eres mi puta." Me espetó.
"Me acabas de follar en el piso de tu oficina estando casado con otra mujer. No hay que endulzar esto. Yo soy la otra mujer; ella es tu esposa. Ambos sabíamos eso cuando te vendí mi alma." Bromeé…una parte pequeña en mi dolía, pero la hice a un lado.
"Está bien." Dijo entre dientes. "Pero aun así vendrás y estarás ahí para asegurarte que sobreviva a esto."
No hablábamos mucho acerca de nuestras familias, pero sabía que su relación con ellos era tensa. En los últimos cinco meses, ni una vez él había intercambiado más que unas cuantas sentencias con ellos.
Suspirando, camine hacia él. Miró mis ahora cubiertos senos decepcionado mientras me sentaba en su regazo, sabiendo exactamente bien que su polla estaba presionada contra mi entrada una vez más.
"Si me quieres en algún lado, ahí estaré. Sólo necesito tiempo para hacer mi maleta…"
"Te compraremos nuevas cosas."
"¡Ya has hecho eso!"
"Sí, hace cinco meses."
Cuando dejé mi casa, no tenía conmigo más que mi nombre y él se encargó de proveerme cualquier cosa que pudiera desear. Hice lo mejor que pude para no exagerara, pero me compró ropa, zapatos, bolsos, y puedo admitir que me volví un poco loca. Bromeé y lo llamé mi "sugar daddy" personal, y luego me folló en la cocina.
"Quítate esto." Exigió, refiriéndose al sostén.
Suspirando, hice lo que me pidió y lo tomó y lo arrojó sobre su escritorio, besando por un momento mis pechos antes de mirar su computadora. Miró la pantalla y me esforcé en tratar de no ser entrometida. En realidad no me había hablado mucho acerca de su vida personal y tampoco yo lo había hecho. Era extraño como cuando estaba durmiendo con él, nunca sentía nada excepto placer. Sin embargo, después la culpa llegaría arrastrándose, pero la reprimía lo mejor que podía. Había asistido a su boda, pero afortunadamente había sido un gran evento que nadie se fijó en mí. Aun así, era una mala experiencia, pues vi a mi amante casarse con otra mujer.
"Tu teléfono está sonando." Dijo, sin apartar la vista de su computador y, por supuesto, así era. Poniéndome de pie, busqué en el piso mi celular, pateando la ropa con mi pie hasta que lo encontré debajo de mi ropa interior.
"Bella Swan."
"¿Bells? ¿Vas a venir a casa?"
Mierda.
Cubriendo mis pechos con las manos, le di la espalda a Edward; "Papá, te mandé un correo electrónico."
"¿Quién manda un correo a su padre explicándole que no vendrá a casa?"
"Charlie, tengo veintitrés años. En verdad no tengo que informarte lo que hago."
"Bella, ¿qué está pasando? ¿Estás metida en algún problema…"
"No, no estoy metida en ningún problema. Sólo quiero ser libre. Ser libre de Forks, libre de la nada, quiero…"
"Está bien Bella. Haz lo que se te dé la gana, sé cómo tu madre y márchate. Eres tan egoísta." Y con eso, colgó.
Suspirando, tomé mi ropa, incluyendo mi sostén e hice lo que pude para vestirme rápidamente. Si me sentía egoísta, sinceramente me sentía trastornada. Estaba haciendo todo esto por sexo y dinero…
"Lo que sea que estés pensando, detente." Espetó Edward y podía sentirlo caminar hacia mí, pero no me di la vuelta; "Hicimos un trato."
"Lo sé."
Pasó su mano sobre mi cuello; "Bien, porque aún no he acabado contigo. Vas a venir a los Hamptons conmigo, voy a follarte en cada una de las habitaciones de la casa y vas adorar cada momento."
"Y con toda esa folladera, ¿qué va decir tu esposa?" Susurré.
Besó mi nuca; "Tendremos que esperar y averiguarlo. Tengo algo de trabajo que terminar aquí, así que si debes hacer la maleta, hazlo rápido. Iré por ti en media hora."
Traté de irme, necesitaba un momento para despejar mi mente, para respirar sin su presencia, pero él no me lo permitió. Me agarró, girándome hasta que encontré sus ojos verdes antes de besarme de nuevo. Su lengua no desperdició ningún segundo antes de unirse a la mía; me tomó del trasero, casi levantándome del suelo. Cuando me soltó, estaba jadeando por más.
"Voy averiguar qué es lo que te hace tan adictiva, aunque me cueste la vida." Sonrió mientras me alejaba.
Cuando lo averiguara, esperaba que me lo dejara saber.
Apenas llevábamos cinco minutos dentro del jet cuando me dio esa mirada. Traté de ignorarla, mirando los libros sobre la mesa de mármol enfrente de él. No tenía ni un ápice de vergüenza…el sobrecargo estaba a bordo, a pesar de que parecía no prestarnos atención. No estaba segura si era porque a lo mejor era gay o por el hecho de que Edward casi siempre hacía que todos a su alrededor firmaran un acuerdo de confidencialidad… tan sólo había estado a su lado por una semana cuando me di cuenta de que él le preocupaba mucho su privacidad. Todos alrededor de él sabían cuando debían marcharse.
"¿Necesita algo señor?" Finalmente le pregunté, apartando la vista de mis libros de biología.
"Insistes en continuar con la universidad, ¿por qué?" Cruzó las piernas, dándome su entera atención.
Me encogí de hombros; "Disfruto estudiar, y aunque no lo creas, cuando nos conocimos, en realidad fui a verte porque seguía pequeñas piezas de tu trabajo…"
"Con tres millones de dólares al final del año, ¿en verdad importa eso?"
Mordiéndome la lengua, me esforcé en no gritar; "Te follé Sr. Cullen antes de saber que iba a obtener algo de todo esto. Me hiciste la oferta, no yo. Es tan simple como eso. En verdad no me importa el dinero…"
"Y amas el sexo."
Me paralicé. Tenía razón y odiaba eso.
Se burló, frotándose la barbilla; "Sentiste la necesidad por mi polla justo igual que yo la sentí por tu coño, en el momento en que nuestro ojos se encontraron y también porque los dos somos pasionales. Ibas a marcharte a tu casa e ibas a soñar sobre nuestra follada, ibas a sentir verdadero dolor al pensar en eso y para cuando llegaste a tu casa en la calle Merion 56, sabías que el sexo valdría la pena por todo lo demás…"
"¿Y su punto es… señor?"
"Sólo estoy tratando de descifrarte Swan."
"¿Por qué? ¿Es porque en el momento que lo hagas, vas a querer que yo también sufra? ¿O es porque estás esperando que si pudieras ver como mi mente funciona, ya no tendrás que follarme en el culo dos veces al día? ¿Que no necesitarás mi lengua lamiendo tu miembro y que serás capaz de luchar tu necesidad de correrte sobre mí?...He notado eso. En un principio, pensé que lo hacías para prevenir un embarazo, pero luego me di cuenta que a ti sólo te gustaba verme cubierta en tu semen… prueba de que soy tu perra…tu puta…"
Se burló y no contestó…sabía que estaba en lo cierto, no era más que su puta, algo que estaba empezando a aceptar.
N/T Espero les guste tanto como a mí esta nueva historia que estoy traduciendo.
Gracias Eli!
xoxo Cin