Hola!

Antes de empezar a leer un par de advertencias:

1- Hay contenido slash, y mas adelante del fuerte. Así que si no te gusta mejor deja de leer aquí! (O dale una oportunidad, que quien sabe... xD)

2- La historia se sitúa después de la guerra. Y como iréis comprobando hay muchos personajes que deberían estar muertos y no lo están. Lo cierto es que no sigue el libro al pie de la letra, así que no os sorprendáis si empiezan a salir muertos vivientes por ahí!

Y ya esta! Espero que disfrutéis la historia, yo le he puesto mucho cariño ya que rondaba por mi mente desde hace muuuucho tiempo. Asi que espero vuestros reviews!

Un saludo!

***Ssnuffless***

Disclaimer: Estos personajes no son míos, pertenecen al mundo creado por J.K Rowling. Yo no saco ningún beneficio con esto, tan solo el placer de escribir y de poder compartir mis historias.

Capitulo 1: Chico triste.

El tren disminuyó la velocidad poco a poco. Harry, sentado al final del tren veía como se aproximaban a la estación de king's Cross. Le temblaban las manos, el corazón le latía fuertemente, como si quisiera escapar de su cuerpo. Retorcía una y otra vez el ejemplar "Le Monde" que había llegado esa misma mañana a su casa y que había decidido llevarse con la esperanza de poder distraerse.

- ¿Te quieres calmar? ¡Me estas poniendo de los nervios! - Sophie le arrebató el periódico de las manos.

- ¡Eso intento! No debería haberme tomado ese café…

- Venga Harry, ¡solo es una entrevista!

- ¿Y si me encuentro a alguien? No debería haber vuelto…

- No debería, no debería… ¿No sabes decir otra cosa? No puedes huir eternamente, es hora de enfrentarte a tus fantasmas Harry. No puedes dejar pasar la oportunidad de tu vida tan solo por un error del pasado. ¡Es el trabajo que siempre has deseado! Ya es hora de deshacerte para siempre del chico triste, ¿no crees? Hasta ahora has hecho buenos progresos, pero no es suficiente, aun te quedan cuentas pendientes. Es hora de cerrarlas.

Harry suspiró. Su amiga tenía razón. Habían pasado seis años desde que se marchó de Londres con lo puesto. Fue un cobarde, por una vez en la vida no encontró el valor para enfrentar una situación que se escapaba de sus ía decepcionado a sus amigos, su familia. Ron no quería ni verle, ninguno de los Weasley quería saber nada de él. En todos esos años sólo había podido retomar el contacto con cuatro personas; su padrino Sirius, que le perdonaría cualquier error, Remus que era la persona más comprensible y cariñosa del mundo, Hermione aunque siempre a escondidas de su marido que no quería ni oír hablar de él y por último Draco Malfoy; el que fuera su peor enemigo en la escuela se había convertido en un buen amigo, después de que le ayudara en la gran batalla final. Y este último era el culpable de que se encontrase en un tren rumbo a Londres…

¿Como podía haber llegado a una situación así? Si hace diez años alguien le hubiese dicho que habría huido del pais como un cobarde, dejando a sus amigos y su familia atrás por culpa de su mala cabeza, se habría reído al instante. Miro a su amiga Sophie que le sonreía con ánimos, si no fuera por ella… Aun recordaba perfectamente el dia en que se conocieron. De eso habían pasado ya seis años….

***Flashback***

Harry se encontraba en Toulouse, una preciosa ciudad del sur de Francia. Allí había vagado durante días sin nada que hacer, deprimido y solo. De hostal en hostal. Fue entonces cuando conoció a Sophie; una amable camarera. El solía desayunar en la tranquila cafetería en la que ella trabajaba. A veces se quedaba horas allí, sin nada que hacer, observando a los clientes ir y venir con sus quehaceres diarios. Un dia, cuando la chica terminó su turno, se sentó con el

- Hola chico triste. ¿Tienes algo que hacer hoy?

- Hola… Lo cierto es que no- la espontaneidad de la chica lo pilló desprevenido.

- Me imaginaba…Esta noche empiezan las fiestas del barrio, habrá música, atracciones, comida…¿Quedamos aquí a los ocho?

- Gracias, eres muy amable, pero no me apetece mucho…Prefiero no ir

- ¿Acaso te he preguntado si quieres ir? Te espero aquí a las ocho ¡Y mas te vale no dejarme tirada!

- Pero… Ni siquiera me conoces

- ¡Claro que si! Eres el chico triste. Aquí te llamamos así, solemos ponerle motes a los clientes. Además a mi me parece que andas un poco perdido en esta ciudad. ¡Hoy tendrás el honor de tenerme como guía! ¿A las ocho va bien?

- ¿No deberías preguntarme como me llamo al menos? No se ni como te llamas...

- Cierto, mi nombre es Sophie.

- Y yo Harry, prefiero que me llames así, no me gusta mi apodo.

- Pues yo creo que te va como anillo al dedo- la chica le guió un ojo y se levantó- ¡Hasta las ocho chico triste!

Y se marchó del local.

A las ocho en punto, Harry se plantó en el café. Había estado a punto de quedarse en el hostal pero algo en su interior le dijo que quizá era buena idea ir y despejarse. Así que por una vez en semanas hizo caso de esa vocecilla interior que tanto lo había atosigado y se dejó llevar.

La chica le esperaba delante del bar. Tenía una larga melena castaña que casi le llegaba a la cintura. Llevaba un vestido blanco no muy ceñido que le llegaba a la altura de las rodillas, y se había calzado unos zapatos con un tacón considerable en un intento de contrarrestar su baja estatura; y es que a pesar de los cinco centímetro extras la chica aun le llegaba a Harry a la altura de la barbilla. Sophie le sonrió al verle, tenía una sonrisa bonita con unos dientes blancos y perfectamente alineados. Pero sin duda, lo que más llamaba la atención de su rostro eran sus ojos, no por el tamaño ya que eran unos ojos normales redondeados ni grandes ni pequeños. Eran azules y verdes. Concretamente uno de cada color, en un tono similar.

- ¡Pensé que no vendrías chico triste!

- Harry…. por favor, llámame Harry.

- Bien, Harry. ¿Nos vamos?

Pasearon por las calles de la ciudad, que estaban engalanadas por las fiestas y Sophie aprovecho para hacerle un poco de guía. Ella hablaba y él la escuchaba. Realmente era divertida. Le contó que había estudiado en Beauxbatons, pero al graduarse su padre falleció dejandole innumerables deudas. Así que había pospuesto su sueño de estudiar medi magia para trabajar y así pagar las deudas y ahorrar un poco. Trabajaba todas las mañanas en la cafetería y por las tardes cuidaba de un niño malcriado que la traía de cabeza. Los fines de semana solía trabajar en una discoteca como camarera, para sacarse algún extra.

- Madre mía… Así que trabajas sin parar y aun así te quedan energías para hacer de guía turística. ¿De donde sacas la energía? - Habían parado en una de las terrazas que llenaban la plaza principal. Había muchísima gente y de fondo se empezaban a escuchar los primeros acordes del grupo estrella de esa noche.

- Querer es poder Harry. Solo necesitas una meta, un sueño y yo tengo uno. Eso es lo que me da energías. Las personas a veces perdemos el rumbo, olvidamos nuestros sueños y nos limitamos a vivir nuestro día a día como marionetas. Nosotros somos dueños de nuestro propio destino, no hay que olvidar eso.

- ¿Y si ya es demasiado tarde? ¿Entonces que? ¿Que se supone que debemos hacer si ya hemos perdido el norte?

- Encuéntralo, chico triste. Esta ahí, solo tienes que buscarlo. Una meta, un propósito, un sueño… no se esfuma así como así. Tal vez ahora te sea difícil verlo, pero está ahí, esperándote.

- Dicho por ti suena fácil. Pero es más difícil de lo que crees retomar el rumbo de tu vida cuando has tirado todo lo que tenias por la borda.

- ¿Quien ha dicho que sea fácil? ¡Claro que no lo es! Si todo fuera tan sencillo, la vidaresultaría muy aburrida, ¿no crees? De todas formas, yo creo que nosotros mismos somos los principales culpables de hacer las cosas más difíciles de lo que son. Si no dime, ¿que te impide tomar las riendas de tu vida?

- Me dejé llevar, traicioné a mis amigos; mi familia. Por culpa de mi mala cabeza. No se en que momento perdí el valor que siempre había tenido, pero por una vez en la vida no supe afrontar mis demonios. Y eso trajo consecuencias terribles. He decepcionado a la gente a la que quiero, no creo que pueda perdonarme y sinceramente, no creo que lo merezca.

- ¿Y por eso estas aquí? ¿Huiste de todo?

- Supongo que era más fácil huir que afrontar mis malas decisiones aunque sea una solución de cobardes.

- Yo no creo que seas un cobarde. Tal vez ahora, en este momento, no estés preparado para enfrentarte a ello. Un día lo estarás, de eso estoy segura, pero mientras tanto deberías retomar las riendas de tu vida y hacer algo con ella.

- Tal vez tengas razón, no estaría mal buscar otra forma de matar el tiempo que no sea vagar de bar en bar. Y esa pensión en la que estoy es un asco, la verdad.

- ¿Pensión?

- Si, es como… un hotel, pero de baja categoría. Lo llevan unos muggles y pensé que así pasaría más inadvertido.

-Te rodeas de muggles para evitar ser reconocido entre magos, pero aun asi paseas por el barrio mágico de Toulouse.

- Creía que tan lejos de casa no sería reconocido, pero no quería arriesgar.

- Todo el mundo sabe quien es Harry Potter.

- Así que sabias quien era desde un principio, eh…

- Bueno… en realidad me lo dijeron las compañeras de trabajo. Pero tranquilo, para mi sigues siendo el chico triste - la chica le guiñó un ojo y por primera vez en mucho tiempo, Harry soltó una carcajada.

- Eres divertida, y un poco rara.

- ¡Mira quien fue ha hablar! Al menos yo hago cosas normales, como trabajar, salir por ahí…

- Salir por ahí con desconocidos no es muy normal que digamos…

- Y vagabundear por ahí tampoco, ¡no te digo!

Harry rió nuevamente.

- Gracias, Sophie. Me ha venido bien hablar con alguien.

- Sabes… Hace unos años pase una situación parecida la tuya. De un día a otro me vi sola y endeudada. Hice cosas horribles, perdí el norte y acabe muy mal. Y me habría gustado encontrar a alguien que me ayudara. Pero no fue así y pagué las consecuencias. Ahora por suerte todo esta bien en mi vida. He conseguido tirar hacia delante pero soy consciente de que mis errores pasados me seguirán allí donde vaya. Cuando te vi me recordaste a mi tan perdido y solo. Y algo me dijo que tenía que acercarme a ti. Luego mis compañeras me dijeron quién eras, y si te soy sincera mi curiosidad aumentó. ¿Como el gran Harry Potter puede haber acabado así? Yo siempre creí que alguien como tu debería vivir cómodamente, sin problemas. ¿Sabes? Eres muy querido en la comunidad mágica.

- Eso no es muy cierto, Sophie. La gente se acercaba a mi porque querían obtener algo con ello. El ministerio me usaba como publicidad y todo el mundo me admiraba tanto… creo que era innecesario. Pero tenía a mis amigos, ellos siempre han estado a mi lado sin importar quien soy, pero los he perdido.

- Los amigos de verdad son capaces de perdonar cualquier cosa. Tal vez necesitan tiempo y creo que tu también lo necesitas. ¿Sabes una cosa? Desde hace un par de semanas me he quedado sin compañero de piso así que tengo una habitación libre. He estado buscando un compañero apropiado pero hasta ahora no he encontrado a nadie.

- Me propones ser tu compañero de piso, casi ni me conoces… Ni yo a ti.

- ¡Tranquilo! No te envenenaré mientras duermas ni nada por el estilo. Solo te propongo que cambies la habitación de una pensión cutre por una en un piso normal. A un precio muy razonable pero solo con una condición.

- ¿Y cual es esa condición?

- Que empieces a dejar a atrás al chico triste por que sinceramente... ¡no te pega nada!

***Fin del Flashback***

Harry sonrió al recordar aquel día. Realmente había sido una locura, ¡irse a vivir con una desconocida! Pero se alegraba de ello, su amiga había sido un gran apoyo…

Lo pasajeros empezaron a descender lentamente, Sophie se levantó entusiasmada.

- ¡Por fin! Odio los transportes muggles son taaaaaan lentos. ¡Vamos Harry! Me muero de hambre, ¿crees que nos dará tiempo a comer algo? ¿A que hora es la entrevista?

- No se si mi estomago admitirá algo de comer, ahora mismo lo debo de tener en los pies.

- Venga, ¡no seas dramático!

Salieron del tren prácticamente los últimos, arrastrando su pequeño equipaje. Harry no tenía pensado quedarse más de dos días en Londres pero aun así ambos habían pedido vacaciones toda esa semana porque como solía repetirle Sophie desde que se enteró de la entrevista de Harry "nunca se sabe lo que puede pasar". Harry estaba contento de que la chica estuviese dispuesta a mudarse con él a Londres pues se habían hecho muy amigos. Todo el mundo bromeaba y les tomaba el pelo diciendo que parecían un matrimonio, pero ellos se reían en cuanto oían decir eso a alguien. Pues ambo sabían que eso era completamente imposible…

Harry había elegido un hotel muggle para quedarse bastante alejado de la zona que solían frecuentar los magos. Tras dejar su equipaje bajaron al restaurante para comer algo antes de la gran entrevista. Estaba tan nervioso que no era capaz de ingerir nada sólido, todo lo contrario que su amiga, que devoraba todo lo que tenía a su alcance.

- No olvides respirar, ¡eh!

- Tengo mucha hambre

- Ya lo veo, ya…

- ¿Tu no piensas comer nada más?

- Estoy bien…

- Nervioso ¿eh? Tranquilo, lo harás bien. Ademas, vas de enchufe, ¿no?

- De enchufe nada, haré la entrevista como todo el mundo. Y si la paso, tendré que hacer las pruebas físiscas. Mi amigo solo se ha asegurado de que me presente a la prueba.

- Ya claro… tu amigo que casualmente es el nuevo ministro de magia…- la chica sonrió

- ¡Eso no significa nada seré tratado como todo el mundo!

- Venga, no te enfades, solo es una broma.

- Pues no bromees conmigo, no estoy de humor

- Ya veo ya…

- Buenas tardes ¿Es usted el sr. Potter? - un hombre de alta estatura se había plantado delante de la mesa en la que se encontraban los dos amigos. Llevaba un traje negro impoluto y se ocultaba detrás de unas oscuras gafas.

- Si, soy yo. ¿Hay algún problema?

- No señor Potter, me envía el señor Malfoy. Le esta esperando en la entrada del hotel, si es tan amable, le acompañare hasta el coche.

- No es necesario, puedo ir solo hasta el ministerio.Dígale al señor Malfoy que no necesito que me acompañen.

- Me advirtió que no querría venir así que me pidió que fuera insistente. El señor Malfoy tiene asuntos que tratar con usted antes de su entrevista así que si es tan amable…

- Verá, como ve estoy acompañado...

- No es ningún problema, también me advirtió de que probablemente no estaría solo. Si lo desea la señorita, también puede acompañarnos.

- Venga Harry vamos. Ya que se han tomado la molestia de venir a buscarte… - Sophie se levantó de su asiento y le animo ha hacer lo mismo.

Con gran resignación abandonó la mesa junto a su amiga y aquel extraño hombre. Caminaron hasta la entrada del hotel donde un lujoso Rolls Royce les esperaba. El hombre les abrió la puerta y les indicó que entraran.

- No me ha sido muy difícil encontrarte, Potter - sentado en el lujoso coche se encontraba Draco Malfoy ataviado con un traje negro y una túnica del mismo color con el emblema del ministerio de magia. Le había crecido bastante el pelo tanto que lo llevaba recogido con una coleta que le recordó mucho a Lucius. No había cambiado demasiado en esos años; su mirada seguía siendo fría como el hielo. Con los años había ganado un poco más de altura y sin duda poseía una figura bien cuidada y atractiva. Aunque eso Harry no lo admitiría ni en un millón de años. El ego de Malfoy no necesitaba ser incentivado.

Harry se acomodó en uno de los asientos enfrente de su amigo y Sophie ocupó un lugar a su lado. El hombre que les acompañaba ocupó el asiento del conductor y arrancó el coche. A pesar de que la parte de atrás de los cristales estaba tintada se podía observar el exterior con bastante claridad.

- Siempre tan persuasivo, Malfoy. No era necesario que me vinieras a buscar.

- Bueno… Me daba miedo de que en un arrojo de cobardía salieras corriendo ya que según dicen se te da muy bien eso de huir. Asi que me siento en la obligación de asegurarme que acudas a esa entrevista.

Harry resopló.

- No has cambiado nada en estos años Malfoy ¿Ser tan arrogante no cansa?

- No cuando se trata de ti, Potter.

- Perdón que os interrumpa pero… ¿Vosotros sois amigos o que? Porque tengo la sensación de que en cualquier momento os vais a liar a tortas y no me gustaría encontrarme en medio de una pelea encerrada en un coche.

- ¿Liarme a tortas? - Draco arqueó una ceja - ¿Y por qué iba yo ha hacer algo tan vulgar?

- Perdona Sophie no os he presentado. Este es mi amigo Draco, es un poco arrogante y narcisista pero a veces se deja tratar. Tranquila, no vamos a pelearnos aunque es difícil abandonar las viejas costumbres.

- Sophie puedes estar tranquila que no vamos a matarnos. Si no lo hicimos en nuestros años de escuela no vamos ha hacerlo ahora- Draco sonrió al recordar las peleas que tuvieron en la escuela.

- Bueno Draco ¿Que quieres? Porque no me creo que hayas venido a buscarme solo para asegurarte de que vaya a una entrevista de trabajo.

- Tienes razón, lo cierto es que estoy interesado en que te quedes en Londres. Independientemente de si consigues ese trabajo o no. Creo que ya has estado fuera suficiente tiempo así que es hora de que te enfrentes al pasado.

Harry resopló un tanto molesto.

- Que pesados que sois de verdad. En todo el dia no he parada de oír lo mismo. ¿Por que no me dejáis que sea yo el que decida el momento?

- Porque parece que nunca te decides Harry. Y creo que ya es hora de que salgas de ese cascarón en el que te has metido y des la cara de una vez.

- Estoy de acuerdo con el, Harry. No lo alargues más.

- Ya vale de decirme lo que tengo que hacer, ¿no? Solo necesito tiempo…

- ¡Ya has tenido bastante! - Draco parecía un tanto molesto

- Draco, he aceptado venir por esa oferta de trabajo. Seis años, y estoy aquí. Pero no se si es lo que quiero, dejad que vaya a la entrevista y luego decidiré. ¿Vale? Pero dejar de presionar por favor. Se que os preocupáis por mi pero no hace falta. Puedo arreglármelas solo.

El coche se detuvo a dos calles de una de las entradas principales del ministerio.

- Bien, si es lo que quieres. Adelante, pero vendré a buscarte después. Y espero que para entonces tengas las cosas claras.

Harry abrió la puerta del coche y miró a Sophie.

- Tranquilo yo llevaré a tu amiga de vuelta al hotel. Si ella quiere, claro.

Sophie miró a Draco y luego a Harry.

- Tranquilo estaré bien. ¡Mucha suerte!

La chica le sonrió y tras despedirse cerró la puerta del coche y se dirigió hasta el ministerio de magia.

Sophie vio a Harry alejarse y no fue hasta que lo perdieron de vista que el coche no arrancó.

- Así que… Quieres que Harry se quede, eh.

- Si, pero no lo hará. Teme al reencuentro con los Weasley mas que nada. Y con lo numerosa que es esa familia es cuestión de tiempo que se tope con uno o con otro. ¿Conoces la historia?

- ¿La de por qué Harry huyó de Londres? Si, lo se. Y no me parece tan terrible, la verdad.

- Bueno, no consta como una de sus virtudes la de tomar decisiones sensatas y bien meditadas. Siempre improvisa y cuando ve algún conflicto intenta evitarlo. No era así antes de la guerra, pero bueno, estar en medio de un conflicto así cambia a cualquiera. Supongo que después de pasar tantos años en medio de tantas batallas uno se cansa de pelear.

- Ha optado por la decisión más cómoda. Desde que lo conocí a cambiado bastante, pero el tema con los Weasley siempre le afecta demasiado. El una espinita que tiene clavada, y a mi ya se me empiezan a acabar los recursos. Ya no se como ayudarle.

Draco sonrió.

- Siempre he creído que es mejor sacarse esas espinitas de golpe. Puede que no sea el mejor método de todos, pero funciona.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Lo que quiero decir es que estoy cansado de lidiar con Potter. Además, siendo sincero, me conviene que se quede en el país pero lo que tengo en mente no puede hacerlo solo. Necesito a alguien en quien Harry confíe plenamente.

- ¿Para que?

- Para que Potter se enfrente de una vez a los Weasley, aunque por supuesto, el no debe saber nada o saldría corriendo.

- ¿Estas loco? ¡No puedo hacerle eso! ¡Ni hablar!

- ¿De verdad? Pero tengo entendido que si Harry decide quedarse tu te quedarías con él. Es una buena oportunidad para ti…

- Tal vez, pero no me importa volver a mi ciudad me gusta la vida allí.

- No lo dudo, pero allí no tienen un hospital como San Mungo. Aquí tenemos el mejor hospital, un sueño para todos aquellos que desean estudiar medimagia. Su escuela es la mejor del mundo, pero también la más cara. Y tú quieres estudiar allí, ¿verdad?

- ¿Como sabes todo eso?

- Me he informado. ¿Sabes una cosa? para mi no supondría ningún esfuerzo pagar esos estudios.- la arrogancia con la que dijo esto último casi hizo que Sophie perdiera los nervios y se lanzara a su cuello.

- ¿De que vas? ¿Me estas intentando comprar? ¡No seas imbécil! No pienso ayudarte ni por todo el oro del mundo. Eres peor que una sanguijuela y no entiendo como Harry puede ser amigo de alguien como tu, tan… tan…

- ¿Arrogante? ¿Manipulador? ¿Narcisista?- Draco se rió- Di lo que quieras, pero no te estoy comprando. Solo te ofrezco un favor a cambio de otro. Así funcionan las cosas aquí, ¿o es que me ayudarías sin pedir nada a cambio?

- ¡Por supuesto que lo haría! Si fuera por el bien de Harry o por ayudar a alguien. Pero eso que dices es una locura. ¡Podría destruirle!

- O ayudarle y hacer que se enfrente a sus demonios de una vez por todas.

- ¿Y tú que sacas a cambio, eh? Por que estoy segura de que no haces esto de una forma altruista, de hecho, dudo que conozcas el significado de esa palabra.

- Yo gano a Potter. Si se enfrenta a los Weasley, se quedara en Londres. Y será auror, todo lo que siempre quiso. Y en estos momentos, yo necesito a alguien como él trabajando en el ministerio.

El coche se detuvo en la entrada del hotel.

- Eres un arrogante. Yo pensaba que te preocupabas por el bienestar de Harry porque era tu amigo. Pero ya veo que no, a ti solo te importan tus propios beneficios ¡Pues no pienso ayudarte!.- Sophie hizo el ademan de levantarse pero Draco la sostuvo del brazo

- A mi me preocupa el bienestar de Harry tanto como a ti, pero por desgracia hay otros asuntos que se escapan de tu incumbencia por los que necesito que Potter se quede en Londres. Piensa lo que quieras de mi me da igual. Pero no vuelvas a decir que no me importan mis amigos ¿De acuerdo?- había aflojado la presión en el brazo de Sophie pero aun así lo seguía sosteniendo con bastante delicadeza.

La chica miró a Malfoy a los ojos su mirada era furiosa y no pudo sostenerla asi que apartó la vista.

- Entonces dame una razón para creerte Malfoy. Solo una y te ayudaré. Pero no quiero nada a cambio, no lo necesito porque si hago esto es solo porque quiero a Harry. Y también quiero saber por qué necesitas tanto a Harry.

Draco suspiró.

- Pensé que seria mas fácil convencerte. No pones las cosas fáciles, eh… - haberse relajado un poco- Henry, ¿por qué no sales un rato del coche y te das una vuelta?

El conductor miró a Draco por el espejo retrovisor.

- De acuerdo, estaré por aquí cerca si me necesita.

Abandonó el vehículo dejando a los dos totalmente a solas.

- Lo que voy a contarte, no se lo he contado a nadie mas. Y me apuesto lo que sea a que Harry jamás te contó esa parte de la historia.

- ¿Que parte?

- La de por que el gran héroe del mundo mágico abandonó a su prometida en el altar.

- Me dijo que tuvo miedo

Draco sonrió.

- Verás, el y yo nos lleva vamos fatal en el colegio. Desde el día en que nací, mi vida había sido programada y yo debía ser como todo el mundo esperaba por que eso era lo correcto. Sin embargo Harry siempre hacía que me replanteara si tal vez el camino que yo debía tomar era el correcto. Siempre fue un moralista, ¿sabes? Aquello me desquiciaba muchísimo y es que solo había una persona a parte de él que había logrado que el niño arrogante que era se replanteara las cosas, y ese era mi padrino. En sexto año me uní a él, que luchaba en el bando de Potter y deje a mi familia a un lado. Así fue como me hice amigo de Harry. Cuando terminó la guerra el y yo seguimos en contacto aunque a sus amigos no les parecía bien. El solía visitarme de vez en cuando.

En esa época yo vivía en un apartamento con mi padrino. El había abandonado su trabajo como profesor y yo estaba empezando a meterme en el ministerio. Harry se vivía con su prometida a una casita acogedora en el valle Godric. Eran la pareja ideal, todo el mundo lo decía, incluso yo lo creía, a pesar de saber que ambos tenían sus roces. El primer día que el se quedo a dormir en mi casa, lo hizo por una pelea descomunal que había tenido con Ginny Weasley. Al parecer no se ponían de acuerdo con los preparativos de la boda. Mi padrino y yo estuvimos soportando sus lloriqueos toda la noche. Al final tuvimos que recurrir al whisky para que se serenara. Y a partir de esa noche, Harry fue quedándose a dormir asiduamente a mi casa. Una o dos veces por semana, siempre con una excusa u otra.

Yo pense que las cosas con su prometida no andaban muy bien, asi que accedí encantado a que Harry se quedase siempre que quisiera. Fue en esa época cuando empecé a notar que el y mi padrino se llevaban cada vez mejor, a pesar de que ellos nunca habían tenido muy buena relación. Mi padrino es una persona bastante seria y reservada, y como de la noche a la mañana cambió totalmente. Hasta parecía alegre. Empeze a sospechar que había algo entre esos dos, pero no quería inmiscuirme en sus asuntos. Al fin y al cabo ellos eran dos adultos razonables. Nunca hable del tema con ninguno de los dos, ambos sabían que yo no era idiota y que ya habría descubierto por mi mismo lo que pasaba entre ellos. Así que para mi suerte o mi desgracia, ya no se retenían en mi presencia. Algún beso, un manoseo, en fin… esas cosas.

Un día, llegué a casa y encontré a mi padrino sentado en la mesa del comedor, con una carta en la mano y un par de botellas de whisky vacías a su lado. Le quite la carta y me encontré con una invitación de boda. Una maldita invitación para la boda de Harry Potter y Ginevra Weasley. Mi padrino estaba desolado y yo me enfurecí. ¿En qué narices estaba pensando ese maldito hipócrita? Muy furioso me presenté en casa de Potter con la carta en la mano. Tuvimos una discusión terrible y yo le dije que dejara de jugar con las personas. Que ya era hora de que todo se aclarara y que si no daba la cara antes de la boda, yo me encargaría de que sus andaduras salieran a la luz. Aun recuerdo la cara de pánico que se le quedó. Ninguno de sus amigos se imaginaba lo que había estado pasando esos meses. Ellos creían que simplemente eramos buenos amigos y que salíamos de vez en cuando. Ni siquiera la idiota de Weasley se lo imaginaba, para ella solo era el amigo desagradable de su prometido.

- ¿Ibas a confesar-le a todo el mundo que Potter había engañado a su prometida con tu padrino? ¡Pero eso es terrible! Y no creo que a tu padrino le hiciera ningún bien- Sophie estaba horrorizada, Harry nunca le había contado esa historia.

- Por supuesto que no. Estaba enfurecido y quería que Harry se dejase de tonterías. Yo los había visto, había visto la cara de idiota que se le quedaba a Potter cada vez que estaba con el. Y jamas en la vida había visto a mi padrino tan feliz. Yo solo deseaba que Harry parase esa locura. El no quería casarse con Ginny, no sentía nada por ella por que se había enamorado de mi padrino.

- ¿Y creías que amenazándolo conseguirías que diese la cara? Pero no funcionó, ¿verdad?

- No… Potter no se presentó nunca mas en mi casa. Y el dia de la boda, con todos los invitados esperando y la novia lista, Harry subió a un avión y se marchó del país.

- Dios… es peor de lo que imaginé. Harry nunca aceptará quedarse en Londres.

- Pues tiene que hacerlo y no solo por su bien.

- ¿Que quieres decir con eso?

- No solo es importante que Harry vuelva para que solucione de una vez por todas sus problemas y sus miedos. Necesito que vuelva; lo necesito en el ministerio. Necesito a un auror como Harry, uno que sea capaz de cualquier cosa por proteger a la gente a la que quiere.

- ¿Acaso sus amigos están en peligro?

- Sus amigos no, pero alguien a quien aprecio si. Hace dos semanas intentaron asesinar al que es mi jefe de aurores y mi padrino; Severus Snape.


Salió del ministerio como alma que lleva el diablo. Había conseguido no encontrarse a ningún conocido y ya casi había conseguido salir sin ser reconocido, cuando una voz a sus espaldas le llamó.

- ¿Harry? ¿Eres tu? - se giró para encontrarse con una cara familiar. Pelo negro, ojos negros, piel negra y una gran sonrisa blanca. Dean había cambiado mucho, llevaba una barba de tres dias y una túnica de auror bastante desgastada. Era realmente alto.

- ¡Hola Dean!

- ¡Madre mía! Ya verás cuando se lo diga a los chicos. ¡Como me alegro de verte!- abrazó a Harry con alegría

- Bueno, preferiría que no dijeras nada.

- Oh… Claro, pero dime… ¿como te va la vida? Había oído que vivias en Francia, ¿vuelves a Inglaterra?

- Si bueno vivo allí, solo he venido a arreglar unos papeles. Ya sabes…

- Claro… ¿Vas a quedarte más días? Tal vez podamos tomar algo

- La verdad es que no, pensaba irme esta misma noche. Y si me disculpas, tengo un poco de prisa…

- Oye, me alegro de verte. Por aquí se te echa de menos.

- Gracias Dean. Me tengo que ir.

- Cuídate. Y si algún día piensas volver… ya sabes donde encontrarme. Nunca es tarde para arreglar las cosas…

- Hay cosas que no pueden arreglarse, pero gracias de nuevo Dean.

Harry abrazó al chico y se dispuso a salir del ministerio lo mas rapido posible. Arreglar las cosas… dudaba que a esas alturas pudiese arreglarse. Por otro lado, la entrevista había ido muy bien y le habían citado al dia siguiente para las pruebas físicas. Aun y así Harry estaba decidido a volver a Francia. Todo eso había sido una locura y pretender trabajar en el ministerio de magia aún más.

En cuanto salio se topó con el Rolls Royce de Draco en el que entró a toda prisa por miedo a encontrarse a algún otro conocido.

- ¡Harry! ¿Que tal? ¿Como ha ido?- Sophie parecía emocionada.

- Bien, bien… Pero, creo que debemos volver a casa Sophie.

- Pero entonces… ¿No has pasado la prueba?

- En realidad si, pero no creo que sea una buena idea. Lo siento Draco, se que has hecho mucho por mi pero ya es tarde. No puedo volver y fingir que no ha pasado nada.

- Vale, si esa es tu decisión. No insistiré más.

Su amiga le miró con decepción.

- Bueno… supongo que aun no estas preparado, ¿eh?

- Tal vez no sea el momento. Siento haberos echo perder el tiempo. Volvamos a casa.

- Bueno, al menos me dejaras que os invite a cenar ¿no?

- No se si es buena idea.

- Tranquilo, iremos a algún lugar muggle muy lejos de aquí. ¡Vamos! Hace seis años que no nos vemos, ¿vas a negarme una cena? - Draco le sonrió amistosamente.

- Bueno de acuerdo. No creo que nos haga ningún mal.

El coche se puso en marcha y Harry empezó a sentirse mas relajado. Estaba contento de que sus amigos hubiesen sido tan comprensivos, pues no se sentía con humor de volver a enfrentarlos.

Poco tiempo después el coche se detuvo delante de un lujoso restaurante italiano situado a las afueras de Londres. Draco había cambiado la ropa oficial del ministerio por un elegante traje gris. Su amiga seguía llevando la misma ropa que esa misma mañana; unos desgastados tejanos y un ceñido jersey negro. Harry en un intento por arreglarse para la entrevista, se había puesto su mejor camisa, que en ese momento estaba muy arrugada y unos tejanos. Llevaba el pelo muy alborotado. Sonrió al volver a mirar a Draco, que iba tan impoluto.

- ¿De que te ríes?- le preguntó este encarando una ceja.

- A tu lado, Sophie y yo parecemos unos vagabundos

Su amiga paseo su mirada entre Harry y Draco y soltó una carcajada.

- Por algo será - inquirió el rubio

- Es que siempre vas tan impoluto, repeinado y formal…

- Yo tengo una imagen que mantener, a diferencia de vosotros.

- No cambiaras nunca, ¿eh?

- ¿Señor Malfoy? - el metre se acercó a Draco y le dio la mano- Adelante, su mesa esta preparada y los otros invitados ya han llegado

Los tres echaron a andar detrás del metre.

- ¿Otros invitados? ¿De qué narices va todo esto?

Pero no hizo falta que nadie le contestase, pues en cuanto terminó de hablar Harry se encontró con que la mesa en la que iban a cenar estaba ocupada por varias personas a las que el conocía perfectamente; Sirius, Remus, Hermione y con cara de muy pocos amigos Ron y Ginny Weasley…

**Continuará**

Espero que os haya gustado! Si es así, ya sabéis; Reviews! Nos vemos en el próximo capitulo!