Capítulo 7: El Terror Se Lleva en el Gusto

-Esto no puede estar bien- Helga estaba tratando de ponerse rímel, pero como siempre que lo hacía le costaba mucho trabajo- Creo que no quedo tan mal- dijo mirándose detenidamente en el espejo y efectivamente, sus pestañas lucían más largas gracias al maquillaje- ¿No es demasiado?- se cuestionó viéndose más de cerca, ese día era especial y llevaba un pantalón negro y unos tenis del mismo color, con una playera rosa, el cabello lo traía en una coleta alta, pero, no se quería arreglar demasiado, pero tampoco deseaba verse como los demás días- De acuerdo, no puede salir tan mal- bajo las escaleras de su casa para salir, pero una voz la detuvo.

-Helga por favor ven un momento- la oji azul se dio la vuelta lentamente.

-¿Qué pasó Bob?- el hecho de que su padre la llamará por su nombre la hacía sentir en problemas, ya que su progenitor sólo lo hacía cuando la chica había hecho alguna travesura.

-¿A dónde vas?- cuestionó el hombre.

-A una cita- dijo muy bajo.

-¿Cómo?- el patriarca de los Pataki estaba sentado en su gran silla de piel.

-A una cita- contestó más alto.

-Helga- el hombre se puso de pie y vio seriamente a su hija- Sabes que hay mucha gente mala allá afuera y los chicos de tu edad sólo piensan en una cosa.

-¿De qué demonios estás hablando papá?- la oji azul estaba algo apenada.

-Sí sabes que hay mucho tipos de sexo ¿verdad?- los colores subieron inmediatamente a la cara femenina, Bob no se veía mejor- Es más tú lo debes de saber, en tu computadora debe haber información y…

-Papá- la chica no podía creer lo que estaba escuchando.

-Hasta hay sexo telefónico, la juventud de hoy día piensa que todo eso es muy sencillo, pero el sexo no es cosa de broma…

-Papá- repitió alzando un poco la voz.

-Y jovencitas como tú, que espero que seas una inexperta en ese tema, a veces son las más…

-¡Basta!- grito la adolescente, el hombre la miro confundido- No hay nada de qué preocuparse, no deberías, yo…no estoy con alguien con quien piense hacerlo.

-¿Eso quiere decir?

-Sí papá, no te preocupes, conozco todo lo que debo saber, Olga se encargó- el hombre suspiro aliviado, si su hija mayor había orientado a la menor no había nada de qué preocuparse.

-Me alegro- el hombre de repente se dio cuenta de lo que estaba hablando- Sólo cuídate y si alguien se atreve a tocarte sin que tú

-Ya entendí papá- la chica casi corrió hacia la salida de su casa, pero antes de irse volteó- Gracias- de cierta manera que su padre se preocupará la hacía sentir bien, pero definitivamente ese no era un tema que quisiera discutir con Bob.

-¿Estás bien?- la rubia casi brinco de susto, frente a ella estaba Arnold, vestía unos jeans, un poco ajustados a decir verdad y llevaba una playera negra con una camisa azul de cuadros encima.

-Ya te he dicho que no me espantes así Cabeza de Balón- el rubio sonrió de lado, la chica respiro profundamente para controlar sus nervios- ¿No crees que es un poco temprano para una cita?

-Helga son las ocho de la mañana- el chico comenzó a caminar rumbo al viejo Packard de su abuelo.

-De un sábado-él no dijo nada, la chica lo siguió. -¿Nos vamos a ir en esa antigüedad?

-Venga, no seas mala- como todo un caballero le abrió la puerta del coche, la chica se subió y vio como el adolescente rodeaba el automóvil y se subía en el asiento del conductor- Te aseguro que no nos dejara tirados a donde vayamos.

-Como sea- la oji azul no hizo ningún comentario, pero después de que vio que salieron de Hillwood se empezó a inquietar- ¿A dónde vamos Melenudo?

-Te dije que era una sorpresa- la sonrisa enigmática regreso al rostro masculino.

-¿Acaso me estás secuestrando Arnoldo?- el chico rio levemente.

-¿No confías en mí Pataki?- la rubia no contesto, pasó media hora más sin que llegarán a su destino.

-¿Crees que lleguemos a nuestro destino el día de hoy? ¿Piensas darme de comer? No desayune y la verdad

-Llegamos- la interrumpió, Helga se sentó derecha para ver su destino, estaba enfrente de una granja muy vieja.

-¿Qué hacemos aquí?- la voz femenina salió denotando un poco de duda.

-Vamos- sin responderle Arnold se bajó del coche y le abrió la puerta, ella no se movía- ¿No confías en mí?- pregunto nuevamente estirando su mano para ayudarla a bajar, Helga lo miro directamente a los ojos, esas orbes verdes mostraban la sinceridad de su pregunta e internamente se contestó, claro que confiaba en él, tomo la mano masculina. Empezaron a caminar rumbo al lugar- Es una granja muy antigua y hacen recorridos para conocer su historia- entonces la rubia comprendió, el rubio la había traído en una expedición arqueológica y no es que no le gustará la historia, sino que se imaginaba otro tipo de cita.

-¡Qué divertido Cabeza de Balón!- dijo con sarcasmo.

-Ya verás que sí- ambos entraron al lugar y los recibió una mujer rolliza vestida con un overol de trabajo, botas de piel y una camisa a cuadros roja.

-Bienvenidos- exclamó la mujer alegremente- Empezaremos el recorrido- los adolescentes empezaron a seguir a la guía- Esta granja se dedicaba a la cosecha de uvas y data del siglo dieciséis y ha sido testigo de muchas cosas de la historia, como la revolución, la liberación de la gente de raza afroamericana y varios fenómenos meteorológicos, sin embargo sólo una familia vivió en ella por generaciones, los Levin eran conocidos por ser muy ricos y por su diferente gusto en comida, ellos apreciaban un buen pedazo de carne humana en su menú- la oji azul no podía creer lo que oía, estaba en una casa maldita y le estaban contando la historia de ella a tiempo que la recorría, el oji verde sonrió complacido al ver la felicidad en la cara femenina, al parecer había acertado al llevarla ahí.

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-¿Cómo es que conocías ese lugar?- Helga y Arnold estaban sentado en una vieja cafetería y comían, ambos lo hacían con evidente apetito ya que llevaban casi todo el día sin probar bocado.

-Mi abuelo alguna vez me comento algo, pero tuve que investigar para dar bien con el lugar- explicó el rubio- ¿Te gustó?

-Bromeas- el oji verde esperaba alguna burla femenina- Ha sido una de las cosas más increíbles que he conocido- A Helga le gustaba en demasía todo lo relacionado al terror y aunque no se asustaba fácilmente cuando lo hacía perdía completamente la calma, todo lo macabro y mórbido de la vida la atraía.

-Pensé que te gustaría- la rubia sonreía sinceramente, y él no podía dejar de verla, hacía mucho que veía ese gesto tan honesto y le gustaba, Helga le gustaba- Dime algo

-¿Quép?- preguntó con la boca llena de comida, él sólo sonrió.

-¿Realmente te diviertes en nuestra primera cita?- ella lo miro seriamente.

-Sí- contestó, no había respuesta a medias, ni burlas ocultando lo verdadero.

-Me alegro- una emoción cubrió los ojos verdes de él- Pensé mucho en esto cuando accediste a salir conmigo- la rubia desvió la mirada, ella no había accedido tan fácilmente salir con el chico.


Flashback

-Me gustas- ahí estaba una confesión de parte de Arnold.

-Y supongo que por eso tengo que salir contigo ¿cierto?- el chico se sorprendió, esa no era la respuesta que buscaba de parte de la chica- Arnold, finalmente he aceptado y comprendido que estoy enamorada de ti y es un hecho que tú no lo estás, por eso no quiero salir contigo.

-Eso no es justo- casi murmuró

-¿Perdón?

-Tú no me has dado la oportunidad de hacerlo- la rubia se molestó por el comentario.

-Más bien creo que tú no te has dado la oportunidad de hacer…

-Eso no es cierto- la interrumpió- Helga sólo has pensado en tus sentimientos ¿Acaso has pensado en lo que yo siento por ti?

-¿Estás enamorado de mí?- rebatió la oji azul.

-¿Y cómo voy a saberlo? Siempre estamos en lo mismo, estoy atorado, confundido, sé que me gustas, pero sería absurdo que no haya nada más, pero ¿Cómo lo descubro si siempre estamos en el mismo contexto?- el oji verde casi había gritado.

-¿De verdad quieres una cita?- soltó en casi un murmulló.

-Es lo que hacen las personas que se gustan- razonó el rubio.

-De acuerdo- camino hasta llegar a su casa, él la siguió, los dos se detuvieron enfrente de la residencia Pataki- El próximo sábado, pero no quiero nada que no sea de calidad.

-Lo prometo- el chico se le acercó y suavizó la mirada- Tenemos una cita Pataki

-Así parece Shortman


Finalmente iban de regreso, el atardecer iba cayendo detrás de ellos, por lo que al interior del coche todo se veía de tonos rosáceos y anaranjados, ambos iban callados, pero no era incomodo, disfrutaban el silencio, tranquilos se acompañaban, todavía les quedaba un camino de casi dos horas para llegar a su casa, una suave melodía de jazz salía por los altavoces del estéreo, aún no arreglaban ese desperfecto del coche, pero ninguno de los dos se quejaba a ambos les gustaba el ritmo.

-¿Había leyendas de terror en San Lorenzo?- el rubio pensó antes de contestar.

-Sí, más bien eran relatos de los pobladores de San Lorenzo- la chica se acercó más para escucharlo mejor- Para los Ojos Verdes es natural que haya espíritus entre nosotros, aunque no todos son buenos, pero creían que no era algo de miedo si alguno te molestaba o te poseía, simplemente tenías que averiguar lo que el alma en pena tenía pendiente y ayudarle o buscar su perdón si es que de alguna vez la habías ofendido- siempre que Arnold hablaba de su vida en Centro América Helga lo escuchaba muy atentamente- Pero los que viven en el pueblo tienen relatos más escalofriantes…porque son más humanos

"Cuenta la leyenda que hay una bruja devoradora de personas, nadie sabe de dónde llego o cual su motivo de existir, lo único que se sabe es que es mala y cruel, engaña a los viajantes que se han perdido y se encuentran desesperado, y los incita a que los siga, poco a poco, seduciéndolos primero con una voz dulce, prometiéndoles mostrarles el camino, los ingenuos transeúntes la siguen, ya que la desesperación hace que no piensen dos veces antes de hacer lo que la bruja les indica. A través de falsas promesas los conduce por la selva hasta una cueva grande y fría, pero con alimento y un fuego encendido, ahí empieza lo peor… Después de comer y calentarse los viajeros se quedan dormidos, pero para ellos hubiera sido mejor nunca despertar…La bruja cose el ano de las personas y los ojos, les rompe las piernas y brazos para inmovilizarlos, luego los sobre alimenta, pero nunca les permite hacer sus necesidades, por lo que el estómago va creciendo y creciendo, los desafortunados en caer en su trampa sólo son capaces de gemir y esperar un pronto final, que al parecer es lento. Cuando la bruja ve que han tomado buen tamaño les abre el vientre y se come sus entrañas, dejando sólo la piel, la cual la deja secar en los árboles más viejos de la zona, por eso te recomiendan nunca viajar solo y desconfiar delas luces extrañas en la selva"

La rubia trago en seco, no pensaba que el relato del chico la fuera a sorprender tanto, pero había sido así, el atardecer desaparecía dándole paso al anochecer, inconscientemente se acercó más al rubio.

-¿Qué te pareció?- preguntó el oji verde encendiendo las luces del coche.

-Interesante, siniestra, a veces me sorprendo de lo que la gente dice- confesó la oji azul, venía muy concentrada también en el camino, no quería admitirlo pero la historia sí la había asustado.

-Creo que la mayoría de los relatos de este tipo más que para darte miedo es para enseñarte algo- una leve llovizna comenzaba a caer.

-¿Cómo le haces para ver siempre el lado positivo a todo? ¿No te aburre hacerlo?- el chico se rio ante la afirmación de la chica, le divertía que ella viera eso de él.

-Realmente no, pero simplemente creo que alguien no puede ser…-se quedó callado, ya no creía que la gente no podía ser tan mala como decía, él lo sabía, después de enfrentarse a la Sombra había descubierto eso, además de que el tiempo que él y su familia estuvieron en San Lorenzo, se enfrentaron a más de una situación de explotación o abuso de alguna autoridad hacía los habitantes…entonces…¿Cómo podía ser tan positivo?

-¿Entonces?- los ojos azules lo miraron exigiendo una respuesta.

-No es que sea positivo para todo sino que…me gusta creer que las cosas buenas siempre regresan, pero eso no me impide ver el sufrimiento de los demás, simplemente es una fuerza que hay dentro de mí- la chica no dijo nada, volteó a ver hacía la ventana, ella lo sabía, Arnold era una persona positiva, pero realista, no era como Eugene que pecaba de ingenuo, el oji verde no, él realmente buscaba un cambio y apoyar siempre a su forma.

Ninguno de los dos dijo nada, inmersos en sus pensamientos llegaron hasta a una gasolineria en donde se detuvieron a cargar combustible, momento que aprovecho Helga para ir al sanitario, en frente del espejo se observó, tenía una leve sombra bajo los ojos, debido a que el rímel estaba desapareciendo, con un poco de papel y agua se lo quito y removió el resto, su mirada se veía más limpia, se soltó el pelo que le bajo hasta la cintura, estaba en una cita con Arnold, el chico que del cual estaba enamorada desde hace más de diez años, eso significaba…Las mejillas se tiñeron de rojo al pensar al final de la cita, más nerviosa se enjuago la boca con agua y toco sus labios, llevaba tiempo sin besar a nadie y no es que no lo hubiera hecho desde que el rubio se fue, pero sí era cierto que desde hace siete años no besaba a nadie sintiendo algo más que un gusto…¿Ella dejaría que el ojiverde la besará? Claro que lo deseaba y demasiado, pero eso no implicaba que no tuviera miedo. Respirando profundamente regreso al coche, necesitaba tranquilizarse, vio al chico recargado en la capota con un vaso caliente en cada mano.

-Al parecer hay un bloqueo en la entrada de Hillwood, pensé que nos podríamos tomar algo caliente antes de seguir- la chica sólo asintió con la cabeza y lo siguió a unas bancas, se sentaron uno frente al otro.

-¿Cómo te enteraste lo del bloqueo?- cuestionó la chica.

-Hablé a casa para avisar que íbamos tarde y mi papá me comentó eso- contestó el aludido.

-Vaya- la oji azul evitaba mirarlo a los ojos, tenía aún en la mente el final de la cita.

-¿Has pensado que va a pasar cuando lleguemos a tu casa?- preguntó el rubio.

-¿Qué?- la rubia había brincado de la banca- ¿Cómo que va a pasar? Pues…pues…lo que pasa en todas las citas…quiero decir al final…un chico…labios- no lograba unir las ideas, el oji verde no la entendía- Beso…chica…lo normal, bueno es obvio.

-Me refiero a que vamos tarde- la interrumpió el chico, con un poco de trabajo había unido la idea de la chica, y aunque él no hablaba de un beso era obvio que ella sí…un beso.

-Ah eso- Helga se volvió a sentar deseando con todas sus fuerzas que Arnold no hubiera entendido nada- Pues no creo que me digan nada, no me han llamado, ya sabes como son y aunque las cosas hayan mejorado, no dejan de ser Miriam y Bob Pataki- sin decir más se subieron al coche continuando su camino, tal como les había dicho el patriarca de los Shortman el tráfico era muy intenso en la entrada de la ciudad, pero se distrajeron con juegos tontos de palabra y chistes, finalmente llegaron a la residencia Pataki, la cual estaba a obscuras, ambos bajaron y se quedaron de pie frente a la puerta- Bueno, gracias Cabeza de Balón- dijo despidiéndose.

-¿Qué pasaría si te besara en este momento Helga? – la rubia se giró bruscamente.

-¿Cómo?- la voz femenina salió temblorosa, Arnold se acercó más a ella.

-¿Qué pasaría si te beso?- se inclinó levemente y rozó suavemente los labios de la chica, la cual tembló al sentir el tacto, sin pensarlo dos veces Helga recortó la distancia entre los dos jalándolo de la playera. No podían decir que sintieran fuegos artificiales o que se moviera su mundo, pero un extraño sabor a nostalgia y reconocimiento se instaló en la boca de los dos, como algo bueno al cual siempre regresaban, al cual siempre querían regresar, pero había algo más que de niños nunca habían sentido, algo diferente, algo…

-¿Qué demonios pasa aquí?- Big Bob estaba en pijama observando a los adolescentes besarse los cuales inmediatamente se separaron- ¿Alfred?- preguntó el hombre aún más sorprendido.

-Es Arnold papá- contestó con cierto fastidio Helga, el chico bajo inmediatamente las escales del pórtico, no tentaría su suerte.

-Buenas noche señor Pataki- el hombre estaba cada vez más enojado- Hasta luego Helga- y sonrió, con esas sonrisas que siempre derretían a la rubia, aquella llena de seguridad y de cierta picardía.

-¿Puedo saber qué estaba pasando aquí? – el hombre miro duramente a su hija.

-Nada Bob- entro a la casa seguida de su progenitor- Me voy a dormir- el hombre se quedó sólo y soltó una largo suspiro, era difícil aceptar que su hija segunda también se estuviera convirtiendo en una adulta.


Gracias por los comentarios, prometo responderlos en la brevedad posible, lo empezaré hacer directamente, los que son invitados o que no tienen cuenta les contestaré por aquí. En fin, espero que les guste el capítulo, es algo corto...pero yo tampoco sé que sigue, jajajajajajajaja, a veces mi cabeza me hace muy malas jugadas, pero prometo que habrá capítulo la próxima semana, aunque sea uno de chistes.

Nuevamente gracias por leer.

Enigma