Disclaimer: Esta historia es una traducción/adaptación del fic 'Chimes', de I M Sterling. Con su autorización he traducido esta historia para ustedes. Todos los personajes reconocibles pertenecen a J. K. Rowling. La historia, a la maravillosa mente de la Srta. Sterling.

Sin mas que decir, aquí les dejo…

Alarmas

1

Las discretas alarmas habían sido un heraldo de esperanza para ella por casi un año. Escuchar ese sonido hoy, entre todos los días, fue la gota que rebalsó el vaso.

El cuchillo de plata que sostenía en su mano comenzó a temblar, y al cabo de algunos momentos, la joven mujer estaba sentada en el suelo del local, abrazándose a sí misma, llorando.

"¿Hermione?"

Ella escuchó la preocupación en la voz de Severus, pero no podía verlo a través de las lágrimas. No podía ver nada a través de las lágrimas.

"Por Merlín. Ven aquí, vamos a la oficina." Unos brazos fuertes la levantaron y al cabo de algunos segundos, estaba sentada en el suave sofá de la oficina de su negocio. Las lágrimas había arruinado la camisa de Severus, pero él nunca dijo una palabra. Simplemente la sostuvo entre sus brazos mientras la joven lloraba y su cuerpo trataba de deshacerse de la pena, como si se tratara de un veneno mortal.

Eventualmente, ella se tranquilizó, pero no se movió de su lugar. Ciertamente, este no era un día normal de trabajo. Él no era la clase de hombre que admitía con facilidad la familiaridad física, incluso entre amigos. Y ella estaba casada mucho antes que llegaran al respetuoso acuerdo que luego había florecido en amistad.

"¿Puedo asumir que esto se debe a la finalización de tu divorcio?"

La aterciopelada voz se mezclaba perfectamente con las sombras que rápidamente estaban devorando a la oficina. Debía ser hora de cenar. Ya ni se preocupaba por su misma…no había tenido ganas de comer desde que había descubierto las novedades…

Ronald Weasley, su esposo, héroe de guerra, estrella internacional de quidditch, había hecho lo impensable. Hermione se sentía vibrar de indignación cada vez que pensaba en eso. No solo había tenido aventuras por ahí…aunque eso solo hubiera podido garantizar el divorcio. No. Su traición había sido más que una simple infidelidad. Había sido más doloroso, más personal. Si alguien hubiera planteado este escenario para destruir su espíritu, la traición de Ronald habría sido como confeccionada a la medida para tal propósito.

Durante los primeros días de su matrimonio, (apenas tres meses después de la finalización de la guerra), Hermione había insistido en que lo mejor era establecerse antes de comenzar una familia. Ella iba a regresar a Hogwarts para finalizar sus exámenes finales, él iba a viajar por el mundo como guardián de los Kestrels…viendo hacia atrás, sabía que esperar había sido una buena decisión.

Ella y Ron habían tenido la pelea más grande de su relación, completa, con palabras hirientes, ultimátum, puertas azotadas, y una separación formal.

Aquello había causado una brecha en su relación, y el pelirrojo había reaccionado como siempre lo hacía: corriendo detrás de la primera pollera que se le cruzara. Algunas semanas más tarde, en medio de su fiesta sexual de seis meses, había seguido el consejo de uno de sus compañeros de equipo y se había realizado la versión mágica de la vasectomía.

Eventualmente, ella y Weasley se habían reconciliado. Ella lo perdonó por las indiscreciones. Él la perdonó por tener sentido común y por tratar de usarlo.

De alguna manera, durante el proceso de reconciliación, Ronald había 'olvidado' decirle a Hermione sobre el procedimiento quirúrgico que hacía los métodos anticonceptivos innecesarios.

Los años pasaron. Hermione consiguió convertirse en Maestra Pocionista. Luego consiguió una botica junto a Severus…Ronald estaba ausente alrededor de ocho meses por año, jugando al quidditch.

Al cabo de un tiempo, Hermione trajo a colación el asunto de los hijos.

Y en ese momento, él había hecho la cosa más cruel. "Mione, si lo que quieres es un bebé, no puedo esperar para comenzar a trabajar en buscarlo contigo."

El bastardo no había dicho ni una palabra.

Ella había dejado, con mucha felicidad, de tomar las pociones anticonceptivas y luego habían pasado un año entero cogiendo como conejos, hasta que ella se dio cuenta que algo no estaba bien.

Severus, como compañero de negocios de Hermione, estaba al tanto que la castaña y su marido intentaban comenzar una familia. Fue él quien le aconsejó a la joven que viera a un especialista de San Mungo cuando pasó un año en el que la sangre se llevaba todas las esperanzas cada mes. La había ayudado a preparar pociones para la fertilidad por seis meses, desde que el sanador de San Mungo había declarado a Hermione en perfecta salud. También había sido Severus quien comentó que pasar doce horas por día sentado en una escoba, no era justamente beneficioso para el sistema reproductor masculino.

Entonces Hermione se puso obsesiva. Comenzó a marcar celosamente cada período fértil, e incluso había inventado un hechizo de alarma, que le avisaba en cuanto comenzaba la ovulación…y Ronald no había dicho ni una palabra en contra, cuando ella comenzó a sacarlo en medio de las prácticas de quidditch, en mitad del día, para que tuvieran la mejor oportunidad de concebir. No. El muy idiota había hecho un gestito de suficiencia a sus compañeros de equipo…y ese fue su error.

El buscador del equipo en el que el pelirrojo jugaba, era un mujeriego empedernido, que había tratado de seducir a Hermione más de una vez. Una noche, luego que ella había arrastrado a su marido de una reunión del equipo, para una rápida cópula, Fredericks, el buscador mujeriego, la había llevado aparte y había hecho algunos comentarios desagradables sobre su compañero de equipo pelirrojo.

Hermione había hechizado al pequeño y odioso tipo, por supuesto, pero la idea ya había sido implantada, y ahora, ella no podía ignorarla.

Quería negarlo…pero todo concordaba. Tenía demasiado sentido.

Severus no le preguntó para qué podía necesitar veritaserum. Tan solo la asistió en la preparación.

Tres gotas en la segunda pinta de cerveza, después de un partido, habían logrado su cometido. El cretino contó la historia completa frente a todo el equipo, los Potter y dos de sus hermanos. Comentó sin reservas, frente a una horrorizada audiencia, sobre cómo no queriendo pelear, había ocultado el procedimiento. De ahí en más, sus confesiones habían sido de los más dolorosas: se había jactado como ahora, que ya no tomaba la poción anticonceptiva, el sexo era mucho mejor, tanto que ya casi no se cogía a las fanáticas que seguían al equipo como una horda de moscas…casi, había dicho.

Hermione tomó la humillación personal como un daño colateral. Y la mañana siguiente a eso, (mientras el Sr. Weasley era atendido en el pabellón de daños por hechizos y maldiciones de San Mungo), ella había guardado esos recuerdos y había solicitado el divorcio.

El Ministerio no veía con buenos ojos el divorcio, pero las acciones del pelirrojo, además de contar con el testimonio del Jefe de Auroras, testigo presencial, (Harry estaba más que molesto por el accionar de su 'amigo'), permitieron que Hermione obtuviera su libertad en cuestión de semanas.

Ese día, la joven castaña había firmado el último documento. Ella conservó la residencia principal, y todos lo concerniente a su negocio, el cual tanto ella como Severus, habían montado con mucho trabajo duro. El pelirrojo se quedó con las escobas, los automóviles y una residencia de veraneo en Francia. Ella decidió que la cuenta bancaria se dividiría en partes iguales.

El escuchar esa dicho alarma el mismo día que su divorcio finalizaba…fue demasiado.