Nota Autora: Este drabble fue hecho para el especial de la página de facebook "Alucard e Integra love". Ahora lo subo acá para no dejar tan abandonada mi cuenta(?)

Nos leemos!

Carpe Diem


Celos

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Cuando ella camina, el viento juega con su cabello y con su abrigo. Se entromete entre las hebras rubias y las hace bailar a su ritmo. Las acaricia, las enreda y las libera, merced a sus propios impulsos.

Luego se cuela por el cuello de su abrigo y acaricia sin problemas esa piel tostada, desde la clavícula hasta la barbilla, y más arriba, rozando esos labios delgados herméticamente cerrados. Su toque hace florecer un tinte sonrosado en sus mejillas.

Cuando es más agresivo, sus caricias se abalanzan como torbellino de ideas desbocadas, y recorren todo su cuerpo. Azota sus piernas, logra penetrar la gruesa capa del abrigo y se introduce allí donde nadie, jamás, ha tocado alguna vez. Su caricia fría hará que sus pechos despierten a su tacto, pero nadie más que ella lo notará, y le restará importancia; es solo el viento, ¿no?

Otras veces será suave, y llegará como una brisa juguetona a probar suerte en su oído; tímidamente susurrará palabras secretas junto a su oreja, jugará un poco con el cabello, intentará hacer cosquillas. Y ella lo permite, porque no hay nada que pueda hacer para oponerse y porque, sencillamente, no es una molestia, al contrario.

Por las noches, él será un confidente ideal mientras ella fuma un cigarrillo en el balcón. Revoloteará a su lado admirando su cuerpo y lamiendo con sus lenguas frías cada retazo de piel que el pijama deja expuesta para él. Será el receptor y único conocedor de sus pensamientos más íntimos, de sus dudas e inseguridades, pero también de sus pequeños momentos de alegría y orgullo personales.

Absorberá el olor de su cabello, y el aroma a jabón que desprende su cuerpo recién lavado. Se llevará con él el humo de su último cigarrillo.

Y luego, como un amante educado, se despedirá de ella en la ventana y la verá alejarse hasta la cama, donde esconderá su cuerpo bajo las sábanas hasta la mañana siguiente.

Y así ocurre todos los días, por eso en Londres la gente se queja que no haya un día sin viento. Ellos no sospechan el motivo que lo conduce aquí, solo yo lo sé, y lo odio; pero no puedo culparlo.

Y mientras la veo hablar con sus soldados y mi incipiente en el patio, imagino que yo soy el viento que acaricia impune su cuerpo virgen, cada retazo de él, sin ser detenido ni rechazado. Que son mis manos las que memorizan sus curvas de mujer, mis labios los que prueban el sabor embriagante de su piel...

…Sí, estoy celoso del viento más que de ninguna otra cosa sobre la faz de esta tierra.