Fairy Tail no me pertenece, es propiedad de Hiro Mashima.


1 año después.

Había transcurrido ya un año desde que Juvia y Natsu habían anunciado que eran novios por fin y en el gremio todos se habían abalanzado sobre la pareja dando felicitaciones y demás. Incluso sus amigos de Sabertooth les habían visitado un par de veces para juguetear con el pequeño Julius y cada por tanto Rufus se lamentaba de que la hermosa maga de agua decidiera estar con el Dragon Slayer y no con un verdadero caballero como él lo era, por lo que no perdía ninguna ocasión de flirtear con Juvia, lo que causaba los celos de Natsu y pronto el gremio y sus visitantes comenzaban una "pelea" en la que Julius siempre apoyaba a su padre con gritos y aplausos. Verdaderamente eran todo un caso.

Otra de las cosas que había sucedido, es que por fin habían cesado los ataques sorpresa y todo había vuelto a la normalidad (relativamente). Lucy se había adaptado a la idea de que Natsu y Juvia ahora estaban juntos y, aunque eso le dolía muchísimo, sabía que ya nada podría hacer y lo mejor era alegrarse por ellos y desearles lo mejor. Sin embargo, con Gray las cosas habían sido un poco más difíciles. No dejaba de culparse a sí mismo por haber sido tan idiota y dejar que todo eso ocurriera. Le dolía mucho el haber rechazado cada una de las propuestas de la maga de agua y haberla dejado por su amiga, y aunque eso ya no podía cambiarlo, prefería evitarlos para ahorrarse los malos tragos incluso aunque le tuviera afecto al pequeño Julius.

Pero justamente ese día en especial, se estaban llevando a cabo los preparativos para una gran fiesta sorpresa nada más y nada menos que para el pequeño Julius, que ese día estaba cumpliendo sus 6 años de vida. Sería su primera fiesta, ya que en años posteriores habían festejado llevándolo de paseo a un parque de diversiones o una pequeña reunión entre sus padres y su tío favorito, Gajeel. Pero ese año debía ser diferente y todos se habían esmerado y conspirado para realizar una gran celebración en su honor. Pero debían confundirlo, y por ello Natsu y Juvia habían pedido a Levy que se hiciera cargo del pequeño por un rato mientras ellos compraban algunos arreglos y obsequios para su querido hijo. La pequeña maga había aceptado y estaba encantada de que le encomendasen tal "misión".

Levy y Julius habían partido hacia un parque de juegos, pues el niño estaba desanimado por el poco interés que sus padres habían demostrado por su cumpleaños y en compensación la maga había accedido a llevarlo a donde él quisiera. Jugaron un buen rato y comieron helados hasta que cayeron rendidos en la hierba y sonreían felices.

En otro lado, un par de personas encapuchadas los observaban a unos cuantos metros de distancia y escondidos entre los árboles.

— No entiendo—dijo una de las personas.

— ¿Qué?

— Para mí esto no tiene sentido… ¡Por todos los cielos! ¿¡Raptar a un niño!?

— Cállate o nos van a escuchar.

— Como si me importara…

— ¡Ya basta, Ken! Si tanto miedo tienes puedo hacerlo yo sola.

— Estás loca. No voy a dejarte en esto sola. Además, no se trata de ti, es solo que esto me parece absurdo y estúpido.

— Después de esto nos dedicaremos a lo de siempre, ya lo verás—le sonrió con dulzura y siguieron el camino.

Ambos se acercaron a Levy y Julius mientras estos estaban acostados en el césped, y alzaron al niño en brazos con cuidado de no despertarlo. Pero eso no bastó, pues Julius poco a poco comenzó a abrir los ojos.

—Mmmm…—se talló los ojitos. — ¿Quién es usted?

—Shhh, vuelve a dormir.

—No, no le conozco, déjeme ir—forcejeó con su captor y se retorció entre los brazos.

—¿No puedes controlar a un niño?

—Hazlo tú—gruñó el hombre enojado.

— ¡Tía Levy! —gritó Julius. Rápidamente la maga se levantó de su lugar dispuesta a atacar pero...

— ¡No te atrevas! —la mujer encapuchada le propinó una patada en el estómago que la hizo caer adolorida. Se algo de dificultad se levantó y encaró a su atacante.

— ¡Tíaaa! —lloriqueó el niño pero pronto le cubrieron la boca.

— Es bueno saber que no te das por vencida tan rápido, pero será mejor para ti que…

No pudo terminar de hablar pues Levy le había asestado un golpe en la mandíbula que la hizo callar.

— ¡Déjalo ir!

— ¡Maldita! —y la golpeó con fuerza en el rostro.

Todo sucedía muy rápido. Aquella mujer era bastante agresiva y no le daba tiempo de respirar a la pequeña maga. Puñetazos y patadas iban de un lado a otro sin descanso y cuando parecía que Levy al fin tendría una oportunidad de defenderse, la mujer le propinó un rodillazo en la cabeza.

Todo terminó tan pronto como comenzó. Levy yacía inconsciente en el suelo con el cuerpo magullado y las ropas desgarradas en ciertas zonas. Sangraba del rostro y de un costado y de no ser porque su pecho subía y bajaba, era como para darla por muerta por tales agresiones.

Juius estaba aterrado. Nunca en su vida había visto algo tan salvaje y agresivo como aquello y las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas mientras gritaba una y otra vez "tía Levy" con la esperanza de que en cualquier momento la mujer se levantaría y lucharía nuevamente para llevárselo de ahí. Pero no sucedió nada

El hombre le cubrió la boca con una mordaza y lo llevaron en brazos lejos de ahí.

Siguieron andando con gran agilidad y rapidez. Julius no supo cómo ni cuándo pero ya se encontraba lejos de la ciudad y se adentraban a la profundidad de un bosque. Resultaba aterrador, pues el sol ya se estaba poniendo y las grandes copas de los árboles volvían aún más escasa de luz que intentaba filtrarse. Varias veces forcejeó con sus captores lo que le costó ser amarrado de brazos y piernas sin que ahora pudiera moverse, y eso, aunado a que su boca era cubierta, le ocasionaba muchísimo temor. Pero en ningún momento le hicieron daño. Simplemente le advirtieron y al no hacer caso, no hubo más remedio que cumplir las amenazas e inmovilizarlo.

— Aquí—dijo la mujer a la vez que se detenía y miraba por todos lados.

Era una zona donde los árboles y arbustos eran lo suficientemente grandes como para cubrirlos si se sentaban. Además, la zona estaba casi a oscuras por las frondosas copas y apenas era posible distinguir en la oscuridad.

— ¿Segura?

— La oscuridad nos facilita las cosas, pues si algún indeseado se cruza por aquí, será imposible que alguien pueda escuchar sus gritos de auxilio o algo parecido. Además, en dado caso que sea necesario huir, detrás de ese gran arbusto le sigue un camino que, si bien está bastante estrecho y oscuro, nos permite escondernos y salir de aquí sin dificultad alguna.

— Bien.

El hombre depositó a Julius en el suelo con sumo cuidado y después le dio la espalda para dirigirse a su compañera.

— Evidentemente es arriesgado hacer una fogata, así que supongo que debemos sacar algunas cuantas "provisiones" que supongo trajiste para el viaje.

Julius pudo ver como la mujer se ruborizaba y bufaba mientras se cruzaba de brazos.

— Bueno, sucedió todo tan rápido que apenas y pude comprar algunas cosas. Digamos que algunos pasteles y frituras nos bastarán para sobrevivir en el camino. Es ideal tener mucha azúcar y agua.

El hombre puso los ojos en blanco y comenzó a reír con ganas. Se ganó una mirada de reproche y solo pudo reír con más fuerza.

— Vamos, sabes que eso es una excusa bastante absurda. Estoy al tanto de tu obsesión a lo dulce. En fin, habrá que comer algo.

Julius vio como sacaban algunas golosinas de las mochilas que se habían detenido a recoger luego de secuestrarlo y la mujer se aproximaba a él.

— Escucha, sé un niño bueno y no vayas a gritar. Prometo que ninguno de nosotros te hará daño. Lo que viste antes fue…bueno, no es algo común o que tiendo a hacer, pero al menos créeme y te ganarás un rico pastel de chocolate—sonrió, y aunque Julius sabía que no debía hacerlo, confió en ella y asintió levemente. Por alguna extraña razón, aquella mujer no le causaba miedo y de alguna manera veía cierto arrepentimiento en su mirada. Por otro lado, el hombre seguía sin gustarle y definitivamente se mantendría alejado de él.

Le quitaron la mordaza con sumo cuidado para no estirarle el cabello y también los brazos, que ahora sentía entumecidos y le dificultaba moverlos. Las cuerdas de sus piernas las habían aflojado para que la sangre le circulara y el dolor no fuese tan severo.

— ¿Cómo te llamas? —preguntó. La mujer se sobresaltó al escucharlo y le miró.

— Soy Adina, pero puedes llamarme Adi.

— ¿Cuántos años tienes?

— Apenas y tengo 19 años.

Adina volvió a sonreír y Julius le devolvió el gesto. Ella agarró un tenedor al ver la frustración del niño por no poder mover bien sus brazos y le dio de comer un trozo de pastel de chocolate.

— Por lo que yo sé, tú eres Julius y tienes 6 años, ¿cierto?

— No, hoy cumplí 7 años y sospecho que me harían una fiesta sorpresa...

— ¡Oh! Yo… eh

— No te preocupes—dijo y después de eso no volvió a hablar. Terminó su pastel y sus brazos otra vez fueron sujetados con cuerdas mientras lo tapaban con una manta. Adina se retiró de su lado luego de darle las buenas noches.

Julius tenía muchas ganas de llorar. Se despertó tan feliz porque sería su cumpleaños y vería a todos reunidos para cantarle el feliz cumpleaños. Pero lo raptaron sin que él supiera el motivo. Esas personas no parecían ser malas, al contrario, se mostraban incluso atentos con él. Aún así se sentía triste porque extrañaba muchísimo a sus padres. ¿Estarían preocupados? ¿Lo habrían buscado ya? ¿Cómo se encontraría su tía Levy? Muchas preguntas comenzaron a surgir y pronto ya estaba durmiendo.

Adina lo había estado observando en silencio. Se sentía terrible. No solo lo habían secuestrado y separado de su madre, también habían hecho todo eso en un día tan especial como su cumpleaños. Estaba enojada con su jefe y consigo misma por haber aceptado haber hecho eso, pero no tenía opción.

— ¿Estás bien?

— ¿Eh?

— Sé que algo te pasa. Normalmente cuando tienes fruncido el ceño es porque estás pensando en algo que te molesta.

— No seas absurdo, Ken. Estoy perfectamente bien.

Ken se acercó a ella y la miró detenidamente tratando de ver algo a través de sus ojos. Ella se ruborizó violentamente y se apartó dando un salto hacia atrás lo que le valió una mirada divertida por parte de él.

— Te pesa lo que le hiciste a esa chica, ¿verdad?

— Debería ser pecado conocer a alguien tan bien—bufó. Ken se echó a reír y la tomó de la cintura para atraerla hacia sí.

— Sí, te conozco demasiado bien y sé que hay otra cosa que te molesta aparte de haber tenido que golpear a esa chica.

— P-podrías mantener tu distancia, amigo—puso sus manos en el pecho de él para intentar apartarlo un poco. — Sí, me molesta el haber tenido que recurrir a eso para raptar a ese niño, pero también saber que hoy era su cumpleaños. De todos los malditos días que pudimos haberlo raptado tuvo que ser precisamente su cumpleaños.

— Fueron órdenes de…

— Ya sé que fueron órdenes de él, pero ese maldito hijo de puta seguramente ya lo sabía y…

— Oye, deberías calmar esa boquita tuya, hay un niño presente. ¿O prefieres que te haga callar a besos? —él la atrajo más hacia sí y le sonrió seductoramente mientras Adina se sonrojaba.

— A-aléjate de mí. Hay un niño presente, ¿recuerdas?

— Pero está dormido. Y prometo estar calladito y callar tus gemi…

— ¡Basta ya! —lo apartó de un empujón y se alejó de él tomando una distancia prudente. —No estoy de humor para soportar tu maldita calentura y…

— Calentura que también tienes en este momento—pero ella continúo su perorata como si no la hubiera interrumpido.

— Y deseo que, al menos en lo que él está presente, tú seas capaz de comportarte adecuadamente.

Adina tomó asiento en la gran raíz de un árbol y se cubrió el rostro con ambas manos.

— ¿No estás llorando o sí? —Ella no respondió. Ken se acercó y se arrodilló frente a ella para estar a la misma altura. Luego, muy despacio, retiro las manos de ella de su rostro y le limpió las lágrimas con suavidad.

— Sé que no querías hacerle daño a esa chica. También sé que nunca quisiste raptar a ese niño al igual que yo. Y aunque en un principio te mostraste tan indiferente y decidida, sé lo inconforme que te sentías al respecto pero poco podías hacer por ello. Ambos estamos atados a él, y pronto nos veremos libres de sus garras y mandatos. Ya te lo he dicho otras veces. Eres fuerte, pequeña, y juntos saldremos de esta para seguir realizando misiones, vivir juntos y tener nuestros propios hijos. Ya lo verás.

Las lágrimas seguían saliendo de su rostro pero una sonrisa se formó en sus labios.

— A veces puedes ser un caballero y bastante romántico, ¿sabes?

— ¿A veces? ¡Pero si yo lo soy! Además, aún tengo ganas de ponerte las manos encima— le sonrió y ella puso los ojos en blanco.

— Y también puedes ser un verdadero idiota.


¿Qué puedo decir después de una larga ausencia? ¿Feliz Navidad? ¿Feliz Año Nuevo?

Bueno, quisiera decirles que en todo este tiempo había querido actualizar, pero me enfermé (de nuevo) y quería subir dos capítulos en compensación pero solo llegué hasta la mitad del 15... En fin, también cumplí mis 20 añitos de vida y estoy muy, muy feliz por ello.

Espero que disfruten este capítulo como yo disfruté escribiéndolo y sigan al tanto de la historia pues el final se va acercando :) Les aviso que tengo un Gruvia en mente y les dejaré el nombre del fic cuando éste haya finalizado.

Quiero darles las gracias por seguir con la historia y los reviews tan lindos de lectores tan maravillosos que sin importar mis ausencias aquí siguen.

Y ya me puse muy sentimental así que les prometo que los próximos capítulos no tardarán tanto.

¡Mil gracias por todo!