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La tardanza no se debió a falta de ideas, sino al contrario… ¡Se me ocurrieron tantos bad endings, que no supe cual escoger!
Para compensar, he aquí el resultado final…
.
Juntas… hasta el final
AppleBloom permaneció echada mucho tiempo después de que sus mejores amigas se hubieran ido. El sol amenazaba con aparecer.
Pero no ahí. Ahí nunca llegaba tal cosa.
Sintió la presencia de Gladstone aproximarse detrás de ella, pero no se movió. Le dijo algo, que no escuchó; que ignoró. Gladstonse se fue.
Con todo el tiempo que tenía para reflexionar, Apple Bloom llegó a una conclusión. Se estaba comportando como una egoísta. Era mejor que al menos ellas se hubieran librado.
Aunque eso implicara no volver a verlas nunca, prefería saber que se encontraban bien… donde quiera que estuvieran.
.
La situación con Sweetie Belle y Scootaloo se encontraba igual o tanto peor. No había forma de hacer que pararan de llorar. Rarity y Rainbow Dash eran las más preocupadas; los padres de la unicornio llegarían pronto, y se unirían a sus fútiles esfuerzos de calmar a las pequeñas. Por otra parte, los Apple también sentían el peso de su responsabilidad ahí, pero el dolor por lo acaecido a Apple Bloom era demasiado. De todos modos no era mucho lo que podían hacer.
Finalmente, después de mucho llanto, a los miembros restantes de las Cutie Mark Crusaders se les terminaron las lágrimas. Solo recibieron abrazos y mimos, pero era como si simplemente no les llegaran al corazón y no lograra tranquilizarles del todo. El resto de los presentes resolvieron a dejarlas a solas unos minutos, esperando que se apoyaran mutuamente.
Un error del que pronto se arrepentirían.
—No debimos dejarla sola —Consiguió decir Sweetie Belle entrecortadamente.
Scootaloo se frotó un ojo, tratando de regular su respiración. Se fijó de soslayo en la puerta cerrada, y se aproximó a su amiga, susurrándole.
—¿Y si…? ¿Y si… regresamos?
—¿Regresar? —Repitió Sweetie Belle en shock— ¿Al Bosque Everfree… a esa zona del bosque Everfree? ¿Qué hay con esos… Flancos Blancos?
Se estremecieron.
—Nos atraparían… apenas logramos escapar.
—¡Las Cutie Mark Crusaders…! —Ni si quiera logró completar la frase. Clavó la vista en el suelo, parpadeando, repentinamente abrumada de congoja. Dos nunca sería suficiente.
Ya no había Cutie Mark Crusaders.
—Tengo miedo —Se le escapó de la boca.
—También yo —Musitó Sweetie Belle, apretando una de sus patas consoladoramente.
—Apple Bloom habría regresado…
Ese fue el golpe de gracia.
Cuando los adultos regresaron, las menores se habían esfumado, y la ventana estaba abierta.
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La pony que les había ayudado a entrar y salir la última vez, Ruby, les había mirado con infinita tristeza, antes de permitirles pasar al bosque.
Ahora que sabían lo que seguramente les esperaba, ambas temblaban tanto que era un misterio como lograban caminar sin tropezar.
—¿Qué haremos? —Susurró Sweetie Belle, apenas audible para Scootaloo, adherida a su lado.
—¡L-la traeremos de regreso! —Masculló ella de vuelta, mordiéndose la lengua en su intento de hablar rápidamente.
—Pero ella dijo que no la dejaban ir…
No muy lejos de ahí, los Flancos Blancos empezaban a ponerse tensos.
—¿Qué ocurre? —Preguntó Apple Bloom al fin, sin recibir respuesta. Hasta que alguien dijo:
—Hay intrusos.
Unos pocos se movieron, en dirección a algo que Apple Bloom aun no alcanzaba a distinguir. Sin embargo, se puso de pie, y aguzó el oído. Algo en su interior le llamó a seguirles, y eso hizo. Su imaginación voló hasta llegar a la respuesta correcta, y corrió, adelantándose a los Flancos Blancos.
—¿Escuchaste eso? —Scootaloo se detuvo de golpe.
—¿Qué? —Sweetie Belle la imitó, sintiendo el miedo fluir por sus venas.
Se callaron. El silencio era pesado, seco. Falso, como notaron pronto. Escucharon sus nombres, siendo llamados en voz baja.
—¡Apple Bloom!
Ella apareció de un salto, el horror impreso en sus facciones, y en sus relucientes ojos rojos. Sweetie Belle sintió el impulso de correr a abrazarle, a pesar de su aspecto, pero antes de poder hacerlo, Apple Bloom les habló con una alarma nunca antes vista, ni en sus peores momentos.
—¿Por qué regresaron? ¡Ellos ya vienen!
Aunque las dos volvieron a estremecerse, ninguna se movió.
—Venimos por ti.
—Ellos no me dejan. Es una maldición, no puedo salir de aquí. Algo pasará si lo hago, eso dijeron…
—¡Pero hemos llegado hasta aquí…!
—No importa, vendrás —Scootaloo, tozuda, hizo de tripas corazón y caminó hacía ella. Apple Bloom retrocedió, negando fuertemente con la cabeza.
—¡No puedo arriesgarlas! A nadie, ¿Qué tal si mi familia-?
Un Flanco Blanco apareció detrás de las dos recién llegadas.
—¡Cuidado!
Scootaloo y Sweetie Belle brincaron cual resortes, pegándose a Apple Bloom, haciendo un esfuerzo por reprimir las ganas de alejarse también. Su piel estaba perturbadoramente fría, y tenía una textura desagradable. En segundos, estaban rodeadas.
—¡No les hagan nada! —Volvió a decir Apple Bloom, igual que la última vez— ¡O yo… yo… me iré!
LosFlancos las miraron de alguna forma, con penetrantes ojos carmesí.
—No pueden llevársela —Dijo uno de ellos con voz rasposa.
—Aquí estará a salvo.
—¿Por qué no se quedan?
—No, déjenlas… por favor —Suplicó Apple Bloom— No me iré, me portaré bien.
—La única forma en la que podrán estar juntas será quedándose.
Sonó, sin lugar a dudas, a una sentencia. Sweetie Belle y Scootaloo sintieron como su capacidad de habla moría por momentos.
—No podemos quedarnos…
—¿Qué hacemos…?
—Ya no queda alternativa —Volvió a decir otro Flanco.
—Tranquilas, pequeñas. Estarán bien…
¿Qué pasó después? Puede que aun con la oportunidad de escoger, Scootaloo y Sweetie Belle hubieran escogido quedarse. O puede que no. En cualquier caso, ya no había forma de saberlo. Los Flancos Blancos tomaron la decisión por ellas.
Apple Bloom gritó, pateó, pero nada de lo que hizo sirvió. Al igual que con ella, todo pasó con demasiada prontitud. Primero una, después otra, sus dos amigas cayeron al suelo, y supo que no había nada que hacer.
Cuando los Flancos se alejaron, se echó al lado de ambas, justo en medio.
Esperando a que despertaran.
.
—Hola…
Scootaloo se removió, luchando por abrir los ojos, pero los párpados le pesaban.
—Siempre es así la primera vez. Bueno, eso dice Mitta. Hola —Repitió con un hilo de voz, viendo que lo mismo pasaba con Sweetie Belle.
Scootaloo intentó levantarse, pero sentía como si la hubieran apaleado.
—Estar aquí no es tan malo…
La unicornio y la pegaso comenzaron a darse cuenta poco a poco de su nueva condición, mientras Apple Bloom seguía hablando intentando sonar animada. Ellas le escuchaban como si estuvieran hablando por teléfono, y la línea estuviera cortándose. Se miraron, y ahogaron un grito, que soltaron luego, buscando a la desesperada un sitio para verse.
No se fijaron ni en donde lograron verse, si en una charca o en un lago, pero los reflejos lanzaron la misma señal a sus ojos.
—Es un sueño. Es un sueño… ¡no puede ser real!
Scootaloo cayó al suelo, tropezándose con sus propias patas. De haber tenido manos, se habría arrancado trozos de crin. Sweetie Belle lloró lo más calladamente posible. Apple Bloom llegó hasta ellas, con el corazón hundido. O al menos el sitio donde debería haber estado su corazón latiente.
Las tres, juntas de nuevo, con su monstruoso aspecto, unidas en su maldición. Compartiendo una vez más el mismo dolor.
Apple Bloom intentó calmar a Scootaloo, pero ésta reaccionó de pésimo modo. Empezaron a discutir, hasta que Sweetie Belle se interpuso.
—Al menos… estamos juntas de nuevo —Murmuró delicadamente.
El otro par calló. Apple Bloom logró decir:
—Fue mi culpa… por haberles dicho primero que no me dejaran.
—No. Nosotras quisimos venir. Nadie nos obligó —Fue la tenue respuesta de Scootaloo.
Se reconciliaron de inmediato. ¿Cómo podrían pelearse ahora? Las tres guardaron silencio, hasta que Sweetie Belle comentó de "la belleza de la luna".
—Seguramente la veremos casi todos los días...
—Sí…
Más silencio. Sweetie murmuró algo sobre sus papás que apenas iban a ir a verla, sus ojos llenándose de lágrimas. Scootaloo y Apple Bloom frotaron sus cabezas contra la suya, conociendo ese pesar tan bien como ella. Una por su familia misma, la otra tan solo por desearlo con fervor.
—Al menos no estamos solas…
—Nunca más estaremos solas —Dijo Apple Bloom débilmente.
—Siempre estaremos juntas.
—Sí… juntas...
—…Hasta el final —Completaron las tres, contemplando la etérea luna.
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Promesa rota
—¿Qué ocurre? —Preguntó Apple Bloom al fin, sin recibir respuesta. Hasta que alguien dijo:
—Hay intrusos.
Unos pocos se movieron, en dirección a algo que Apple Bloom aun no alcanzaba a distinguir. Sin embargo, se puso de pie, y aguzó el oído. Algo en su interior le llamó a seguirles, y eso hizo. Su imaginación voló hasta llegar a la respuesta correcta, y corrió, adelantándose a los Flancos Blancos.
—¿Escuchaste eso? —Scootaloo se detuvo de golpe.
—¿Qué? —Sweetie Belle la imitó, sintiendo el miedo fluir por sus venas.
Se callaron. El silencio era pesado, seco. Falso, como notaron pronto. Escucharon sus nombres, siendo llamados en voz baja.
—¡Apple Bloom!
Ella apareció de un salto, el horror impreso en sus facciones, y en sus relucientes ojos rojos. Sweetie Belle sintió el impulso de correr a abrazarle, a pesar de su aspecto, pero antes de poder hacerlo, Apple Bloom les habló con una alarma nunca antes vista, ni en sus peores momentos.
—¿Por qué regresaron? ¡Ellos ya vienen!
Aunque las dos volvieron a estremecerse, ninguna se movió.
—Venimos por ti.
—Ellos no me dejan. Es una maldición, no puedo salir de aquí. Algo pasará si lo hago, eso dijeron…
—¡Pero hemos llegado hasta aquí…!
—No importa, vendrás —Scootaloo, tozuda, hizo de tripas corazón y caminó hacia ella. Apple Bloom retrocedió, negando con la cabeza.
—¡No, algo malo podría pasar!
—¿Cómo qué?
—No lo sé…
Un Flanco Blanco apareció detrás de las dos recién llegadas.
—¡Cuidado!
Scootaloo y Sweetie Belle brincaron cual resortes, pegándose a Apple Bloom, haciendo un esfuerzo por reprimir las ganas de alejarse también. Su piel estaba perturbadoramente fría, y tenía una textura desagradable. En segundos, estaban rodeadas.
—¡No les hagan nada! —Volvió a decir Apple Bloom, igual que la última vez— ¡O yo… yo… me iré!
LosFlancos las miraron de alguna forma, con penetrantes ojos carmesí.
—No pueden llevársela —Dijo uno de ellos con voz rasposa.
—Aquí estará a salvo.
—¿Por qué no se quedan?
—No, déjenlas… por favor —Suplicó Apple Bloom— No me iré, me portaré bien.
—La única forma en la que podrán estar juntas será quedándose.
Sonó, sin lugar a dudas, a una sentencia. Sweetie Belle y Scootaloo sintieron como su capacidad de habla moría por momentos. Apple Bloom intervino, en un impulso.
—Hay otra forma.
—No la hay.
—Ellas no deben quedarse, así que yo me iré.
—Te lo advertimos. Si te vas con ellas, lo que ocurrirá…
Muy tarde. Apple Bloom no era una Cutie Mark Crusader por nada. Aprovechando la respuesta salió disparada entre las mismas patas de uno de los Flancos, no sin antes jalar consigo a sus dos amigas.
Corrieron hasta sentir que no podrían aguantar más. Irónicamente el que los Flancos Blancos se hubieran lanzado en su persecución les ayudó a continuar. El miedo era un aliciente poderoso.
Se detuvieron hasta toparse con los primeros edificios de la villa, al dejar de oír a sus perseguidores. Avanzaron un poco más por seguridad, jadeando. Sweetie Belle y Scootaloo se dejaron caer, pero Apple Bloom solo suspiró ruidosamente.
En ese momento no sabía que los Flancos Blancos no cumplirían su promesa, de hacer que algo malo ocurriera.
Se quedó de piedra al ver a su abuela, a varios metros de distancia. Granny Smith, cuya vista ya fallaba, tuvo que entrecerrar los ojos, rogando que sus deseos no le engañaran. Pero no habría podido confundir esa crin roja, en ninguna parte, jamás, con o sin lentes.
Después de reencontrarse con su abuela, el resto de los Apple no tardó en enterarse, y Apple Bloom no pudo contener las lágrimas al ser abrazada por su amplia y hermosa familia.
Sobra decir que Sweetie Belle fue castigada para el resto de su niñez y adolescencia, aunque, naturalmente, se alegraron muchísimo de tenerla de vuelta. En cuanto a Scootaloo… Scootaloo, sin padres, sin parientes, se sintió vacía y abandonada al admirar esas escenas.
Solo hasta que una pata azulada se posó en su cabeza revolviéndole las crines sintió renacer una chispita de felicidad. ¡Incluso recibió una reprimenda!... algo así. Pero de todos modos, ¡Rainbow Dash dando una reprimenda…! Evidentemente no era lo suyo. O no estaba acostumbrada. Después, regresó (no sin cierto nerviosismo) al modo cool, que Scootaloo tan bien conocía. Pero se sintió bien, al fin y al cabo. Por qué eso solo podía significar una cosa.
¡A su ídolo le importaba! ¡Se preocupaba por ella! Se sintió feliz.
Claro que Apple Bloom nunca volvería a estar bien, pero al menos estaba de vuelta. Nunca conseguiría su cutie mark, y cabía la posibilidad de que nunca fuera a crecer.
Pero estaba ahí, con ellos, volviendo a aprender a sonreír.
Y eso, después todo lo que habían pasado, era suficiente.
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O...
Después de reencontrarse con su abuela, el resto de los Apple no tardó en enterarse, y Apple Bloom no pudo contener las lágrimas al ser abrazada por su amplia y hermosa familia.
Pero la felicidad poco les duró.
Los Flancos Blancos cumplieron su promesa.
Pocos días después, precisamente en el que Apple Bloom había salido con su abuela y hermanos mayores, vieron algo como sombras invadiendo los alrededores.
Cuando estas se acercaron, no había duda. Eran Flancos Blancos.
Fue una cosa horrible de contemplar.
El miedo de todos se condensó en esa misma área, sobre los Flancos Blancos. Los ponys de la villa, los que se encontraban al exterior, se quedaron estáticos. Los Flancos Blancos también. Los que estaban en sus casas no tuvieron mejor destino.
La carnicería dio inicio con gritos. Muchos se defendieron, otros ni si quiera logran hacerlo. Pero el final fue el mismo para todos, por qué por luchadores que fueran, los Flancos Blancos cargaban en su maldición con el peso de la eternidad.
Ni un Flanco Blanco tenía derecho a morir.
El resto de los ponys sí.
Cuando lograron despertar, no tenían la menor idea de que era lo que había pasado. En el caso de los Apple, tuvieron una idea más clara más pronto, debido a Apple Bloom llorando a pocos metros de distancia.
Todos, todos habían sido asesinados. Esa era la palabra. Les habían arrebatado la vida.
Ahora serían como ella. Esqueléticos y oscuros, fantasmas, maldecidos.
Apple Bloom…
Por siempre.
Por su culpa.
Por siempre, y para siempre…
¿Apple Bloom?
Se removió en el suelo blando, sollozando al sentir la pata de un Flanco Blanco posarse tocarle la frente.
¡Apple Bloom!
Siguió agitándose, hasta abrir los ojos de golpe. Quien vio delante de ella no era un Flanco Blanco. Era su hermana Apple Jack. Entonces se dio cuenta de que no había estado en el suelo, sino en su cama. Desorientada, apenas recuperándose del susto, se llevó un casco sobre el corazón. Sintió un alivio increíble al notar que ahí estaba, palpitando vivamente.
—Apple Bloom, linda, ¿Qué te pasó? ¿Estabas teniendo una pesadilla?
Jamás se había sentido tan feliz de ver la preocupación en esos conocidos ojos verdes. Se tiró a sus brazos, estrujándola con fuerza. Sí, esto era real.
—¡Woah! ¡Tomaré eso como un sí!
—¡No puedo creer que estés bien! —Murmuró, aferrándose a ella. Inhaló aroma a manzanas, como no. Sonrió, sintiendo el terrible miedo por el que había pasado empezar a alejarse, como una nube de tormenta arrastrada por el viento.
—¿Quieres decirme que pasó? —Preguntó Apple Jack, escudriñándola atentamente.
—No, no lo creo —Respondió Apple Bloom, sopesando la idea— Solo… me alegra estar en casa.
Salió de la cama de un salto, apurándose a ir hasta la puerta.
—No tienes que ir a la escuela hoy —Le recordó la mayor— Hoy no tienes clases… ¡Hey! ¿A dónde vas?
—Voy a ir a ver a Sweetie Belle y Scootaloo —Dijo rápidamente.
—¿Y el desayuno?
Apple Bloom se detuvo.
—Bueno… aún me falta ver a Granny Smith. Y a Big Mac...
—¿Ver…? ¿Por qué tanta urgencia?
La pequeña dudó, trazando círculos en el suelo con las patas.
—Pues… tiene que ver con mi sueño.
Miró a Apple Jack, esperando a que dijera algo, pero ella esperaba a su vez lo mismo de ella, alzando una ceja. Apple Bloom suspiró resignadamente.
Decidió que era hora de contarle a su hermana de su experiencia en el bosque Everfree. Esperaba que a Twilight no le importara.
—Verás… una vez-
…Los títulos del periódico del día siguiente anunciaban la barbárica pelea de un par de yeguas, una pony de tierra y un unicornio, debido a "razones personales".
Fin
.
¡Y se acabó! Fiuu, ¡Que de algo sirvan las vacaciones!
Espero que les haya gustado. No tenía planeado que tuviera este giro, el clásico de "fue solo un sueño" pero así se movieron mis dedos.
Como dije al principio, no sabía que bad end escoger… así que puse dos bad ends, y uno 'bueno', por qué no soportaba que todo fuera malo :c
Se entiende que la incursión de Apple Bloom en el bosque Everfree si pasó, pero salió intacta, como cuando completas el juego. Apple Bloom y Twilight lo guardaron en secreto; Si yo fuera Apple Jack al enterarme no reaccionaría bonito x'D
Ah, y en el juego Twilight aún no era un alicornio.
¡Gracias por leer!