No he sido muy afortunada con los fic últimamente, sin embargo escribir para mí es como respirar y durante un buen rato he aguantado la respiración.

Un pequeño drabble sobre Corea del Norte y el amor no correspondido.

Aún miras atrás

Silencio.

Hyung-Soo había contados los minutos exactos que llevaban sentados frente a frente en aquella habitación donde la calefacción apenas mitigaba el frío invernal que corría libremente en el exterior.

La Navidad había pasado y se encontraban en la víspera de año nuevo y como era su costumbre, él había ido a visitar al único hombre que todavía significaba algo para él. Década tras década, de su mentor había pasado a su amigo y de su amigo a aquello que muchos temen nombrar: amor.

Iván Braginski representaba una enorme faceta de su vida, a partir del día en el que se había conocido él podía marcar un antes y un después en su vida; tenía su influencia tan arraigada dentro de él que no le extrañaba haber cedido frente al amor.

-Una nueva década comienza, camarada Braginski, ¿Es que acaso no me invitarás por lo menos un vaso de vodka?- la sonrisa de Hyung-Soo se jactaba de encanto y malicia, sin embargo, Iván, aquella nación fría y poderosa, apenas le volteó a ver. Su barbilla reposaba en su mano derecha y sus ojos se mantenían fijos en el teléfono como si este fuera a sonar de repente y del otro lado de la bocina estuviera la persona más importante en el mundo.

-¿Hmmm? Sabes donde están las botellas, puedes irte a servir, da –respondió Iván y Hyung-Soo hizo un segundo intento de llamar su atención, aunque fuera con provocaciones.

-Se donde están, ¡de hecho no me extrañaría que la casa estuviera rellena de ellas!

Sin respuesta, Hyung-Soo se hundió en su asiento y sus ojos marrones también fueron a parar al teléfono, lo odiaba.

Quizá Iván nunca se hubiera percatado de su presencia ni del amor que desafortunadamente le profesaba, pero él si había notado muchas cosas de su camarada y maestro. Él sabía a quien esperaba Iván, sabía muy bien quien seguía ocupando sus pensamientos cuando se hundía en aquel silencio miserable.

Era Alfred.

Siempre era Alfred.

¿Cuánto habría dado Iván para volver a los días de la guerra fría donde ambos tenían el pretexto perfecto para confrontarse? Hyung-Soo no alcanzaba a entender el amor retorcido que se tenían y muchas veces había creído que no era más que un mero capricho de Iván, pero cuando le veía así, sabía del verdadero valor de sus sentimientos por Alfred.

-Comienza una guerra o invade un país, seguro no dejará de llamarte para amenazarte con aplicarte su "democracia" –se levantó y después de haber expresado con amargura aquello, Iván finalmente había levantado la vista pero él ya estaba en la cocina buscando las botellas de vodka.

Bebería bastante hasta que la hiel del amor no correspondido se borrara de sus labios, hasta que no recordara porque odiaba a Alfred.

Bebería hasta que la imagen de Iván mirando hacia atrás, hacia ese amor del pasado, se difuminara entre sus sueños.