Capítulo 10.-Tiempo perdido

La estrecho en sus brazos con fuerza, escucharla llorar de aquella manera no era agradable, la sintió frágil, indefensa, sincera, por unos instantes llego a sentir que entre sus brazos se encontraba aquella chica sencilla, llena de miedos y quizá era verdad, en esos momentos Candy era solo una mujer que tenia miles de miedos. Y si de algo estaba seguro era que no podía estar fingiendo, en cierta forma la entendía, comprendía que perder a un hijo provoca un sentimiento terrible, más también era cierto que era precisamente esa mujer quien le había privado de la dicha de ver crecer a su hijo. La amaba con toda su alma pero al mismo tiempo la detestaba por haberle ocultado algo tan importante, poco a poco la fue soltando hasta quedar frente a ella únicamente sosteniéndola de los hombros, lo veía suplicante pero no estaba dispuesto a ceder.

Candy se aferro a Albert que impidió que ella se humillara de aquella manera, pero no estaba avergonzada de haber querido suplicar, no jamás lo estaría, su hijo valía la pena, por Tony ella sería capaz de muchas cosas, hasta de dar su vida si fuese necesario. Era su orgullo, su fuerza y su alegría, desde el primer momento en que supo que vendría su vida tuvo sentido y aunque no le fue fácil enfrentar todos los obstáculos que su padre le puso, sabía que si le dieran la oportunidad de volver a elegir sin duda alguno volvería a pasarlo todo solo por la satisfacción de saberse madre de un hijo tan perfecto como lo era su Anthony justo en ese momento Albert la soltó poco a poco y ella lo miro desconcertada, ahora tenía que enfrentar a un hombre furioso cuya mirada le hizo comprender que Anthony ya no era solo suyo, que ahora era de los dos.

-Albert…por favor-lo miro antes de que la soltara definitivamente

-No es mi intención separarte de nuestro hijo-dijo con la voz ronca-no sé qué clase de miserable piensas que soy

-Perdóname por favor-dijo acercándose pero dio un paso hacia atrás-No sabía quien eras en realidad

-¿No sabes quién soy?-la volvió a sujetar y la vio a los ojos

-Es decir-respondió nerviosa-La persona en la que te convertiste

-No seas ridícula-sonrió molesto y la soltó-Sigo siendo Albert y siempre seré el mismo…No importa cuanto dinero tenga en mi cuenta bancaria siempre seré el pariente pobre de los Cornwell o el hijo del obrero, ése muchacho pobre que jamás fue digno de aspirar a tu amor

-Eso no es verdad Albert y pienso que…

-¿Piensas que?-interrumpió molesto-Tú piensas…Tú decides…Eso se acabo Candice, si bien mi intención no es privarte de nuestro hijo tampoco estoy dispuesto a renunciar a él ¿Cuántas cosas me perdí por tu culpa? Ese tiempo perdido jamás regresara y tú fuiste tan egoísta que te guardaste todos esos momentos para ti.

-Quizá tienes razón, pero creo que debemos de dejar eso en el pasado Albert, por el bien de Tony

-No puedo creer que ahora te preocupe el bienestar de nuestro hijo, cuándo fuiste tú quien mintió y quien oculto por mucho tiempo a un ser que no merecía estar separado de su padre

-Se que tienes toda la razón en estar molesto pero nada de lo que hagas ahora podrá cambiar las cosas, me equivoque y si tú piensas que merezco que me separes de mi hijo, entonces aceptare lo que decidas, pero no me marchare sin pelear…Puede ser que seas muy poderoso ahora pero no renunciare a mi hijo

-Nunca tuve la intención hacerte la misma injusticia que tú me hiciste a mí, pero no me dejaste opción, a veces creo que te pareces tanto a tu padre-sonrió con tristeza-Pero en fin, nosotros no tenemos mucho de qué hablar y al acuerdo que tengamos que llegar será frente al juez, así que con permiso.

Salió dejándola perpleja, no podía soportar aquella mirada llena de recelo pero en el fondo se sentía aliviada de haber tenido esa conversación, podría ser que no dijo todo lo que deseaba haber dicho pero también era cierto que no era el momento indicado, sin quererlo abrió demasiadas heridas en un hombre bueno que aun teniendo el poder para destruirla no quería hacerlo y ella lo merecía, realmente lo merecía.

Llego un poco antes de la hora acordada, no sabía porque pero estaba demasiado inquieto, desde aquella noche que conversaron amenamente no podía sacarse de la cabeza aquella sonrisa, no es que fuera la primera vez que sonreía de aquella manera, si no que en realidad tenía mucho que no le sonreía a él. Recordó la primera vez que su belleza lo cautivo, eran solo unos adolescentes que tenían sueños y en aquel entonces fue tan fácil creer que todo les era posible mas la vida estaba llena de sinsabores y mucho les costó descubrirlo, aun así que maravillosos habían sido aquellos años. La observo sin que ella pudiera percatarse de su existencia, se veía tan hermosa aun cuando ni siquiera se arreglo para salir. Se sintió de pronto un ladrón en su propia casa y es que cuando ella desvió la mirada y lo encontró espiando no pudo más que sonreír

-¿Qué haces?-pregunto abriendo la puerta de cristal

-Te miro-respondió con franqueza

-¡Archie!-protesto sintiendo que los colores le subían al rostro

-¿Puedo pasar?-pregunto sonriendo

¿Podía ella negarle algo al hombre que aun la enloquecía? No por supuesto que no, si se sentía una tonta colegiala ¿se había ruborizado? ¡Por todos los cielos! ¿Cómo ella podía ceder tan fácil a los encantos de Archival Cornwell? Era un granuja, era un Don Juan pero también era el padre de su hija, su aun esposo y el hombre que amaba por sobre todas las cosas.

-Pensé que ya estarías saliendo a la oficina

-Por lo general así es, pero decidí tomarme el día -respondió con una sonrisa

-Eso si no es difícil de creer –bromeo-pero me alegra que así sea porque…

-¡Papi!-grito Alexia corriendo a sus brazos

-¿Vaya alguien más se tomo también el día?-dijo tomando a la pequeña en sus brazos

-Hola tío Archie-saludo Tony entrando en el recibidor

-¡Esto no puede ser posible!-bromeo-¿No me digas que también Stear aparecerá por aquí?

-Eres incorregible Archie-dijo Elisa riendo de buena gana-Tony paso la noche aquí

-Su mami no estaba bien-murmuro con tristeza Alexia

-Su mami nunca ha estado bien cariño-dijo Archie guiñando un ojo a su aun esposa-Pero porque mejor no van a cambiarse y quizá podamos ir a dar un paseo ¿les gustaría?

-¡Sí!-gritaron al unísono saliendo de la habitación

Elisa lo miro sin decir palabras pero no era necesario, no en ese momento, la verdad era que no se sentía bien como para echarle en cara todas aquellas cosas que habían sucedido, por alguna extraña razón solo quería que la abrazara con fuerza.

-Ven aquí-le dijo tomándola en sus brazos-se que Albert no llegara tan lejos, es un buen hombre

-Adoro a Candy, pero ella es la culpable de todo esto, si no fuera tan necia-suspiro recostada en su pecho

-Todo estará bien –susurro con cariño-ya lo veras

Archie confiaba en los buenos principios de Albert aunque en realidad lo conocía muy poco y así abrazado a la madre de su hija por primera vez pensó en cómo estaba desperdiciando su vida por tan poco, quizá era el momento de reflexionar, de ser un poco más maduro y tratar de conseguir el perdón de su aun esposa, nada valía tanto la pena como reconstruir su hogar, ni la libertad ni los lujos le eran suficientes. Sonrió para sí mismo con una decisión firme en su mente, no sería fácil pero al menos lo intentaría.

Sus manos sudaban, un escalofrío recorría su espina dorsal y no podía quedarse quieto ni un solo segundo, se ponía de pie para después volver a sentarse en el amplio sofá, nunca antes en su vida tuvo una cita de tal importancia. Una semana había transcurrido desde que estuvieran frente al juez y estaba seguro de que el tiempo jamás había pasado tan lento desde entonces, aunque intento mantenerse ocupado su mente siempre giraba en torno a esa cita, una mezcla de felicidad y angustia se anidaba en su pecho. Sonrió poniéndose de pie por enésima vez, se miro en el espejo…Ahí estaba el un hombre alto, fuerte y con demasiada seguridad, nadie lo hubiera creído, estaba temblando de nervios, él que siempre creía tener la capacidad de enfrentarse a las mas temerarias situaciones en ese momento tenia la boca seca y se repetía una y otra vez en su mente posibles diálogos que tendría.

En esa semana sus padres acudieron junto con él a adquirir una casa nueva, no podía llevar a su hijo a un simple departamento, él quería verlo correr y reír por un amplio jardín, sabía que con nada podría compensar el tiempo perdido pero al menos intentaría ser un buen padre en ese momento, disfrutar a su hijo cada segundo dejar de lamentarse por aquel tiempo perdido y aunque había intentado perdonar a la causante de que estuviera de Anthony simplemente no podía, la amaba eso era cierto pero al mismo tiempo estaba enojado y su corazón aun no estaba preparado para olvidar, aún tenía resentimiento pero confiaba que algún día sus heridas sanarían. Habían acordado algo justo para ambos, un trato cordial, una buena pensión que para ella era demasiado ostentosa pero que Albert insistió solo era lo justo, había crecido en medio de muchas carencias y por nada del mundo permitiría que su pequeño sufriera lo mismo que él, aunque reconocía que Candy no vivía del todo mal, no pese a que ya no era la chica millonaria que conoció en el pasado y en el fondo le dolía, ella ya nunca más seria la misma.

Suspiro tomando una de las fotografías de Tony de una de las mesitas que adornaban el pequeño recibidor, aquél lugar ahora le parecía tan lujoso y a la vez tan pequeño para su hijo, ahora que era padre comprendía demasiadas cosas, el miedo a no poder darle todo lo que necesitaba, entendió a sus padres que con mucho afán se empeñaron en que tuviera una formación académica aun cuando él se resistió debido a la situación económica que enfrentaban ,ahora gracias a ellos era un hombre que podía ofrecerle todo a su hijo y eso lo enorgullecía, sus padres eran dignos de admiración y respeto. Dejo la fotografía en su sitio, se disponía a sentarse nuevamente cuando la puerta se abrió dejando entrar a la causa de su desasosiego

-Tony-saludo nervioso

-Hola Albert-saludo el pequeño

-Albero, disculpa la demora-se dijo Candy

-No te preocupes-respondió-¿has hablado con él?

-Lo siento, no sé como hacerlo-bajo la mirada apenada

-Mama,nvhh -protesto Tony-Nos podemos ir ya

-Tony espera solo un segundo

-Mi mamá, dice que puedo ir a tu casa Albert-sonrío tomando de la mano al rubio-Eso muy contento

-No más que yo te lo aseguro-dijo Albert poniéndose en cuclillas

-Mamá ¿Ya me puedo ir con Albert?-pregunto volteando a ver a su madre

-¿Por qué no te adelantas un poco cariño?-sugirió Candy

-De acuerdo-dijo feliz

-¿Por qué no le dijiste?-cuestiono Albert en cuanto el pequeño se alejo

-No sé cómo hacerlo-susurro encogiéndose de hombros-Esperaba que se lo explicaras…

-Lo intentare-respondió afligido-creo que no será algo sencillo

-¿Podemos irnos?-grito Tony

-Por supuesto Tony-intento sonreír y se dirigió a Candy-Nos vemos el lunes

-Albert-le llamo antes de que saliera-Cuida a mi hijo por favor

-Con mi vida…

Pronuncio antes de salir, ella se acerco a la ventana para verlos salir del conjunto habitacional, nada era sencillo para ambos en ese momento, pero al verlos salir tan felices algo en su corazón le dijo que por fin tendría un poco de calma, mentir la estaba desgastando. Cerró los ojos pidiendo al cielo que ojala su hijo tomara las cosas de la mejor manera.

Priscila veía una y otra vez hacia el exterior, su interior saltaba de dicha por saber que en tan solo unos instantes vería por primera vez a su nieto, el destino había querido que nunca más pudiera ser madre, después de dar a luz a Albert nunca más pudo llevar un embarazo a término, su marido se culpo muchas veces por aquella situación, la vida precaria que llevaban le impido llevar una alimentación adecuada y después de algunos intentos fallidos decidieron que lo mejor era no exponer mas su vida, pero aun así no renegaba de aquel designio, al menos tuvo un hijo que cada día le hacía sentirse orgullosa. Albert era mucho más de lo que podía pedir. Sonrió en cuanto vio aparecer el auto que recién adquirió su hijo, lo veía tan entusiasmado en su nueva faceta que por lógica compartía aquella felicidad ¿Cuál puede ser el más grande anhelo de una madre? Ver a sus hijos felices y realizados.

En cuanto vio descender a Anthony del auto le fue imposible contener el llanto, era tan igual a su padre, su pelo rubio despeinado, su sonrisa, todo en aquel pequeño le recordaba tanto a Albert cuando tenía su edad. Estaba a tan solo unos instantes de abrazar a su nieto y con voz entrecortada llamo a su marido que en tan solo instantes ya estaba junto a ella. Se miraron con devoción mientras esperaban ansiosos el momento de tener a su nieto entre sus brazos. Cuándo al fin sucedió sus corazones saltaban de regocijo, aunque Tony estaba confundido se dejo consentir por el par de ancianos sin dejar de sonreír. Albert vio aquella escena con demasiada emoción, sus más grandes amores estaban juntos en una sola habitación.

Momentos después le mostraron la casa al pequeño que seguía un poco desconcertado ante tantas atenciones pero seguía siendo un chico inquieto y curioso. Le mostraron su habitación y les fue un poco difícil lograr que saliera de ahí, para Tony era como si le hubieran festejado demasiados cumpleaños juntos en un solo día. Pero Albert sabia que ni con todos esos juguetes ni aquella lujosa habitación podía compensar el tiempo que estuvo ausente, ni podía regresar el tiempo y revivir aquellos primeros años que se perdieron, estaba feliz pero a la vez sentía una inmensa nostalgia por aquellos años que no pudo ver crecer a su hijo.

-¿Estás bien?-pregunto Priscila a su hijo

-Si mamá -dijo intentando sonreír

-Sabes que no puedes mentirme-sonrió abrazándolo

-Es solo que no se qué hare-se paso una mano por los cabellos-Aun no lo sabe

-Pero estoy segura que lo intuye-dijo con cariño-Es un niño inteligente además ¡Es precioso!

-Lo sé –dijo ensanchando su sonrisa-Ahora te entiendo un poco

-Es maravilloso ser padre ¿Verdad?

-Lo más maravilloso que ha podido sucederme-respondió

-¿Pero?-cuestionó

-No lo sé-dijo con sinceridad-Siento un poco de rabia por todo ese tiempo que no pude estar

-Eso no ha sido tu culpa cariño-dijo tratando de consolarlo

-Se que no pero Candy fue demasiado egoísta ¿No lo crees?

-Creo que no deberías de juzgarla tan duramente

-¿No debería? Madre por su culpa no pude estar junto a mi hijo

-No sabes las razones que tuvo para actuar como lo hizo

-Si las sé, todo esto paso porque es una necia niña rica consentida que está acostumbrada a hacer las cosas a su voluntad

-¿La escuchaste?-preguntó

-¿Cómo dices?-la miro un poco desconcertado

-Si hijo ¿Escuchaste su versión de la historia?

-Yo..no..a decir verdad

-Tal vez no deberías de ser tan duro con ella, se que la sigues amando

-Eso no es…

-No puedes mentirme…A mi no pequeño William….

-Tú sabes que ella nunca podrá ser la mujer con la que compartiré mi vida

-¿Y porque no? Es la madre de tu hijo…La amas ¿No le veo yo el inconveniente?

-Ella va a casarse con otro ¿Lo olvidas?

-De eso no estoy muy segura. Cuando le digas a Tony que eres su padre trata de no hablar mal de su madre

-¿Cómo puede pensar que sería de otra manera?-dijo indignado

-Solo digo que cuando algo duele no pensamos con claridad, así que ten mucho cuidado hijo, en cuanto a Candy, espero de verdad espero que se sienten y hablen sobre las razones que tuvo para ocultarte la existencia de tu hijo. Sé que no crie a un cobarde hijo…Ahora si me disculpas iré a jugar con mi nieto.

Se alejo para reunirse con su esposo y su pequeño nieto dejando a su hijo con mil pensamientos cruzando por su mente, quizá su madre tenía razón y debería de escuchar a Candy, saco el teléfono celular de su bolsillo y se disponía a marcar su número telefónico cuando una pequeña voz llamo su atención "¿Tú eres mi papa?" Escucho la pregunta con algo de sorpresa mientras con ojos llorosos el pequeño Anthony lo veía con atención, se quedo sin palabras y el corazón latiendo con demasiada prisa.

Continuara…

Nenas yo también me quede sin palabras para poder agradecerles que sigan al pendiente de mis historias….MIL DISCULPAS…es todo lo que puedo decir…Las adoro y tratare de actualizar lo más pronto posible

Mis especiales agradecimientos:

Renecia Contreras, Nadia Andrew ,Iris Adriana ,Lu de Andrew, Norma Angelica, CandyFan, Angdl, Lady Susi, Mariel, Marisol 92, Quevivacandy, Azukrita, Jenny, Friditas, Liz Na ThouDeLiDouX, Amigocha, Liovana, Chicuelita, Elluz, Elisa Sq, Magnolia A, Josie, LetitaAndrew, Amiriux, Josie, Candice Ledezma, Tania Lizbeth, Guest, Fandcya, Melissa Reyes, Mercedes, Patty y Evelin

Saludos y Bendiciones