Capitulo 4: Una visita nocturna.
N/A: HA HA HA! Creyeron que me había olvidado de este fic, pues no. -w-
Un rubio observaba atraves de la ventana los camionetas de mudanza. Tres personas se habían mudado a la casa de a lado y a mucho pesar de lo que Jean sentía acerca de esa casa, parecían buenas personas y Jean no quería que les sucediera nada dentro de esa maldita casa.
-¿Jean?
Un hombre entro a el cuarto desde donde Jean estaba observando la calle. El muchacho tenia pecas en el rostro y una enorme sonrisa en los labios mientras se acercaba a el rubio y le daba un ligero beso en la mejilla.
-Tenemos nuevos vecinos Marco.- Dijo Jean mientras regresaba la vista a la ventana. Solo habia visto a dos de los tres nuevos vecinos. Una pelinegra que tenia una bufanda roja y un rubio que parecía algo frágil y delgado.
-Lo se.- Marco desvió su vista y rodeo a Jean con sus brazos mientras observaba lo mismo que el rubio. Un horrible presentimiento se asentó en la parte baja de su estomago cuando vio a la chica. Marco se prometió internamente que se iba a mantener atento con la muchacha. - Más tarde iba a llevarles una Tarta de Manzana que hice hace un rato.
-¿Para que?- Jean pregunto extrañado mientras el también rodeaba entre sus brazos a el castaño y volteaba a verlo. A los ojos del rubio, Marco era la persona mas bondadosa y amable del universo. Jamas entendió como una persona tan, celestial, habia terminado con una persona como él.
Marco le sonrió y lo beso suavemente antes de decir.
-Como un regalo de bienvenida a el vecindario. Puede ser incluso que los podamos convencer de que se vayan de la casa.- Marco observo como Jean estaba a punto de decir algo , pero lo corto de golpe- Sutilmente.
Jean sonrió y beso nuevamente a su esposo. Ambos empezaron a caminar hacia la cocina.
-¡Mikasa! Tenemos visitas.- El rubio grito por las escaleras mientras se dirigía rápidamente hacia la puerta principal. Cuando la abrió pudo ver como dos muchachos, no mucho mas grandes que él estaban parados en el pórtico, con algo en las manos.
-Hola, ustedes deben ser los nuevos vecinos. Mi nombre es Marco y él es mi esposo Jean.- El rubio simplemente sonrió mientras sostenía la mano del castaño fuertemente. - Solo habíamos venido para traerles esta tarta de manzana.
-¿Armin? .- La pelinegra habia bajado las escaleras y observaba inexpresiva la escena en la puerta principal.- ¿Quienes son ellos?.
-Oh, Mikasa. -Armin sonrió mientras abría mas la puerta- Por favor, pasen. Disculpen el desorden y las cajas.
Ambos muchachos pasaron en silencio. Jean completamente callado observando a la pelinegra y Marco con una sonrisa amable en el rostro, aferrándose fuertemente uno a la mano del otro.
-Mikasa, ellos son Marco y Jean. - Armin los presento amablemente mientras le indicaba a la pelinegra quien era quien.
Los 4 se trasladaron rápidamente hacia la cocina. Marco dejando la tarta de manzana sobre la barra en el centro de la cocina. Armin saco 5 platos de una caja junto con un cuchillo muy grande que se veía claramente filoso.
El rubio entre sonrisas comenzó a repartir la tarta de manzana que por dentro aun seguía tibia. Mikasa observo de reojo a la pareja pero no hizo ningún comentario.
-Cinco platos. ¿Nos falta alguien?- pregunto con normalidad Marco señalando el quinto plato que estaba servido en la mesa. Jean observo lo mismo solo que con algo mas de temor. Algo no andaba bien dentro de esa casa y él podía sentirlo perfectamente.
Tomo mas fuertemente la mano de Marco y paso esas sensaciones atraves de su tacto. Marco tuvo un escalofrió pero no lo dejo notar a las dos personas que seguían comiendo tarta frente a ellos, sin saber en absoluto que era lo que estaba sucediendo con la pareja de muchachos.
-En realidad si. - Armin hablo con pena mientras dejaba el plato en la barra. Su mirada y la de Mikasa ensombreciéndose en el acto.- Eren esta arriba, no a bajado ni siquiera para ayudar con las cajas de la mudanza.
-Simplemente bajo sus cosas y no ayudo en nada más.- Mikasa concordó con el rubio silenciosamente mientras en la distancia se escucho un sonido sordo y los ligeros pasos de alguien corriendo por las escaleras.
Los cuatro voltearon su mirada hacia la entrada de la cocina justo cuando un castaño entraba a la habitación.
El muchacho tenia el cabello de color castaño y tenia unos ojos verdes que aveces parecían amarillentos, casi dorados. El chico entro a la cocina a pasos alegres mientras sonreía infantilmente y tomaba el quinto plato con tarta.
-Hola...- dijo el muchacho con un tono infantil dirigiéndose a Marco y a Jean, sonrisa aun en el rostro mientras daba pequeños mordiscos a su tarta. - Esta esta salado.- el muchacho hizo una mueca y dejo la tarta en la barra. Saliendo de la cocina en cuestión de segundos.
Jean apretó con mas fuerza la mano del pecoso y ambos supieron que era lo que tenian que hacer. Sus suposiciones habían sido correctas aparentemente, pero eso no evitaba el hecho de que tuvieran que hacer preguntas.
-Perdón por eso. El rubio hablo refiriendose a la salida del castaño.- Eren no a estado en su mejor condición desde que su madre murió hace un año. Nos mudamos aquí desde Nueva Orleans, y pues pensamos que tal vez una nueva ciudad, una nueva casa lo ayudarían a relajarse un poco.
Jean se paro en seco cuando una sensación de frio recorrió su espalda, tomo con fuerza la mano de Marco y se paro, aclarándose la garganta.
-¿Podría usar su sanitario?
-Oh claro. Esta subiendo las escaleras a la izquierda. La segunda puerta que veas. - Armin le indico con amabilidad y una sonrisa en el rostro.
Jean comenzó a caminar en la dirección indicada no sin antes observar a Marco. Pudo leer en los ojos castaños de su esposo que todo iba a estar bien, salio de la cocina y comenzó a subir las escaleras.
El aire a su alrededor era frio, el ambiente era horrible. Una sensación de peligro no dejaba en paz a Jean mientras subia las escaleras con cuidado de mantenerse alejado del borde de las mismas.
Llego al segundo piso y una corriente de aire frio entro por la ventana abierta al final del pasillo. Jean observo todo antes de respirar profundamente y cerrar sus ojos.
Empezó a concentrarse, moviéndose a pasos lentos por el piso. Dejándose llevar por las sensaciones y vibración que podía sentir viviendo de diferentes lugares.
Su respiración empezó a dificultarse, podía sentir como respirar cada vez le era mas doloroso y abrió los ojos de golpee dando una exhalación fuerte.
Estaba enfrente de una puerta semi abierta.
La puerta era de un color caoba-chocolate. Un café que normalmente parecería normal.
Jean podía sentir como el color simplemente hacia mas fría la sensación de pánico que lo invadía .
Con su palma extendida comenzó a abrir lentamente la puerta. La misma rechinando suavemente ante el movimiento.
Un cuarto. Parecía completamente impecable a simple vista, pero Jean era mas listo que eso. Pudo ver como las paredes estaban llenas de arañazos, pudo ver como la cama estaba completamente volteada, pudo ver como todo el cuarto estaba hecho un desastre. Todo a excepción de un pequeño lugar justo enfrente de la puerta.
Habia un símbolo en el suelo, Jean pudo reconocerlo mediatamente.
Se alejo de golpe de la puerta. Observando atónito como la puerta se cerro del golpe.
-¿Que haces aquí?- escucho una voz proveniente de un lugar peligrosamente cerca de él.
Ahí estaba parado el chico llamado Eren. Sus ojos dorados brillando anti naturalmente mientras observaba fijamente a Jean.
Esa sensación de pánico recorrió nuevamente a Jean cuando su mirada se cruzo con la del castaño. Sus recuerdos de los últimos 6 minutos desvaneciéndose. Sus piernas fallando mientras él caía a el suelo. Sus sentidos nublándose mientras podía escuchar como el castaño caminaba hacia el y se colocaba peligrosamente cerca de su cara.
-Tu no has visto nada Cazador.- Sus ojos ya no eran dorados eran rojo escarlata. Una sonrisa bizarra se forjaba en su rostro, todo se volvió negro unos segundos para Jean.
Cuando abrió los ojos ya estaba a mitad de las escaleras. De bajada.
Recordaba haber subido y haber visto una habitación completamente impecable, pero nada más bizarro que eso.
Al pie de las escaleras estaba Marco, observando cuidadosamente a su esposo mientras este bajaba las escaleras, Marco podía sentir como algo no estaba bien con el muchacho y supo que debía llevarlo a casa inmediatamente.
-A sido una velada muy encantadora Armin , pero creo que es hora de que Jean y yo nos marchemos a casa. - Dijo Marco con una enorme sonrisa mientras rodeaba a Jean con uno de sus brazos, asegurándose de que estuviera con él.
-Oh si, por supuesto.- Armin dijo con algo de sorpresa pero no hizo ningún otro tipo de comentario. Los guio a ambos muchachos a través de la puerta eh intercambiaron un par de palabras de despedida.
Marco y Jean se apresuraron en salir de la propiedad y en entrar a su propia casa. Marco sabia que algo andaba mal, Jean estaba respirando con dificultad y su mirada estaba borrosa.
-Jean. - Marco le hablo a su esposo con preocupación. El muchacho no reacciono.
Marco suspiro y supo que no tenia otra opción. Fue a su recamara y saco una caja de metal que estaba cerrada con llave, cuando la abrió empezó a buscar la jeringa.
La encontró en cuestión de segundos.
Bajo rápidamente y encontró a el muchacho en el mismo lugar donde lo habia dejado. De golpe y en un certero movimiento inserto la punta de la jeringa en la parte trasera del cuello de Jean El chico reaccionando por el dolor, unas pocas gotas de sangre saliendo de donde la jeringa estaba. Marco empezó a insertar el liquido dentro de la misma a el cuerpo de su esposo.
Sus efectos fueron inmediatos, Jean empezó a reaccionar y se quito la jeringa de golpe, gotas de sangre pequeñas saliendo de su cuello mientras observaba a Marco con sorpresa.
-¿Acabas de inyectarme adrenalina?- Jean señalo la jeringa que estaba un poco ensangrentada en la punta.
-No reaccionabas. - Se excuso Marco acercando se a el muchacho y plantando un beso en los labios del contrario.- Sabes que solo hago eso cuando estas en trance. ¿Que fue lo que viste?
-No lo se. - dijo Jean sonrojándose por la vergüenza por no poder recordar nada. - Pero algo es seguro, ese tal Eren Jaeger no es humano.
-Lo se. - dijo Marco con un semblante sombrío en el rostro.- Puso algo en la tarta para saber si nuestras sospechas eran correctas, aparentemente si.
-Ademas son de Nueva Orleans, ¿Crees que tenga algo que ver con las recientes muertes de brujos por allá? Tu sabes, el incendio donde mas de 5 personas murieron quemadas vivas.
Marco asintió y tomo fuertemente la mano de su esposo, a esto era lo que se dedicaban desde hace varios años.
Esto era lo que hacían para vivir tranquilos después de que uno de esos malditos mataran a su pequeña hermana y al padre de Jean
Iban a hacer pagar a esos bastardos.
Ellos dos iban a matar a todo y cada ultimo de esos adefesios malignos llamados brujos.
-Cariño, creo que es hora de la caza.