Natsu no me pertenece, para mi mala suerte, FT es completa propiedad de Hiro, yo solamente juego con ese sexy pelirrosa y sus amigos.
Lucy Heartfilia—pensamientos o recuerdos
"Natsu Dragneel"— plática telefónica.
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Natsu Dragneel no es precisamente la clase de chico delicado y comprensivo, es mal hablado, mal humorado, carácter agresivo y es todo lo que a Lucy no le gusta en un chico, lo sabe desde que se conocieron, no quiere que nadie la relacione con el peligroso Salamander, ella tiene toda su vida planeada, no quiere hombres en su vida y mucho menos, tatuados, con gusto por el alcohol, y con rumores que está en los negocios ilícitos.
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Capítulo 1: Peligroso
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No le hagas caso, no le haga caso; pero no, no le había hecho caso a la vocecilla en su cabeza y por eso ahora se encontraba en aquel lugar. Todo parecía sacado de una historia de gente de la mala vida; podías ver de todo a los alrededores, desde chicas con pocas ropas hasta chicos con costosos trajes, eran iguales, todos estaban allí por una razón, apostar por el mejor y ganar dinero.
—¿Tienes dinero?— preguntó Erza Scarlet. Era una chica pelirroja, abundante cabellos rojos hasta la espalda, una melena lisa, brillante y bien cuidada. Alta, de figura esbelta, con cuerpo de los cuales los hombres llamaban cuerpo de infarto y ojos marrones con toques miel. Sí, Erza era lo que muchos denominaban mujer perfecta.
—¿Para qué?— se arregló los anteojos.
—¿Cómo que para qué, Lucy? Para apostar— la chica rodó los ojos al mirar a su amiga. Lucy era su querida amiga, una amiga que había conocido primero en un chat cinco años atrás, su amistad había sido con un computador de por medio durante casi los cinco años que se habían conocido hasta unos meses atrás cuando Lucy había viajado a Magnolia, Estados Unidos.
—¡¿Dios, por qué no dejaste esos feos anteojos?!— rió.
Mientras Erza era pelirroja, Lucy era rubia, con el cabello poco más arriba de la espalda. Erza era alta, Lucy era baja, Erza era segura, Lucy estaba llena de inseguridades.
—Lo siento, nena, ya están cerradas las apuestas— habló fuerte el hombre con un cigarro en los labios.
—¡¿Qué?!— exclamó. —¡Tenemos mucho dinero!— intentó persuadir al hombre. —¡Queremos apostar para la pelea, no para la carrera!
—Vamos, nena, no me hagas enviar a sacar tu bonito culo de mi presencia— tomó una larga calada de su cigarro, saboreando la suavidad del tabaco en su boca y luego soltando el humo lentamente.
—Ese bonito culo es mío— se escuchó una voz a sus espaldas. Erza miró sobre sus hombros y se encontró con unos cálidos ojos marrones. —Llegas tarde, cariño— el recién llegado se acercó a la pelirroja, deslizó un brazo alrededor de su cintura e inclinó el rostro hasta besarla.
—¿Ya terminó la carrera?— preguntó en un jadeó cuando el chico dejó su boca. Jellal Fernandez; tenía el cabello azul, los ojos café, era alto, cuerpo atlético, estaba bueno, tenía para ella a unos de los mejores ejemplares de toda la universidad.
—Hace unos 10 minutos— sonrió coqueto. —Estás condenadamente hermosa esta noche, Scarlet— su voz fue baja y provocadora al mirar a su novia de arriba abajo. No sabía cómo su pelirroja había hecho para meterse en esos jeans, pero le quedaban condenadamente bien, realzaban sus caderas mientras que el top rojo strapples que dejaba parte de su vientre por fuera realzaba sus pechos.
Ella sonrió complacida, era justo la impresión que quería darle aquella noche.
—Lo siento, no sabes las maniobras con Lucy— dijo en su defensa.
El chico miró a su alrededor y fue cuando la pelirroja notó que su rubia amiga no estaba a su lado, ni siquiera cerca. Diablos, seguramente los empujes de las personas las habían separado y ni lo hubo notado.
….000….
—¡Y ahora, damas y caballeros!— gritó un hombre con un micrófono, estaba en el medio de una especie de arena improvisada, las personas rodeaban el lugar, impacientes. —¡Lo que todos hemos estado esperando!— la rubia sentía que la empujaban, meciéndola de una lado hacia otro, pero nunca permitiéndole ver hacia el montado escenario. —¡Kurogane
Gajeel!— y la multitud aplaudió, gritó y silbó, pero ella no consiguió ver nada.
—Y por esta esquina, el único, el indomable, y quien viene a defender su título: Salamander!— y si momentos atrás creyó que los presentes ya no podían gritar más, se hubo equivocado; los gritos fueron eufóricos, el lugar tembló a su alrededor y sintió que se desmayaría si no lograra salir dentro de tantas personas.
No supo cuando empezó la pelea, solamente escuchaba los gritos y el desorden de los aficionados, ella intentaba escapar. Cuando finalmente las personas empezaron a ceder, la chica se abrió paso entre ellas, aliviada.
—Bonito culo, dulzura— alguien palmeó su trasero, haciéndola rechinar los dientes por el gesto tan atrevido y desagradable.
—¡No se te ocurra volver a tocarme, estúpido!— se había dado media vuelta para enfrentar al hombre. Era enorme, como mucho le llegaba a mitad del pecho, músculos por todos lados y estaba pelón.
—¿Qué dijiste, puta?— el hombre dio un amenazante paso hacia ella, pero la rubia no se movió, odiaba a los estúpidos aprovechados, si se acercaba más le daría una patada en su parte noble y le enseñaría a no estar tocando trasero ajenos.
—¡Déjela en paz! ¡Aléjate de ella!— rugió una voz. Ronca, salvaje y peligrosa. Una voz que había evitado antes.
El gigante no lo pensó dos veces, sorprendida, observó cómo huía como gato asustado. Suspiró aliviada, notando que había estado conteniendo la respiración desde que se hubo girado para enfrentar al hombre.
—¿Estás bien?— volvió a hablar el sujeto.
La rubia rodó sobre sus talones para conocer a su defensor. Músculos, fuertes, firmes y duros; fue lo primero que vio. Un abdomen plano, adornado por tabletas como si de chocolate se tratase, pecho ancho, brillante por el sudor y manchado y por último, lo miró al rostro y automáticamente se encontró con una verde mirada que la hizo sonrojar hasta la punta del cabello.
—Gr…gr…acias…— apenas pudo murmurar. Era una mirada abrazadora, los ojos verdes más lindos que hubo visto jamás. Eran verdes, el color de los ojos de Salamander eran verdes.
—¡Oh Dios, Natsu, ahora sí que te pasaste, cabrón!— interrumpió bruscamente la voz de un hombre. —¡¿ Hiciste mierda a Kurogane por una falda?!— se expresó al ver a la rubia.
El chico no dijo nada. Lo cierto era que minutos atrás cuando hubo observado al público; su mirada se había encontrado con aquel pequeño polluelo el cual pareciere perdido y desorientado. Se supone que aquel día perdería el título, todo planeado, dejar a Kurogane ganar, todo por los putos rumores, pero cuando volvió a buscar al asustadizo polluelo, fue testigo como un sujeto golpeaba su trasero y él había descargado los golpes que quiso darle a aquel desgraciado sobre Kurogane, lo había golpeado, y golpeado hasta dejarlo sobre la arena, ensangrentado completamente del rostro. Se separó del hombre y escapó, para encontrarse con la asustada chica y allí estaba, frente a ella. Era rubia, cabellos dorados en un desaliñado moño, tenía ojos chocolates, usaba lentes y vestía con sweater de cuello de cisne malditamente holgado y jeans; mierda, parecía que la ropa le bailara.
—¡Te estoy hablando, pedazo de mierda!— volvió a hablar al ver que el chico no se molestaba en responderle. —A ver, niña, espántate, me distraes al chico.
—¡Su chico fue quien se metió en lo que no le importa!— explotó la rubia. Ella no había pedido ayuda. Giró sobre sus talones, orgullosa, sin dedicarle otra mirada al chico y se marchó, intentando abrirse paso entre las personas.
—Esa falda está muy fea, Natsu, y tiene una endemoniada boca— habló el hombre al ver a la chica desaparecer entre la multitud. —Tenemos que hablar— el hombre tomó al chico del brazo, arrastrándolo lejos de la multitud hasta ir a un pequeño cuarto.
—Ni se te ocurra sermonearme— se quejó.
—¡¿Te volviste loco?!— el hombre prácticamente chilló. —¡Hoy sería el puto día donde dejarías que alguien te ganara! ¡No había mejor oponente que Kurogane!
—Hay ya, lo siento— se disculpó con fingida culpa.
—¿Sabes todo el puto dinero que ha perdido la gente?— intentó calmarse mientras se frotaba la nariz. —Vino mucha gente para ver a Kurogane ganar.
—¿Y eso que me importa?— lo miró con seriedad. —Gané justamente— se defendió.
—¡No, ganaste porque viste un bonito culo y te le querías acercar!— atacó el hombre. —¡Te olvidaste del puto acuerdo y echaste a perder todo!
—Primero; sí, es un culo bonito; segundo, nunca estuve de acuerdo con el maldito acuerdo y tercero, me importa una mierda, quiero mi puto dinero, ahora, para largarme de aquí— la puerta se abrió, interrumpiéndolos.
Un chico de cabellos azules acompañado de una chica pelirroja entraron al lugar.
—¡Carajo, Nat, hubieses dejado que te golpeara un poco más!— sonrió burlón Jellal.
—¿Pero qué dices? Me golpeó la mandíbula— dijo divertido, acariciándose donde el hombre le hubo golpeado.
—Iré por tu dinero, y más te vale que en la próxima, no hagas una estupidez como esta— bramó el hombre, saliendo de allí y dejando a los presentes solos.
—¿Y a éste que mosca le picó?— preguntó Jellal. —¿No se suponía que Kurogane ganaría esta pelea?
—Se suponía, pasado— bufó mientras se empezaba a quitar las ensangrentadas cintas de las manos. —Que tal, Erza— saludó el chico.
—Deberías estar en la cárcel, dejaste hecho una mierda a Kurogane — sonrió la pelirroja.
—¿Preferirías que fuese yo el que hubiese quedado hecho mierda?— su voz sonó lastimera y burlona. El chico se vistió rápidamente, colocándose la camiseta y los jeans sobre los pantalones cortos que llevaba.
La puerta se abrió y el hombre volvió al cuarto.
—El cheque para que puedas cambiarlo sin problemas y lo efectivo que siempre pides— le dijo el hombre entregándole un cheque y un fajo de dinero.
—Gracias— sonrió con inocencia corrompida al ver la jugosa cantidad y observar el rollo de dinero en efectivo. —Vaya, muchos deben de estar muy encabronados, han perdido mucho— silbó.
—Y gracias a ti— el hombre seguía irritado pero el chico prefirió ignorarlo, ya se le pasaría, había ganado buen dinero esa noche.
—Me largo, necesito una buena ducha para sacar la peste de sangre— les dijo a los chicos. —¿Se quedan?— preguntó con una ceja alzada.
—Resulta, que mi belleza aquí presente, perdió a Lucy— sonrió Jellal, ganándose un codazo de la pelirroja.
—¿Luce? ¿Quién es Luce?— preguntó con una ceja arqueada.
—Te he hablado de ella todo el último mes. Es la mejor amiga de Erza quien llegó a la universidad.
—Todo el último mes he estado entrenando para perder una pelea— mintió con una sonrisa.
—Sí, claro— se burló.
—Espero que la encuentren, hay muchos borrachos, y si esa amiga tuya está buena como tú, no pasará mucho tiempo a que intenten montarla— dijo malicioso.
—No deberías expresarte así de la novia de tu mejor amigo— le dijo Erza, sonriendo.
—Créeme, le gusta más que diga que estás buena, a que diga que estás fea como un travesti— sonrió. —Ojala la encuentres sana y salva— se puso serio.
….000….
—¿Mejor?— preguntó con diversión Erza al ver que la rubia se sentaba. Lucy se había molestado por lo sucedido la noche anterior.
—Ni siquiera sé porqué me enojo— bufó. —¿Y qué tal tu carrera de anoche?— le preguntó al castaño que estaba sentado al lado de su amiga.
—Bien. Fue una pena que no llegaran a tiempo para ver como ganaba— sonrió.
El campus universitario era enorme, un terreno sorprendente, rodeado de las residencias de los estudiantes las cuales estaban separadas de manera muy prudentes, para algunas necesitabas transportación, habían diferentes parques deportivos, cafeterías, clubes y más lugares de recreación. Sí, muy sorprendente todo.
—Sino te hubieses marchado, te habría presentado finalmente a….
—Pero ya te dije que no me interesa— le recordó. Lo cierto, era que ya había conocido al chico.
Natsu Salamander Dragneel. ¿Y quién no conocía al mujeriego y salvaje Dragneel?. Toda la universidad sabía quién era el chico. Había llegado dos meses atrás a Estados Unidos, finalmente se había reunido con la que se hubo convertido en su mejor amiga en los últimos años, en la única amiga que había tenido jamás, Erza. Mientras buscaba sus documentos para empezar en la universidad, Erza ya había empezado en esta y se había hecho novia de un chico que conoció cuando ambas corrían en el parque.
Jellal Fernandez, ya tenían un mes juntos, era el tipo de chico peligroso, corredor de carreras clandestinas y peleador en las peleas callejeras, así pagaba sus estudios le había comentado Erza. Jellal era primo de Natsu, por su mejor amiga sabía como era el chico, si Jellal era peligroso, Natsu era de los que no deberías mirar, tenía las mismas pasiones que su primo, pero a Jellal nadie lo apodaba: "Salamander" así llamaban al chico, según todos porque Natsu no golpeaba en las costillas u otras partes del cuerpo, el golpeaba directamente en el rostro. Erza estaba interesada en que conociere al primo de Jellal, estaba obsesionada con el dos para dos, mas ella no estaba interesada, desde que hubo llegado a la universidad lo había evitado como le fuera posible; a ella no le interesaba relacionarse con chicos como Salamander, pero una vez casi se encuentra cara a cara con él, supo que era él solamente al ver a todas las babosas babear como perras en celo cuando el chico apareció. Se había excusado de aquella clase y para suerte, Salamander no volvió a aparecer, siempre que lo veía con su primo y su amiga desde lo lejos, desviaba su camino; hasta el día de ayer donde finalmente se vieron cara a cara, nunca imaginó que tuviese aquellos ojos verdes, aquella altura y aquel tamaño, verlo de lejos era una burla comparado a verlo de cerca, se había sentido pequeña e insignificante cuando lo tuvo frente a ella la noche anterior. Con la piel bronceada perlada de sudor y aquel cabello claro, parecía haber salido de una novela romántica donde los hombres eran descritos como la máxima autoridad tanto moral como sexual y las mujeres eran las protagonistas sensibles, tiernas y hechas para cumplir cualquier oscuro deseo del hombre quien siempre pondría su felicidad y seguridad primero.
—¡Hey, capullo!— saludó Jellal a Natsu quien acababa de entrar por la puerta.
La rubia se quedó quieta, diablos, ahora no podría salir de allí, finalmente conocería a Dragneel
—Hey!— saludó el recién llegado, tomando el asiento libre al lado de la rubia.
—Ella es Lucy— presentó rápidamente la pelirroja.
Arqueó una ceja, apoyó el codo contra la mesa mientras recargaba su mejilla contra su mano para observar a la chica, tenía la cabeza baja.
—Luce, ehh— fue el susurro del chico, mirando fijamente a la chica que permanecía a su lado.
—Es Lucy— el susurró del chico había sido como si alguien le picara una costilla, no pudo evitar levantar el rostro hacia él y corregirlo.
—No llevas lentes— fue lo que dijo el chico, no parecía sorprendido.
—¿Se conocen?— preguntó Erza.
—Anoche la salvé de que terminaran montándola a la fuerzas— dijo sin apartar la mirada de la rubia.
La rubia abrió la boca para decir algo pero nada salió antes las crudas palabras del de cabellos rosas.
—¡Oh Dios mío!— exclamó Erza. —¿Alguien te quería violar?— preguntó sorprendida.
—Nadie me quería violar, Erza— se defendió.
—Entonces supongo que cuando ese sujeto te golpeó el culo lo enfrentaste para darles las gracias— se rió Natsu.
—¡Cállate, quieres!— exigió, sin embargo, el grito de la rubia llamó la atención de los presentes, y claro, no pasaron segundos donde empezaron a murmurar, había enviado a callar a Natsu, a Salamander Dragneel.
—¿Por qué no me lo dijiste?— preguntó Erza con indignación.
—Veamos, llegaste al dormitorio en la mañana— dijo más tranquila.
—Estuvo montando rodeo, déjala que se divierta— era un hecho que aquella plática divertía a Salamander, sus burlas se lo decían.
—Metete en tus asuntos— contraatacó, el de cabellos rosas se estaba metiendo en asuntos que no les correspondían. —Sino te dije fue porque sabía que te preocuparías, contenta?— terminó.
—No parece que le hayan hecho nada— dijo Jellal. —La veo bastante enterita— rió el chico.
—Hola, cariño— una chica de cabellos opacos se había acercado al de cabellos claros y abrazado por el cuello.
—Hermosa.
La rubia fue testigo del asqueroso e insinuante beso que esos dos se dieron a su lado. Lo que le faltaba era una cama, nada más.
—Me ayudas en anatomía— pidió con voz melosa. Coquetería barata, pensó la rubia.
Salamander movió el asiento para ver a la chica, la tomó de una mano y la obligó a girar sobre sus talones.
—Pero si te veo buenísima— dijo con picardía.
—¿Tú crees?
Apretó las manos hasta hacerlas puños. ¿Por qué diablos tenía que aguantarse aquella escena de la zorra ofrecida y el seductor barato? Tuvo que respirar por la boca, respirar hondo para tranquilizarse.
—Bueno, pensándolo bien, quizás un poco de trabajo no estaría mal— dijo coqueto. —Nos hablamos— se despidió de los presentes cuando la chica lo tomó de la mano y obligó a que se pusiera de pie para salir del lugar.
Ninguno dijo nada cuando el de cabellos claros se marchó, platicaron un poco hasta que Esteban tuvo que marcharse, no sin antes despedirse con un beso de la pelirroja.
—Es tan lindo, y tienen un paquete— dijo una risueña Erza viendo a su novio salir por la puerta de cristal. —Oh Dios mío, Lucy, de verdad no pensaba que lo iba amar— dijo emocionada mientras tomaba a la rubia de las manos.
—Sí, tampoco pensé que se llevarían tan bien, me alegro por ti— sonrió. Erza y Jellal hacían la pareja perfecta.
—¿Y qué tal Natsu?— preguntó con interés.
—Ya lo había conocido— confesó. —No anoche, está en una clase conmigo, solamente que asistió una vez y yo salí del aula antes que me viera— contó.
—¿Entonces todo este tiempo has estado intentando evitar encontrártelo?— preguntó con interés.
—…— la rubia asintió. —Ya sabes lo que pienso, ni siquiera me cabe en la cabeza como es que Jellal y esa cosa son familia, son muy diferentes.
—Jelal dice que no es tan malo— sonrió.
—¿Qué no es un seductor mediocre y no está rodeado de zorras?— preguntó con tono divertido.
Continuará
Antes de seguir con la historia, la reeditaré, no me gusta que mis historias se parezcan a ningún libro u otra historia, es la primera vez que me sucede eso y no es nada lindo, para suerte, solamente creo que son los primero capítulos.
Sí, amo a Natsu de mujeriego, maldito, malo, perverso, me encanta
Sí, amo a Jellal, perverso, malo, maldito, me encanta.
Como ven, ahora, finalmente hago una pareja secundaria y definida, Jerza, es mi segunda pareja en Fairy Tail y está en mi otp. Así que sería pareja principal NaLu y secundaria Jerza.
PD: Os advierto, no me hago responsable que quieran un chico como los de aquí.
PD2: Como ven, los cambios de escenas serán separados por algunas frases de la canción y frases machistas/feministas.