Hey... No no me he muerto, es que estoy, bueno estaba de viaje con mi queridísimo QuinntanaRivergronShipper y entre las páginas de IG y mil rollos más, pues no me he parado a actualizar. En primer lugar, gracias por todas las reviews, me ha ayudado mucho a aclararme, puesto que ni yo misma sabía quién sería la rubia(aunque claramente tenía una preferencia) y para mi sorpresa la elegida ha sido prácticamente unánime. Para ser sincera no me esperaba esta respuesta, pero debe ser que mi OTP está viviendo un bonito momento o que he aprendido a controlar mentes y hacéis lo que yo quiero...[Traerme un sándwich ]. Bueno no me voy a liar mucho más. Espero que os haya gustado este mini-fic y si tenéis alguna sugerencia o petición para que haga otro (sea brittana, Quinntana, Tike, wildebrams o algo más nivel súper crackship) no dudéis en decírmelo por PM.


Himym capítulo 4

-¿Qué pasó después?-preguntó Kitty con un brillo especial en los ojos, tenía los ojos de su madre y cada vez que está impaciente se le nota, no como a la pequeña Mar, que ha sacado los ojos de su odioso abuelo(para mi desgracia)

2009

Nada más atravesar la puerta, todas las miradas se dirigieron a nosotras, ella intentó soltar mi mano, pero yo no se lo permití y poco a poco atravesamos los pasillos hasta su taquilla.

Si bien, aquello era un primer paso, había sido un día muy largo como para dejar que ella también tuviese que aguantar mi parte de burlas y tonterías de pueblerinos cerrados de mente.

Ella recogía sus cosas, lo más rápido que sus temblorosas manos le permitían, mientras yo le sonreía, apoyada en la taquilla de al lado.

Cerró la taquilla y cuando me disponía a volver a tomar una de sus manos con una de las mías, apareció el idiota de turno, que no podía ser otro que Puckerman.

-Hey Barbie, ya llegó tu cura.

Mi princesa seguía de cara a la taquilla y cuando mi ex-tapadera, (ya que ni novio merece ser llamado) soltó esa gilipollez; vi como ella se mordía el labio, una pequeña manía que tenía hace años, cada vez que algo la hacia sentir incómoda y tenía que ocultalo.

-¿No tienes nada mejor que hacer, Puckerman?

-Santana, luego te hago un favor-dijo guiñándome un ojo- ahora la Barbie necesita mi ayuda.

-No lo creo- dije poniéndome entre ambos.

-San, así no la ayudas a que sea normal-dijo sonriendo.

-Es normal, aquí el único que que no es normal eres tu, pero no podíamos esperar otra cosa teniendo en cuenta lo limitado que eres.

A nuestro alrededor sonó un "ohhhh" , si a estos pardillos hay algo que les gusta más que sacar la lengua a pasear, es una buena pelea.

-San, vámonos-pidió ella a mi espalda- no tienes porqué hacer esto.

-¿Que pasa Santanita?- dijo Puckerman en tono burlón- ¿a alguien le gusta jugar a dos bandos?

-No, sólo me gusta jugar a uno- dije tajante.

-Normal, una vez jugado con Puckasaurus, no hay forma de que puedas renunciar a el- dijo con orgullo, provocando que los tíos le animasen y las chicas cuchicheasen.

-jajajaja Puckasaurus- dije sin poder reprimir la risa- ¿No sabía que se presumiese de algo tan pequeño?

los chicos del equipo gritaron un "stricke uno", algo que pareció molestarle al bobo con el que discutía.

-Eso no lo decías hace un par de semanas cuando suplicabas por más- dijo acariciándome la mejilla con una sonrisa burlona.

a mi espalda Ella se tensó y en tono firme gritó "Basta"

-Cierto. Aparta López, esto es entre la Barbie y yo.

-Yo no veo ninguna Barbie-dijo Rachel apareciendo entre la multitud- mi prima tiene un nombre y dudo que quiera saber algo de tan poca cosa como tú.

-Largate Puckerman-Dijo Mercedes.

-Estas siendo un capullo-dijo Mike quien abrazaba a su novia Tina, que simplemente miraba mal a Puck.

-Los frikis defendiendo a la desviada-dijo burlonamente.

Mi mente no lo asimiló, al menos no antes de que mi rodilla izquierda le diese un golpe seco en la entrepierna, haciendo que cayese al suelo y gimiese de puro dolor.

Los murmullos cesaron y todo se quedó en el más completo silencio.

-Antes de hablar de mi novia, te lavas la boca, pedazo de imbécil- dije colérica.

Ni siquiera esperé a que reaccionases, la tomé de la mano y salimos de allí antes de que alguno soltase otra babosada y me liase a trompadas con medio equipo de fútbol.

Una vez en el aparcamiento, suspiré aliviada. Vale que esa no era la mejor forma de salir del armario y que posiblemente al llegar a casa tendría que explicar muchas cosas, pero me sentía como si me hubiese librado de un gran peso, un peso invisible con el que había cargado demasiado tiempo.

-¿No sabía que las cosas entre nosotras llegasen a ese punto?- dijo mi rubia con una enorme sonrisa.

-Creo que debería habértelo pedido ¿No?

-Sería lo apropiado o al menos haberme avisado, no se, creo que se me quedó la misma cara que a Noah.

-Ni me hables de ese idiota-bufé molesta.

-Si quieres te hablo de la cara de Rachel, que pasó de sorpresa a confusión,luego a sorpresa de nuevo y antes de perder contacto visual con ella, estaba a punto de dar saltos de alegría.

-Nooooo, dime que no me he perdido al gnomo dando saltitos-le supliqué burlonamente- eso estaba en mi lista de cosas que ver antes de morir.

-Lo dicho, eres idiota, no se como Rach te ha aguantado todos estos años.

-Soy adorable-dije sonriendo.

-Cuando quieres-dijo ella

-No te puedes quejar ¿Cuando no he sido adorable contigo?

Ella se frotó la barbilla con el índice y el pulgar, mientras se mordía la parte interna del labio inferior y cruzaba los brazos sobre el pecho.

-Por ejemplo cuando fingiste no saber quien soy, eso no fue muy adorable que digamos.

-¿Lo sabías?- dije sorprendida.

-Eres realmente mala fingiendo-Yo la miré sin créeme lo que me decía- vale, me lo creí hasta que Rachel me aseguró que sabías perfectamente quien era.

-Esa maldita enana siempre fastidiando.

-En el fondo la adoras...creo que será mejor que me vaya a casa ya.

-Yo también he de irme, tendré que explicarle a mi madre muchas cosas.

Ella se me quedó mirando un segundo y bajó la mirada.

-¿Que pasa?-pregunté confundida.

-¿Crees que sería buena idea si estoy presente cuando se lo dices?-dijo casi en un susurro.

-¿Quieres venir? -dije sorprendida.

- Se por propia experiencia que a veces resulta complicado y quizás te haga falta que te apoye, aunque espero de todo corazón no tener que hacerlo. No sería una buena novia si no lo hiciese.

-Te quiero-dije justo antes de besarla.

-¡Que bonito!-Dijo Mar.

-Vaya forma de salir del armario, mamá- dijo Kitty

-Lo sé, no fue la forma idónea, pero Puck por aquel entonces era muy idiota y las cosas se dieron así.

-Tampoco es que haya cambiado mucho-dijo Kitty- sigue siendo bastante idiota.

Las tres nos reímos, cuando de pronto la vi frente a mi. Vestida con unos vaqueros, una camisa blanca y deportivas. No sabía que ya hubiese llegado, aunque puede que estuviese tan concentrada en contarle a nuestras hijas, la vieja historia de como nos conocimos y como nos enamoramos, que ni me percatase de su presencia.

-Mamiii- dijo Marley antes de correr a sus brazos.

-Hola mi amor-dijo con su melodiosa voz, justo antes de besarla en la frente- ¿Que os contaba mamá?

-Nos contó como os conocisteis y como salió del armario.

-Espero que haya sido la versión Disney-dijo mirándome fijamente.

-Ha sido la versión light-dije con una sonrisa.

Ella se sentó entre Katherine y yo, con Marley sobre sus rodillas. Pasó su brazo izquierdo sobre los hombros de mi hija mayo. Y la atrajo hacia ella para besarle la mejilla.

-¿Cómo se han portado mis princesas?

-Bien- dijeron ambas.

-De culo-dije yo, provocando que mis hijas me mirasen mal.

-San, no habrá sido para tanto-dijo ella defendiéndolas.

-Se han pasado horas discutiendo y gritando, he pensado incluso venderlas por EBay.

-Santana Marie López-Fabray, más te vale que eso haya sido una broma, porque como encuentre un anuncio en el que se pone en venta a mis bebés, te aseguro que lo puedes pasar muy mal- dijo Quinn mirándome fijamente y muy seria.

-Ay amor, era broma, no podría- dije poniendo mi cara más adorable.

-jajajaja mandada-dijo Kitty con sorna

- Yo jamás podría vender a mi pequeña princesa-dije robándo a Marley del regazo de mi esposa y abrazándola con cariño- con ese pequeño monstruo, si podría hacer una excepción.

-Santana!- me regañó Quinn.

-Soy la preferida de mamá- dijo Marley echándole a lengua a su hermana.

- ¿Y? Yo me parezco más a mamí-dijo K, abrazando a Quinn- por eso molo más que tú.

-No es cierto- repuso mi pequeña.

-Si que es cierto.

-No lo es.

-Ya basta- dijo Quinn en tono firme- es muy tarde, quiero que vayáis a poneros el pijama y lavaros las manos. En 10 minutos estará la cena lista.

Ambas hicieron caso sin rechistar, subieron las escaleras hasta su cuarto y nos dejaron solas a su madre y a mi.

-¿Un día duro en el hospital? -pregunto mientras me acerco a mi esposa, con la intención de besarla.

-Bastante-dijo apoyando su cabeza contra mi hombro.

-¿algo que pueda hacer para mejorarlo?-pregunto mientras acaricio sus manos con mis pulgares.

-San, tienes que dejar de hacer eso.

-¿Hacer que?-pregunté.

-Dejar de provocar a Kitty, acabarás por reafirmar esa estúpida idea de que no la quieres.

-¿Te ha dicho eso ella?-preguntó con preocupación.

-Si, esta mañana mientras bañabas a Mar. Se que el carácter de Kitty y Marley son aparentemente diferentes, pero ella se parece más a ti de lo que quieres reconocer.

-No se parece a mi.

-Es una mini versión de ti. Reservada, realmente dulce, insegura...

-Vale... Vale, lo pillo.

-Ella te adora San.

-Lo sé, creo que se parece tanto a mi que por eso chocamos. Le encanta sacarme de mis casillas y aún así la adoro-admito

- y por eso te quiero tanto-dice con una enorme sonrisa.

-¿Porque adoro a mis hijas?

-Iba a decir que porque eres el amor de mi vida, pero creo que si, debe ser por que adoras a nuestras hijas.

-Idiota-digo contra sus labios.

-Te he echado de menos señora López-Fabray-dice antes de besarme.

-Y yo a ti, sus hijas casi me vuelven loca-digo antes de profundizar el beso, pero antes de que lo haga se separa de mi.

-Nuestras hijas-dice recalcando el "nuestras" y se va a la cocina a preparar la cena.

Desde aquel día donde por primera vez, recorrí los pasillos del Mckinley de la mano de Quinn, han pasado muchos años y hemos vivido muchas más aventuras de las que mis hijas saben. Pero este, era sólo la historia de como conocí y me declaré a mi esposa. Quizás otro día, cuando mis dos pequeños monstruitos vuelvan a estar tan insoportables como hoy, les cuente la historia de como nacieron, aunque puede que de aquella ya no sean sólo dos mounstruitos.

-Estoy deseando verte-digo acariciando mi abultado vientre-Elizabeth López-Fabray