Epilogo

Una forma de humo sobrevolaba un campo negro decorado con flores marchitas y fuentes roídas por el tiempo. La forma nublosa negra dejaba una estela a su paso, bajo hasta dar con un camino de piedritas el cual siguió, se fue convirtiendo en una figura encapuchada. Caminaba por el largo camino hasta una colina que sostenía en su parte superior una gran mansión avejenta por los años. Sus pasos eran decididos, con fuerza y llenos de dirección.

Llego a la base de la colina, subió los peldaños que formaban una escalera de perlitas negras. Llego a la puerta principal y con un movimiento de su varita la abrió. El interior estaba descuidado, lleno de polvo y olores agrios. Paso por un pasillo a su derecha y llego a un estudio con poca luminiscencia, solo se filtraba un poco la luz de la luna. En el lugar tres sujetos rodeaban una silla afelpada de color carmesí.

— Mi señor — se inclinó ante la figura en el sofá.

— Que noticias me tienes, Bellatrix — la voz de la figura era siseante, y arrastraba las palabras.

La mujer se quitó la capucha de encima para dejarse ver

— He confirmado que el alquimista viajero es un Potter, mi señor.

Una risa fúnebre retumbo por la habitación logrando que lo aterrador y moribundo del lugar se hiciera más notorio.

— Esa es una buena noticia.

— ¿Qué desea que hagamos?

— Esperar.

— ¿Disculpe?

La figura en las sombras chasqueo lla lengua en una forma de mostrar su molestia. Detestaba que sus subordinados preguntaran tonterías, y despreciaba que no entendieran lo que daba a decir.

— Aun no tenemos la fuerza para atacar — la voz se engroso —. No es momento de advertir a nuestro enemigo sobre nuestra existencia… hay que esperar, y cuando llegue la hora desearan jamás haber asesinado al señor de las sombras.