Hola a todos, muchas gracias por la paciencia infinita que me tienen, y pese a actualizar muy lentamente siguen leyendo.
Quiero agradecer a Sole Pucheta por betear este capitulo ya que Flor esta con unos inconvenientes para hacer las correcciones.
Bueno no las entretengo mas. Un besote, nos leemos pronto.
Entre el deber y el querer
Capítulo beteado por Sole
Abrázame muy fuerte
Cuando tú estás conmigo
Es cuando yo digo
Que valió la pena
Todo, todo lo que yo he sufrido
No sé si es un sueño aún
O es una realidad
Pero cuando estoy contigo es cuando digo
Que este amor que siento
Es porque tu lo has merecido
Con decirte amor que otra vez he amanecido
Llorando de felicidad
A tu lado yo siento que estoy viviendo
Nada es como ayer
Abrázame que el tiempo pasa y el nunca perdona
Ha hecho estragos en mi gente como en mi persona
Abrázame que el tiempo es malo y muy cruel amigo
Abrázame que el tiempo es oro si tú estás conmigo
Abrázame fuerte, muy fuerte, más fuerte que nunca
Siempre abrázame
Hoy que tú estás conmigo
Yo no sé si está pasando el tiempo o tu lo has detenido
Así quiero estar por siempre
Aprovecho que estas tu conmigo
Te doy…
A los chicos les llevó solo un par de minutos en la computadora realizar las reservas necesarias para el fin de semana. Buscaron una linda cabaña frente a la playa, se cercioraron de que contara con una chimenea que los mantenga calientes, ya que las temperaturas eran bajas y sus pequeños hijos no estaban acostumbrados a ese tipo de clima.
Antes de la medianoche, le enviaron a Jasper una copia con el itinerario y la reserva para que él elabore una carta al juez pidiendo la autorización.
Al otro día, decidieron ser optimistas y salir a comprarle a los tres pequeños abrigos adecuados y aprovecharon para hacerse de suministros para acampar. Querían poder pescar con ellos, armar una tienda de campaña y tener una fogata asando malvaviscos.
Para la mañana del miércoles, finalmente obtuvieron la aceptación del juez a realizar la salida. Era hora de hablar con Bella, y que finalmente aceptara su propuesta.
Por la tarde, visitaron a Bella. En un principio se asustaron de no encontrarla en el hotel donde se alojaba, pero luego de un par de llamados, se reunieron con ella, en un parque cercano a donde había llevado a los niños a jugar.
-¡Hola cariño! - saludó Edward.
-Hola Ed. Hola Emmett- respondió ella.
-Hola amor, ¿Cómo te encuentras hoy?-preguntó el grandote.
-Bien, aprovechamos que hay sol para salir con los niños al parque. -Explicó mientras Kate y Charlotte venían tomadas de la mano desde el arenero.
Edward de inmediato se puso de pie y fue a buscar a su pequeño que se había quedado jugando. En el camino, saludó a las dos niñas con un beso y un abrazo y de inmediato llamó a su hijo.
-Bells, amor, tengo una propuesta para hacerte -dijo un poco nervioso el soldado.
-¿Qué clase de propuesta es Emmett?
-¿Qué te parece si hacemos un viaje? Un par de días juntos para intentar recuperar lo que teníamos.
-Emmett, ¿piensas que voy a dejar a mis hijos para irme de viaje contigo? -dijo completamente sorprendida ante el pedido que consideraba verdaderamente egoísta dadas las circunstancias por las que estaban atravesando.
-Creo que me exprese mal. Quiero que hagamos un viaje en familia, que de alguna manera recuperemos lo que teníamos en la isla, hablamos con Jasper e iniciamos un pedido de autorización al juez para visitar un fin de semana unas playas cercanas. La idea es poder estar los seis en familia y juntar fuerzas para enfrentar todo lo que se nos viene.
-¿De seguro que no es riesgoso irnos de viaje en este momento? No quiero hacer nada que pueda hacer peligrar la custodia de los niños. -explicó con temor.
-Nadie quiere poner en peligro la custodia de Kate, por eso antes de planear cualquier cosa, decidimos consultar a Jasper y finalmente ahora que tenemos la autorización de juez te lo estamos preguntando. Si quieres puedes hablar con Jasper, y también sabremos aceptar si no quieres venir, pero realmente me gustaría que pudiésemos pasar un tiempo solos, tal como lo imaginábamos en nuestra isla.
La castaña se acercó al soldado y lo tomó del cuello para dejar un suave beso en sus labios.
-Tienes razón, es una muy buena idea. Necesitamos un tiempo a solas para volver a ser una familia.
Edward, eligió ese momento para aparecer con los niños y fundirse en un gran abrazo colectivo mientras que Kate festejaba la noticia que Emmett le daba. Se iban de campamento.
El viernes fue el día en que emprendieron el viaje de poco menos de cuatro horas, que los llevó al las playas de La Push.
Llevar a los niños sujetos en sus sillitas, fue un reto. Aún no se acostumbraban a tener algún tipo de amarre y les costaba mucho mantenerlos vestidos. En cuanto les quitaban la vista, ellos ya se estaban sacando la ropa.
La cabaña, por fuera, parecía bastante precaria; sin embargo, en cuanto abrieron la puerta todo el confort que esperaban los recibía. La sala estaba armada en torno a una hermosa chimenea, a su alrededor, tres sillones y una pequeña mesa completaban el ambiente. A la derecha, una puerta los llevaba a la cocina, que era sumamente acogedora. Un baño y dos habitaciones completaban el hogar que los albergaría por los próximos tres días.
Edward se encargó de bajar las maletas, mientras que Emmett se dedicó a preparar el almuerzo, luego de encender la chimenea. Bella por su parte, quitó los abrigos de los niños y acondicionó un lugar donde colocarle los juguetes que habían traído.
-¿Necesitas que te ayude en algo Emm?- preguntó la castaña.
Él se acercó a ella y de inmediato tomó su rostro con sus manos y depositó un suave beso en sus labios.
-Te necesito a ti, necesito que me ayudes a recuperar lo que éramos. -respondió.
Ella profundizó el beso y lo abrazo fuerte.
-Yo también te necesito, necesito que volvamos a ser la familia que éramos en la isla, necesito que el hombre que amo esté a mi lado en este momento tan complicado.
-Perdóname cariño, perdóname por lo que hice, por no haber hablado contigo. -se disculpó una vez más el soldado.
Ella volvió a besarlo.
-Te perdono, pero por favor no me lastimes de nuevo. -respondió entre lagrimas.
-Mi amor, te prometo que no volverá a pasar algo así. -limpió con sus monos las lágrimas que corrían por su rostro. -Pensé que te perdería para siempre y eso me aterró. No podría vivir sin ti en mi vida.
-Te amo-
-Yo también te amo Bells, te amo más que a mi vida. -dijo mientras la abrazaba y se acercaba a la cocina a revolver la salsa que había preparado.
-Huele muy bien. -expresó mientras probaba un poco de salsa con la cuchara. - No sabía que cocinabas tan bien.
-Realmente con todo lo que sucedió no tuve tiempo de prepararte nada, pero de ahora en adelante, te consentiré con mis comidas.
Ella asintió y le dedicó una tímida sonrisa antes de abrazarlo nuevamente.
-¡Mami, papi ambe!-interrumpió Lottie.
-¿Así qué mi bebita tiene hambre? -preguntó el soldado -Papi también tiene hambre y se va a comer una pancita. -dijo tomándola en brazos y haciendo pedorretas en su vientre, lo que provocó las carcajadas de la pequeña.
Edward, acompañado de Seth y Kate entraron a ver qué sucedía.
-¡Mami! ¿Qué sucede?- Preguntó Kate.
Emmett al escucharla, soltó a su pequeña y de inmediato tomó en sus brazos a la niña.
-Pasa que tengo mucha hambre, y estoy comiendo barriguitas -respondió el soldado mientras hacía pedorretas en el vientre de Kate.
En un principio la niña se asustó y gritó, pero al sentirse segura de inmediato empezó a reír a carcajadas.
Emmett siguió jugando con los niños, sin darse cuenta, que en un rincón de esa habitación Bella lloraba emocionada.
-Shh...tranquila está todo bien. -dijo Edward en su oído.
-La última vez que la escuche reír así fue entes de embarcarme en ese crucero.- se lamentó.
-Eso significa que vamos por el buen camino, ella está volviendo a recuperar la alegría. Ya verás que poco a poco ella volverá a ser la niña feliz que criaste.-dijo al mientras acariciaba su rostro y dejaba un casto beso en los labios de la mujer que amaba.
-¿Mami, estás bien? -preguntó de repente Kate, al verla seria junto a Edward.
-Mami también quiere que le coman la barriguita, pero esta es una barriga muy grande, ¿me ayudan? -explicó Edward.
Edward la tomó en brazos y la acercó a donde los pequeños estaban y entre todos se hicieron cosquillas. Por primera vez, los seis rieron como lo que eran, una gran familia.
Después de comer, entre todos abrigaron a los niños y salieron rumbo a la playa donde pensaban aprovechar los últimos rayos de sol.
Los niños estuvieron felices de ver el mar nuevamente. Tuvieron que sujetarlos para evitar que se metieran al agua, ya que la temperatura era muy baja, sin embargo disfrutaron de escapar de las olas que rompían en la costa.
Cuando el crepúsculo llegó ellos regresaron a la cabaña. Esta vez, Edward se encargó de preparar la cena, mientras Bella bañaba a los niños y Emmett preparaba una pijamada frente a la chimenea.
Los niños corrieron a la cocina en cuanto Edward anunció que la cena estaba lista. Lottie y Seth, se alegraron a ver que su papi les había preparado pescado. Kate por su parte, apareció junto a su madre, vestida con su pijama de princesas. Todos se sentaron en sus lugares y esperaron a que el doctor sirviera sus platos.
-¿Mami? -preguntó Kate.
-¿Qué sucede, cariño?
-No me gusta el pescado. -dijo bajito para que Edward no lo tomara mal y se enojase.
-Para la princesa mayor, tenemos un platillo especial- anunció Edward mientras ponía frente a la pequeña un plato con un hamburguesa.
-Muchas gracias papi, ¿cómo supiste que el pescado no me gustaba? -preguntó sorprendida.
-Tu mami me lo comentó mientras estábamos en la isla. Ella hablaba mucho de ti, sabemos lo que te gusta y lo que no. Cuáles son los alimentos que te hacen mal, que travesuras hacías de pequeña, tus cuentos favoritos, tus primeros juguetes. -explicó.
-Si bien, físicamente te conocimos hace muy poco, mamá se encargó de enseñarnos todo para ser los mejores papis del mundo. -completó Emmett.
-¿Todo eso hiciste mami?
-Claro que si Kate, necesitaba asegurarme que ellos supiesen todo de ti. Si me amaban a mi debían amarte a ti también.
Terminaron la cena entre anécdotas de la isla, y luego de levantar los trastes y colocarlos en el lavavajillas, fueron a la sala donde los mellizos de inmediato se tiraron sobre los cojines y sacos de dormir que estaban sobre el suelo.
-En un principio pensamos acampar en una tienda, pero dado que la temperatura es muy baja, decidimos que tendríamos nuestra noche especial aquí. -explicó Emmett.
-Kate, este es tu saco de dormir. - anunció Edward, enseñándole el objeto de color rosado con sus dibujos preferidos.
-Es muy lindo, gracias.
-Bueno familia, ¿qué les parece si empezamos a asar malvaviscos? -pregunto el soldado.
-¡Yummi! Me encantan -grito Kate efusivamente.
-¿Quieres acompañarme a la cocina a buscarlos?-preguntó
-Si papi, vamos a buscarlos.
Emmett tomo a la pequeña y la cargó en su espalda, mientras se alejaba imitando relinchos de caballos.
Los mellizos empezaron a mostrar signos de estar agotados. Lottie, se acercó a Edward y le pidió que la cargara. Mientras que Seth, le pidió a su madre que lo amamante.
-Shh...creo que tenemos dos menos para la pijamada. -explicó Emmett a Kate.
-Están muy cansados. Hoy tuvieron mucha actividad -aclaró Bella.
En cuento los pequeños se durmieron, los dejaron sobre sus sacos de dormir, y juntos fueron frente a la chimenea, donde Emmett y Kate estaban asando sus golosinas.
Juntos disfrutaron la velada, y aunque la niña quería seguir conversando con esas personas a las que tanto amaba, el sueño la venció.
-Creo que nosotros podríamos seguir con nuestra pijamada en nuestro cuarto. -se aventuró a decir el doctor.
La castaña lo pensó unos momentos y se dio cuenta que debía hacer algo si quería realmente salvar su relación.
-Está bien, vamos. -dijo mientras empezaba a arropar a los pequeños.
Emmett se aseguró de que la chimenea quede con el protector para los niños y luego se dirigió al dormitorio. Al llegar se encontró con Edward y Bella besándose apasionadamente. En un principio no sabía muy bien cómo actuar, pero era hora de recuperar lo que tenían en la isla, no podían seguir más con esta situación.
Tomó a Bella por su cadera, y empezó a dejar besos en su cuello y espalda. Ella casi de inmediato, con su mano se dedicó a acariciarlo, y finalmente volteó para apoderarse de sus labios. Edward, fue el encargado de besar su cuello y poco a poco empezar a desnudar a su mujer.
-Extrañaba esto- confesó Bella, mientras se dejaba quitar el sweater que traía y desabrochaba la camisa del soldado.
-Yo también extrañaba esto. Extrañaba sentir tu piel, tu perfume, extrañaba hacerte mía.- explicó Edward.
Bella giró y volvió a dedicarle caricias al cobrizo, necesitaba demostrarles cuanto los amaba. A los dos, ellos eran los hombres de su vida, nunca podría elegir a uno solo.
Minutos después, los tres yacían desnudos en la cama demostrándose su amor, el soldado fue el primero en adentrarse en ella. Cuando, finalmente ambos la penetraron sintió que todo volvía a su lugar, sintió que todo encajaba a la perfección. Nada podía salir mal si ellos la amaban como lo hacían.
Después de un maravilloso orgasmo, permanecieron abrazados y en silencio un largo rato.
-Los amo, a los dos por igual. No quiero que duden de este amor ni un minuto. No podría estar solo con uno de ustedes sin el otro. -explicó la castaña.
-Discúlpame, sé que no debería haber dudado de tu amor para con nosotros, pero todo fue muy confuso. -se justificó el médico.
-Perdóname por no hablar, por no confiar en nosotros. Por dudar de esta relación maravillosa que tenemos. - suspiró pesadamente.- Por mi culpa casi perdemos a nuestra familia.
-Amor, ya deja de culparte. No actuaste bien, pero debemos voltear la pagina y empezar de nuevo. Nos amamos, queremos estar juntos y eso es lo que haremos.
-Bella tiene razón, no podemos seguir lamentándonos por lo que sucedió, tenemos que aprender de esos errores y empezar a comunicarnos mejor, hablar mucho entre nosotros, para que no vuelva a suceder lo mismo.
Emmett, al fin comprendió que pese a sus errores, lo habían perdonado y era hora de seguir adelante con sus vidas.
Esa noche, durmieron los tres abrazados y por la mañana volvieron a hacer el amor, antes de despertar a los niños para salir de excursión.
Luego del desayuno, salieron todos rumbo a la playa donde pasaron un día precioso, divirtiéndose y jugando con los pequeños.
Al atardecer, la castaña se percató cuenta de un detalle que se les había pasado por alto. Al hacer el amor, no tomaron precauciones y en este momento no podía arriesgarse a quedar embarazada.
-Necesito urgente pasar por una farmacia. -dijo de pronto la castaña.
-¿Qué sucede cariño?- preguntó el médico.
-Tengo que comprar la píldora de emergencia. Anoche no nos cuidamos, y no puedo quedar embarazada en este momento. -explicó desesperada.
-Entiendo, no hay problema, ya la compraremos y también buscaré condones para evitar inconvenientes.
-Fuimos irresponsables, pero todo va a estar bien amor.- respondió Emmett abrazándola.
Para cuando el fin de semana llegó a su fin. Todos regresaron a la ciudad felices, estaban nuevamente juntos y los niños eran quienes más disfrutaban de tener a sus padres constantemente con ellos.
-¿Mami, podemos volver a nuestra casa?- pregunto Kate, mientras regresaban en el auto.
-Si cariño, creo que es hora de volver a vivir todos juntos.
Los pequeños gritaron entusiasmados y festejaron el volver a convivir.
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