¡Hola a todas! Me hace mucha ilusión compartir esta historia en español. Mi idea inicial era traducirla una vez acabada... pero no lo he podido evitar. Además, quería aprovechar la ocasión de que hoy es un día muy significativo en España, concretamente en Catalunya; hoy es Sant Jordi, el día de la rosa y del libro.
Cuenta la leyenda, que un cruel y sanguinario dragón tenía atemorizado a todo un reino, y que, para aplacar su ira, todos los años el Rey tenía que entregarle un sacrificio humano. Un fatídico día, la elegida fue ni más ni menos que la princesa, hija del Rey, que valientemente aceptó su sino. Pero cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, apareció un valiente caballero que mató a la bestia y salvó a la dulce princesa. De la sangre derramada en la tierra brotaron las más preciosas rosas, la más bella de las cuales Sant Jordi regaló a la princesa. Debido a esta leyenda, y al recordatorio del fallecimiento de dos grandes dramaturgos como William Shakespeare y Miguel de Cervantes, nace esta fecha señalada, y las calles se llenan de libros y rosas.
No puedo garantizar una periodicidad exacta de mis actualizaciones, pero sí que pongo todo mi empeño en esta historia y que está escrita desde el cariño. Espero que os guste!
No me pertenecen ninguno de los personajes que aparecen también en la trilogía de Fifty Shades; pertenece James.
CAPÍTULO 1
Christian entró en la tienda de pianos con un firme propósito. Había comprado el ático en Escala, uno de los edificios más exclusivos en todo Seattle, hacía escasas semanas. Estaba prácticamente amueblado, incluso su Sala de Juegos, pero echaba de menos tocar el piano para calmar su alma oscura después de sus pesadillas. Sus noches cada vez eran más largas, y los malos sueños empeoraban por momentos. Aunque su plan empresarial iba como la seda y ya había probado a su padre con creces que el abandonar Harvard había sido una buena decisión, Carrick no lo aprobaba. Su madre, Grace, le apoyaba, pero saber que estaba tan apenada por la situación entre padre e hijo estaba matando a Christian. Sentía que simplemente era otra jodida decepción para sus padres, y que él no merecía su amor.
Comprar el piano era una tarea que deseaba y necesitaba hacer él mismo. Quería primero probarlo, sentir cómo sus dedos se deslizaban suavemente por las teclas y sentir su vibración irradiándose por su pecho. Después, tomaría la decisión.
"Buenas tardes, señor. Soy el Sr. Harris. ¿Puedo ayudarle?" Un elegante hombre mayor, presumiblemente el dueño de la tienda, dijo educadamente mientras miraba a Christian de reojo de la cabeza a los pies.
Christian entonces se dio cuenta de que llevaba una simple camiseta gris con unos tejanos viejos. No se había afeitado, y ni siquiera se había peinado. Pero le importaba una mierda.
"Buenas tardes. Soy Christian Grey. Me gustaría comprar un piano Steinway".
"¿Puedo preguntarle, Sr. Grey, si es usted un pianista aficionado o un profesional?"
"No soy profesional, pero toco el piano desde que tenía cuatro años".
"Bueno, eso parece bastante tiempo" el Sr. Harris bromeó.
"Sí, lo es" Christian respondió bruscamente.
"De acuerdo, Mr. Grey. ¿En cuál de nuestros instrumentos está usted interesado? Preguntó el vendedor, guiándole a través de la tienda.
"De hecho, apreciaría su consejo".
Christian sabía realmente bien lo que estaba buscando. Era un pianista experimentado y conocía todas las especificaciones y características de los modelos en los cuales estaba interesado y, por supuesto, sabía que esas piezas de arte necesitaban unas condiciones óptimas de temperatura y humedad, condiciones que su apartamento ya reunía, pero él simplemente quería examinar al vendedor.
"Muy bien… supongo que usted es un pianista experimentado" dijo el Sr. Harris mientras Christian asentía con las dos manos metidas en los bolsillos de su pantalón y una sonrisa de suficiencia en su cara "así que, mi siguiente pregunta sería… ¿Dónde estará situado su piano? ¿Es una habitación específica para ello o un estudio? ¿Es un espacio reducido, o por el contrario será espacioso?"
Christian estaba conforme con la reacción del Sr. Harris, así que decidió jugar limpio y responder a sus preguntas.
"Planeo situar el piano en mi apartamento, en un espacio amplio, de más de 50 metros cuadrados, con la temperatura y humedad adecuadas para mantenerlo en sus mejores condiciones".
"Buena respuesta, señor" dijo el Sr. Harris con una sonrisa amable. "Sígame, por favor".
Christian siguió al hombre hacia una habitación mucho más amplia, llena de increíbles piezas de arte; majestuosos pianos, exuberantes violonchelos y elegantes arpas: realmente, un espectáculo digno de ver. El Sr. Harris se colocó unos guantes de algodón y expuso el teclado de uno de los pianos hacia Christian, un Music Room Grand, de la marca Steinway. Christian se sentó en el taburete, a ajustando seguidamente su posición para estar más cómodo con los pedales, y acarició las teclas, calentando sus dedos. Después, comenzó a tocar el Preludio nº4 en E menor del Opus 28 de Chopin. Christian sintió las dulces notas llenando el ambiente, envolviéndole en un suave abrazo que aturdió sus sentidos. Cuando acabó, permaneció con los ojos cerrados.
"Sr. Grey, ha sido increíble" dijo el Sr. Harris con asombro.
La observación del Sr. Harris hizo que Christian volviera a la realidad. A su dura realidad.
"Necesito cierto tiempo para pensar" gritó él de malas maneras mientras fruncía el ceño.
"Por supuesto, Sr. Grey. Tómese el tiempo que necesite" dijo el Sr. Harris mientras abandonaba la estancia discretamente.
Christian permaneció sentado. ¿Por qué tenía que ser tan mezquino? Seguro que el Sr. Harris era un buen hombre. ¿Por qué era tan difícil para él comportarse como una persona… normal? Con un profundo suspiro, colocó de nuevo las manos sobre el teclado cerrando los ojos de nuevo. Focalizando toda la rabia y la tristeza que amenazaban con atravesar su pecho, sus manos comenzaron a tocar el momento Scarvo de Gaspard de la Nuit de Ravel. Los dedos se deslizaban por encima de las teclas, cada vez más rápido y ferozmente, hasta que se equivocó en una nota. Christian paró abruptamente, golpeando furiosamente el teclado con las dos manos y produciendo un sonido ensordecedor. Entonces, oyó un grito ahogado proveniente de su derecha y miró en esa dirección.
"¡Qué demonios…!" Christian comenzó a gritar, pero paró en seco cuando vio a una chica joven, morena, mirándole fíjamente con los ojos más azules que jamás había visto, mientras se cubría la boca con una de sus manos.
"Lo siento… lo siento de veras, señor. No pretendía molestarle" dijo avergonzada.
Christian se quedó sin aliento. Esos ojos parecían ver a través de él, llegando a su alma. Su alma oscura. Se sintió expuesto. Ella corrió hacia la puerta, pero Christian le pidió que parara.
"Espera. Ven aquí" dijo él con voz ronca.
Ella giró sobre sus talones lentamente, y permaneció quieta, mirando hacia el suelo y jugueteando nerviosamente con sus dedos.
"¿Qué estabas haciendo aquí?" Christian preguntó lentamente, como si hablara con un niño pequeño.
"Suelo pasar las tardes aquí" ella respondió tímidamente, con su mirada fija en el suelo.
"Por favor, mírame" él le rogó.
Ella le miró de nuevo directamente a los ojos, y él sintió un remolino de sensaciones golpeando con fuerza en su pecho.
"No pretendía espiarte. Estaba haciendo mis cosas, y comenzaste a tocar el piano. Y no lo pude evitar… era tan sobrecogedor, tan hermoso… y tan triste al mismo tiempo".
Ella mantuvo su mirada en la de Christian, y él se levantó para acercarse a ella. Era hermosa. Su piel pálida lucía inmaculada, sus gruesos labios rosados estaban ligeramente abiertos, tentadores, y sus ojos brillaban como estrellas en el cielo, llamándole. Y sus palabras eran cálidas y reconfortantes.
"Me equivoqué en una nota y fallé…" Dijo él duramente, sus palabras llenas de un evidente autodesprecio.
"Estabas tocando maravillosamente. Te equivocaste en una nota, pero eso no significa que fallaras en absoluto. Sólo tienes que seguir intentándolo".
Permanecieron en silencio, mirándose a los ojos. Su respiración, profunda y agitada, era el único sonido en la sala.
"¿Cuántos años tienes?" Christian susurró, manteniendo su mirada fija en ella.
"Quince". Ella dijo susurrando también, como su fuera un secreto.
Christian notó una sacudida en el pecho. Era tan joven…
"¿Qué estabas haciendo aquí?" prosiguió, cuando se recompuso. La chica comenzó a hablar, pero Christian la interrumpió. "Por favor, no repitas que estabas haciendo tus cosas de nuevo. Esa no es una respuesta válida, y sé que no me gustará". Las palabras de Christian dibujaron una sonrisa en los labios de ella, una sonrisa hermosa y sincera, y Christian no pudo evitar sonreir también.
"De acuerdo, me has cogido" ella admitió mientras se sonrojaba. "Estaba estudiando una nueva partitura".
"¿Estudias música? Christian le preguntó complacido.
"Amo la música. Pero también tengo mis otras asignaturas del instituto".
"¿Tocas el piano?"
"Toco el piano y la guitarra" ella asintió mientras se mordía el labio inferior. Los ojos de Christian se oscurecieron por un instante, y, silenciosamente, le rogó que parara, con una mirada llena de dolor. Ella inmediatamente dejó de hacerlo, abriendo sus ojos azules como platos.
"¿En qué partitura estás trabajando?"
"Clair de Lune, de Debussy. Es cautivadora y llena de esperanza". Christian sintió de nuevo su intensa mirada azul atravesando su mente y su alma, llegando hasta el centro de su ser y calentando su corazón congelado. 'Cautivadora y llena de esperanza. Como tú' él pensó.
Entonces, el Sr. Harris entró en la habitación. "Annie, cariño. Tu madre acaba de llamar. Ha llegado a casa ahora mismo" dijo cariñosamente, y se fue.
"Me tengo que ir" ella le dijo a Christian. Él entró en pánico sólo de pensar en que ella se iba a marchar, y, sin pensarlo dos veces, le agarró por el antebrazo y alargó su otra mano, para rozar sus labios con la punta de los dedos, sintiendo su suavidad y el aliento de ella en la piel.
Ella se mordió el labio de nuevo y salió corriendo de la habitación con una mirada llena de confusión.
Christian permaneció quieto en el mismo punto durante varios minutos. Era tan hermosa, tan encantadora, con esos enormes pozos azules en su cara y esos labios tan suaves y tan apetecibles. No pudo evitar tocar su superficie sedosa e imaginar su boca en la de ella, saboreándola. Pero sólo tenía quince años; era demasiado joven, y él no era como Elena.
Cuando recuperó sus sentidos, fue hacia el mostrador donde el Sr. Harris estaba ocupado con algo.
"Compro el Music Room Grand. Vendrán a por él más tarde" le dijo, sintiéndose entumecido.
Ana salió corriendo de la habitación y, después de recoger su mochila, huyó de la tienda. Corrió hasta doblar la primera esquina. Apoyándose contra la pared, se tocó la boca y cerró los ojos. Sentía un cosquilleo en su labio inferior. Podía notar todavía el roce de la punta de sus dedos, que enviaba deliciosos escalofríos que recorrían su cuerpo. ¿Qué acababa de pasar? Estaba concentrada en la nueva partitura cuando las dulces notas del Music Room Grand llenaron el espacio, arañando su alma. Pero sintió algo más; una profunda tristeza que hizo que derramara una lágrima. Después, salió del cuarto de la limpieza y contempló la imagen más hermosa que jamás había visto. Allí estaba, el hombre más increíble del planeta. Su barbilla en alto, dibujando su mandíbula cincelada. Sus labios ligeramente abiertos. Sus ojos cerrados, con la mente probablemente lejos de allí, inmerso en sus propios pensamientos. Los músculos de sus brazos se movían harmoniosamente mientras acariciaba las teclas del piano con esas manos elegantes. Más tarde, cuando él comenzó a tocar la otra melodía, ella pudo sentir también su ira, pero, aún así, su música estaba llena de belleza y tristeza. Estaba un poco asustada y, entonces, él la miró. Podría permanecer por siempre embelesada en esos hermosos ojos grises. Si tan sólo pudiera leer su mente… ¿Qué podría haberle pasado a ese hombre tan hermoso para tener un corazón destrozado? Parecía muy joven, excepto por esa mirada triste, pero el hecho es que ella era tan sólo una niña tonta, y él era un hombre de verdad. Un atractivo, increíble y hermoso hombre, lleno de tristeza.
Podéis encontrar las canciones que irán saliendo a lo largo de la historia en una lista de Spotify y también en un canal de YouTube (los links están en mi perfil). También podéis encontrar información acerca de estas piezas y del por qué las he escogido en mi blog.
Por cierto... me encantaría saber vuestra opinión, ¡y siempre procuro contestar a todo el mundo!
Besos y abrazos.