Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.
Cómo conquistar a una mujer.
3. La práctica hace al maestro.
«Con esto no te estamos diciendo que te dediques a "caerle" a todas y cada una de las mujeres que conozcas (y no conozcas).»
Si bien le podía estar yendo pésimo en sus intentos de conquistar a Kagome, pero tal y como había dicho su buen amigo: quedaba todo un abecedario por delante, lo que significaba que ya surgiría otro plan y otra oportunidad de emplearlo.
Y bueno, para variar, esa vez estaba muy seguro de que su nueva idea sí funcionaría: ignorar a Kagome y darle celos.
Se encontraba en el centro comercial, casualmente la chica también estaba allí, justo en la sección de las películas con su séquito de amigas. Inuyasha podía jurar que esas mujeres eran inseparables, cosa que hasta el momento había sido un problema, puesto que ya iban dos veces que esas tres chicas le habían arruinado todos sus intentos de conquista, pero esa vez se alegró de que estuvieran allí, pues justo ese día serían sus ayudantes inconscientemente.
Oh, pero no crean que estaba solo: Miroku también se encontraba allí. Ese era un plan que él consideraba brillante y digno de emplear, ya que según él le había "funcionado muchas veces", y aprovechó que la chica que le gustaba, Sango, también iba a estar merodeando por el lugar con su pequeño hermanito.
Ah, por cierto, hombres tomen nota de otro consejo del sabio Miroku: hacerte el cariñoso con los niños también es una buena táctica, así las chicas querrán que tú seas el padre de sus hijos.
Era una lástima que Kagome no llevara a su hermanito Sôta al cine, aunque de todos modos, Miroku dudaba bastante que Inuyasha considerada la posibilidad de tratar de ganarse a la chica siendo amable con su hermano menor, después de todo, no era el hombre con más tacto en todo el mundo...
En ese momento las cuatro mujeres hacían fila para comprar sus palomitas y bebidas, era el momento perfecto.
Inuyasha caminó casualmente por el lado de las chicas, pero no le dedicó ni una mirada de reojo a ninguna, ni siquiera a Kagome (cosa que le costó utilizar toda la fuerza de voluntad que tenía).
—Unas palomitas grandes con queso y una gaseosa mediana —le indicó al cajero que atendía en su fila, justamente ubicada a la izquierda de donde se encontraban Eri y Yuka cuchicheando sobre si él era el chico del WcDonald's, Ayumi elevada en sus propios pensamientos, y Kagome mirándole de reojo con el ceño un poco fruncido.
Una vez que le dieron su orden, tomó la bandeja con sus cosas y se dispuso a irse.
—Oye, Inuyasha.
Tuvo que contenerse para no lanzar por los aires la comida y voltearse violentamente. Simplemente giró un poco su cabeza y alzó una ceja.
— ¿Mm? —pronunció aparentemente desinteresado, aunque sudaba y su corazón latía rápidamente.
—Se te cae el queso de tu bandeja —comentó Kagome señalando el pequeño tarrito a punto de derramarse.
Inuyasha sintió como si le hubiese caído un baldado de agua fría encima. ¿Acaso eso que había visto en el rostro de Kagome era una sonrisa malvada? ¿Acaso ella también estaba jugando con él? Y vaya que de una manera muy cruel.
Trató de actuar normal.
—Ah, gracias —y volvió a caminar.
Kagome lo miró alejarse por unos segundos y luego se dio la vuelta, sólo para encontrarse con la expresión confundida de sus tres amigas.
— ¿Qué? —se defendió.
—No te hagas. ¿Por qué le hablaste a Inuyasha? —inquirió Yuka en tono acusador y con los ojos apretados.
La Higurashi se sintió presionada, pero trató de disimular.
—Porque se le caía su que-
— ¡Mentiras! —La interrumpió Eri y jadeó de repente— No me digas que te gusta.
— ¡Claro qué no! —Exclamó algo molesta la acusada— Es sólo que... ustedes vieron cómo me ignoró. Es decir, después de haber intentado coquetear conmigo y haber enviado la cajita de los recortes, ¿no les parece extraño que ni me determine?
Si bien Inuyasha podía seguir en la ignorancia y pensar que Kagome no se había dado cuenta que él era el responsable del paquete con las fotos de aquel día en el parque, pero ella era una chica muy inteligente, y no sólo era por el hecho de que había sido demasiado obvio, sino porque un segundo antes de que el amigo de Inuyasha (porque también era evidente que había sido Miroku quien se la entregó y se la quitó de las manos) se la arrebatara, ella había logrado leer un pedacito de la nota, y había identificado nada más y nada menos que una sospechosa letra «I» que firmaba la tarjeta.
Por supuesto se lo comentó a sus amigas, después de todo, hasta ellas parecían tener más interés en el asunto que la misma Kagome.
—Pues ahora que lo mencionas, es verdad —meditó Ayumi—. Pero, Kagome, ¿acaso te afecta que Inuyasha ya no esté interesado en ti?
La chica enrojeció levemente. No podía negarlo: le gustaba la atención que le daba Inuyasha y le divertía ver sus intentos de conquista, incluso había pensado en darle una oportunidad, pero ese día andaba bastante raro...
—C-claro que no me afecta, no seas tonta —respondió riendo un poco, cosa que hizo que sus amigas intercambiaran miradas entre ellas y la miraran sospechosamente—. Pero sé que lo hace a propósito, sólo intento que él vea que no va a funcionar.
Yuka lo pensó y asintió energéticamente.
— ¡Estoy de acuerdo contigo! Claro, es un gran plan. ¡Te apoyo amiga!
Eri y Ayumi asintieron, motivadas por la energía de Yuka.
Y así fue como empezó el juego. Inuyasha hablaba con chicas estando lo suficientemente cerca de Kagome para que esta escuchara, creyendo el muy tonto que ella ya no se sabía su truquito infantil. De acuerdo, le molestaba un poco que él se rebajara hasta tal punto, ¡si es que ella misma le había dicho que no le gustaban los Don Juanes! ¿A qué jugaba? ¿Acaso creía que se veía más interesante de esa forma, o que a ella le daban celos? Claro que no.
Kagome era una chica dulce y sencilla, no le gustaba meterse en líos y menos con chicos, pero no podía quedarse de brazos cruzados viendo como él le coqueteaba a medio cine mientras que ella lo observaba ahí sentada. ¡Es que Inuyasha hasta había intentado coquetear con Eri, Yuka y Ayumi! Obviamente el muy idiota no sabía ni cómo empezar una conversación coherente y terminaba diciendo puras tonterías que hacían que las chicas salieran corriendo, pero aun así trataba de darle celos y Kagome no se iba a quedar con los brazos cruzados.
¿Quería la guerra? Pues guerra tendrían.
—Chicas —habló obteniendo la atención de sus tres amigas—, necesito que llamen a... —el resto fue inaudible para Inuyasha, puesto que las cuatro se pusieron a murmurar y susurrar entre ellas, una que otra jadeó o soltó una risita.
El chico de ojos dorados frunció el ceño. ¿A quién querría llamar Kagome? Su pregunta se respondió como por arte de magia en menos tiempo de lo que él creía.
Apretó los puños y gruñó por lo bajo. —Debe ser una broma... —siseó.
Miroku, quien estaba a su lado, soltó un silbido.
—Debes admitir que Kagome se ve dulce e inocente, pero cuando la provocas...
Ambos hombres miraban la escena sin poder creérselo.
— ¡Kôga! Me alegro de que estés aquí —sonrió la Higurashi al chico que acababa de llegar, era un joven alto y moreno, bastante apuesto para la muy mala suerte de Inuyasha.
—Y a mí me alegra que me hayas llamado. Estás hermosa hoy.
Inuyasha tuvo que aguantar las ganas de vomitar. ¡Kagome había llamado a Kôga! ¡A ese bastardo! Ese chico era un pobre idiota que llevaba enamorado de Kagome hacia bastante tiempo, era una persona insistente, altanera e inmadura.
De acuerdo... no es que fuera muy diferente a Inuyasha. ¡Pero era Kôga! No iba a permitir que le hablara con semejante confianza a Kagome, así que sin pensárselo dos veces fue hasta donde él se encontraba coqueteando con su chica.
Tomó al tipo por el hombro y lo empujó.
— ¿Qué crees que haces, imbécil?
Kôga gruñó.
—Kagome, ¿qué hace este perro idiota aquí?
La joven sólo abrió la boca ligeramente, pero no supo que contestar.
—Mira quien habla —se mofó Inuyasha—. Creí que tenías novia, Kôga. ¿No se llamaba Ayame?
El otro titubeó un momento.
—Ella no es mi novia. ¿Y tú qué vienes a hablar? —Lo acusó— ¿No estabas enamorado de esa chica Kikyô? Que por cierto se parece mucho a Kagome, ¿es por eso qué te interesa?
Esa vez Inuyasha no pudo controlarse (de acuerdo, no es que lo hubiese estado haciendo antes tampoco) y se le lanzó encima a Kôga.
Ambos sujetos se encontraban rodando por el suelo, gruñendo, insultándose y golpeándose.
Miroku al ver la escena no tuvo opción más que intervenir, no podía dejar a Inuyasha solo en esas. El muy idiota siempre se metía en peleas en las que llevaba desventaja, sin importarle en absoluto. Si tan sólo tuviera esa misma confianza a la hora de conquistar a una mujer...
Kagome, Eri, Yuka y Ayumi miraban la escena aburridas.
—Todas sabíamos que esto iba a suceder, ¿verdad? —comentó Ayumi como quien no quiere la cosa.
— ¡Agh...! ¡Toma mi puño!
Eri y Yuka suspiraron y contestaron al unísono. —Sí.
— ¡Ten esto, imbécil!
— ¡Idiota! Inuyasha me pegaste a mí...
—Lo siento Miroku. ¡Agh!
Kagome soltó una gran bocanada de aire y negó con la cabeza. La gente empezaba a formar un círculo alrededor de los chicos mientras gritaban « ¡Pelea, pelea, pelea!».
La joven sintió algo vibrar en su bolso, lo abrió y sacó su teléfono móvil, acto seguido sonrió.
—Chicas, es Hojo, nos invita a todas al WcDonald's, ¿vamos?
Las demás asintieron y salieron del cine.
Mientras tanto, Inuyasha y Kôga seguían peleando. Miroku se había salido y respiraba agitadamente, trataba de llamar la atención de alguno de los dos, pero ambos estaban enfrascados en su "batalla".
— ¡OIGAN, IDIOTAS! —gritó, sorprendiendo tanto a los dos chicos, que se detuvieron de inmediato quedando en una posición graciosa: Inuyasha agarrando a Kôga del cabello y a punto de darle un puño en la mandíbula, y por otro lado, Kôga tenía su pie en el pecho de Inuyasha, así impidiendo que este se le acercara más, mientras que también sostenía su cabello.
— ¡¿Qué?! —exclamaron los dos al unísono.
Miroku dobló los ojos.
—Kagome se fue hace veinte minutos, par de imbéciles ciegos, y con Hôjô.
Los dos se miraron y se levantaron de inmediato (con algunos puños de por medio, claro está).
— ¡¿A dónde?! —inquirieron, volviendo a hablar al tiempo.
Miroku suspiró.
—Se fue a... —lo dudó un momento y luego respondió— al parque. Está bastante lejos, yo les aconsejo que corran.
Y sin decir ni siquiera un «gracias» (y lo cierto es que Miroku no lo esperaba) salieron corriendo como bólidos.
El chico, quien se había quedado completamente solo en el cine, negó con la cabeza para sí mismo, viendo la dirección en la que habían salido corriendo los otros dos.
¿Qué caso tenía decirles la verdad? Esa tarde dejaría que Kagome disfrutara del resto de su día sin tener que aguantar idiotas que se anden peleando en lugares públicos por ella.
Y hablando de idiotas...
— ¡Sango, vuelve aquí cariño!
— ¡No te atrevas a tocarme!
Nota de la autora:
De acuerdo, me quedó más largo de lo que tenía planeado. Espero que les haya gustado, y que al menos les sacara una sonrisa. Esta vez creo que no hay ninguna aclaración por hacer, salvo que no he tenido la oportunidad de corregir este capítulo como es debido (no tengo mi computadora disponible en este momento), si ven algún error te tipeo o algo por el estilo, no se preocupen que será corregido.
Sé que es algo tarde, pero quiero agradecer a las siguientes chicas por estar al pendiente de la historia: Taijiya Sango Figueroa, Astrid'Taisho, Hikary-neko, Cecil Pierce, Bruxi, Minidraculaura3, Faby Sama, TaishoGrily, Marlene Vasquez, Mónica V, Karyn Karyn y Okay-chan.
A todas, muchísimas gracias por sus reviews. (L) Y bueno, también a las lectoras fantasmas.
Eva.
