Todos el mundo salía de la cabaña animadamente, muchas campistas, en especial las mayores, iban en un solo grupo charlando animadamente y de vez en cuando estallando en risitas (Que por alguna razón le daban escalofríos a Percy), mientras que otros campistas, y en especial los niños más pequeños, solo iban con la corriente mientras hablaban con quién tuvieran al lado.
Percy por su parte estaba casi al final de la fila, avanzando lentamente junto a Lou y Harry que aún estaban 'hablando' de magia, aunque en opinión de Percy era más como que Harry intentaba convencer a Lou de que su magia era mejor y Lou intentaba convencer a Harry de que era todo lo contrario. Por supuesto, de haber tenido un oído mejor, Percy se hubiera enterado de que de eso era precisamente lo que hablaban las chicas mayores dela cabina.
― ¡Once! ¡Formen filas! ― Percy escucho el grito de Luke, interrumpiendo sus pensamientos. De inmediato empujo a los dos magos en ciernes por la espalda y los aplasto contra el resto de los campistas que salían ahora más rápido que antes. Percy no pudo evitar sonreír mientras escuchaba a los dos fingir refunfuñar y hablar de 'niños impacientes' con los tonos de hechicero viejo y barbudo y una bruja de voz chirriante.
Con eso y todo Percy, Lou y Harry se apuraron de unirse al grupo, o más bien Percy y Harry, como Lou se fue a su puesto asignado no sin antes decirle que debían ir al final de la fila. Por supuesto, como Harry y Percy no tenían la menor idea de quien llegó primero al campamento lo decidieron maduramente con piedra papel y tijeras.
Mientras los veintitantos campistas de Hermes empezaban a marchar (más bien a caminar muy descoordinadamente apropósito) Percy podía ver como en el camino se iban sumando los campistas de las otras cabañas. También noto como la cabaña 7 ('Apolo' pensó para sí mismo) se iba apagando junto a la luz del sol, mientras que la cabaña de Artemisa iba volviéndose más y más brillante hasta iluminar todo el camino hasta el pabellón comedor con una tenue y agradable luz.
Caminaron durante no más de unos 5 minutos hasta el pabellón del comedor. Percy simplemente había seguido a los demás, aunque de vez en cuando debía sacudir a Harry, que parecía inusualmente distraído desde que vio a una dríade salir de su árbol. Aunque en ese aspecto no era como si Percy pudiera culparlo, después de todo aun le costaba creer que toda esta locura, incluso después del minotauro y la parte caballo de Mr. Brunner. Además, era reconfortante saber que Harry a pesar de sus experiencias pasadas, y aterradoras en la opinión de Percy, aun podía ser sorprendido y sacado de su elemento. En ese aspecto Percy no podía dejar de sentirse aliviado.
Pero esos pensamientos quedaron de lado cuando llegaron a su destino.
El pabellón era una bella edificación, si por edificación se entiende un piso marmoleado y algunas columnas del mismo material iluminadas por antorchas. Aunque esas antorchas difícilmente iluminaban tanto como el acogedor fuego que ardía imponente en medio del pabellón. Ese si era un buen detalle en opinión de Percy y le gustaba la forma en que le hacía sentir cobijado, incluso durante un instante creyó ver una sonrisa cariñosa entre las llamas.
Ahora, toda esa buena impresión se esfumo cuando vio lo repleta que estaba la mesa Hermes y trato de sentarse en un pequeño espacio que quedaba. Bastante incomodo compartió una mirada con Harry quien solo pudo sonreírle con ironía y negar con la cabeza, claramente divertido y frustrado por la situación. En cambio Percy solo pudo voltear la cabeza y tratar de no mirar con nostalgia los asientos de las cuatro mesas vacías.
En total, calculo mentalmente Percy, había quizás unos cien campistas y algunas docenas de sátiros, dríades y náyades, las dos últimas bastante incomodas con las atenciones de algunos sátiros. Ese pensamiento le resulto especialmente desagradable. Entre esos sátiros vio a Grover, sentado en la Mesa 12 junto a Mr. D y los que parecían ser sus dos hijos. Junto a ellos estaba Mr. Brunn-Chiron quien parecía claramente incomodo en su forma de centauro y por la mueca en su cara deseaba estar en la silla de ruedas para comer adecuadamente.
Entonces se escuchó el sonido de los cascos de Chiron golpear el suelo de mármol. Cuando todo el mundo quedo en silencio los dos nuevos campistas miraron al entrenador de héroes con la curiosidad pintada en los ojos.
Posiblemente viendo a través de esas miradas Chiron le sonrió a los dos y levanto su copa ― ¡Por los dioses! ―
Todo el mundo levanto su copa y Chiron vio con diversión como sus últimos campistas imitaban la acción torpemente, incluso repitieron la respuesta en voz baja, compartiendo una mirada divertida y avergonzada por partes iguales. Se notaba que ninguno de los dos estaba acostumbrado a cosas así.
Las ninfas se acercaron con la comida y Percy pudo ver que no era el único que veía los suculentos platos con una expresión digna de un león hambriento, incluso si esa comida era mayormente frutas y quesos. Cuando Percy estaba mirando con curiosidad la mesa en busca de un jarrón de agua o jugo Luke le dijo cómo funcionaban los vasos mágicos y tras un momento de indecisión trato algo que sabía que a su mamá le gustaría.
― Gaseosa de cereza azul ― Dijo con suavidad, más suavidad de la que Harry nunca le había escuchado y asistiendo solemnemente el hijo de James y Lily repitió las mismas palabras.
Ambos brindaron por Sally Jackson.
― Una ofrenda para los dioses ― Escucho Harry ― Les gusta el olor ―
― Estas bromeando ―
Y Harry deseo que estuviera bromeando, pero cuando vio la mirada dura en el rostro de Luke Castellan solo pudo dar un suspiro resignado, algo que se estaba convirtiendo en una costumbre molesta, y se puso de pie para hacer la ofrenda. En ese sentido su resistencia lógica ya se había apagado.
Cuando llego el turno de Harry el parecía tanto o más confundido de lo que había estado Percy. Durante un momento pensó en lo que sabía de sus padres y no pudo evitar sentirse un poco traicionado al saber que ahí afuera estaba un dios o diosa que perfectamente podría haberlo ayudado en algún momento, que podría haberlo sacado del infierno que era la casa de los Dursley, pero no lo había hecho. Una parte de su mente deseaba mantenerse lógico y pensar que debía existir una razón para eso, pero la parte emocional también estaba presente y esa parte era la que estaba dolida.
En un momento de despecho estuvo a punto de simplemente arrojar la carne y las frutas y salir de ahí, pero se contuvo lo suficiente y simplemente dijo en voz baja ― Papá, mamá…quien seas… ―
Harry volvió a su asiento sin mirar atrás.
Durante el resto de la cena Harry comió en silencio y converso poco con los demás. Sin que Harry pudiera verlos Percy y Lou intercambiaron una mirada preocupada, y Percy se comprometió a hablar con Harry en algún momento.
― Si, se supone que tengo que decir hola a todos ustedes, mocosos ― Harry de inmediato levanto la mirada del plato con una mirada que destilaba incredulidad y exasperación por partes iguales, aunque viendo la reacción de Percy no era el único que encontraba el saludo… bueno, poco adecuado para un campamento ― Así que hola. Nuestro director de actividades, Chiron, dice que el próximo juego de Captura la Bandera es el viernes, La cabaña 5 tiene los laureles ―
Un grupo de niños tan robustos como su primo se puso a celebrar y Harry no pudo evitar fruncir el ceño al ver que esa era la cabaña de la niña que intento intimidarlo durante el tour.
― Personalmente ― Continuo Dionisio ― No podría importarme menos, pero felicitaciones. También debería decirles que tenemos dos nuevos campistas con el mismo complejo dramático que Padre ― Un trueno se escuchó desde el cielo ― Si, si, ya escuche. En fin, Peter Johnson y Harold Parker ―
Harry vio divertido como una de las cejas de Percy empezó a temblar, mientras que Chiron se apresuraba a corregirlo.
― Ehm… si, Percy Jackson y Harry Potter, como sea, hurra y todo eso. Ahora vayan a su tonta hoguera, vamos ―
Todo el mundo aplaudió, sorprendentemente la cabina Hermes la más fuerte que las demás, aunque con sonrisas irónicas en sus rostros.
Él corría por los bosques, dando largas zancadas y avanzando varios metros con cada paso. Harry no podía recordar porque estaba corriendo ni tampoco podía recordar desde que momento, solo sabía que estaba corriendo en ese momento y que era como la primera vez que volaba en su escoba. Era la misma sublime sensación de adrenalina.
El bosque era precioso con sus árboles en un otoño eterno y sus hojas teñidas de oro y fuego fertilizando la tierra con cada nueva hoja que caía a la tierra alfombrándolas con esa imagen falsa de incendio. En un rincón de su mente Harry sentía que era un lugar seguro, un santuario para él y solamente para él, una casa, aunque no sabía de donde nacía esa certeza absoluta que sentía.
Pero eso no le importaba a Harry, no cuando corría por ese bosque, no cuando todos los pensamientos y preocupaciones le eludían como nunca antes lo habían hecho. Esa noche de luna llena Harry se sentía lobo y como un lobo elevo su hocico y sintió el aroma que buscaba aunque no sabía que lo buscaba hasta que lo encontró.
¿Qué era? No, Harry no conocía ese olor, o no creía haberlo conocido, era un olor que evocaba una nostalgia que hizo gimotear al lobo, entonces se dio cuenta que no era un solo aroma, eran tres aromas que le llamaban y alejaban al mismo tiempo, como si la fuente del olor fuera algo que le de dolía y le alegraba al mismo tiempo. Pronto sintió el aroma desvanecerse, o al menos uno de los aromas, esa esencia de serpiente que había sentido en el aire y que le daba un terrible escalofrió. Entonces el lobo volvió a levantarse, temeroso y aun gimoteando por lo bajo, como un cachorro herido.
Entonces Harry se dio cuenta que eso era precisamente lo que era, era un cachorro, ya no era el lobo grande y orgulloso que pretendía ser, sino un lobezno, el lobo a medio crecer, más que una cría, pero mucho menos que un alfa. Y eso era lo que realmente era, ya no era un sentimiento o una sensación onírica, realmente se volvía lobezno y con eso sus manos que no había visto antes se volvieron patas negras con garras de plata y su punto de vista también caía conforme cayó en sus cuatro patas y corría persiguiendo el aroma.
Necesitaba encontrar la fuente, necesitaba desesperadamente saber que era ese aroma.
Y lo descubrió.
Era el mismo claro en donde había peleado en contra del dragón Python, pero lucia mucho peor que en ese momento. Donde antes hubiera manchones de pasto incendiado, ahora solo quedaban manchones de pasto intacto. Rodeado de grandes hendiduras en la tierra y espadas y lanzas clavadas sobre mascaras rotas y los cadáveres nauseabundos de serpientes negras que parecían rezumar un miasma que solo podían describirse como maligno. Los arboles lucían quemados alrededor y de pronto entendió, de una forma que no podía entender, que estaba viendo una guerra.
Pero era la visión distinta, en medio del claro, la que lo hizo correr. Y la pata fue pezuña y antes de saberlo era un cervatillo con apenas unos pequeños cuernos en su cabeza marrón. Y el cervatillo saltaba y rodeaba a los padres que creía que nunca volvería a ver, los golpeaba suavemente o acariciaba su cabeza contra el pelaje desordenado del costado de su padre. Recordaba esa sensación, ese aroma que creía perdido, el aroma de bosque y magia que ambos desprendían.
Entonces los recuerdos se arremolinaron y recordaba solo algunas cosas, recordaba la mirada marrón de su padre tras sus anteojos y son sonrisa socarrona cuando hablaba con un hombre de pelo negro muy largo y ondulado que abrazaba a su padre con la misma sonrisa que solo un hermano podía dar.
El recuerdo cambiaba y estaba en los brazos de su madre, bebiendo de su seno con los ojos cerrados en un momento simplemente delicioso que deseaba que nunca terminara.
Y de pronto perseguía emocionado a un gato negro en su pequeña escoba, esquivando apenas unos jarrones que el Harry de 12 años podía decir que lucían valiosos, pero que al niño de un año no le prestaba la menor atención. Y el remolino seguía y de pronto veía una sonrisa plena en el rostro estricto de la Profesora McGonagall o las sonrisas y las lágrimas de sus abuelos cuando su papá lo saco de la sala en que nació o el estar montado en el lomo cálido de un lobo, para inmediatamente estar entre los brazos del mismo hombre de pelo negro y largo a bordo de una motocicleta que surcaba el firmamento o…
Todos esos recuerdos que Harry siempre había anhelado: Sus primeros recuerdos que antes de poder apreciarlos se habían deslizado por su mente. Aquellos recuerdos que ahora y para siempre reemplazarían los recuerdos inventados que había hecho cuando vio la imagen siempre tentadora del espejo de Erised.
Y de pronto James Potter, su padre, sacudía su hombro suavemente, despertándolo de un sueño en que no recordaba haber caído. Y ya no era ciervo ni tampoco lo era él mismo, y tan repentinamente como su papá apareció él lo abrazaba y acariciaba su cabeza mientras le susurraba lo mucho que lo amaba y lo hacía orgulloso solo por ser el mismo, que no tenia que imitarlo, que tenia que encontrar su propio camino. Entonces cuando Harry iba a preguntar a que se refería sintió otro par de brazos rodeándolos a ambos y de pronto solo podía ver una sonrisa dulce y amorosa y un cabello rojo como el fuego y la sensación de un beso en su cabeza.
Harry despertó de golpe, con la certeza de que fue un sueño, solo con algunas lágrimas cayendo de sus ojos, esos ojos que por un momento ya no eran verdes.
AN: Un cap algo corto, pero sentí que era adecuado terminarlo ahí. Originalmente pensé en hacerlo soñar con la pelea 'animal' entre Zeus y Poseidon, pero esto...bueno, solo salio y se sentía bien escribirlo.