Pero que hermosas manos. En la pantalla aparece un chico, que se llama Sting, que es actor en una novela romántica, que tiene un hermoso cabello rubio, que ojazos, y que una línea que ¡Uf! Pero sus manos, anda, podría decir que Sting es un chico de vainilla. Si pudiera probarlo, al menos, diría que sabe a vainilla, o quizás a limón, algo cremoso y suave. Lo conozco desde que salió en una película cuando era pequeño, Wolf's back!, sobre unos yakuzas. Realmente, las películas de acción y espadas no son para una chica como yo, que prefiere lo suave y dulce, pero el rubio niño de la familia de gangsters américanos me flechó, a los seis años de edad descubrí algo que cambiaría mi vida para siempre.

Me llamo Lucy, Heartfilia Lucy. Tengo dieciséis años, voy en primer grado de preparatoria, me gustan los gatos, los animales de peluche y mi sabor favorito es la fresa, para todo. También tengo una enfermedad, que ningún doctor me ha reconocido como tal, pero es peligrosa y extraña, y no solo para mí, es peor para los que me rodean; Tengo un terrible fetiche. Cuando veo algo que me parece lindo, como Sting, me entran unas terribles ganas de morderlo y lamerlo. Me gustaría saborear aquello que parece estar hecho de algo rico; Chocolate, limón, vainilla ¡Frutilla! Las cosas lindas nunca saben mal, en especial los chicos. Los chicos lindos siempre saben dulce, y no es que me los coma o algo así, pero.. ellos se asustan.

Todo empezó con Sting hace diez años atrás, y luego con mi compañero de pupitre, Cobra. Él lucía como chocolate, durmiendo en la hora de la siesta bajo el sol, apoyado en su escritorio, mi yo de ese entonces no sabía que malo podría haber en querer.. probar a alguien que rogaba por ser mordido. Así que lo hice. Mordí su mejilla con tanta fuerza que despertó, y apenas se tocó su rostro largó en llanto. Claro, yo no entendí porque tanto alboroto, porque mi madre me reprendía o porque mi hermano se reía de la situación. Lo entendí cuando cumplí los trece, y Freed, un amigo de mi hermano Laxus que parecía estar hecho de lima, me dijo que era algo asqueroso que las chicas hicieran eso. Entre él y mi hermano intentaron ponerme a terapaia de rehabilitación anti-mordidas ¿Creen que funcionó? Dios, si me vieran ahora, estrujando el cojín contra mis pechos, seguramente me lanzarían la televisión por la ventana.

Sin embargo las cosas cambiaron, me volví una chica popular a finales de la secundaria, escondí mi secreto y mi cuerpo empezó a desarrollarse muy rápido, me esforcé por ser la ''Chica de oro'', y dio resultado.

—¡Coneja, llegarás tarde a tu primer día!— Di un salto sobre el sillón, apagando la televisión con lástima -Sting seguía en pantalla- y me cambié en tiempo récord. Un short, playera negra algo holgada, con un cinturón para marcar las curvas, zapatillas de plataforma. Maquillaje rosa. —Pero ¿A dónde crees que vas así? Son clases, no una... fiesta en casa de Cana, cubre tus piernas— Tomé las llaves y le di un beso en la mejilla a mi hermano antes de que siguiera su parlotéo sobreprotector. El 'cubre tus piernas' me lo viene diciendo desde que en verano di mi primer real real beso, con lengua, a un chico llamado Gray. Gray no tenía sabor, pero era fresco como el hielo, sin embargo nunca nos volvimos a ver.

—¡Deséame suerte!— Grité desde la puerta, para luego correr a la parada del bus.

Tomé asiento en un sitio al lado de la ventana, salvo de dos chicos al fondo, el transporte estaba vacío, como en una película de terror. Apoyé mi mejilla contra el cristal, mirando con desinterés el paisaje que ya había recorrido muchas veces antes. Más bien, estoy sumida en mis pensamientos, la clase nueva, conocer amigos nuevos, aunque Levy estará allí, y Sherry, todo lo demás es desconocido, y de cierta manera, me pone ansiosa. Estoy apunto de pellizcar mi mano, un pequeño tic para calmar los nervios, cuando siento que algo me lo impide, más bien, alguien. Cuando doy vuelta la cabeza, allí está él. Creo que jamás he encontrado a un chico de fresa en mi vida, y la fresa siempre ha sido mi sabor favorito, puedo apostar que si muerdo a este muchacho.. debe ser crocante y dulce, con un sabor rosa. Él es mi sabor favorito, en todo su esplendor.

Suelta mi mano, y me doy cuenta de que lo he quedado mirando por mucho rato. Tiene ojos verdes y grandes, que me miran con curiosidad mientras que su amplia sonrisa me hace sentir cómoda, relajada. Bajo un poco, disimuladamente, por sus hombros y ¡Pfffffffffft! Pero que espalda se gasta este chico, su hoodie es ancho y no me permite ver su cuerpo, pero imagino que está esculpido a mano. Lo mejor, es su cabello, rosado y desordenado, huele bien, está brillante, limpio. Relamo mis labios y me doy cuenta muy tarde de que deseo probarlo, tanto que podría haber mordido su mano si no la hubiera quitado de la mía. Pongo mi mejor sonrisa e intento calmarme. El corazón me hace dump-dump, doki doki, pump pump, todos los sonidos, y me lanzo sobre él en cualquier momento.

—No deberías pellizcar tus manos— Su voz me saca de mis pensamientos, y logro percibir la sangre golpeando mis mejillas. Bajo un poco la vista, avergonzada.

—Ah, n-no me he dado cuenta, es como un tic— Me excuso, agitando las manos para restarle importancia, pero él cambia su gesto. Luce preocupado.

—¿Eh? ¿Tiendes a dañarte a ti misma, como un tic? ¡Eso no está bien! ¡Hay otras formas de solucionar tu problema!— Grita, y todos los que llegaron de la nada al bus, nos miran. Aún más avergonzada, y preocupada por la impresión que podría estar dando, le tapo la boca y lo arrastro ligeramente hacia mí.

—Shh, no es como crees, solo me pellizco la mano cuando estoy nerviosa— Explico apurada, intentando que el chico no vuelva a gritar. No es mi manera de 'llamar la atención'.

—Oh, ya veo— Susurra cuando logra quitar mi mano de su boca. No me he dado cuenta de que lo he estado tocando por tanto tiempo, y la verdad me llega como balde de agua. —¿Vas a la preparatoria?— Me pregunta de pronto, a lo que yo asiento. Tenerlo tan cerca mío y tan sonriénte me deja como idiota. Respira, Lucy, respira.

—Ahám, a Fairy Tail, para ser más precisos— Aclaro emocionada, ya falta poco por llegar, y me vuelve el nervio. Mi nueva vida escolar está tan próxima, y yo aquí, siendo tomada por masoquista.

—¡Oh, yo también voy allí! Mi nombres es Natsu, Dragneel Natsu, es un gusto..erhm ¿Cómo dijiste que te llamabas?— Su gesto de confusión y como se rasca la nuca me hace soltar una carcajada.

—Me llamo Lucy, Heartfilia Lucy, es un placer— Extiendo mi mano, inconsciente de lo que estoy apunto de hacer, y cuando la coje me percato de que no hay vuelta atrás.

Su mano es varonil, tiene dedos largos y un lunar al lado del dedo meñique. Sus uñas son cortas, pulcras, pero no cuidadas como las de una chica. Tiene partes ásperas, pero en gran mayoría es suave, su piel no es tan blanca en la parte superior, algo bronceada, vuelvo a mirar sus uñas y, ah, son rosadas. Como las fresas. Llevo mi boca hasta uno de sus dedos y lo muerdo, estoy apunto de morderlo fuerte cuando el bus para, y vuelvo en mí.

Natsu me mira curioso, noto que su rostro está completamente colorado, y el mío seguro peor. Me pongo rápido de pie y paso sobre él, directa al pasillo, quiero salir de ahí y esconderme bajo una roca por el resto de mi vida. Lo miro con geniuno arrepentimiento, mientras susurro un 'lo siento'.

—¿Q-Qué-?— Esucho como me grita, pero yo ya he salido corriendo hasta el baño de niñas, y me encierro en uno de los inodóros. Recargo mi espalda contra la puerta y cubro mi boca para no jadear, el corazón me sigue haciendo doki-doki y es molesto, no debería emocionarme por cosas tan vergonzosas como eso, pero no lo he podido evitar ¡Maldito Natsu! Si no me hubiera tocado, hubiera podido manejarlo a la perfección ¡Y bueno! Fui yo quien extendió la suya primero, lo sé, pero todo el incidente me ha dejado aturdida, no sabría que hacer si llega a contarle a alguien sobre mi 'defecto'.

Me quedo recuperando el aliento hasta que escucho la campana, y sé que faltan diez minutos para entrar a mi.. primer día del resto de mi vida ¡Ánimo, Lucy! No puedo rendirme con algo tan simple como eso, ya he pasado por situaciones peores y me han dicho de todo, no dejaré que mi reputación caiga por una pequeña mordidita. Decidida, me levanto y mojo mi cara, repaso el maquillaje y afirmo mi cabello en una coleta despreocupada, pero a la moda. Cuando salgo, causo las impresiones que esperaba ¡Sí! No es ser realmente engreída, quizás un poco, pero sé que hay chicos que me miran. No son todos, pero son muchos, y comienzo a dar miradas de vuelta. La gran mayoría son.. papas, y realmente no me interesan, pero me detengo en una cabellera marrón que se rodea de otras muchachas. Lo miro, lo miro y ¡Ah! Ya sé, él es dulce de leche, manjar. Sus ojos brillan y de seguro es popular, pero se fija en mí nada más paso frente al grupo. Siento su mirada en mi espalda, y luego unos brazos sobre mis hombros. No necesito ni darme vuelta para saber quien es, reconozco ese aroma desde siempre.

—Pensé que estarías atascado con tus novias en este momento— Bromeo, a lo que Loke me pincha una mejilla.

—Ese chico se llama Hibiki, no es un buen blanco para tus mordidas— Hice un puchero nada más jugó con mis fetiches, y lo miré desde donde me encontraba, alzando un poco la cabeza. Pero se llama Hibiki, y seguro que a Loke no le caía bien porque sería un rival, ambos eran castaños y populares, si unieran fuerzas podrían ser imparables.

—Eres un fastidio, no te digo nada porque prefieres a las chicas M, así que no te metas conmigo— Le reproché recordando a su no-oficial-a-ratos-novia Ari. La campana sonó, y ya nos encontrábamos frente a la lista de clases, como se nos hacía tarde, ya no había tanta gente intentando ver en que clase quedaron.

—Tengo derecho de molestar a mi mejor amiga— Solo rodé los ojos, mientras buscaba mi nombre en algún lado.. ''1B''. —1B ¿Y tú?— Sonreí encantada, otro año con Loke no estaba nada mal.

—¡1B!— Chillé, a lo que el castaño sonrió.

—Aah ~ Luce, creo que seremos compañeros— La voz no era de Loke, ambos nos dimos vueltas para encarar, yo con horror, una mata de cabello rosa que lucía despreocupado. Oh Dios. Natsu Dragneel. El chico de fresa. Mi nuevo y delicioso compañero.