NOTAS DE LA NUBE: Criticaron mi último capítulo aludiendo a que me había salido de contexto. Lo que significa que tendré que explicar de nuevo. Estoy tratando un tema que es bien fácil para perderse y no entender que sucede: time travel o viaje en el tiempo. Empecemos de poquito a poco. Sasuke y Hinata provienen de un futuro donde las naciones han sido casi totalmente destruidas por un enemigo no tan desconocido. Naruto los envía al pasado. Hasta ahí todo claro, ¿verdad? Vamos descubriendo poco a poco que Sasuke y Hinata vienen de un futuro donde se casan. Por lo tanto, subiré unos capítulos con vistazos a ese futuro para mostrarles como terminaron casados por tal razón coloco al inicio de la narración, dedicada a ese futuro, esta fecha: "Tanto tiempo" después de la Cuarta Guerra Shinobi –igual que el anterior donde escribí Un año y varios meses después de la Cuarta Guerra Shinobi. Eso no significa que han regresado al futuro, sino que yo estoy narrando un suceso del futuro en la vida tanto de Sasuke como la de Hinata antes de viajar al pasado.

"y se sacude el sudor de su frente luego de la ardua y complicada explicación." ¿Entendieron? Espero que sí. Porque con toda honestidad, no vuelvo a explicar. Por dos razones: una, no están leyendo las notas o dos, no entenderán por más que explique. :(

…..

Desplazándose con ágil celeridad, Sasuke procuraba hallar a Madara-Obito. Una silenciosa Karin seguía los movimientos masculinos. Él conjeturaba que la pelirroja debió haber contemplado algún cambio en su persona en los últimos días a su lado y por tal razón no pronunciaba palabra alguna, aparentemente perdida en sus reflexiones internas. O quizás aguardaba a que él regresara a su antigua personalidad. En lo personal, el pelinegro agradecía esa silente tregua.

Pensó en Hinata. Era inevitable que sus pensamientos gravitasen alrededor de la dueña del byakugan. Añoraba tenerla junto a él. Nunca imaginó todo los cambios irrevocables que ella provocaría en su persona desde el momento en que él aceptó a casarse con ella. La embrujadora pelinegra entraría de un modo sutil a su alma y se posesionaría de su ser. Suspiró apagadamente, contrariado ante su ineficacia en hallar al Uchiha que compartía con él la misma designación de los últimos herederos al linaje. Consideró que era probable que el imbécil estuviese evitándolo puesto que Sasuke había actuado en un modo similar.

En el transcurso de esa introspección fue que lo sintió. El dobe estaba cerca. El pelinegro detuvo su marcha. Sería inútil continuar e intentar eludir su presencia. Cuando Naruto estaba empecinado con una idea, no existía nada que lo obligase a cambiar de idea. Ignoró la mirada perpleja de Karin, quien lo miraba sin entender porque había detenido su marcha.

No se demoró en hacer acto de presencia.

-Sasuke.

Era evidente la sorpresa en la voz del Uzumaki.

-Naruto. – correspondió el dueño del sharingan.

Cruzarse con Naruto fue inesperado si bien estar en su presencia no provocó la misma reacción en el Uchiha cuando tuvo ese mismo encuentro luego de luchar y matar a Danzo la primera vez. En esta ocasión las circunstancias eran muy distintas a esa reunión inicial; el odio y el anhelo de venganza no regían sus sentidos.

El rubio lo observó detenidamente, advirtiendo en el ojo sin vida. Percibió algo distinto en su antiguo compañero, era elusivo y paradójicamente, estaba ahí. Ese ojo, el único que poseía visión, lo contemplaba sin encono, como si estuviese esperando a que él actuara o dijera algo. Luego miró alrededor de él, ojos azules parecían buscar algo y ese gesto no pasó desapercibido a Sasuke.

-¿Dónde está Hinata?

La pregunta alcanzó a irritarlo.

-¿Y a ti qué te importa?

Naruto frunció el entrecejo. No quería creer en las palabras de Sai pero esa pregunta airada confirmó su sospecha. Súbitamente el miedo pareció paralizarlo y sintió como si un invisible puño le hubiese oprimido con fuerza su estómago, dejándolo sin aire.

-¿Qué has hecho con ella?

Sasuke era capaz de tolerarle a Naruto un sin número de comportamientos estúpidos y actitudes necias. Hinata no era y nunca fue parte de la categoría que él permitía dejarle pasar. La pelinegra era como una pequeña astilla en la amistad de ambos.

-No te incumbe. Ella no es asunto tuyo.

El Uchiha contenía la urgencia de herir al rubio, no mortalmente pero si lo suficiente para infligirle dolor. Una pequeña vocecita en la parte posterior de su cabeza clamaba que era irónico que estuviese en su presencia justo en ese momento de su vida y lo menos que pasaba por su cabeza era su usual ira contra todo lo que representaba Konoha, muy en particular al jinchūriki justo al frente de él, a causa del sacrificio y la muerte de su hermano.

-¡Teme! – protestó él enfurecido, -Espero que ella se encuentre bien porque si no es así te juro que…

El pelinegro lo interrumpió fastidiado para decirle con voz monótona, -Ya conozco el procedimiento; te buscaré y te mataré lentamente y sin misericordia alguna. – y luego añadió con suficiente sarcasmo, -¿Por qué el inesperado interés, dobe?

-Ella significa mucho para mí. Sacrificó su vida por la mía.

-¡Ah! Por supuesto. – y continuó con voz helada, -Por tal razón nunca sacaste de tu tiempo para siquiera agradecerle, mucho menos para reconocer lo que ella sentía por ti.

Las mejillas enrojecidas del Uzumaki fue un indicio de que Sasuke había dado en el clavo.

El contenedor del Kyuubi no estaba simplemente enojado; estaba endemoniadamente furioso. Apretó las manos a su lado, sus nudillos tornándose blancos con el esfuerzo que hacía para contenerse. Sería un hipócrita si negaba esa acusación que consiguió revolver su culpabilidad y remordimiento. Él nunca tuvo las agallas de acercarse y hablar con ella.

-¿Cómo sabes eso? – la pregunta fue pronunciada con falsa tranquilidad; su matiz denotaba furia.

Una vez más Sasuke volvió a ignorar la vocecita en la parte trasera de su cabeza que le indicaba que no estaba actuando con lógica. Naruto no tenía idea de que tanto Hinata como él provenían de un futuro en el cual estuvieron casados por varios años. No obstante, ese lado suyo emocional que lo empujaba a abandonar toda razón no le permitía pensar con claridad. Un feroz instinto lo apremiaba a manifestarle al rubio que la dulce joven era suya y solamente suya. Pero alcanzó a dominarse y replicó secamente:

-Simplemente lo sé.

La expresión que surgió en el rostro del rubio le indicó a Sasuke que no contestó su pregunta. Honestamente, le valía un bledo.

-¡Teme! – rugió Naruto, mostrando sus colmillos, -¿Dónde está Hinata?

-Todo lo que necesitas saber es que está conmigo porque ella así lo desea.

-No te creo. – susurró el jinchūriki.

-Me tiene sin cuidado si me crees o no. – alzó sus hombros en señal de indolencia, -Esta conversación me aburre y me gustaría darle fin. Estoy ocupado y necesito hallar a alguien.

-¡Sasuke! –rugieron a sus espaldas, luego de girar sobre sus talones para largarse. Resopló inaudiblemente, irritado ante la insistencia del rubio.

Se volteó a mirarlo, uno de sus ojos mostrando las aspas del sharingan. Aguardó al que rubio hablara.

-No puedes irte así como si nada. ¿Dónde está Hinata?

-Tu preocupación por ella ha arribado un poco tarde y está algo desubicada, Naruto.

Cada vez que el pelinegro declaraba algún comentario, el jinchūriki experimentaba cierta confusión. ¿Dónde estaba ese vengador que solo escupía palabras de odio y rencor hacia él y la aldea? ¿Por qué ese inusitado interés en Hinata? Y la pregunta que más lo dejaba perplejo, ¿cómo sabía tantas cosas de la dulce Hyuuga?

-Quizás si hubieses dedicado más tiempo a lo que verdaderamente ameritaba tu atención, – continuó el dueño de la mirada azabache con la misma voz uniforme de unos segundos atrás, -en lugar de estar detrás de mí como un obsesionado, es posible que en estos momentos sabrías donde está Hinata y no tuvieses la necesidad de preguntar sobre su paradero.

-No podía quedarme de brazos cruzados y permitir que te perdieras…

-Y de todas formas lo hice, a pesar de todo tu empeño. – y el pelinegro ladeó el rostro, - En ocasiones hay que aprender a reconocer cuando debemos dejar ir y abandonar cometidos que no resuelven nada.

-Pero, Sasuke, no puedo. – e hizo una breve inspiración mientras se golpeaba el pecho suavemente para proveerle énfasis a lo próximo, -Eres mi amigo, compartimos un lazo que nada podrá romper.

-Lo sé.

Si esa admisión sorprendió a Naruto, la próxima lo sacudiría hasta lo más profundo de su ser.

-Y no solo eres un gran amigo, eres mi hermano, dobe.

Karin observaba al silencioso rubio que semejaba estar inmóvil como una estatua. Luego dirigió su mirada a Sasuke, quien después de activar el sharingan, había obligado a que las aspas retrocedieran.

-Lo colocaste bajo un genjutsu. – fue más una aseveración que una interrogación.

-Sí. – mumuró él.

Sasuke admitía que en el futuro de donde provenían, ambos compartían la misma resistencia y habilidad en lucha, al igual que en ese momento de sus vidas; la diferencia residía en que Sasuke no pertenecía a ese tiempo y tenía más años de experiencia que el Naruto de esa época a su favor. Admitía que era lo único que ayudó a tomarlo desprevenido.

Permaneció por un instante –que a Karin le pareció interminable- mirando detenidamente a su amigo. Sería absurdo no otorgarle al dobe la valía que se merecía, la cual había ganado por sí solo. El Uchiha recordó las palabras duras y crueles que arrojó en su cara cuando Naruto intentó detenerlo por primera vez cuando ambos tenían sus trece años.

"No sabes lo que es perder a tu familia. Nunca tuviste a nadie."

Solo ahora, después de todo lo que compartieron, Sasuke concedía que ninguna de las dos circunstancias era peor que la otra. Tanto la pérdida de su familia como el que Naruto creció sin el amor de una familia eran situaciones dolorosas y difíciles, cada experiencia representando un momento traumático en sus vidas.

Se maldijo en silencio, al comportarse de ese modo mezquino y hacerlo entrar a la alucinación pero le urgía hallar a Madara. Saber que había cedido al genjutsu todas sus emociones y sentimientos ayudaba a alivianar su sentido de culpa. Sí, solo ahora admitía que Naruto era un verdadero amigo, quizás el único que ha tenido y tendrá. La unión que ambos compartían era indeleble y nada alcanzaría a destruirla.

El dobe le había brindado una oportunidad extraordinaria en su usual arrebato. Esta vez tenía la fortuna de deshacer todo los errores que cometió cegado por sus ansias de venganza.

-Adiós, dobe. – se despidió con suavidad, -Espero que volvamos a cruzarnos pero en circunstancias distintas.

Prosiguió su camino sin verificar si Karin lo seguía.

La pelirroja hizo un mohín con su boca, algo contrariada ante la falta de interés del dueño del Sharingan con su persona y por la arrogancia al tener la certeza de que ella lo seguiría. No pronunció palabra ante el intercambio de ambos shinobis, prefiriendo estar atenta a lo que transpiraba. Una diminuta sonrisa maliciosa curvó los labios femeninos. Así que la Hyuuga era la manzana de la discordia entre esos dos. Ese sí que era un pedazo de información muy interesante… y valioso para su provecho personal.

…..

Kiba determinaba en silencio, ojos marrones recorriendo el horizonte. A su lado, Akamaru ladró tenuemente, como presintiendo el ánimo de su amo.

-¿Kiba? – llamó una voz femenina a sus espaldas y percibió la impaciencia en su voz.

La shinobi galeno le había formulado una pregunta. Reconocía que de su respuesta dependía que dirección tomarían. No obstante, no ansiaba abandonar su rastreo de Hinata. Concedía que las directrices de la misión era hallar a Sasuke, aunque le apremiaba la urgencia de encontrar a la dulce pelinegra.

Suspiró con algo de irritación y contestó, -No; Sasuke no está con ellos.

Él se había alejado del grupo para confirmar lo que sospechaba; que en algún momento perdió al Uchiha. Olfateando el aire solo logró distinguir la esencia de Hinata con otros dos sujetos que no reconocía.

-¿Y Hinata?

-Todavía está con ellos.

El Inuzuka se giró a mirarla y vio reflejado en el rostro femenino su desconcierto pues él también se hacía la misma pregunta. Si Sasuke no estaba con ellos, ¿por qué ella no regresaba a Konoha? A menos, por supuesto…

-Es posible que los integrantes del grupo de Sasuke la mantengan prisionera. Según los shinobis de Kumogakure, su sensei Killer Bee fue atacado por Sasuke y su grupo.

-Sí, puede ser… - farfulló Kiba, concediendo a regañadientes.

Era una probabilidad que no podía descartar. Pero algo lo molestaba, sobreviniendo sobre él un extraño presentimiento que no podía sacudir. Sentía que todo lo disparatado de la situación no encajaba. Sasuke nunca mostró interés alguno en Hinata. ¿Qué lo motivaba ahora a tenerlo? Desconocía si era ese instinto innato de todo Inuzuka lo que lo alertaba o si era su intranquilidad la que colocaba esas ideas disparatadas en su cabeza. Durante todo el transcurso que se mantuvo orientándose por su olfato y el de Akamaru, entretuvo pensamientos que no lo complacían en lo absoluto.

Rememoró la última vez que la vio, cuando los once se reunieron para decidir qué resolución tomar con respecto a Sasuke. Él se desconcertó del modo como Hinata se expresó. La conducta femenina fue incongruente con la que estaba acostumbrado a presenciar. La voz delicada en nada se asimiló a esa indecisa y apocada. Ella habló con firmeza… y se atrevería a decir que con demasiada seguridad, una particularidad de la cual ella carecía en gran medida.

-Entonces, ¿hemos perdido el rastro de Sasuke?

Las palabras de Sakura lo alejaron de su introspección y decidió contestar, -Sí. Tendremos que volver sobre nuestros pasos para volver a encontrarlo.

Kiba admitía que fue un error de novato -lo cual no era, haciéndolo más difícil de tragar- haber permitido que eso sucediera, si bien consideraba que la causa de su descuido era su inquietud por Hinata.

-Pues regresemos…

-Sakura. – el shinobi experto en rastreo la interrumpió, -Es posible que me tome uno o dos días volver encontrar su rastro. Opino que lo más razonable es continuar y hallar a Hinata ya que estamos más cerca de ella.

La peli rosa reflexionó en silencio. Giró su rostro hacia el lado, ojos esmeraldas entristecidos. Ansiaba hallar a Sasuke pero tampoco podía ignorar que Hinata estaba prisionera con el grupo. Y como muy bien decía Kiba, estaban más próximos a la dulce pelinegra. Lo correcto era socorrerla, aunque su deseo primordial fuese buscar a Sasuke. Suspiró algo desalentada y miró a su compañero.

-De acuerdo, busquemos a Hinata.

…..

Hinata procuraba en todo lo posible ignorar la molestia física que la agobiaba en ese instante. No entendía que le sucedía puesto que era habitual que ella gozara de un buen estado de salud. Nunca solía ser afligida por condición alguna, solo en raras ocasiones era atacada por un tonto resfriado común y lo superaba rápidamente.

Despertó en la mañana con indicios de no sentirse bien, pero resolvió ignorarlos opinando que en el transcurso del día se sentiría mejor, atribuyéndolo a los sueños continuos que la habían atormentado en la noche. Ella no pudo regresar a dormir, a pesar de que aún no salía el sol. Era la cuarta noche consecutiva que en sus sueños se presentaba un símbolo. No había retornado el lobo ni la misteriosa joven. Sintiéndose algo desazonada por la situación –además de deplorar la ausencia de Sasuke- abandonó su saco de dormir y se aproximó a los remanentes de la fogata. Solo permanecían unas cuantas brasas encendidas. Ella asió una pequeña rama y con su punta delineó sobre la tierra lo que recordaba del símbolo. Al trazar la última línea, lo miró detenidamente. La figura se asemejaba al símbolo de la luna. El delicado entrecejo se frunció, concentrada en las líneas al tiempo que intentaba determinar que podría significar el velado mensaje que se manifestaba repetidamente en sus sueños. ¿Sería acaso la joven misteriosa tratando de decirle algo?

Sacudió su rostro, reprendiéndose en silencio. No obtendría nada con los desvaríos temprano en la mañana. Alborotó la tierra con su mano haciendo que desapareciera la imagen delineada. Decidió que lo mejor era dedicarse a preparar el desayuno antes que sus compañeros de jornada despertaran. Así podría desviar su mente de las inútiles divagaciones y concentrarse en una tarea mundana con la posibilidad de sentir alguna mejoría.

Nunca llegó a suceder. Los síntomas comenzaron a manifestarse con más ahínco. Temía que sería atacada por algún tipo de influenza.

Dirigían sus pasos a una de las tantas guaridas de Orochimaru guiados por Jūgo. Pero realizar cada paso era una acción laboriosa de su parte, experimentando una debilidad agobiante y temiendo que pronto perdería la consciencia.

-Hinata.

Fue la voz preocupada de Suigetsu. Ella escuchó al peli blanco como si le hablara desde una gran distancia cuando en realidad estaba cerca de ella. El zumbido en sus oídos la alertó de lo que sobrevendría y abrió su boca pero no alcanzó a emitir sonido alguno.

Sin embargo, Suigetsu no necesitó escuchar su solicitud de un modo vocal, todo el semblante pálido de la dulce joven le advertía que no se sentía bien. Antes que se derrumbara al suelo, la sostuvo con sus brazos y la reclinó en el suelo.

-¡Maldición! ¡Maldición! – repetía él en voz baja, mientras miraba el inquietante rostro de Hinata con sus ojos cerrados, indicándole que había perdido el sentido.

Sasuke utilizaría el chidori en su trasero y luego lo haría pedazos si algo le sucedía a ella. Antes de emprender el camino, él se había acercado a Suigetsu y le previno que de algo negativo acontecerle a la Hyuuga, su vida correría peligro –toda la amenaza articulada en ese timbre de voz usual del Uchiha, monótona y fría, logrando su cometido.

-¿Qué le sucede? – preguntó Jūgo realmente preocupado.

-No lo sé. Su semblante no tiene color pero no la siento caliente.

-Entonces queda descartada la fiebre.

-Aparentemente.

Ambos estaban preocupados. Era cierto que Suigetsu le temía a la represalia de Sasuke si éste descubría que la pelinegra no estaba bien, sin embargo, al igual que Jūgo, le había tomado cierto afecto a la Hyuuga. Los dos miembros del grupo Taka no podían ser inmunes al trato bondadoso y desprendido de la joven.

Suigetsu retiró el arco yumi de la espalda femenina para su comodidad.

-Espero no sea nada grave… - murmuró Jūgo inquieto.

-Busquemos un lugar donde acampar y entonces…

El Hōzuki no tuvo oportunidad de finalizar la sugerencia pues Hinata comenzó a despertar y sus enormes ojos se posaron en el rostro masculino. La reacción inicial fue de pánico.

-¿Dónde está Sasuke?

No tenía memoria alguna de lo acontecido antes de terminar acostada en el suelo y su conclusión automática fue pensar que algo le había sucedido a Sasuke, olvidando por completo que no estaba en su futuro.

-Recuerda que Sasuke está con Karin, llevando a cabo otra misión. – respondió Suigetsu con rapidez en un intento de calmarla, -¿Te sientes mejor?

Ella movió su cabeza en un gesto afirmativo algo ausente, aun intentando analizar la respuesta. Él la asistió mientras se sentaba. Ojos gris violáceos miraron primero a Suigetsu y después a Jūgo cuando repentinamente la comprensión se materializó en su mirada. Respiró aliviada al confirmar que decía la verdad, recordando en que tiempo se encontraba.

Suigetsu, advirtiendo que aun ella no estaba totalmente recuperada, le brindaba de su apoyo asiéndola por el brazo.

-No te sientes bien desde esta mañana, ¿no es así?

Volvió a asentir, un poco avergonzada al detectar el ligero matiz de molestia en la voz del Hōzuki.

-Lo siento. – la disculpa fue pronunciada apenas en una voz audible.

Inmediatamente Suigetsu sospechó que ella consideraba que él estaba enojado con ella. Y no lo estaba… totalmente; el temor que sintió por el bienestar femenino sumado a la tonta actitud de no informarle nada al respecto dio el resultado de su enojo. ¿Cómo explicarle que era a causa de su inquietud por ella? Ni él tan siquiera sabía cómo explicarse a sí mismo las indescifrables sensaciones.

-No proseguiremos la búsqueda por hoy. –anunció él con finalidad.

-Pero es importante que hallemos esa guarida lo más pronto posible. – refutó ella.

-No a costa de tu salud.

Jūgo los miraba algo entretenidos. Estaba de acuerdo con Suigetsu, sin embargo, no podía evitar ver lo jocoso a la situación. Ojos perlados con su tono lila fulguraban desafiantes y los violetas simplemente observaban su reto con indolencia. Ahora entendía como la delicada y dulce joven se ganó a Sasuke; ella había alcanzado a hacer lo mismo con ellos dos.

Luego de ese breve instante de miradas en duelo, Suigetsu se irguió para decirle a su compañero, -Busquemos donde pasar la noche.

-De acuerdo.

Frustrada, Hinata cruzó sus brazos sobre su pecho y giró su rostro al lado opuesto de los dos miembros del grupo Taka. Ellos no podían entender lo imperante de su situación y la de Sasuke. Tenían que hallar una solución a toda la horrenda calamidad que sería el futuro no solo de su marido y ella, sino de todos. Inició su habitual práctica, recriminarse y hacerse responsable de la lamentable situación, ahogándose en acusaciones dirigidas hacia sí misma y su inutilidad.

El peliblanco reparó en la apariencia de desaliento que exhibía su cuerpo.

-Hinata. – le llamó él, -Un día menos o un día más no hará mucha diferencia.

La escuchó suspirar entrecortadamente –casi similar a un sollozo lastimoso- y con voz ahogada ella le replicó suavemente, -Es posible que solo un día basté para hacer una gran diferencia.

Porque ella no sabía cuánto tiempo tenían disponible, como tampoco sabía si regresarían inesperadamente… o si quedarían en ese tiempo indefinidamente. Parecía que todo conspiraba contra ellos dos; el tiempo, no saber a ciencias ciertas cual era la solución y no tener la certeza de que lo qué hacían era lo correcto.

Hinata sintió que él se aproximó a ella. Volteó su rostro a mirarlo, estaba acuclillado a su lado.

-Tanto tú como Sasuke saben algo.

La pelinegra permaneció callada.

-Presiento que ambos tienen una extraña urgencia, como si quisiesen detener o evitar algo. – prosiguió él.

Jūgo se acercó también, interesado ante lo que su compañero decía.

-Y Sasuke, a pesar de todavía ser el mismo imbécil arrogante, ha cambiado; no distingo en él ese obstinado afán de venganza. – e hizo una breve pausa, -¿Qué es lo que sucede?

Ante la insistente mirada, ella decidió brindarle una respuesta a medias, -Es cierto todo lo que reclamas, pero Sasuke y yo no podemos explicarles que realmente sucede.

-De acuerdo. – contestó él luego de unos segundos, -Lo aceptaré por ahora… pero con una condición.

Una recelosa Hinata indagó, -¿Cuál?

-Me gustaría saber que hay entre Sasuke y tú.

Los ojos violetas brillaron con la curiosidad y Hinata no reprimió el impulso de sonreír ante esa imagen del peli blanco. La incongruencia de lo que en realidad era, un asesino a sangre fría, nunca la pudo asimilar con ese comportamiento usual del Hōzuki en la que solía manifestar esa imagen traviesa. Suigetsu nunca fue para ella ese horrendo homicida, si bien Sasuke siempre le advirtió que no se dejara engañar: el peli blanco sí era lo que clamaba ser.

Aunque ella entendía el motivo de Sasuke al prevenirle –pronto en su matrimonio descubriría que el pelinegro era muy posesivo y sobre protector con ella- Hinata nunca sintió temor a su lado pues siempre la respetó como la esposa de su compañero, a pesar de que en ocasiones se comportaba de un modo irreverente pero Hinata descubrió que su propósito era fastidiar a Sasuke.

La dulce Hyuuga lo miró y le envió una sonrisa enigmática, -¿Por qué mejor no le preguntas a Sasuke?

Él resopló desalentado y Jūgo, a sus espaldas adoptó una imagen desencantada, indicando que sentía la misma curiosidad.

-Bien. – refunfuñó él mientras volvía a enderezarse, -Iré a buscar un lugar. Jūgo, por favor, permanece con ella.

-Jūgo. – llamó ella suavemente cuando Suigetsu desapareció, -¿Podrías ayudarme a ponerme de pie?

No confiaba en sus piernas. Admitía dentro de sí misma que el peli blanco tenía razón al detenerse pero ese lado suyo pertinaz la obligaba a refutarle lo obvio. Ella suspiró mientras pensaba que quizás lo mejor era tomar un pequeño receso. Utilizando el apoyo que le brindaba los brazos del enorme miembro del grupo Taka, caminó hasta llegar bajo la sombra de un frondoso árbol. No entendía que le sucedía, al sentarse respiraba algo agitadamente, como si hubiese finalizado una carrera.

-¿Estás bien?

Dirigió su mirada a Jūgo, quien a su vez la miraba inquieto por lo que conjeturó que debía verse muy mal. La pelinegra asintió, temiendo que su voz le fallaría. Seguidamente, los ojos gris violáceos se posaron en su arco y el pelirrojo, captando rápidamente su pedido silencioso, salió en su búsqueda para entregárselo.

-Gracias. – murmuró ella, sintiendo que había recuperado en algo su aliento.

-¿Qué es lo que sientes?

-No sé bien como describirlo… es una singular molestia física y debilidad…

-Es posible que sea el inicio de alguna gripe.

Hinata no lo negó pues sentía cierto ardor en su garganta.

-Tan pronto Suigetsu halle un lugar, iré a buscar algunas hierbas para prepararte algún remedio que ayude a contrarrestar la gripe.

Ella le envió una diminuta y dulce sonrisa, -Gracias, Jūgo.

…..

Se trasladaba apresuradamente, corriendo sin perder el tiempo, la urgencia de hallarla lo guiaba. No sabía la causa de su imperiosa necesidad, solo tenía la certeza de que necesitaba estar a su lado. Cuando la halló reclinada en el suelo, la luz de la luna descendiendo sobre su dormida figura, respiró aliviado, reparando solo entonces que había contenido el aire en sus pulmones. Cuidadoso de no despertarla, se tendió cerca de ella, reclinando su cabeza en el vientre femenino. Al sentir su presencia, ella levantó su cabeza y su reacción inicial fue de horror. Luego, la pelinegra se tranquilizó al mirar sus ojos. Ella le sonrió con dulzura y murmuró con ternura al tiempo que palmeaba su cabeza afectuosamente:

-Te había echado de menos, mi querido lobo.

Sasuke despertó abruptamente, hallándose en un mundo de tinieblas. Por varios segundos lo acosó el pánico hasta que recordó el motivo por el cual no veía. Al fin había hallado a Madara-Obito y le había trasplantado los ojos de Itachi con éxito. Solo restaba aguardar su recuperación, la cual se le estaba dificultando hacer por el deseo de estar con Hinata.

Ese sueño simplemente alcanzó a avivar más su urgencia, a pesar de su extraña cualidad.

Toda la situación era surreal, evocando ese momento, cuando el torbellino de emociones se arremolinaba en su interior, tan disimilar a lo que sentía en ese instante. La primera vez, su angustia estaba regida por la muerte de su hermano y lo que sacrificó por Konoha y para que él tuviese un lugar y futuro seguro. Solo ahora podía entender los motivos de su hermano puesto que haría lo mismo por Hinata. Y sí, era probable que no experimentara el mismo rencor y la rabia de la impotencia, no obstante, era ineludible sentir sensaciones que despertaran recuerdos que mantenía escondidos y olvidados.

Se colocó de pie y permitiéndose guiar por sus sentidos, abandonó la cueva. Hasta sus oídos llegó el murmullo del mar cuando sintió las primeras gotas de una llovizna golpear su rostro. Esas gotas enardecieron su memoria, llegando hasta ella las palabras de Naruto luego de Sasuke luchar con Danzo la primera vez.

"¿Pudiste ver lo que llevaba en mi corazón? ¿Verdad que sí?"

Por supuesto que lo vio pero su obcecada sed de venganza lo aguijoneaba a ignorarlo y pronunciarles las duras palabras… y aun así…

"Te juro que te salvaré del caos de la venganza."

Sasuke no creyó en ese juramento.

"Tus únicas opciones son matarme y convertirte en el héroe de la aldea o morir por mi mano y ser conocido simplemente como un perdedor."

"No creo en esas palabras; yo no seré el perdedor ni tampoco el héroe que te mate. Sí, lucharemos y el día que llegue ese momento, yo seré el único que podré lidiar con tu odio y ambos moriremos juntos."

"¿Qué demonios es lo que quieres?" exclamó Sasuke exasperado, "¿Cuál es tu obsesión conmigo?"

"Eres mi amigo, Sasuke."

Esas sencillas palabras lograron derrumbar gran parte de las murallas que había erigido alrededor de su corazón. Sospechaba que por tal motivo Obito le había tomado y alejado de allí, advirtiendo como las palabras del dobe obtuvieron que su resolución flaqueara.

La lluvia descendía con más fuerza, empapando su cabello y su vestido, haciendo que la temperatura de su cuerpo bajara rápidamente. Alzó su rostro y una diminuta sonrisa curvó sus labios. A pesar de lo descarriada de su vida, del sufrimiento de perder a sus seres queridos a una temprana edad, la vida lo había agraciado dándole a Naruto por amigo y a Hinata por esposa. Estaría eternamente agradecido por esas dos oportunidades que le fueron brindadas, atesorando en su corazón lo que cada una significaba. Ambos lo auxiliaron a hallar su humanidad perdida y a reconocer que la vida no solo era dolor y odio, también era posible el gozo de saberse con vida y la aceptación incondicional de los amigos.

-¡Oh! Aquí estás.

El Uchiha menor estaba tan sumido en sus reflexiones que no sintió su presencia hasta que lo escuchó hablar.

-Hn. – fue toda la respuesta que le proveyó.

-No deberías estar bajo la lluvia; no es beneficioso para tu recuperación.

Aunque Sasuke conocía de los motivos ulteriores de Obito –haciéndose pasar por Madara- concedía que el Uchiha tenía cierto interés genuino por su recuperación y bienestar. Quizás las circunstancias los unían, ambos siendo los únicos descendientes del clan Uchiha. Sasuke podía confiar en él.

Percibió otra presencia cercana a Obito y toda su piel se erizó, reprimiendo el instinto automático de distanciarse de ésta.

-Sasuke-kun.

Todos los nervios del pelinegro se encresparon ante ese llamado que simuló tener un aire travieso, una mezcolanza de irritación y cautela surgiendo en su interior.

-¿Dónde has estado? Madara pensó que la tierra te había tragado.

Giró su rostro en la dirección de dónde provenía la voz y pudo presentir que Obito lo miraba atentamente.

-Puedes entonces descartar la posibilidad pues estoy aquí. – su respuesta fue pasiva y sin reflejar alguna emoción que traicionara su disgusto ante el Zetsu.

-Y me alegra ver que estás entre nosotros de nuevo.

¿Cómo Obito y él pudieron ser tan ciegos? Quizás fueron los afanes de ambos en obtener sus propósitos, todos sus sentidos colocados en adquirir sus objetivos, que no posibilitó ver las argucias perversas de los vegetales animados. Únicamente, en ese breve instante, distinguió en su voz su ira, la cual escondió detrás del comentario jovial. La criatura los había estado manipulando todo ese tiempo, nunca fue Obito. El Uchiha había recibido a Sasuke de buen modo y no lo interrogó sobre su inesperada desaparición.

Sasuke opinó que era posible que también el Zetsu estuviese detrás de su dificultad para hallar a Obito. El ser simplemente jugaba con ellos dos.

Y él permitiría que continuara con esa errónea conjetura. No deseaba exponer a Hinata a riesgos innecesarios, al igual que al resto de las naciones shinobis. Sasuke estimaba que dos podían jugar a lo mismo.

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Unas notitas: ¡Ta da! Aquí está un nuevo capítulo después de una desaparición forzosa de dos meses, entre los quehaceres de mi hogar, las actividades de mis niñas en el colegio y mi trabajo -y por supuesto, mi adorado maridín, tengo que darle atención y cariño. :p Ahora mismo, para que entiendan mi dilema, mientras escribo esto se ha acercado la más pequeña de mis chicas a exigirme su atención. Aparte de que me gusta escribir cada capítulo con calma, a veces me tomo dos semanas o más, dándole la forma que quiero, añadiendo y quitando. De veras que no es fácil y hago mil malabares para continuar escribiendo. Lo que me ayuda es esta ansia -mejor dicho, adicción- de crear historias y relatos. :)

Mientras releía el capítulo para verificarlo, encontré un detalle de Suigetsu que es posible sea mal entendido. Suigetsu está empezando a encariñarse con Hinata y nada más. No lo confundan con que él esté tomando un interés personal -en otras palabras, enamorándose de ella. Yo por lo menos me imagino que él nunca ha experimentado nada parecido, que alguien sea atento y bondadoso con él -al igual que Jūgo- y por esa razón despierte tanto en Suigetsu como en Jūgo ese peculiar afecto con ella.

Muchas gracias a: iitzel, kds, princesasuhina, Diana Marcela-Akemi, Mishiel-chan Uchihalove, 93Hikarikei, Jean, misaki uzumaki, , Uchiha Hyuga Hinata, Lady Sakura Lee, Hyuga-Princess, Julia, Ciielo Riin, PrincessOFKonoha, Samanta, LaCrazyWriter, Fabiola-chan, Fernanda, Dama Jade, yeii-chan, narniana, maddie, UmeFuyu, hina230, Muu-chan y Brujhah.