La desmoralización los arropaba como una entidad viva, ahogándolos en su desmedida angustia. El alto hokage rubio, erguido en su rigidez, dirigía su mirada azul hacia la distancia. Manos agarrotadas a su lado, buscaba dentro de sí algún indicio de entereza para afrontar la apabullante derrota. El viento aullaba a su alrededor, augurando el angustioso final y arrastraba consigo las cenizas de lo que una vez fue Konoha. Naruto Uzumaki, hijo del cuarto hokage de la Aldea Escondida Entre las Hojas, nunca vaticinó ese desenlace desgarrador.

El suave llanto a sus espaldas contribuía a su estado de desaliento que se integraba a la rabia e ira ante su ineficaz acción de detener los sucesos que poco a poco fue acabando con su gente, a la que juró siempre cuidar y proteger. Cerró sus ojos, intentando hallar en su interior alguna respuesta a toda la desafortunada situación, no aceptaría haber sido derrotado.

La pelinegra miraba hacia la misma dirección de su hokage. Las lágrimas bajaban sin detenerse por sus sucias mejillas. Shikamaru yacía en su regazo inmóvil, su aspecto pálido y mortecino apuntando que él se había marchado para no regresar. Estaba exhausta y abatida. Ansiaba su muerte –una segura e ineludible- para dejar atrás tanto dolor y reunirse con sus seres queridos. Se sobresaltó, dando un diminuto brinco, al ver que Naruto se acuclillaba y comenzaba a formar una serie de sellos con sus manos.

-Dobe.

El arrogante pelinegro lo llamó. El rubio lo ignoró, totalmente sumido en la sucesión de los movimientos que creaba con sus manos. Ojos negros lo miraron detenidamente, tratando de identificar el jutsu que el Uzumaki hacía. Inspiró violentamente al reconocer varias de las impresiones que hacía con sus manos.

-Detente, Naruto.

Hinata miró a Sasuke; pudo advertir la urgencia en la voz del Uchiha. Aprehensiva, se colocó de pie, dejando tras de sí el inerte cuerpo del Nara. Su mirada perlada observó a Sasuke correr hacia Naruto pero el rubio, percibiendo lo que haría, se rodeó con su chakra. El brillante fulgor dorado no le permitió el paso al pelinegro.

-¡Esa no es la solución!

Con pasos apresurados, Hinata se acercó a Sasuke y le preguntó asustada, -¿Qué hace?

-No estoy muy seguro, pero creo que hace el Sello de la Parca o algo parecido.

Todo color abandonó el semblante de Hinata y no pudo contener el pequeño gemido de protesta que brotó de su interior, -No.

Caminó hacia él solo para hallarse de frente con la barrera resplandeciente.

-Naruto-kun, por favor…

Ella nunca pudo terminar su súplica. Todo a su alrededor comenzó a refulgir con una resplandeciente luz que la privó de la vista. No veía nada al frente suyo. Inesperadamente, sintió algo introducirse en su interior y sujetar su alma. La experiencia fue horripilante, percibiéndola como una fría garra que la halaba sin misericordia. Escuchó cerca de ella el ahogado gruñido de Sasuke y dedujo que le pasaba lo mismo.

-Sasuke. – llamó ella aterrorizada para entonces perder el sentido.

. . .

Un gemido escapó a través de los entreabiertos labios femeninos. Por breves segundos, experimentó una aterradora parálisis que disminuyó hasta desaparecer por completo, dejando tras de sí una débil jaqueca. Abrió sus ojos y la insistente claridad le lastimó la vista por un instante hasta que poco a poco se habituó a su resplandor.

Incorporándose lentamente, descubrió que se hallaba reclinada en una cama. Se irguió con dificultad, sintiendo que todas sus extremidades estaban entumecidas. Aturdida, lanzó una mirada alrededor suyo, buscando algo que la ayudara a descubrir donde estaba. Hinata se inquietó al ver los objetos familiares alrededor de ella e inmediatamente reconoció donde estaba. Era su antigua habitación, antes de desposarse.

Sentada en el borde de la cama, colocó sus desnudos pies en el helado suelo de madera. ¿Cómo llegó hasta allí? Era absurdo puesto que toda Konoha había sido destruida. Se mantuvo sentada, agudizando sus sentidos en un intento de descubrir alguna amenaza o peligro. Luego de unos minutos, se colocó de pie confiada de que no existía riesgo. Caminó pausadamente, aun con sus sentidos alerta. ¿Estaría soñando? No sería la primera vez. En demasiada ocasiones sus sueños estaban invadidos por el anhelo de retornar a ese pasado, uno que, a pesar de sus inseguridades y de los contratiempos, fueron inequívocamente más felices y tranquilos.

En nada se asemejaba a la pesadilla que vivía en su vida adulta.

Observó cada detalle de su habitación detenidamente en el urgente deseo de memorizarlo y guardarlo en su corazón antes de ser arrebatada a la cruel realidad. Sus ojos pasaron sobre su cómoda, los delicados dedos femeninos trazando cada línea de sus atesorados objetos: su cepillo y peine de plata, la colección de botellas con aguas de violetas, jazmín y rosas, su hitai ate. Levantó su mirada para posarla en el reflejo que le proveía el espejo.

La suave exclamación de sorpresa se manifestó como un grito ahogado. Se veía tan joven… tan inocente… Alzó su mano para posarla en su mejilla derecha, en el preciso lugar donde debía estar la cicatriz dejada por una filosa daga de material vegetal. Había sido una herida profunda y cuando Sasuke advirtió que ella la recibió, él detuvo su lucha y se alejó con ella en sus brazos para atenderla. Todavía recordaba como esas enormes manos temblaron al cerrar la herida con unas suturas. Nunca tuvo el valor de preguntarle el motivo de su temblor. Miró su rostro, aguardando la clara e incuestionable sensación que sobrevenía sobre ella previniéndole de que pronto despertaría. Frunció su ceño al advertir que no sucedía.

Su instinto le indicó que algo no estaba bien.

Los leves golpes a su puerta lograron que diera un diminuto brinco de sorpresa. Asumió una posición defensiva, la que descubrió, a fuerza de varios temibles encontronazos, era el deseable modo de actuar cuando estabas sobrellevando una invasión de "vegetales desequilibrados" como solía llamarles Naruto-kun.

-¿Hinata – sama? ¿No estás despierta?

La dueña de la mirada perlada cubrió su boca tratando de acallar el sollozo que subió por su garganta. Estaba experimentando uno de los episodios que más detestaba y añoraba en sus sueños. Escuchar la gruesa voz de su adorado Neji-niisan. Nunca lo veía por algún peculiar motivo que nunca descifró de sus sueños, simplemente escuchaba su voz.

Su Neji-niisan, su primo adorado, quien al igual que Naruto lo era todo para ella en su vida. Desde ese fatídico día que se lo arrebataron, su vida dio un giro brusco de trescientos sesenta grados. Era una muerte que nunca logró sobrellevar del todo.

-¿Hinata –sama?

Ella no respondía con la convicción de que en el preciso instante que la manija de la puerta iniciara su giro, despertaría. Sus ojos colocados en el picaporte, lo vio girar… pero no abandonó el sueño como esperaba. La puerta se abrió y frente a ella surgió la imponente figura de su primo.

Todo el aire abandonó sus pulmones entretanto las fuertes emociones viajaban por todo su ser.

-¡Hinata-sama!

No podía dominar el deseo de llorar como una imbécil. Frente suyo estaba Neji-niisan tan real, no dudaba que si levantaba su mano alcanzaría a tocarlo. No reprimió el impulso y posó su mano en ese brazo masculino… y perdió toda la poca cordura que le quedaba. ¿Qué clase de tortura sádica y cruel deseaban imponerle? No cabía la duda de quien quiera que estaba infligiéndole ese castigo de tal magnitud la detestaba infinitamente.

Su rostro se contorsionó en una mueca de rabia y gruñó apagadamente –un hábito que adquirió de Sasuke. Arremetió contra quien estaba personificando a su primo sin misericordia alguna. Nadie tenía el derecho de apropiarse de la personalidad de su Neji-niisan. No se amilanó ante la expresión de sorpresa; no era la misma ingenua que se hubiese dejado tomar el pelo. Los golpes fueron certeros pero quien estaba encarnando a su primo contrarrestó sus ataques con la misma agilidad de Neji-niisan.

-¡Hinata-sama! ¿Qué sucede?

La exclamación fue ignorada. Su única intención era luchar contra el espejismo que no dudaba era parte de algún genjutsu puesto que no podía ser un sueño. Debió haber despertado hace varios minutos atrás. ¿Quién estaba detrás de la atroz manipulación? Admitía que su relación con Sasuke no era la más óptima, sin embargo, no podía imaginar que él entretuviera la idea de emplear sus genjutsus en ella. No; su predilección era atormentarla personalmente no por medio de ilusiones y visiones.

El espejismo de su primo estaba tornándose muy adepto en sus ataques y ella farfulló, furiosa, una blasfemia. Desdeñó el semblante de sorpresa en el rostro masculino ante su inusual vocabulario puesto que estaba totalmente concentrada en el combate, buscando la oportunidad para vencerlo.

Una diminuta sonrisa de triunfo curvó los labios femeninos al surgir ese esperado instante cuando sintió una presencia detrás de ella. De nuevo lanzó una maldición ante su descuido y perdió su conocimiento.

. . .

Hinata comenzó a recobrar su sentido lentamente al tiempo que intentaba alejar de su cabeza el extraño sueño que había tenido o del genjutsu al que la sometieron. Suspiró aliviada, pensando que al fin había alcanzado su estado normal de consciencia. Jamás había experimentado algo parecido y esperaba que no volviese a sucederle.

Todo su cuerpo se tornó rígido al escuchar la voz monótona de Neji-niisan.

-Es posible que su enfrentamiento a Pain la haya empujado a un colapso nervioso.

Con sus ojos aun cerrados, Hinata intentaba analizar que rayos estaba sucediendo al tiempo que no le prestaba atención alguna a la conversación que se desarrollaba entre su padre y Neji-niisan. ¿Acaso no debía haber despertado del genjutsu? Procuró calmarse para así buscar alguna alternativa a la escabrosa situación a la que se había adentrado. Muy dentro de sí, su ser clamó por Sasuke…

¡Por supuesto! Debía pensar como el pelinegro. ¿De qué manera hubiese actuado el impasible Uchiha de hallarse en una situación parecida a la suya? Él examinaría toda la situación con un aire de frialdad y distanciamiento en espera del momento propicio para escapar del genjutsu. Ella eligió tomar ese rumbo.

Abrió sus ojos y descubrió que estaba reclinada en su cama.

-Es posible.

Sus ojos violáceos se posaron sobre su padre al dar esa respuesta con una voz que no demostraba emoción alguna. El remolino de emociones contradictorias la golpeó inmisericorde. Frente a ella estaban dos seres que fueron una parte decisiva y fundamental en su vida. Otou-san y Neji-niisan. Era posible que fuesen representaciones falsas de algún maquiavélico genjutsu, sin embargo, no podía obligarse a sí misma a no sentir nada.

Ambos dejaron de hablar y la miraron atentamente. Ella hizo lo mismo, aguardando.

-Hinata-sama. –Neji fue el primero en hablar, -¿Cómo te sientes?

La pelinegra observó con recelo a su primo. ¿Le había formulado una pregunta capciosa? Tanto su padre como Neji-niisan esperaban en silencio a que ella respondiese. Contestó de la única manera que podía hacerlo.

-No lo sé. –y ella se incorporó para sentarse.

-Tío, quizás deba escoltarla y llevarla a Sakura-san para asegurarnos de que todo esté bien.

Hiashi no respondió, su mirada estudiando el rostro de su hija, percibiendo que algo no estaba bien. Hinata se tensó ante esos ojos analíticos, por experiencias pasadas sabía que nunca se les escapaba nada.

-Hinata.

-¿Hai, otou-san?

El padre acalló su sorpresa cuando advirtió la seguridad en la voz de su hija. ¿Sería posible que su combate con Pain contribuyera a esa inesperada madurez? No podía negar que, en ocasiones, solo bastaba sufrir una experiencia sobrecogedora para facilitar un cambio. Si era honesto, también fue estremecedora para él. Hiashi estaba al tanto de la admiración que sentía su hija por el portador del Kyuubi. Inicialmente, ese conocimiento le había desagradado de gran manera pero cuando su sobrino le explicó como alcanzaba a motivar a Hinata, decidió no reprenderla y aguardar a ver que sucedía. Nunca imaginó la magnitud de lo que ella realizaría, impulsada por ese entusiasmo que sentía hacia el ninja atolondrado.

Cuando la noticia del suceso llegó a sus oídos, su primera reacción fue enojarse. Luego, al escuchar los elogios de quienes la vieron luchando, su ira se tornó en orgullo. Parecía que Hinata al fin estaba tomando el camino correcto. Todo debido al Uzumaki, quien ahora era reconocido por toda la villa como el héroe que salvó a Konoha de la destrucción de Pain.

El líder del clan Hyüga, de igual manera, había experimentado su momento de revelación. Apenas perdía a su hija. El efecto de ese concepto lo empujó a auto evaluarse, reconociendo que no había sido un padre óptimo para Hinata y que quizás había demandado mucho de ella… al igual que de su sobrino.

-¿Tío?

-Tal vez no sea necesario, Neji.

-Hai.

-Pero si me gustaría que ambos tomen un receso en el día de hoy. Nada de ejercicios ni prácticas. Hoy es su día libre para hacer lo que les plazca.

Hinata no reveló turbación ni inquietud alguna, aunque advertía que era un comportamiento fuera de carácter de su padre. No fue así con su primo, que portaba una expresión atónita ante la orden inusual de Hiashi. Ella lo miró impávida, temiendo que todo fuese una actuación para que ella bajara su guardia.

Sin decir nada más, Hiashi abandonó la habitación de su hija.

-¿Qué haremos entonces, Hinata-sama?

Típico Neji-niisan. Anteponiendo el bienestar femenino al suyo. Ella decidió seguir su juego.

-Neji-niisan, - ella apretó sus manos, odiaba utilizar el nombre de su adorado primo en ese impostor, - ¿no deseas hacer algo? No sé, visitar a Tenten.

A pesar de la fingida indiferencia de su primo, ella pudo percibir un diminuto rubor aparecer a lo largo del puente de la nariz masculina.

-Me agradaría. Pero es mi deber acompañarte.

-No tienes por qué hacerlo…

-Es mi deber.

Hinata suspiró por lo bajo algo fastidiada. Necesitaba deshacerse de él para poder investigar qué clase de genjutsu estaba encarando. Si descubría que todo era una torcida idea de Sasuke, no lo pensaría para patearle el trasero. Pero era ilógico. Sasuke no tenía sentido del humor y nunca fue el tipo de realizar bromas. Además, recordando cual había sido su último momento con él, era absurdo que el Uchiha estuviese detrás de toda la situación. Tanto él, Naruto y ella estaban intentando digerir una circunstancia difícil y dolorosa…

Inspiró con violencia, llegando a su cabeza lo acontecido antes de llegar a ese genjutsu: el extraño llamado que hizo Naruto. ¡Kami! ¿Sería posible?

-¿Hinata-sama?

Neji se había aproximado a ella rápidamente, solícito como era su costumbre. La pelinegra lo miró, indecisa. ¿Era probable que el impostor fuese realmente su primo? Naruto, en más de una ocasión, había demostrado ser un Uzumaki, creando sellos únicos y con particularidades fuera de lo común. Sacudió su rostro suavemente, todavía reacia a pensar que ella había viajado en el tiempo. Si es que algo así podía ser cierto, pensó ella bufando por lo bajo.

Pero tampoco podía desechar la idea. Conociendo como el rubio tenía la innata aptitud de superar lo inverosímil, no debía sorprenderse.

Hinata abandonó su cama, los ojos violáceos observando minuciosamente cada detalle de Neji-niisan. Ella ignoró totalmente todo a su derredor, su mirada detenida en su primo. No supo qué sentir, qué hacer e intentó ahogar todas las emociones que tenían el propósito determinado de transformarla en un ovillo de sensaciones incoherentes. Podía recordar con gran lucidez esa etapa de su vida, la vulnerabilidad que azotaba su auto estima y la debilidad que la obligaba a tambalearse y caer.

Inmediatamente, ella advirtió lo confuso de su actitud –o al menos así la captaría el Hyüga al no tener idea de lo que sucedía- e intentó esconder su conducta algo errática. Y antes que él pudiese hablar, ella le replicó suavemente, presintiendo cuál sería su pregunta.

-Simplemente estoy feliz de estar viva y tenerte a mi lado.

Neji solo asintió con un breve movimiento de su cabeza, aceptando su explicación. Sería el primero en admitir que su prima solía ser muy emotiva y sensible.

-Yo también me alegro de que estés entre nosotros, Hinata-sama.

La dulce pelinegra asintió, el entumecimiento adueñándose de su ser, prohibiéndose rotundamente a sentir algo. Estaba en una misión, aunque no supiese de que naturaleza y de seguro pronto regresaría a su tiempo. Sería contraproducente para su estado emocional volver a crear vínculos.

-¿Qué deseas hacer, Hinata-sama?

Por varios segundos ella lo miró desconcertada, sin embargo, reaccionó con rapidez. Por supuesto, era su día libre, el de ambos, para hacer lo que quisieran; una ocurrencia atípica en su familia. La respuesta femenina fue automática.

-Quiero ver la aldea.

. . .

Neji no comentó nada sobre su inusual pedido o al menos, el modo como ella lo solicitó. Solo recibía miradas furtivas, las cuales Hinata no le dio mucha importancia. Sus ojos miraban detenidamente toda la aldea de Konoha. Pese a que toda la villa estaba en un estado de reconstrucción –por varias charlas que había escuchado mientras caminaba junto a su primo, sabía que Konoha había sido atacada por Pain solo dos días atrás- en nada se comparaba a la destrucción de donde ella provino.

Las palabras le fallaban, no pudiendo hallar una forma certera de llamar lo que estaba viviendo. Ni siquiera podía pensar 'está pasando realmente'. Su cuerpo, uno más joven por diez años, lo percibía más liviano. Inicialmente, se le dificultó habituarse a él, pero poco a poco lograba adaptarse y aclimatarse a la figura que si bien estaba tonificada y fortalecida, no obstante, en su futuro -¿o presente del que provino? le producía un fuerte dolor de cabeza cada vez que intentaba razonar la paradoja que estaba viviendo- había sido ejercitado sin misericordia alguna por Sasuke. La fortaleza de ese cuerpo no se asemejaba al que tenía en ese instante. Haciendo una mueca interna, admitió que tenía que comenzar de nuevo la rutina que el Uchiha le había impuesto; una tarea que en su comienzo no sería nada agradable en lo que volvía a adaptarse a su rigurosidad.

Sasuke…

¿Habría viajado como ella al pasado? Sabía que Naruto no lo había hecho. Infortunadamente, el Sello de la Parca siempre requería un sacrificio.

-¡Neji!

El urgente llamado la apartó abruptamente de sus pensamientos. Hacia ellos caminaba Lee. Ella inspiró suavemente al divisarlo. ¿Cuántos meses había transcurrido desde su muerte? No tenía idea, había perdido toda noción del tiempo que se había deslizado en su alocada carrera de supervivencia pero no por ello había dejado de sufrir su partida. El eufórico shinobi, al igual que Tenten, fue su vínculo terrestre a Neji por muchos años, además de que se tomó muy en serio su deber de cuidar a la prima de su mejor amigo.

-Los he estado buscando por todos lados. Shikamaru ha ordenado una reunión de emergencia. Es referente a Sasuke.

Hinata procuró estar sorprendida, aun si conocía el motivo de la reunión. Siguieron a Lee apresuradamente. Al llegar al punto acordado, la pelinegra sintió como todo se desarrollaba como un mal sueño. De pie frente a su primo, observaba a Ino llorar luego de Shikamaru informar sobre el estado en que se encontraba el Uchiha.

Oh, ella podía rememorar perfectamente todos los pensamientos que la embargaron en ese día, como su desconsuelo por Naruto cuando él descubriera la noticia. Mas ahora, observando la deplorable situación con un aire de desapego, realizó que injustos todos se habían comportado con Naruto, incluyéndose a sí misma. Ni tan siquiera ella, quien adoraba al hiperactivo ninja, era digna de la amistad del bondadoso rubio, que anteponía su bienestar al de todos. ¿Cómo pudo ser tan ciega? ¿Tan ingenua? ¿Cómo pudo ignorar el dolor que él arrastraba por Sasuke?

¿Y el Uchiha? Ella apretó las manos a su lado. Deseaba tanto en ese momento tenerlo frente suyo y darle una tunda por todo el dolor que estaba causándole a Naruto innecesariamente.

-Todos hemos sido egoísta con Naruto-kun.

Ella no se inmutó ante la mirada de todos. Era extraño que la tímida y callada Hyüga vocalizara sus pensamientos. El Nara ya no estaba entre ellos, se había marchado a hablar con Sakura y Naruto. Pero Hinata sabía que solo podría hacerlo con Sakura puesto que Naruto había salido como un desbocado a implorarle al Raikage por Sasuke…

Tal como haría con ella unos años más tarde, cuando Sasuke estuviese de regreso entre ellos. Solo que con el Raikage no tendría los mismos resultados que alcanzó a obtener de ella.

Hinata suspiró, en un intento de ahuyentar las memorias. De nada valdría pensar en ello, tenía que concentrarse en el ahora y buscar el motivo de estar allí, en ese preciso momento. O si tal vez todo era una elección al azar.

-Por supuesto que defenderás a Naruto. –reclamó la rubia entre lágrimas. -¿Quién no sabe de tus sentimientos no correspondidos hacia él?

-No lo negaré. – la pelinegra contestó pausadamente, en ningún momento perdiendo su compostura y mucho menos tartamudeando, -Pero es necesario analizar toda la situación.

Tampoco sus compañeros estaban al tanto que Shikamaru no iría solamente a informarle a Sakura, también le exigiría permiso para aniquilar al Uchiha para así evitar una guerra inútil entre Konoha y Kumogakure. La idea, desde un punto de vista práctico, era razonable. No obstante, saber que ese era el camino correcto la preocupaba. Al igual que saber que Sasuke salió bien parado del todo lío la última ocasión, no significaba que esta vez sucedería lo mismo. No le complacía en lo absoluto admitir que sentía cierto apego al oscuro Uchiha, un suceso inevitable que surgió al compartir quehaceres mundanos y no tan mundanos con Sasuke al transcurrir el tiempo.

Con toda honestidad, Hinata no sabía si era una maldición o fortuna saber qué sucedería.

-¿Analizar qué? –preguntó un interesado Neji, mirándola fijamente, a pesar de sentirse perplejo ante la conducta de su prima. La pelinegra estaba mostrando mucha seguridad al expresarse.

-Cómo nos afectará el hecho de que Sasuke sea un criminal buscado por las demás naciones. Si un shinobi de otra nación se cruza en su camino, no vacilará en atacarlo y posiblemente matarlo.

Esa aseveración alcanzó a arrancar un chillido lastimero de Ino.

-Y de tal suceso ocurrir. ¿Cómo reaccionarán Sakura o tú, Ino? De seguro querrán vengarse.

"Al igual que yo." Añadió Hinata en su interior. Ella definitivamente no se quedaría de brazos cruzados de sucederle algo a Sasuke. Todo lo que le sucedierá al soberbio pelinegro también le concernía a ella, indistintamente de en qué tiempo se hallaba. Igualmente, ella concedía que sería un comportamiento fuera de su carácter si pronunciaba esas palabras en voz alta.

-Entonces comenzaría un círculo vicioso de venganzas. – prosiguió Hinata sin demostrar su ansiedad y aparentando indiferencia.

El pesado silencio que descendió luego de ella finalizar logró que se sintiera incómoda. Incomodidad que subió en volumen al advertir el brillo de sorpresa en sus compañeros. Hinata se amonestó a sí misma. Quizás había hablado demás…

...

Notas de la autora: Y bueno, al fin aquí está. Desde ahora advierto que las actualizaciones no serán rápidas. Es mi deseo escribir esta historia con calma para tratar en todo lo posible, narrarla debidamente. Hinata, por supuesto, no será la misma al provenir de un futuro donde ha tenido que sobrevivir lo indecible.

No se preocupen, es un Sasuhina "through and through". Luego de mucho debate, he decidido subirlo bajo la clasificación de T. Pensé que tal vez no sería justa con quienes esperan leerla y les desagrada leer en la clasificación M. Lo que lamento es que no habrán escenas lemon.

Aquí les dejo. Espero que me digan que opinan de esta nueva historia. :)