Capítulo 2

Durante las siguientes semanas, Flox y Acantos empezaron a pasar tiempo juntos, lo cual era seguramente culpa de Acantos. La razón era que las gafas del chico, las cuales eran propensas a accidentes, siempre tenían que ser arregladas por cierta brujita, que lo vio de una manera bastante clara.

Cada dos días, si no era cada día, la joven bruja podía encontrar que la pintura de las gafas de Acantos tenía raspones, o que se había caído un trozo, o que, y la suerte es que solamente pasó una vez, Mordillo 2 se las había intentado comer justo después de haberlas repintado y, además de haber quitado la pintura, se había comido parte de ésta y hubo que llevarlo a que le revisaran.

Las gafas de Acantos, que desde hacía unos días presentaban unas graciosas marcas de mordiscos en una de las patillas, habían logrado unir bastante al maguito y a la brujita, algo que se notaba bastante.

La misma Banda, en un grupito que solía liderar Nepeta Rose, había preguntado bastantes veces y con insistencia si había algo entre ellos dos. No porque quisiesen cotillear, sino porque se habrían alegrado de que sus amigos estuviesen juntos, que no era el caso.

Vainilla era la que más insistía a Flox, pero ella tenía la costumbre, desde octubre, de pasar mucho tiempo con Jim, así que tampoco estaba mucho con su amiga, lo cual ella agradecía en parte, porque pasar tiempo con Acantos estaba convirtiéndose en una costumbre que de verdad, de verdad le gustaba.

Cuando más insistía Vainilla a Flox era por las mañanas, ya que seguían yendo juntas a clase, pero Pervinca solía pedirle que dejase de atosigarla.

-¿Qué más dará que pasen mucho tiempo juntos o no? Si estuviesen juntos, nos lo dirían, y si no lo están, nadie les puede obligar a estarlo, si se gustan, se gustan, si no, pues no –gruñía Pervinca, que por las mañanas nunca estaba de muy buen humor.

-No es porque estén juntos o no lo estén, Vi –decía entonces Vainilla, que estaba acostumbrada a las salidas de su hermana-. Es porque se gustan, ¡yo lo veo! Pero siguen siendo solo amigos, ninguno de los dos toma la iniciativa.

Sus discusiones solían durar hasta que llegaban dentro de la Horace y se veían obligadas a separarse, cada una hacia su clase. En ese tiempo, Flox miraba a su alrededor, sin opinar ni dejar de opinar, ya que estaba acostumbrada a ellas dos.

Ella no sabía si le gustaba Acantos o no, pero pasar tiempo con él sí que era algo que le agradaba. Y la verdad es que solían estar mucho tiempo juntos. En la Horace en los recreos, al salir, se encontraban en la plaza, bajo las ramas de Roble; en casa de Flox cuando había que dar una mano de pintura a las gafas del chico, cuando había reunión de la Banda se sentaban juntos, los turnos en el Museo de cualquiera de los dos los pasaban estudiando, quedaban en casa de Acantos si él tenía que cuidar de Margarita, que tenía tres años y había empezado a adorar a Flox; en la playa si hacía muy buen tiempo, en los bosques si Flox le insistía a Acantos en buscar algún color que le gustara para sus gafas…

Las semanas que siguieron a la primera capa de pintura nueva para las gafas de Acantos fueron una verdadera locura para ambas partes, pero entre color y color y nueva capa del mismo color que se había descorchado, se había forjado una verdadera y genuina amistad, lo cual todos vieron el día del cumpleaños de Flox, que cayó en sábado.

Pífano se fue de madrugada, de manera discreta, dejando una carta para Flox y yéndose del pueblo, sin más. La celebración del cumpleaños de Flox era por la tarde, en el atardecer, cuando los colores daban lo mejor de sí y ella se sentía completamente feliz.

El problema fue que ella desapareció poco después de levantarse y nadie sabía muy bien dónde podía estar. Después de la hora de comer, fue cuando su madre, alarmada de que no hubiese aparecido para comer, avisó a las gemelas, preguntándose si se habría quedado con ellas.

-Buenas tardes, querida Rosie, ¿qué te trae por aquí? ¿Ha pasado algo? –preguntó la señora Dalia al ver a la señora Rosie tan agitada en la puerta.

-Oh, Dalia, ¿está Flox aquí? Hoy se ha ido Pífano y nadie sabe dónde está –dijo la pobre señora Rosie, preocupadísima.

-¿No estará con Acantos Bugle?

Eso lo dijeron las gemelas, que lo habían oído todo desde su cuarto y estaban en lo alto de las escaleras, apoyadas en la barandilla.

-Ya he ido a preguntar a casa de los Bugle mientras venía hacia aquí. Acantos estaba cuidando de su hermana, no ha visto a Flox en todo el día –dijo nerviosamente la señora Rosie.

-No pasa nada, iremos a buscarla, ¿verdad, Babú? –dijo Pervinca, mirando a Vainilla, que asintió con la cabeza al momento.

-¡Claro! Quédese tranquila, señora Rosie, y vuelva a casa, nosotras la encontraremos –le dijo a la señora Rosie y se giró para decirle a Pervinca-. Iré a avisar a la banda, yo que vuelo y voy más rápido, tú ve yendo a la plaza de Roble.

Diez minutos después, toda la Banda había dejado lo que estuviesen haciendo de lado y se había reunido en la plaza, ya que aún era pronto y los turnos del Museo no habían empezado todavía.

Los chicos estaban preocupados no porque Flox no estuviera, sino porque no había avisado, era su amiga, su hada se había ido y seguramente estaría triste. Se repartieron por el pueblo, pero tras media hora de búsqueda infructuosa llegaron a la conclusión de que Flox estaría en alguna parte de los bosques, contando colores. Se plantearon dejar de buscarla, seguramente querría estar sola, pero la señora Rosie la había estado buscando y estaba preocupada, así que los que podían fueron a los bosques. Nepeta Rose tenía turno en el Museo, así que se fue y Francis Corbirock la acompañó, según él porque encontrar a Flox en el bosque con la ropa que solía llevar era muy fácil y para ir y volver, él se quedaba.

Todos se repartieron por el bosque, en parejas o en grupos, algunos fueron a preguntar a Shirley, otros fueron a los laguitos, otros fueron a los bosques, otros fueron a la granja de los Oldpint…
Acantos fue solo, porque Pajarito, Tommy y Grisam se habían ido con otras personas.

Fue hacia donde supuso que estaría Flox en primavera, hacia cualquier sitio con flores de colores que destacasen como ella. Y en un prado la encontró.