La verdad es que no creí que este capítulo terminara así, debo decir que he quedado complacida con el mismo debido a que introduje un poco de ambos padres en este personaje (sí, es hijo único), ojalá les agrade ello. Ya que es muy cercano a otro hijo de un Host, lo metí ligeramente para hacer más dinámica la presentación del personaje, espero no haya quedado tan feo. ¡No se olviden de dejar su review!


Kai rió suavemente al leer la respuesta de su amigo, llevándose la mano derecha a la boca intentando acallar sus sonoras carcajadas, volteó en su silla giratoria y se impulsó con sus manos para dar de vueltas cada vez más rápidamente. Su estómago comenzó a dolerle por el esfuerzo, haciendo ya nulo intento por guardar la compostura. Tecleó con rapidez una respuesta en la computadora esperando la contestación del azabache al otro lado, su celular vibró recordándole la otra conversación que sostenía al mismo tiempo, sonriendo al leer el mensaje.

"Etto… gracias, eres muy amable. ¿Sabes que te quiero, cierto?"

Kai sintió la sangre agolparse en sus mejillas ante esas simples palabras, casi podía ver la cara de su novia teñida de un precioso color carmín mientras desviaba la mirada nerviosa y enredaba un mechón de pelo entre sus dedos.

"Y tú sabes que yo a ti" fue su respuesta.

Mandó el mensaje con simplemente aplastar unos botones, soltando un suave suspiro después de eso. ¿Qué podía decirse? Tenía 14 años y estaba enamorado, esos sentimientos crecían en su interior de una manera tan suave y cálida que apenas era consciente de los cambios que se operaban en él. Era como caminar en una nube todos los días, sentir el sol sobre su rostro como una caricia continua y… Dios… no cabía duda de que esa chica le volvía loco.

La respuesta de su amigo no se hizo esperar, casi queriendo cortar sus pensamientos con ello. Le informaba que sus padres habían accedido en dejarlos ir al campamento solos, Kai casi saltó de la emoción en ese momento, no podía creer dicha noticia. Contestó con rapidez confirmando lo que Jiro le pedía y luego se desconectó para empezar a hacer su maleta.

Corrió descalzo por el piso de madera hasta el amplio armario que se hallaba al otro extremo del cuarto, abriéndolo y metiéndose en el mismo para lograr encontrar sus cosas. Aunque para la mayoría de las personas eso luciera como una pequeña tienda departamental de unos 60 metros cuadrados, para el rubio era perfectamente normal verlo como el espacio donde guardaba su ropa, calzado y algunos instrumentos necesarios en sus diferentes actividades.

No tardó mucho en seleccionar un par de prendas cómodas, inclinándose por las chamarras con gorro, lo cual le ahorraría tener que llevar paraguas, un par de tennis, algunos pantalones y camisetas ligeras de colores alegres, casi tanto como su personalidad. Cuando finalmente llenó las cinco maletas que pensaba llevar al campamento se dispuso a buscar lo que realmente le importaba y que se hallaba en la planta baja.

El yumi de bambú colgaba en la pared de la sala que su padre había acondicionado, se paró de puntillas para tomarle con cuidado y luego tomó su aljaba, notando que apenas tenía 20 ya, siendo la mayoría otoya. Soltó un quejido por ello, tal vez debió hacerle caso a Jiro y hacerlas con el resto de la clase de kyudou, ahora tendría que comprarlas prefabricadas. Casi siempre evitaba ello, un buen arquero debía conocer el peso de todas sus flechas; la pluma que se emplease en las mismas y la altura a la cual se colocase podría hacer la diferencia entre un tiro certero y otro no.

Se preguntó si acaso el azabache tendría algunas extra, sus técnicas de realización eran muy parecidas, por lo cual se sentía más cómodo con usar las suyas. Sin nada qué perder marcó el número del mismo.

Adivinaré… te acabaste las ya –escuchó del otro lado del celular.

–Jajajaja –rió sonoramente al verse descubierto–, ¿qué te hace pensar eso?

Oh, ¿no es así? En ese caso no hay inconveniente alguno en pedirte un par, ¿cierto?

–De acuerdo, de acuerdo, me descubriste –se sinceró–, pero veo que no soy el único.

Era broma. No iría al campamento con ya desconocidas, también te hice algunas de acuerdo a tu gusto.

–¡Jiro! ¡Te debo una! –comenzó a caminar rumbo a la cocina, saludando con la mano al personal con el que se topaba.

Me debes varias…

–No tienes que ser tan cruel conmigo –hizo un mohín, entrando en la habitación.

Fuiste tú quien la clase pasada se marchó con Matsuno-san en vez de quedarte a hacer las flechas.

–Nunca me lo perdonarás, ¿verdad? –comenzó a rebuscar en la nevera

Sólo no lo repitas, ¿sí? –oyó un suspiro del otro lado.

–De acuerdo, de acuerdo. ¿Cómo te recompenso? ¿Tal vez con una cita con Midori-chan? –descubrió un enorme pedazo de pastel que seguro su padre había dejado.

¡No digas tonterías!

–Perdón, perdón, creí que te gustaba –buscó un tenedor en la alacena.

Como si fuera posible…

–En serio, Jiro, ¿ni un poquito? –salió con el postre en la mano.

No es mi tipo…

–¿Así que tienes un tipo? –se sentó en el jardín, con el pastel entre las piernas.

–…

–…

–…

–¿Jiro? ¡Jiro! ¡¿Quién te gusta?! –se metió un poco de betún a la boca.

Nadie.

–¡Sé que sí, sé que sí! Tú mismo lo has dicho –señaló con la cuchara como si el azabache estuviera frente a él en esos momentos.

Es… un secreto…

–¿Acaso no nos contamos todo?

Sí…

–¿Entonces? –probó la fresa que adornaba el pastel.

No creo que sea correcto decirlo por teléfono.

–¿Pero me dirás?

Sí…

–¿Esta noche?

¡¿En la fiesta?! ¡Por ningún motivo, podrían oírnos!

–¿Y qué tiene de malo ello? Sólo estarán nuestros padres y… ¡Dios, Jiro! ¡Te gusta una de las chicas! ¿Te gustan las loli?

¡Deja de decir eso como si fuera un pervertido, Señor-no-he-crecido-desde-4-grado!

–Jajajaja –comenzó a reír sonoramente, casi ahogándose con la cuchara en la boca–, ahora entiendo por qué te juntas conmigo.

Sabes que no es por eso.

–Lo sé, lo sé, es sólo que… debí darme cuenta antes. ¿Y quién es? ¿Hika-chan? ¿Sayu-chan? ¿Ren-chan? ¿Shiki-chan? Sabes que de ser así te costará más trabajo, ¿cierto? Está completamente enamorada de Hiro-kun.

De-Deja eso… estoy ocupándolo… por favor… ¡Hey! ¿Qué?¡Está bien, ahora te lo doy!… Ha-Hablamos de eso luego, ¿sí? Mi hermana quiere el teléfono.

–De acuerdo, de acuerdo, pero no creas que te salvas.

Eso me temo…

Jiro colgó del otro lado de la línea. Kai terminó de comer su porción del pastel, preguntándose continuamente quién era la chica de la cual estaba enamorado su mejor amigo. La única a la que no había nombrado era…

–¡¿Ehhhhh?! –soltó un grito enorme– No puede gustarle ella, ¿cierto? No, no… definitivamente no puede ser su tipo.

Sacudió la cabeza de manera negativa intentando sacarse esas ideas de ella. No es que le cayera mal, simplemente tenía una personalidad demasiado fuerte que contrarrestaba con el tranquilo azabache. Sin embargo, si ése era el caso, sólo podía animar a Jiro y desearle lo mejor, esperaba que esa chica también le correspondiera, se lo merecía. Sin embargo, ¿cómo podía haber estado tan ciego? Las cinco familias (Suou, Ootori, Hitachiin, Haninozuka y Morinozuka) tenían vínculos muy fuertes que se remontaban varios años atrás, algunos eran más sólidos que otros, pero finalmente todos eran buenos amigos que convivían constantemente, era bastante predecible que a su tímido amigo le gustase una heredera a la cual tenía tiempo de conocer. Además, la convivencia resultaba casi inevitable, por lo cual seguramente había pasado sin que se diera cuenta, casi sin quererlo.

Kai se reprendió mentalmente, ¿qué le importaba a él si la chica que le gustaba a Jiro era varios años menor? Eso salía sobrando en esos instantes, no era como si lo hubiese planeado, además, ¿no era él mismo lo que algunos clasificarían de loli-shouta? Su novia debía sentirse un poco incómoda cuando salían juntos. Se llevó una mano a la cara al darse cuenta de ello, tenía que pedirle disculpas a Jiro apenas lo viera, tal vez si le regalaba su Beelzenef favorito le perdonaría, o quizá debía darle algo más útil, ¿un wara ningyo?

La puerta que daba al patio se abrió, una mujer de bellas ropas oscuras al estilo de una muñeca de porcelana salió por la misma, mirando al rubio con detenimiento.

–Kai, debo ir por unas cosas antes de la cena, ¿necesitas algo?

–Ohhh, ahora que lo dices, ¿crees que podamos ir por un poco de paja seca?

–¿Cuánta necesitas?

–No mucha –le sonrió–, para dos o tres muñecos malditos.

–Te prestaría de la mía, pero me la he acabado, aunque todavía tengo soga.

–¡Perfecto! –se le unió– La necesitaré… y un par de clavos de 15 cm.


Y nuestras relaciones hasta el momento son:

Hiroshi (8 años): Admira a Kai debido a que es muy bueno en diferentes disciplinas, especialmente deportes; aunque se llevan bien, no tienen un trato muy profundo, pero a veces acude a él en busca de consejo, extrañándose un poco con sus respuestas.

Akari (6 años): No tiene una relación muy profunda con Kai debido a que le perturba un poco su manera de ver la vida: a veces muy alegre y otras un poco tétrica. Sin embargo, sabe que puede contar con él para jugar diferentes tipos de bromas. Halloween es su fecha favorita, pasando todo el día juntos.

Hikari (6 años): A diferencia de Akari, a ella le encantan las dos caras de Kai, lo llama "Príncipe oscuro" o "Señor de las Sombras" de cariño. Constantemente le pide ayuda en sus bromas, recibiendo un gran apoyo de su parte. Pasa el Halloween a su lado y el de Akari.

Shikibu (7 años): No tiene un trato muy cercano a Kai debido a sus cambios de actitud que le desconcertan.

Yamato (2 meses y medio): No se conocen.

Ren (9 años): Lo considera una persona interesante y digno de mención, a veces registra lo que hace. Sabe que su hermana está enamorada de él aunque tiene novia. Sus relaciones se limitan a un compañerismo.

Sayuri (7 años): está enamorada de Kai, pero sabe que sólo la ve como una niña a pesar de que él mismo luce como uno. Ambos chicos tienen lazos muy estrechos.

Kai (13 años): al ser hijo único es muy independiente y tiene grandes dones de liderazgo. Es muy alegre, amable y gusta de las cosas lindas y tiernas, por ello tiene muchos amigos y una linda novia de su mismo salón. Sin embargo, su brillante personalidad contrasta con algunos hábitos que algunos tachan de "oscuros", aunque él lo ve como algo natural. Es muy sincero y precisamente por eso a veces lastima a las personas sin quererlo. Finge desconocer los sentimientos de Sayuri por temor a herirla.