Fotografías para una mujer rara.

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Estaba completamente harto de la gente hipócrita que solo estaba visitando la galería, por su fama como un Uchiha.

Lo único que buscaba era tener una oportunidad de abordarlo.

Pero a tiempo tomó la decisión de no mostrar su autorretrato en ninguna parte, y permanecer en el anonimato.

La mayoría solamente iba por su acostumbrado renombre en el mundo de la fotografía, muchos querían convencerlo de "avanzar" hacia un campo más competente. Tomando fotografías de modelos profesionales.

-¡mpnh!–se burló que ellos pensaran que eso fuera avanzar.

Montón de imbéciles.

Quería irse y evitar el cúmulo de comentarios frívolos de sus fotografías, o a las mujeres, que al verlo solo, trataban de abordarlo con algún comentario estúpido de las imágenes enmarcadas cuidadosamente. Trataban de impresionarlo, sin saber quién era, y solo lograba enfurecerlo con sus palabras huecas. Sin embargo estaba obligado a permanecer ahí hasta el final, cuidando los detalles de cada obra, los cambios en la iluminación, etc. Porque a él si le llenaba su trabajo, incluso sin el dinero de por medio.

Estuvo irritado por la llegada de más mujeres sofisticadas, y empezó a utilizar miradas cortantes para no ser más una víctima de los coqueteos. Era mejor que tener que soportar a más féminas, vestidas con cuidadosa y medida elegancia, conocedoras del maquillaje correcto y las marcas más chic de ropa femenina para la ciudad.

De joven habría agradecido su buena fortuna, y el poder mantener su cama siempre calentada por los espectaculares cuerpos femeninos, pero en esa época no tenía tal fama, era un donnadie y todas esas despampanantes mujeres, que ahora desfilaban para atraer su atención, ni lo miraban.

A las 8:30 de la noche la gente ya empezaba a irse aunque faltaba aún media hora para cerrar, y eso lo alivio.

Al fin algo de paz.

Repentinamente el ruido sordo de un golpe llamó su atención. Volteo con tención, pensando que quizás se tratase de una de sus fotografías, dañada por algún pelmazo. Pero no.

En la entrada cristalina de la galería, una mujer recogía unos cuantos libros, de hecho cargaba demasiados. No lograba ver claramente su rostro a la distancia que estaba, pero era imposible no ver su cabello.

-¡Esto es demasiado! – rabió mentalmente indignado, esta mujer si se había pasado de la raya para llamar la atención.

Puso la cara más odiosa, y molesta que pudo lograr, preparándose para ser abordado pronto, pero quieto y observando con fría indiferencia a la extravagante intrusa.

Una mujer demasiado rara, su cabello rosa sobretodo. En contraste no llevaba ninguna ropa de diseñador, o vestido ajustado; más bien unos jeans al cuerpo una blusa de botones a cuadros verde con blanco, y un suéter tejido color gris -Así nunca llamaría la atención de un hombre rico- se dijo burlonamente. Sin embargo no podía ignorar su presencia no deseada desde su posición en el descanso del segundo piso (que también contenía obras suyas, y le permitía controlar todo el lugar). Su cabello amarrado en una cola de caballo, de manera descuidada, y el fuerte agarre, de sus pálidas manos, en su pequeña biblioteca personal, era un insulto para todas las que trataron de recibir su atención.

Ese tipo de mujer nunca atraería a alguien.

Irritado, por la presencia de esa pelirrosa joven, bajos las escaleras despreocupadamente, mirando en todas direcciones menos a ella.

Como sea, la presencia de esa muchacha carecía completamente le interés.

Pero cuando se dio cuenta, ya estaba más cerca de ella de lo deseado, unos dos o tres metros.

Y cuando la observo se quedó paralizado, analizando lo que estaba pasando con sus ojos profesionales de fotógrafo.

Ella estaba completamente ajena a su presencia, con una sonrisa infantil llena de éxtasis observando uno de sus trabajos, él supo inmediatamente cual era. Una flor, a todo el mundo le había parecido una simpleza, un mero gusto de autor, y ahí estaba esa mujer anormal riendo como una idiota.

Su corazón golpeteo en su pecho, y odio a ese órgano infernal por haber caído en tan vil trampa. Sin embargo su fiel y calculador cerebro aun trabajaba a velocidad de espanto.

Se acercó malicioso, tratando se revelar las corruptas intenciones de la rara criatura femenina, que no lo miraba en absoluto.

-No entiendo que tiene esa estúpida foto de interesante –soltó de pronto cuando estuvo a unos escasos centímetros de la pelirrosa. Ella de inmediato cambió su semblante por uno sombrío, pero no lo miro, y avanzo al siguiente retrato. Irritado por la falta de respuesta la siguió – mira eso, ¿Quién fotografía a ancianos en estos tiempos? –se auto-insultó, ese era de su favoritos, la mirada juvenil y cándida de una mujer hindú, que a pesar del maltrato de la pobreza, le había sonreído cada que pasaba, y le ofrecía platos de judías para comer.

Ante eso ella solo refunfuño unas palabras por lo bajo, que Sasuke no entendió, ignorándolo todavía. Estaba tentado a creer en un genuino interés artístico, pero era demasiado inteligente para eso –Oh no, a él no lo engañaría ningún par de hermosísimos ojos verdes – se abofeteo mentalmente por el estúpido desliz de su cerebro.

Decidido a deshacerse de una vez de ella fue al ataque una última vez, la definitiva.

-Este trabajo apesta, sería mejor para él fotografiar modelos en ropa interior –pronuncio con lascivia a propósito. Tenía que morder en anzuelo.

-¡¿Quieres callarte?! –finalmente lo miró, con los ojos llameantes de rabia, estaba sorprendido, ella era muy hermosa. Pero la cosa no paro ahí – he tenido un día horrible, mi jefe se comportó como un cerdo acosándome, me robaron la cartera en el metro, y solo me quedaron mis libros y posibilidad de ver el trabajo de mi fotógrafo favorito desde hace tres años antes de regresar a mi apartamento –jadeo ella empezando a perder el aliento. ¡¿Tres años?! Él no era nadie hace tres años, apenas un principiante con dos fotografías aceptadas. Y si, su día había sido una porquería.

-¿pero es que no lo entiendo, que tiene esto- señalo desdeñoso la pequeña flor maximizada en tamaño, por su propia lente – de especial?

Ella bufo, pareciendo aún más insultada.

-Eso es porque seguramente eres de esos sujetos que solo aprecia los autos, las mujeres y la ropa cara -atacó ella.

Él no iba a dimitirlo, pero se divertía siendo insultado por una verdadera admiradora de su obra, cuando ella pensaba que era solo un morboso más que pasaba por ahí.

-¿Y eso es todo, no vas a decir nada inteligente o adulador del famoso Uchiha? –pico a su sensibilidad femenina. No quería que se fuera, incluso si para eso necesitaba seguir molestándola.

-Eso es de imbéciles – respondió indignada –a mí no me interesa lamer las botas de nadie, ni lanzar flores innecesariamente, en especial cuando, obviamente él no querría llamar la atención endulzando su apariencia, ya que nunca ha permitido fotos de él mismo – su repuesta lo tomo con la guardia baja, eso era verdad, esa era la razón de no tomarse ninguna fotografía.

Una mujer rara comprendía el mensaje que lanzada casi desesperadamente a todo el mundo – yo soy feliz viendo sus fotografías porque gracias a él puedo ver –continuó señalando la flor que él mismo había destacado para inferior izar su trabajo – las flores de otros países, los atardeceres, la vegetación, y me pone contenta porque alguien como yo nunca tendría la oportunidad de verlas personalmente. También –señalo el cuadro de la anciana – puede ver en el interior de las personas en todas partes a donde va, – él corazón de Sasuke se sobrecogió por la manera intensa en que ella se expresaba de él sin saber con quién hablaba–puede ver la verdadera belleza – estaba paralizado con la vehemente afirmación de esa mujer -Así que como no te gusta esto, te sugiero que te largues a alguno de esos bares de gente superficial y pomposa. Tomes mucho alcohol sin parar, solo para que despiertes con una exuberante desconocida llamada Cindy, y sigas siendo un buen imbécil –su palabras finales encendieron un fuego en su interior.

Esa mujer maniática, con ropa simple y cargada de libros era… increíble.

-Mucho gusto, Sasuke Uchiha – se presentó divertido. Esperando una respuesta sorprendida.

-¡Claaaro! –Respondió ella sarcásticamente –La reina Victoria –contesto ella inclinándose graciosamente, con una reverencia del siglo XV, en burla, y se marchó dejándolo con la mano en él aire.

Anonadado, trato de controlar la tirantez de su boca, que se extendía en una sonrisa.

La carcajada de Sasuke estalló audiblemente, la poca gente que quedaba lo miraba como si hubiera perdido el juicio. Y antes de que pudieran llamar a un loquero, salió corriendo tras la mujer, que era muy extraña, pero era toda una joya.

Estaba viendo unas fotografías muy hermosas, y había leído varios libros y se me ocurrió este oneshot.

Espero les haya gustado.