-viejo... esto es raro-

-ni que lo digas-

Tres chicos estaban parados enfrente de la tumba del cantante Billy Joe Cobra. Un castaño con rostro pálido y desanimado, una niña morena que parecía no haber dormido toda la noche y un chico, al parecer su hermano, que simplemente se veía enfermo. Aquel que no llevara un objeto de Billy no podría ver al fantasma que estaba con ellos.

-¿Cuál es el punto de hablarle a una lápida si estoy aquí?-

-Nah... fingir, yo creo- respondió Spencer.

-Billy...- Oh no...

Gruesas lágrimas nublaban su visión, aunque cayeran por sus mejillas nuevas sustituían a las anteriores.

El chico de 14 años que yacía de rodillas sujetando la traslúcida figura de su mejor amigo no dejaba de llorar, no podía dejar de temblar.

-B-Billy...- su voz era casi inaudible, ronca y entrecortada -¡Billy!- aun así seguía intentando despertar a su compañero.

El mayor estaba tendido en el piso, su cabeza y torso descansado sobre el regazo del castaño. Una mancha violácea se extendía por su tórax por donde había entrado la bala.

-hermano... Despierta...-

Billy seguía inmóvil en el piso, su figura empezaba a perder color iniciando por las partes más distales, cada vez se volvía más transparente.

¿Qué hago?

¡Qué hago!

Sacó rápido el teléfono de su bolsillo y con un botón activó la marcación rápida.

La llamada se estaba procesado, no pasaron ni 10 segundos cuando...

-¿Spencer?-

Es extraño, cuando crees que ha pasado lo peor, que no podrás sentirte más miserable, que sólo queda el vacío y llegas a escuchar la voz de alguien que aprecias y sabes que estará ahí para ayudarte... Descubres que puedes alcanzar un nuevo grado de desmoronamiento.

El chico dejó escapar un sollozo.

-Spencer- nunca había escuchado esa seriedad en su voz -¿qué sucede?-

-Billy... Él...- no pudo decir más.

Silencio.

-vamos para allá- y colgó.

¿Ahora qué?

Spencer miró a su acompañante, en definitiva estaba desapareciendo.

¿Y ahora qué?

Lo abrazó y pidió con toda su alma a quien estuviera a cargo de todo en el universo que no le arrebataran a su compañero, a su mejor amigo, a su hermano.

Billy había muerto solo en su propia mansión sin que nadie pudiera ayudarlo, sin nadie que lo reconfortara en sus últimos momentos o le ofreciera con el debido respeto a su cuerpo el descanso que merecía. Su mejor amigo había sido asesinado a sangre fría por una psicópata que aún después de muerto quería capturarlo, aprisionarlo...

Si la historia se estaba repitiendo entonces él se aseguraría de darle un cambio.

Sostuvo sus hombros con un brazo y el otro lo colocó debajo de sus rodillas, su peso era increíblemente liviano, casi inexistente. Fue al sofá más cercano que tenía y decidió que si su amigo desaparecía por lo menos no lo haría estando en el piso duro y frío.

-¿cómo estás?- preguntó Rajvee con voz queda.

Spencer rió por debajo -podría preguntarte lo mismo-

No respondió, aunque fuera real y sentía que moría de cansancio no quedaba como una buena respuesta para ese momento, así que siguieron observando el lugar donde descansaba el cuerpo de Billy Joe Cobra.

-¿recuerdas cuando nos conocimos?- dijo con un hilo de voz -mi familia y yo nos habíamos mudado ese mismo día...-

Spencer soltó una risita en medio de su llanto antes de continuar.

-sin querer encontré un collar y así pude verte-

-genial, otro idiota que va a querer destruir mi casa- se quejó el fantasma en cuanto vio al adolescente caminar por el pasillo con una cámara en mano.

Ya había asustando antes a otras personas que habían intentado demoler su mansión, sin embargo está era la primera vez que una familia residiría en su hogar.

-no sé de que habrá servido este cuarto, pero mis queridos espectadores como pueden apreciar todo esta lleno de cajas-

Billy rodó sus ojos. Ese niño era molesto.

-¿se preguntarán por qué estamos aquí?-

-más bien me pregunto cuándo te irás-

-verán, resulta que mis padres me acaban de informar hace unas semanas que somos parientes del fallecido cantante Billy Joe Cobra-

Eso era nuevo.

-mi madre aceptó quedarse con esta enorme mansión ya que pasa a ser suya porque tristemente mi primo no tenía más familia a quien dejársela-

-¿qué?- Eso captó definitivamente su atención.

-y ahora estamos explorando el- su monólogo fue interrumpido al sentir que su paso se ladeaba.

Había pisado algo.

-hm...- era un collar con un dije azul -¿Qué es eso?- y apagó su cámara.

El castaño sonrió -no se ve mal- y sin pensarlo se lo puso colgando de su cuello.

-Pues claro que no se ve mal, es mi dije, de mí para mí, con mi rostro y...- y ahora el chico lo estaba mirando a él. ¡Justo a él!

-¡Whoa!-

Y así se quedaron por un buen rato, demasiado atónitos para hablar.

-¿Deberíamos decir unas palabras?- dijo Billy.

La familia de Spencer se había retirado del sepulcro para darle espacio al mayor y a sus amigos que lo habían acompañado.

-No sé... de todos modos no tengo nada que decir- respondió el castaño.

-Yo tampoco- dijo Shanilla.

-Ni yo-

Spencer se había quedado dormido en una silla mientras vigilaba la figura inherte de su mejor amigo hasta que escuchó unos golpes en la puerta.

Se levantó de un sobresalto tomando un bate de baseball que descansaba a un lado suyo esperando a que de alguna manera Miriam decidiera volver.

-¿Spencer? ¿Estás ahí?-

Suspiró con alivio -Shanilla...- y abrió la puerta.

Ahí estaban sus dos amigos esperando en el pórtico, la niña llevaba cargando una lámpara en mano con una mochila colgando de su espalda, Rajvee por otro lado...

-baño, baño, ¡BAÑO!- entró corriendo sin decir más y se perdió en busca de tan esperado lugar.

-¿Spencer?- el chico tardó en reaccionar hasta que se hizo a un lado y dejó pasar a su amiga para después cerrar la puerta con llave y asegurarla como lo había hecho con las demás entradas.

-¿estás bien?-

No respondió, miró al suelo mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

-oh Spencer- y sin pender un segundo más Shanilla lo abrazó mientras el chico lloraba quedamente sobre su hombro.

-bien, creo que fue una noche larga para todos- dijo Billy sin mucho ánimo -¿quieren comer algo?-

Rajvee fue el único que se negó.

-¿Seguro qué no quieres ir al hospital?- le preguntó su hermana.

-No gracias, ya estuve ahí bastante tiempo-

Con ayuda de Shanilla, Spencer llevó un sofá hacia donde se encontraba su mejor amigo, colocándolo delante de él, así vigilaría en caso de que desapareciera por completo.

La chica dejó una lámpara eléctrica (similar a una de aceite en forma) en el piso.

Sacó unas cobijas de su mochila y un termo.

-toma...- dijo sosteniendo un vaso de te, él lo aceptó con un ligero gracias.

Ambos se quedaron sentados sobre el sillón observando al excantante de rock.

-¿Desde hace cuanto está así?-

Spencer respondió con voz ronca -no sé... Ya tiene rato...-

Y no dijeron más por unos minutos.

-uh... ¿Y Rajvee?-

-debe seguir en el baño...-

-pensé que tenían un vuelo-

Shanilla sonrió -no lo tomamos, obviamente-

-¿por qué?-

-porque casi me mata- dijo una voz a su lado izquierdo, sin esperar el susodicho se sentó a un lado de su amigo.

El propietario (por el momento) de la mansión lo miró de reojo hasta que algo captó su atención.

-¿qué te pasó?-

El chico de tez morena incluso bajo la tenue luz de la linterna lucía pálido, con los ojos hundíos y los labios agrietados y secos, de una de sus manos salía un pequeño tubito envuelto en adhesivo que conectaba con una bolsa llena de líquido que cargaba con su mano contraria.

-mi hermana intentó asesinarme- respondió con desgano -¿de casualidad no tendrás algo donde pueda colgar esto?-

Sin saber qué responder fue en busca del perchero que estaba cerca de la entrada.

-no quise asesinarte- susurró la chica.

-mientes...- respondió igual en tono bajo entrecerrando los ojos.

-uh... Deja te ayudo- dijo Spencer colocando el suero en uno de los ganchos del perchero de madera que había traído.

-gracias- luego suspiró -¿Cómo está?-

El fantasma no se había movido desde... parecía que desde hace una eternidad.

-...por lo menos ya no está desapareciendo- el castaño se sentó en medio de sus dos amigos.

Era difícil iniciar una conversación en medio de un ambiente tan lúgubre. Las luces se habían esfumado y parecía que la electricidad tardaría un tiempo en volver, hacia frío, más de lo normal y frente a ellos estaba el cantante inmóvil sobre el sofá.

Ver a Billy en esas condiciones... Simplemente era antinatural, tanta quietud no era característico de él. Spencer había cubierto al fantasma con una manta, de no haber sido así hubieran visto la herida que le había dado muerte.

Shanilla miró a sus acompañantes, ninguno lucía bien, ambos adolescentes guardaban un aspecto demacrado y en parte ella era la culpable.

-lo siento... yo, debí haber calculado mejor la dosis- dijo casi con un hilo de voz.

Spencer la miró con una ceja levantada. No entendía lo que quería decir.

-es que...- soltó un suspiro -queríamos ayudarte, de verdad...-

-sólo que no sabíamos cómo hacerlo- prosiguió su hermano -hasta que a Shani se le ocurrió una idea-

-una terrible idea- dijo la chica llevando sus manos contra su rostro.

-¿Qué sucedió?-

-bien... Enfermé a mi hermano con un laxante para que no pudiéramos tomar el vuelo a la India. ¡Ya! ¡Lo dije!-

- sólo que a mi hermana le salió el tiro por la culata y me dejó 'Shockado' en el hospital-

-¡yo no sabía que con tan poco te iba a ir tan mal!- luego miró a Spencer -es por eso que no pudimos acompañarte desde antes-

-prácticamente cuando llamaste es cuando escapamos y pues... aquí nos tienes- respondió con cansancio.

No supo qué decir, había hecho pasar a sus amigos un trago amargo que ellos gustosamente habían aceptado con resultados inesperados simplemente por querer ayudarle. Estaba conmovido.

-gracias chicos...-

Fue más o menos por la tarde que la familia de Spencer volvió del torneo y como había dicho su madre durante el desayuno previo se prepararon para visitar la tumba del cantante de rock.

Shanilla y Rajvee al no querer dejar solos a sus amigos decidieron acompañarlos y fue así como ahora los tres adolescentes y el fantasma estaban enfrente de la lápida.

-lo repito... esto es raro-

-ni que lo digas, todo el día de ayer lo fue- respondió Billy.

Shanilla se encogió de hombros -yo diría que fue traumante...-

-pero lo superamos...- respondió Rajvee -y ahora tengo hambre-

-¿en serio?- si hace unos minutos no quería comer.

-te lo juro hermanita-

-Pueden quedarse en mi casa a cenar- se ofreció Spencer.

-suena como un plan- después de todo, ya no esperaba más visitas al retrete como la noche pasada y su suero 'mágico' le había devuelto cierta vitalidad.

Ambos amigos empezaron a avanzar hacia el carro de los Wright, donde los dos adultos y Jessica los esperaban.

-me siento terrible por lo que pasó... por lo que Spencer tuvo que pasar...- dijo Billy mientras él y Shanilla avanzaban con paso lento detrás de sus amigos.

-lo sé- respondió la chica -pero él es fuerte, podrá superarlo-

-eso espero-

-sólo necesita de tu ayuda- el fantasma la miró perplejo.

Shanilla sonrió -es como si...-pensó una forma de darse a entender -mi hermano y yo nos tenemos el uno al otro, nos ayudamos en lo que podemos, nos complementamos... aunque a veces peleamos y no nos aguantamos siempre estamos ahí para apoyarnos, el punto es que nos guiamos sin es que alguna vez perdemos el rumbo-

Billy seguía escuchando a la chica. -es igual contigo y Spencer, sólo que en éste caso, tú eres el mayor, eres su guía-

Ambos miraron al susodicho a lo lejos.

-tal vez no sea el mismo después de esto, pero estoy segura de que tú podrás ayudarlo- le respondió con una cálida sonrisa, la cual devolvió.

-Gracias Shanilla-

Los dos siguieron avanzando creyendo que la conversación había terminado hasta que la chica escuchó:

-en caso de que Spencer sea mi hermano, ¿no te gustaría entonces convertirte en mi cuñada?-

Nunca antes había sentido sus mejillas tan rojas y calientes en toda su vida.

La luz entraba por la ventana, era cálida y relajante invitando al cuerpo a seguir descansando. No sabía qué hora era, el día o dónde estaba y la verdad poco le importaba. Sólo quería seguir durmiendo.

-¿Billy?-

Escuchó una voz a lo lejos, era Spencer.

-creo que está despertando- esta vez habló una chica... ¡Shanilla!

-¡Tienes razón!- escuchó unas ligeras risas llenas de consuelo así que con dificultad empezó a abrir sus ojos.

Como era de esperarse no podía enfocar bien, así que parpadeó varias veces esperando quitar los restos de sueño de sus ojos.

-¿Billy? ¿Puedes oírme?- su mejor amigo lo estaba llamando.

-ugh... ¿Spencer?- escuchó varios suspiros de alivio y al instante los cuerpos de tres adolescentes lo abrazaron.

-me alegra que estés bien-

-sí que te tomaste el tiempo para despertar-

-Ay Billy...-

Fue cuando los tres lo hubieron soltado que se pudo incorporar en una posición sentada sobre el sillón. Estaba en su mansión.

-Volví- dijo en medio de un susurro observando sus manos y su pecho. No pudo evitar sonreír.

Spencer lo miró con detenimiento -¿estás bien?-

El fantasma asintió -Sí, ¿y tú?-

-ahora sí lo estoy- y sin previo aviso en un gesto de cariño lo sujeto por el cuello en medio de un abrazo.

Billy no supo cómo responder, no era común que su amigo expresara sus emociones tan a flor de piel... a menos que...

'Él vio cómo morí'

Sin pensarlo más devolvió el gesto.

-no vuelvas a hacerme eso hermano...- dijo con voz entrecortada.

Billy cerró sus ojos -no lo haré, te lo prometo...-

Fin.