Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto-sama.


Triangulo Amoroso.

Capitulo 9: Incidente.

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Unos momentos antes del incidente...

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Una muchacha, de hermosos ojos perla y cabellera negra y larga, caminaba con su característica tranquilidad por el hospital, en busca de su amiga pelirosa, de la cuál corría el rumo de que había logrado conquistar al más joven de los últimos Uchiha.

Aunque Hinata no creía en los rumores que se inventaban sobre tal o cuál shinobi de vez en cuando era imposible no escucharlos, y a veces, creerlos, pero contra todo pronóstico, estaba por creerse el de Sakura, ya que de eso se venía hablando desde hace meses, desde que apenas se terminaba la Gran Guerra. Y los rumores que duran, suelen ser ciertos.

Giró en un pasillo dónde se suponía que debería estar su amiga de cabellera rosada, pero se sorprendió, ya que no estaba en la sala de operaciones cómo se le había indicado, si no que se escuchaban sus gritos y los de su otra amiga, Ino, en una habitación que rezaba "Prohibido entrar: Sólo personal autorizado".

Ella, después de dos semanas de servicio, era parte de ese pequeño grupo de personal autorizado, además, ¿que era tan importante y confidencial que no se podía entrar ahí? Por lo tanto giró la perilla de la puerta y ésta se abrió...

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Incidente en 3, 2, 1...

...ESTOY EMPEZANDO ALGO CON SAI-KUN! —Fue el grito desaforado que escuchó por parte de su amiga Ino.

Y la puerto se cerró. El grito fue de tal magnitud, que casi todos en el hospital se enteraron. Una espantada Hinata se puso roja cómo un tomate y se le cayeron los papeles al piso.

—¿Q-qué dijiste, puerca? —preguntó una asombrada pelirosa.

La tímida ojiperla se agachó con lentitud y cuidado para recoger los papeles que yacían desparramados en el suelo. Había llegado especial y únicamente para hacer firmar esos papeles, ya que se acababan sus días de ayudar en el hospital, ya casi se salvaban todos los heridos de gravedad y ya no estaban cortos de personal, no era necesario que siga con el programa de servicio médico, sólo necesitaba hacer firmar esos papeles por Sakura y podría volver a hacer misiones con sus compañeros de equipo, pero, lamentablemente, entendió que no podría hacer que la pelirosa firmara en ese preciso momento ya que, por lo visto, había llegado en muy mal momento.

—Pe-pe-perdón —Se excusó la Hyuga con los papeles ya en su mano.

Dispuesta a salir de la habitación, dio media vuelta e hizo ademán de abrir la puerta para abandonar la habitación, pero dos brazos la tomaron fuertemente y se lo impidieron.

—Te quedas aquí —dijeron la pelirosa y la rubia al unísono.

—A nadie le cuentas lo mío y lo de Sai-kun —ordenó la rubia—. ¿Entendido? —dijo la rubia, con un aura asesina detrás suyo, mientras la ojiperla se daba vuelta.

—S-si —alcanzó a decir temblando.

—¿Qué más has escuchado? —Preguntó Sakura preocupada.

—Nada más —habló en voz baja—. Ten, Sakura-chan —dijo extendiéndole los papeles—. Son unos papeles que debes firmar. —explicó rápidamente.

Dio media vuelta y salió de allí a una velocidad que ninguna de las kunoichis antes nombradas pudría haber igualado.

—Así que —habló la pelirosa después de un largo silencio—... Sai-kun, ¿neh? —preguntó pícara con los papeles en la mano.

—Sí, ¡así es! —dijo feliz.

—¿Cuanto tiempo lleva esto y no me habías contado nada?

—No lo sé. Y no me interesa —dijo risueña—. Sólo que estabas tan ocupada con tus asuntos y el trabajo que no podía contártelo. —explicó con algo de reproche en su tono de voz.

La pelirosa sonrió lastimosamente al darse cuenta de que estuvo tan metida en sus asuntos personales que olvidó a su mejor amiga. Ino siempre estuvo para ella, entonces ella debería de estar siempre para Ino.

—Lo siento, puerca —se disculpó—. ¡Cuéntamelo todo! —pidió divertida.

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—Firme aquí —dijo amablemente la enfermera y el pelinegro obedeció—. Mañana en la mañana lo cambiaremos de habitación.

—Muchas gracias —dijo y la enfermera se marchó del lugar.

Se acomodó en su camilla y pensó que su otouto había enloquecido. ¿Para qué demonios lo había cambiado a una habitación tan costosa? No era necesario que fuera tan grande y mucho menos que no sea compartida. Sasuke antes era más humilde. "¿En qué rayos está pensando?", pensó Itachi para sus adentros.

Sintió que se le empezaron a entumecer los músculos y le molestó la idea de que tuviera que hacer reposo por varios días más.

"Debería levantarme. Sólo por unos momentos. Si quiera para calentar un poco los músculos antes de que me agarre un calambre", pensó mientras se levantaba de la cama y se dispuso a dar una vuelta por el hospital, salir a la terraza, quizá si tenía suerte se toparía con Sakura y, con ella cerca, se curaría de cualquier enfermedad por más letal que fuera.

Metió las manos en los bolsillos de su pantalón negro y caminó por los pasillos del laberíntico hospital. Había olor a sangre, a enfermedades y al mismo tiempo a curas, además del olor a desinfectantes, todo a la vez. Era extraño y hasta un poco desagradable.

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—[...] Y así fue cómo me terminó de conquistar Sai-kun. —finalizó su relato la rubia.

—Awww... ¡Me alegro tanto de que estén juntos! —Sonrió ampliamente— Lamento haberme equivocado hace un rato, puerca…

—Descuida, frente de marquesina —sonrió maternalmente—. Ahora sí —dijo la rubia queriendo cambiar de tema—. ¿Qué diablos crees que haces con el "baka" e Itachi-san? —preguntó a la pelirosa.

Escuchó cómo su amiga daba un suspiro como de lamento y frustración. Ni ella sabía lo que hacía con los hermanos Uchiha.

—No lo sé. —contestó con sinceridad, rindiéndose ante la rubia.

La pelirosa se sentó donde pudo, y la rubia hizo lo mismo.

—Deberías decidirte por Itachi-san —dijo seriamente.

—¿Porqué todos quieren que elija a Itachi-san? —preguntó más para sí misma que para la rubia—. No entiendo porqué no creen en Sasuke-kun. Él en verdad cambió. —dijo posando su cabeza rosada en el hombro de la rubia.

—No. No lo hizo —replicó la Yamanaka.

La de ojos azules posó su cabeza sobre la de su amiga.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó ya algo molesta.

Levantaron sus cabezas y se miraron fijamente.

—Oye frentuda... hay algo que debo contarte. Puedes preguntarle a Shizune-san si no me crees... Es sobre Sasuke-kun... —dijo agachando la cabeza.

—¿Qué pasó? —preguntó alarmada—. Habla ya. —ordenó impaciente.

Su amiga le contó las dos ocasiones en las que Shizune había atrapado al pelinegro en un desliz. Su amiga la escuchó con calma y sin inmutarse hasta que terminó de hablar.

—¿Por qué? —preguntó la ojijade mientras sus ojos se volvían vidriosos.

Tapó su cara con las manos, parecía que iba a llorar, pero a los pocos minutos se secó las pocas lágrimas que habían caído sobre sus mejillas y pudo verse que estaba roja de la furia.

Se levantó de un salto del lugar en dónde estaba sentada con su rubia amiga.

—Oye, ¿qué te pasa? —preguntó la rubia levantándose.

La Haruno salió de allí en dirección a la planta baja, para buscarlo por en dónde estuviera ese desgraciado, y si no estaba allí, subiría al segundo piso, y si no estaba en el segundo piso, lo buscaría por cada rincón del condenado hospital hasta encontrar al maldito infeliz y darle un buen puñetazo por jugar con ella.

—¿A dónde rayos vas, frentezota? —preguntó la rubia persiguiéndola.

Caminaba lo más rápido que le daban sus piernas por entre los pasillos del hospital, a cada paso que daba, retumbaba el piso cómo si se tratara de un terremoto.

Realmente el temperamento de la pelirosa daba terror en algunas ocasiones. Mientras su amiga rubia la seguía por detrás con cautela para asegurarse de que no cometiera una locura o que lastimara a alguien… Por supuesto a alguien que no se lo mereciera. Empezaba a creer que debería haberle abierto los ojos hace un buen rato a su amiga pelirosa.

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Sasuke ya estaba perdiendo la paciencia, hacía un buen rato ya que Shizune no dejaba de preguntarle cosas absurdas y se ponía en medio de su camino tapándole el paso.

—¿Qué opinas del hospital? —Fue la nueva pregunta que se le ocurrió a Shizune—. Hemos re-modelado algunos pisos. —Comentó sonriendo con nerviosismo.

Cierto que desde que terminó la guerra su temperamento había cambiado considerablemente, pero tampoco hay que exagerar. Estaba completamente harto de que esa castaña se interpusiera en su camino. ¡Debía ver a Sakura! Primero la rubia oxigenada de Ino y ahora esto. Su día iba de mal en peor, además del hecho de que todavía no había vuelto a la habitación de su hermano, al que le había prometido volver hace varias horas.

—¡Muévete del medio de mi camino! —vociferó e hizo que todos en el primer piso se callaran.

Corrió a la castaña a un lado y caminó a toda velocidad hacia las escaleras. Apenas llegó al décimo escalón encontró lo que tanto había estado buscando y deseaba besar desde hace un buen rato; Sakura.

Lo que pasó no fue exactamente lo que Sasuke esperaba. Él fue al encuentro con la chica sonriendo y con las mejores intenciones, pero la pelirosa, al contrario, apenas lo vio echó humo por las orejas y empuñó su mano para darle un buen golpe al Uchiha, el cual lo dejó casi inconsciente y diez escalones más abajo de dónde estaba. Un poco más de fuerza y el incidente le hubiera costado un diente al pelinegro.

—Buen golpe —dijo la rubia por lo bajo.

Iba a matarlo, más bien, quería matarlo, y si su amiga rubia no hubiera interferido en ese momento quizá lo hubiera logrado. Bajó los últimos escalones que quedaban, tomó al pelinegro por el cuello de la camisa y le asestó otro puñetazo, que lo mandó a varios metros de distancia. Hubiera seguido asestando golpes contra el casi inconsciente muchacho si no la hubieran tomado desde atrás por los brazos y la hubieran obligado a calmarse.

—¡Ya cálmate, frente de marquesina! —chilló la rubia.

Ya le había dado su merecido al pelinegro, por lo que ya era suficiente.

—¡Tranquila! ¡Cálmate Sakura-chan! —pedía Shizune intentando tranquilizarla.

El pelinegro recordó con una sonrisa lastimera el primer beso entre él y aquella pelirosa agresiva; pasó justo después de recibir una paliza de ella. Bueno, esa situación era parecida, sólo que esta vez, no sabía que era lo que había hecho mal y si se podría solucionar con un beso, cómo la última vez.

Después de que varios médicos intentaran ayudarlo a ponerse de pie y escuchar que varios le preguntaran si estaba bien, se puso de pie con un poco de dificultad y trató de no descargar su creciente ira contra nada ni nadie.

—¿¡Quién demonios crees que eres para jugar conmigo?! —Le gritó la pelirosa a todo pulmón mientras era retenida por la asistente del Hokage y la Yamanaka.

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Itachi caminaba tranquilamente por los pasillos cuándo, al pasar cerca de la escalera, escuchó gritos por parte de Sakura. Se alarmó y se dispuso a bajar. Al llegar al primer piso se encontró con una escena bastante familiar; Sasuke, que a duras penas podía mantener el equilibrio, había recibido una paliza por parte de Sakura, quien estaba roja de la furia, estaba forcejeando con su amiga Ino, que trataba de que su amiga no se zafara de sus brazos para terminar de propinarle una paliza a Sasuke.

Había médicos por todas partes, no es que estuvieran tratando de calmar la situación o ayudaran a su hermano, si no que se habían detenido a mirar el espectáculo, por lo que la mayoría de los presentes eran enfermeras a las que le gustaban los chismes.

Al reaccionar, fue a ayudar a su hermano, con su mirada y gesto inextricable, siempre aparentando tranquilidad.

—Llévelo a mi habitación, es la 77 —ordenó a un médico que estaba cerca de allí.

Éste obedeció y se llevó al Uchiha menor.

Luego de asegurarse de que su hermano estaba fuera del alcance de la pelirosa, se acercó a ella para intentar calmarla y preguntarle qué era lo que había sucedido y porqué había reaccionado así.

A medida que se iba acercando a ella, ésta se iba calmando, dejaba de gritar y patalear y el rojo enfurecido de sus mejillas se iba disipando.

La tomó por los hombros y le repitió varias veces que se calmara hasta que esta obedeció. Luego le preguntó, con toda la paciencia que demanda esos casos, qué rayos había sucedido, a lo que ella respondió que su hermano era maldito imbécil y varios insultos más que no quedaría bien que escribiera aquí.

En fin, Itachi decidió que por ahora no le preguntaría a Sakura cuál era la razón de tanto escándalo, por lo que le pidió a Ino y a Shizune, por supuesto, sin que la pelirosa se diera cuenta, que le contaran que era lo que estaba sucediendo. Ellas, persuadidas por la mirada amenazante del ninja, terminaron por contarle los deslices que había tenido su hermano con otras chicas mientras estaba con Sakura, por eso la reacción violenta de la pelirosa, quien ya se había calmado un poco.

—Entiendo —Fue lo único que contestó el Uchiha luego de que las mujeres le explicaran lo sucedido—. Gracias por explicármelo. —dijo mirando a la pelirosa de reojo.

Ellos estaban en una esquina, mientras a la Haruno la abarrotaban a preguntas varias enfermeras, no muy lejos de allí.

De la nada, volvió a aparecer Hinata. Parecía que ese día estaba destinada a presenciar todos los 'incidentes'del hospital.

—Sakura-chan... —llamó la ojiperla, y la aludida se dio vuelta para encararla.

Le dio amablemente un vaso de agua a su amiga pelirosa. Ella lo tomó mientras la ojiperla preguntaba si había firmado los papeles. Sakura contestó que no había tenido tiempo, pero que lo haría en ese mismo instante. Empezó a leer los papeles con tranquilidad, pero luego su expresión fue cambiando, aunque muchos trataron de descifrarla, no sabían si era de horror, alegría o sorpresa...

—¿Qué? —Se preguntó a sí misma.

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N/A:

¡Hola! ¡Volví!

Bueno, espero que dejen reviews con sus opiniones :D tanto sean buenas cómo malas (pero sin insultos, tengo sentimientos -.-)

En fin, nos estamos leyendo, gracias desde ya a los que dejen reviews, espero que les haya gustado, ¡Cuídense! ¡Matta ne!

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