Natsu no me pertenece, para mi mala suerte, FT es completa propiedad de Hiro, yo solamente juego con ese sexy pelirrosa y sus amigos.
Lucy Heartfilia—pensamientos o recuerdos
"Natsu Dragneel"— plática telefónica.
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Herederos
Capítulo 15: Nosotros
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—Pensé que no vendrías hasta mañana en la madrugada— susurró cuando se separaron y el pelirrosa la abrazó.
—¿De verdad pensaste que te dejaría sola en algo tan importante y especial para ti?—preguntó acariciándole el cabello.
—Es que dijiste…— levantó el rostro de su pecho y lo observó.
—Te extrañé— susurró haciéndola sonrojar. Se inclinó contra su rostro y depositó un dulce beso en su boca. —Deberías apagar las velas y pedir un deseo— le sonrió.
Lucy observó el pastel y todo, Natsu había hecho aquello para ella, aquel detalle, el verdaderamente la amaba. La rubia giró sobre sus pies para observar el pastel y las velas mientras Natsu la abrazó por la espalda y apoyó la barbilla en unos de sus hombros.
—Feliz cumpleaños, mi Lucy.
La rubia se sonrojó al escucharlo mientras soplaba las velas luego de pedir su deseo. Natsu la hizo girar sobre sus talones y la besó. Lucy correspondió, rodeándolo del cuello mientras sus lenguas se fundían en una intimida danza. Natsu la buscó, acercándola aún más a su cuerpo, y cuando necesitó más de ella, la arrastró hasta la habitación de la suite. Los besos se deslizaron de su boca hasta su cuello y ella cerró los ojos fuertemente por las nuevas sensaciones que recorrían su cuerpo.
Deslizó unos de los tiros del vestido y besó la piel expuesta de su esposa, Lucy jadeó al sentir la caliente y húmeda lengua del pelirrosa sobre su piel, acto que convirtió su interior en líquido. Cuando el pelirrosa deslizó el cierre del vestido y tiró de este hasta desnudarla de la cintura hacia arriba, se alejó un poco para obtener una buena porción de la desnudez de la rubia. La observó, llenando su mirada de los pechos de su esposa y de su sonrojado rostro. Ella era hermosa.
—Yo…
—No haré nada que no desees, Luce— le prometió al observarla. Si ella aún no estaba preparada podría esperar, todavía cuando la erección bajo los pantalones pareciese tener vida propia, podría solucionar todo con una ducha extra fría.
—Es…estoy lista— no tenía miedo, amaba al hombre que estaba frente a ella, había esperado por él demasiado tiempo y ahora sabía que Natsu correspondía con la misma intensidad sus sentimientos. Acercó los dedos hasta los botones de la camisa masculina y empezó a desabotonar lentamente para luego revelar un marcado y trabajado torso. Se mordisqueó el labio inferior, observando el desnudo torso, sus manos se deslizaron sobre el pecho masculino, los músculos bajo sus palmas eran duros y fuertes.
Estuvo tentado a reír al ver la anhelación en el rostro de la rubia, estaba completamente fascinada con lo que sus manos tocaban y él no pudo sentirse más orgulloso de las horas libres que siempre hubo aprovechado para ir al gimnasio y ejercitarse, todo para cuando estuviese con ella, Lucy no tenía que ser capaz de desviar la mirada hacia otro hombre, él tenía que ser el único hombre del cual ella no quisiera apartar las manos, ella le había dicho que iba al gimnasio como acompañante de Cana, y se había preguntado si había tenido los mismos pensamientos cuando él le decía que estaba en el gimnasio, pues la había imaginado más de una vez con la ropa deportiva, con su deliciosa piel transpirando de sudor y el cuello estirado mientras tomaba agua, todo había quedado como algo caliente de su imaginación hasta que ella le hubo enviado una foto mientras se ejercitaba, aquello lo había puesto caliente como el infiernos.
—¿Te gusta?— preguntó con orgullo.
—No es justo— hizo un puchero mientras levantaba la mirada y se observaban.
Sus ojos chocolates brillaban, sus labios estaban fruncidos y él quiso hundir su lengua entre sus labios hasta dejarla sin respiración.
—¿Qué no es justo?— arqueó una ceja, no era la repuesta que esperaba.
—Estás todo perfecto, seguro muchas te mirarán— una punzada de celos bulló en su interior.
Natsu llevó una mano tras su espalda, se inclinó hasta la altura de sus pechos y sin responderle se llevó un endurecido montículo a la boca, chupando primero y luego frotando la lengua contra la fruncida y tierna carne. La rubia gimió ante el sorpresivo ataque, sus piernas temblaron y el pelirrosa la sostuvo aún más contra él. Chupó, mordisqueó y lamió primero un pecho y luego le dio la misma atención al segundo, tomándose su tiempo en sentirla contra su lengua mientras ella soltaba tiernos y hermosos gemidos. Dio una lenta lamida de un pezón a otro antes de erguirse nuevamente y observar el sonrojado rostro de la rubia.
—Tú también estás toda perfecta— su voz salió ronca debido a la cruda excitación de aquellos momentos. —Perfecta y deliciosa— terminó de quitarse la camisa, enviándola a algún lugar de la habitación mientras besaba las mejillas femeninas y luego se fundía en el dulce sabor de su boca.
Lucy lo rodeó del cuello, sus pechos se aplastaron sobre el duro torso del pelirrosa y amó la sensación de piel contra piel. El vestido de la rubia tuvo el mismo destino que la camiseta del hombre, retrocedieron hasta terminar sobre el colchón, Natsu besaba su cuello y ella se dejaba hacer mientras acariciaba los duros músculos.
—¿Estás segura?— la voz masculina fue baja, irreconocible por la excitación que bombeaba por sus venas. Estaba listo, estaba preparado para aquella noche desde que estuvo dispuesto a convertirla en su esposa, pero Lucy merecía mucho más que un caliente momento, ella merecía todo, ser besada en todos los hermosos lugares de su cuerpo y ser completamente amada por él.
Ella dudó, mirándolo. Lo sentía contra sus muslos, algo duro, grande y totalmente erecto se apretaba contra su vientre cada vez que Natsu profundizaba sus besos.
—¿Va…va a caber?
Natsu sonrió, se inclinó y dejó un beso en su frente.
—Completamente— prometió, observándola. Lucy asintió y él continuó recorriendo su cuerpo con los labios, besando y chupando cada centímetro de su piel. Saboreó sus pechos, tentó los erguidos pezones y mientras lo hacía, sus dedos se introdujeron a través del elástico de las bragas de encaje que llevaba puesta.
La rosada cabeza de Natsu se deslizó de sus pechos hasta su vientre y luego a su entrepierna, sorprendiéndola cuando quitó las bragas y empezó a recorrer su parte más íntima con un largo dedo.
—Natsu— su voz fue un bajo y trabajoso chillido de placer.
—Shhh, cierra los ojos, Luce— demandó, separando los húmedos pliegues con dos dedos y exponiendo el color rosa de ella. —Estás muy húmeda.
El color carmesí bañó sus mejillas de la vergüenza, no quería que él hablase de aquella manera, era muy vergonzoso y atrevido. El gemido brotó, fuerte y descontrolado de su interior cuando Natsu la cubrió con la boca y con la lengua empezó a recorrer los húmedos pliegues, cerró los ojos, jadeó por respirar y su cuerpo fue transportado por una densa y erótica neblina.
Apenas la provocó un poco con la lengua, saboreando el dulce sabor de la rubia, sabía que sería dulce, sabía que toda Lucy sería dulce, no como miel o azúcar artificial, Lucy era azúcar, pura, deliciosa y exquisita. Cuando sus labios sorbieron el duro botón de placer la escuchó gemir sonoramente y luego la sintió explotar. Tomó todo lo que ella le ofreció, sorprendido de lo rápido en que la había hecho alcanzar su primer orgasmo.
Jadeó por respirar, su cuerpo estaba liviano y su cabeza daba vueltas, más era algo demasiado bueno. Abrió los ojos y se encontró con Natsu, observándola con una sonrisa en los labios, él se había separado y se estaba quitando los pantalones. El pelirrosa retiró los pantalones junto con la ropa interior y vio como la rubia rápidamente se llevaba las manos al rostro, evitando ver su palpitante erección al ser liberada.
—Así no sabrás si es grande— le habló, deslizando una mano sobre su vientre.
—Es vergonzoso— habló avergonzada.
Natsu tomó unas de sus manos aunque ella intentó luchar, él terminó ganando aquella batalla y tomando su mano, la obligó a deslizarla sobre su erección mientras ambos se observaban.
—¡Es grande!— exclamó cuando él deslizó su mano hasta recorrer la base de su miembro.
—Gracias— dijo orgulloso, se inclinó y besó el cuello de la rubia mientras la dejaba acariciarlo. La mano de Lucy se sentía exageradamente bien, era tímida pero curiosa y lo tocaba desde la base hasta la punta, una y otra vez hasta deslizar los dedos por sus testículos. —Eso se siente bien, Luce— le susurró al oído, moviéndose contra ella y obligándola a tomar más de su erección entre su mano.
—Dolerá— ella susurró y él abandonó su cuello y la observó. Deslizó una mano entre sus cuerpos y ahuecó el sexo femenino para luego con el dedo pulgar acariciarla. Lucy gimió, oportunidad la cual el pelirrosa aprovechó y la besó. La lengua masculina violó la dulce boca femenina mientras sus dedos jugaban con su sexo hasta casi llevarla al borde de un segundo orgasmo, se acomodó entre sus piernas y deslizó su miembro sobre los resbaladizos pliegues.
Lucy gimió contra la boca de Natsu, pero no se resistió a sus besos o a cuando él empezó a empujar en su interior. Había tenido las suficientes charlas femeninas con Cana o leído libros de sexualidad para saber que necesitaba estar flácida, dejarlo entrar. Ella era apretada, terciopelo líquido que rodeaba su miembro y Natsu quería más. Cuando estuvo entre sus pliegues ella se arqueó, obligándolo a tener que dejar su deliciosa boca para dejarla gemir cuando empujó lentamente hasta penetrar en el cálido interior de su cuerpo. Apenas fue una ligera punzada, el dolor nunca llegó verdaderamente y Natsu se encargó de distraerla plantando húmedos besos en su garganta y luego besando y jugando con sus pechos.
—Te dije que me tomarías— gruñó. Lucy era finalmente suya, no solamente era su esposa, ahora era su mujer y la vena posesiva explotó en sus entrañas mientras la observaba bajo su cuerpo, jadeante, hermosa, gimiendo por él y estando completamente separada por su miembro. Las paredes que lo rodeaban se contrajeron a su alrededor, succionándolo y necesitó todo el auto control que poseía para seguir permitiendo que ella se acostumbraba a tenerlo en su interior.
—Te amo— el húmedo gemido femenino casi lo volvió loco, sus manos se deslizaron fuertemente por las caderas y una entre el colchó para tomarla del trasero. —Te amo— volvió a gemir, abriendo los ojos y buscando la boca masculina para besarlo.
—Si sigues diciendo eso tendremos problemas— ella estando susurrando que lo amaba era demasiado bueno para poder resistirse a tomarla como necesitaba y quería. —Quiero hacerlo bueno para ti— ella se mordió el labio inferior y Natsu tuvo que tragar fuerte. —No quiero que hagas ese rostro para nadie más, solamente para mí.
Se inclinó, le besó el rostro y luego la besó en la boca, tomándose el tiempo para dejarla que se acostumbre a tenerlo en su interior. Los segundos se convirtieron en minutos, los suficientes para darle el tiempo necesario a la rubia para acostumbrarse a aquellas nuevas sensaciones, su cuerpo parecía no pertenecerle y tener a Natsu sobre ella y en aquella parte de su cuerpo le avergonzaba grandemente. Cuando Natsu se empezó a mover los gemidos abandonaban sus labios sin poder retenerlos. Primero fueron embestidas lentas, pausadas y luego más rápidas, un baile erótico y sensual el cual le arrancaba gemidos y jadeos a ambos.
Natsu la penetraba una y otra vez, tomando su cuerpo como si tanto su cuerpo como corazón le pertenecieran mientras la besaba tan profundamente como la penetraba. El interior de la rubia era líquido, crema deliciosa la cual cubría su erección y facilitaba las embestidas contra la húmeda carne.
—Rodéame, Luce— le pidió en un jadeo mientras deslizaba los labios de su boca hasta su cuello. Ella le obedeció, rodeando las fuertes caderas masculinas hasta quedar con los talones contra las duras nalgas y las penetraciones fueron frenéticas.
Sintió que se perdía, convulsionó mientras su cuerpo se arqueaba contra el masculino cuando sintió como algo en su interior se preparaba para explotar. Natsu la sostuvo, como si adivinara cuanto lo necesitaba en aquel momento, penetró más profundo, tocando algún lugar que no hubo tocado anterior mente y la rubia gritó por el desgarrador y dulce placer que explotó en su cuerpo, convirtiendo su entrepierna en crema liquida.
—Mierda, Luce— el jadeo fue oscuro y salvaje. —Eres mía— el interior de la rubia lo apretaba mientras el orgasmo femenino explotaba y supo que no podría prolongar más su propio placer.
—Tuya— gimoteó al él tomar su labio inferior y chupar. Aquellas palabras fue lo último que necesitó para explotar en su interior. Penetró fuerte, dos y tres veces más y explotó dentro de ella, bañando su interior con su esencia, llenándola de él.
Ambos jadearon, Natsu la observó, su mirada verde ahora oscurecida por el cegador placer y pasión del momento. Estaba sonrojada, los ojos fuertemente cerrados y se sostenía de él como si su vida dependiese de ello. Su Lucy.
—Mi Luce— habló con la respiración entrecortada, besándola en el cuello y luego lamiendo su transpiración.
Se negaba a abrir los ojos, su cuerpo aún se sentía como si no le perteneciese, su respiración erra errática y su corazón golpeaba en su pecho como si acabase de correr varios kilómetros. Natsu no necesitó palabras, solamente la sostuvo en brazos, abrazándola y dándole el tiempo que necesitara para que el sonrojo en sus mejillas disminuyeran pero cuando algo mojó su cuello luego de ella esconder su rostro allí, la separó, preocupado.
—¿Te lastimé?— preguntó preocupado pero Lucy negó con la cabeza. —¿Entonces?— quiso saber.
—Es…es.. muy feliz— confesó, intentando apartarse las lágrimas.
—Tonta— le apartó las lágrimas con los pulgares y besó sus labios. —Necesito limpiarte— susurró antes de besarle la frente y con cuidado salió de su interior, arrancándole un pequeño gemido a la rubia.
La rubia se cubrió el rostro con las manos rápidamente cuando el pelirrosa salió de la cama y lo observó a través de los dedos mientras él se perdía por la puerta que daba acceso al cuarto de baño. Nalgas fuertes y masculinas.
Buscó entre los cajones una pequeña toalla para colocarla bajo el chorro de agua y mojarla con agua caliente. El agua corría mojando la toalla y el pelirrosa aprovechó para envolverse en una bata de baño y luego tomar la toalla y regresar a la habitación.
La rubia estaba cubierta hasta la nariz, metida bajo las sábanas de cedas, con el cabello como oro esparcido por la almohada.
—Necesito limpiarte— le dijo, sacudiendo la cabeza en forma negativa para apartar el aspecto excitante el cual tenía su mujer en aquellos momentos y así evitar volver a tomarla. Lucy negó, sonrojada.
—No dejaré que me limpies allí— negó. No podía apartar los ojos de Natsu. Estaba guapo, alto, fornido y se sentía una pervertida cada vez que ahora lo miraba.
—Estás siendo infantil— levantó la sábanas, la apartó y tomándola de una pierna tiró hacia el borde de la cama donde se había sentado.
—No…— intentó protestar pero el pelirrosa había deslizado la toalla húmeda sobre intima carne ocasionando que jadeara por la delicadeza del toque.
Natsu la observó mientras deslizaba la toalla caliente por su intimidad, estaba sonrojada e hinchada y sonrió. Estaba así por él. Su toque no era sexual, era delicado y cuidadoso y cuando sintió el cuidado que aplicaba al limpiarla, quiso llorar. Había esperado mucho, habían estado separados por demasiado tiempo.
—Es sexy— susurró mientras observaba la sonrojada intimidad. —¿Te depilaste así para mí?— la miró y sus ojos verdes brillaban con picardía.
El sonrojo nuevamente cubrió las mejillas femeninas. Por primera vez se había hecho una depilación completa, nunca lo había hecho, sabía que Natsu llegaba supuestamente el día después de su cumpleaños, no sabía si las cosas se pondrían intimas entre ambos, pero quería estar preparada, Cana le había recomendado la depilación por láser, pero no estaba dispuesta que nadie viese una parte de ella que ni su esposo había visto, hubo optado por lo tradicional, crema depiladora, toalla húmeda y agua caliente.
—Leí que a los hombres les gusta, pensé que…— Natsu observaba nuevamente aquella parte de su cuerpo, avergonzándola más.
—Me gusta— dejó la húmeda toalla y frotó suavemente, arrancándole a la rubia un jadeó. —Es más sensible al tocar o al lamer pero también quiero ver rubios risos aquí— la dejó de tocar, era mejor no seguir aquel íntimo juego, nuevamente estaba duro y Lucy necesitaba descansar, era su primera vez.
—¿Era tu primera vez?— la pregunta abandonó sus labios sin poder detenerla. Natsu y ella siempre habían estado juntos, no sabía si él se había guardado para aquel momento.
—No— contestó con sinceridad. Aún cuando siempre había estado rodeado por la rubia, había experimentado el sexo más de una vez, sin embargo, no recordaba que hubiese sido tan intenso como con Lucy. —Fue en el colegio, no te diré con quien fue, pero no fue como ahora, desde mucho antes de irme de donde Igneel no tenía sexo, luego dejé de ser un cobarde contigo y ya nunca volví a tener interés en tener sexo con alguien— mencionar las duchas frías a las cuales se había tenido que someter o a unas que otra masturbación mientras estuvieron separados por aquellos años no era información la cual ella tendría que saber.
—¿Por qué me dices eso?
—Te conozco, Luce. Quiero que sepas que no estaba teniendo sexo con nadie mucho antes de que me fuese de donde mi padre y mucho menos luego que me fui de Magnolia.
Ella sonrió, se sentó en la cama y lo abrazó.
—Te extrañé— susurró contra su pecho. —Te extrañé mucho.
—Yo también lo hice, demasiado— besó sus cabellos y se quedaron abrazados unos minutos, sosteniéndose.
Natsu se separó de ella luego de unos minutos, dejó la toalla húmeda en el cuarto de baño y regresó a la recamara. Abrió unas de los cajones de la mesita de noche y tomó una pequeña cajita.
—Feliz cumpleaños, señora Dragneel— le dijo entregándole la cajita de terciopelo negro.
La rubia lo miró y luego la cajita la cual se apresuró a abrir rápidamente. Dos pares de argollas matrimoniales, oro blanco, la femenina con pequeños diamantes perfectamente cortados los cuales rodeaban la sortija y la masculina con una dila de tres perfectos diamantes.
—¡Natsu!— chilló, emocionada. No tenían anillo de boda oficialmente, ella tenía la sortija que Natsu le había entregado, la atesoraba como su más preciado tesoro, era lo único que usaba, Natsu no quería que usaran los anillos que le había quitado a Zeref.
—Hay más— tomó la sortija femenina y la acercó para que la rubia pudiese observar el interior de la misma. Las lágrimas llenaron sus ojos cuando observó el interior de la sortija, en perfectas letras talladas como por el reflejo de los diamantes que rodeaban la sortija, se leía: Siempre mío, Natsu Dragneel. —Propiedad de Natsu Dragneel era muy tentativo también— le tomó la mano izquierda y sacándole el añillo que le había dado años atrás, deslizó el anillo de boda en su dedo índice para luego colocar la sortija al lugar al cual había pertenecido todos esos años.
Siempre mía, Lucy Dragneel. Leyó en la argolla masculina cuando la tomó para poder deslizarla en el dedo de su esposo.
—¿Esto esté?— preguntó tocando la rosa del fino collar que su padre hubo colocado alrededor de su cuello horas atrás.
—Era de mamá, papá me lo dio— sonrió.
—Entonces me alegro haber tomado un brazalete— se estiró, regresó hasta el cajón de la mesita de noche y sacó una segunda caja de terciopelo negro. —Las argollas son el regalo de cumpleaños, esto es el regalo por tu empresa.
Se besaron y mientras platicaron comieron su pastel de cumpleaños.
—Estoy muy feliz— susurró ella cuando estuvo acurrucada en su pecho.
—Tanto que no podrás dormir— le dijo mientras acariciaba sus cabellos. Estaban acostados, ella apoyando la cabeza sobre su duro pecho mientras él jugaba con las doradas hebras.
—¡Dejé a mis invitados!— se separó rápidamente, sentándose en la cama. Había completamente olvidado la recepción.
—Estás con tu esposo, no debe de ver nada más importante— la atrajo y la obligó a recostarse nuevamente. —Jellal y Mystogan sabrán que hacer— la tranquilizó.
—¿Ellos sabían que vendrías?— lo observó mientras apoyaba la barbilla en su pecho. Natsu asintió.
—Era una sorpresa— susurró echando los mechones rubios que caían sobre su frente tras sus oídos.
La rubia se acomodó, acurrucándose contra él, Natsu la abrazó protectoramente y mientras sentía como el aliento de Lucy se relajaba sobre su pecho, recordó la falta de preservativo en lo vivido minutos atrás. Había una caja en el cuarto de baño justo como había ordenado pero diablos, no esperó perder la cabeza así al tener a Lucy nuevamente con él.
—Te amo— fue el apagado susurro de la rubia. Se había quedado dormida.
Tomó la mano donde estaban las argollas, entrelazó sus dedos con los femeninos y luego se llevó la mano a los labios para dejar un lento beso.
—Te amo, Luce
Continuará
Me disculpo por tardar tanto, pero me costó este capítulo, creo que es el primero que escribo solamente con los personajes protagonistas. Me gustó, salió mejor de lo que esperaba y con un lemon lindo entre dos personas que han estado esperando mucho por eso, por eso me costó el capítulo, aunque no lo crean, escribir un lemon siempre es un reto y nunca sé como escribirlo o empezar a hacerlo.
Dejando un poco el capítulo para no hacer spoiler, vamos con el manga. No esperé que Natsu fuese E.N.D, para mí, esa teoría era algo retorcido y tonto de algunos fans. No me agrada que sea E.N.D. pero me emociona ver a un Natsu consumido por la oscuridad JO!. Me gustó que el gremio se dispersara y que cada cual fuese por su propio camino pero comentaré nada sobre el salto de tiempo o el trabajo de Lucy, el salto de tiempo no resultó como lo imaginaba y el trabajo de Lucy simplemente me da nauseas.
Están diciendo mucho Mashima dijo, que yo sepa Mashima no ha declarado nada, lo que dice en Wikipedia fue el productor de la película y si dicen que Mashima dijo, hasta que no me muestren pruebas reales y no el "Mashima dijo" no me creeré nada, no por eso dejará de gustarme el NaLu, pero no ando inventando cosas, lo único que quiero es una escena NaLu que confirme, aún cuando Jellal y Erza solamente tuvieron la escena donde casi se besan, se ve que ambos se aman cada vez que se encuentran, nada parecido a Natsu y Lucy, esperaba que un rencuentro dejaría las cosas claras pero para mí fue perder una verdadera oportunidad en dejar como ellos se sienten referente al otro.