¡Hola de nuevo! Hace años que dejé apartada esta historia, pero hoy he querido recuperarla para darle un final. Gracias a todos los que me habéis apoyado en esta historia con vuestros comentarios y lecturas. Espero que os gusté😊

Un saludo.

Capítulo 8: El final

Regina (POV)

-Has cambiado, se nota, ella te comprenderá y te perdonará-afirma ella, yo le sonrío como respuesta y me levanto, quedando así, nuestros rostros a centímetros de distancia. La rubia se acerca lentamente a mí y yo simplemente me quedo estática, observando sus movimientos. Cuando nuestros alientos se mezclan y nuestras respiraciones se agitan noto como mi móvil vibra. Me separo lentamente de ella a la vez que le sonrío. Bajo mi mirada y observo que Mary Margaret es la que ha causado que Emma y yo no nos besáramos. ¡Siempre tan inoportuna!

-Es tu madre- le informo yo mientras ella solo asiente y trata de alejarse de mí. -Espera- le digo y ella para en seco. Aprovecho ese momento para entrelazar sus dedos con los míos.

-Regina, ¿Qué quieres? – susurra y el corazón me da un vuelco, intento mirarla a los ojos, pero se aparta. No voy a permitir otra vez, que nos alejemos, no después de lo que hemos pasado en estos últimos días.

-Emma, creo que estos meses he estado ocultando el hecho de que me gustas, me gustas muchísimo y quiero dejar de martirizarme por algo que hice ya hace años. Ahora solo quiero empezar mi vida, sin remordimientos y quiero empezarla contigo y con Henry- le suelto en menos de un minuto, parece ser que el nerviosismo se ha apoderado de mí. Parezco tonta pienso hasta que veo como su cara se ilumina y hace una mueca.

-No sabía que alguien podía decir tanto en tan poco tiempo-dice ella riendo y yo me sonrojo. – A mí también me gustas- vuelve a hablar y una sonrisa estúpida aparece en mi rostro. Ella se vuelve a acercar a mí, esta vez sin titubeos y yo hago lo mismo. Rozo su mejilla y ella cierra los ojos ante el contacto. Suspiro y acorto la distancia. De pronto siento sus labios en los míos, no es una lucha de poder, es un primer contacto de exploración y yo profundizo el beso hasta que ambas nos quedamos sin aire y nos separamos, no sin antes darle un corto beso en su boca. Y parece que el mundo no existe, solo nosotras, este sitio y este sentimiento.

-Regina, siento estropear el momento, pero la herida me duele- anuncia ella y yo solo asiento, mientras la cojo de la mano y la arrastro hasta el coche. Ninguna parece querer decir nada y nos sumimos en el silencio. Arranco el coche y doy una última mirada a Emma. Tardamos unos diez minutos en encontrar a Belle, como suponíamos estaba con Ruby. Salimos del coche y Emma se acerca a ella, parece que le explica su situación y con un movimiento de cabeza nos invita a pasar a casa de Ruby. Yo solo entro y me apoyo en la pared, observando desde lejos como Belle busca entre sus libros la solución a esa herida y Emma solo se sienta en el sofá, tratando de disminuir el dolor que está sintiendo. De repente recuerdo la llamada de Mary Margaret y le mando un mensaje avisándola de que las dos estamos bien y asegurándole que no tiene nade de lo que preocuparse. Espero que sea así y Emma se recupere, no me quiero enfrentar a la furia de una madre y menos a la de Mary Margaret. Una voz me saca de mis pensamientos y yo niego con la cabeza.

-Regina, solo tienes que conjurar este hechizo y Emma se curará, es fácil, no te costará mucho- me indica Belle, yo le sonrío mientras le doy las gracias y ella solo me da el hechizo. Antes de irme, me giro y le pido a Belle que me perdone por haberle hecho sufrir tanto, ella tan solo me dice que entiende todo y que no me puede echar la culpa pues solo era un títere más en las manos de Rumple. Salimos a la calle y ponemos dirección a mi casa, solo quiero curarla y poder obtener mi final feliz con ella.

-Vamos, Emma esta será tu nueva casa ahora, bueno y la de tus padres. Tu madre me convenció de que no podía estar sola y después de todo lo que habéis hecho por mí, no podía dejaros de lado-le informo mientras entramos a mi casa y le indico el camino a mi habitación. Una vez sentadas, le indico que tiene que quitarse la camiseta y la vergüenza se apodera de ella.

-Venga, Emma no pasa nada- expreso y ella accede a la vez que se sube lentamente su camisa y yo observo su preciosa piel de porcelana ensimismada. Ella me da un pequeño empujón y me dice que me centre. De modo que así lo hago, recito el hechizo que esta escrito en el papel y poso mis manos de forma cuidadosa en su herida. De pronto oigo un grito e intento apartar mis manos de Emma, mas ella me lo impide y poco a poco observo como la herida va desapareciendo hasta que solo queda una pequeña cicatriz.

-Gracias, Regina- bufa ella mientras me abraza.

-No hay nada que agradecer, fue por mi culpa por lo que Rumple te hirió..- ella me corta.

-Regina, Rumple es el culpable, no tú. Tú ya has dejado de ser su marioneta, no debes de responder por sus acciones. Vales más que él y te lo demostraré- espeta ella mientras posa sus manos en mi cuello y me atrae hacia sus labios, yo solo gimo ante el contacto y disfruto de él. Me aparto de ella con lentitud, saboreando el aroma de chocolate que está impregnado en sus labios.

-Emma de ahora en adelante, prometo tratar de ser una mejor persona, por ti, por Henry y por mí. Sé que eres mi segunda oportunidad y no voy a dejarla pasar, tu eres mi final feliz, lo sé- digo contenta y rememoro lo que me dijo Daniel en aquel sueño y solo sonrío agradeciéndole que me abriera los ojos, pues sin su ayuda no me habría dado cuenta de que Emma era mi presente, mi futuro y mi final.

….

Tres años después

-Sam, ven con mamá- digo mientras una pequeña criatura aparece y se sienta en mi regazo. Es una clara copia de su madre, rubia, ojos verdosos y tiene esa sonrisa que antes en su madre me exasperaba y ahora me enamora. Ella solo balbucea y se abraza a mí. Cierro los ojos y aspiro su aroma, se parece tanto a su hermano cuando era pequeño.

- ¿Estás preparada para que tus mamás se casen? -pregunto con una voz que ni yo misma pensaba que podría poner, ella abre los ojos y ríe y yo con ella. Me levanto de mi silla cuando oigo un golpe detrás de la puerta.

-Mamá, ¿estás lista? - pregunta Henry y yo le indico que pase. Sé que he acertado con mi vestido de boda cuando mi hijo se queda sin habla al verme.

-Estás preciosa- me indica, me acercó a él y le abrazo. Él se separa de mí y coge a Sam y yo no puedo mirarlos más orgullosa, siempre supe que Henry quería una hermana y por fin la tiene. Desde aquel día en el que le prometí a Emma que sería mejor persona, las cosas mejoraron. Sus padres se mudaron al principio y cuando hicimos oficial nuestra relación, alquilaron una casa cercana a la nuestra con el fin de dejarnos espacio. Henry, volvió a sonreír y a ser el niño feliz de antes, su relación conmigo mejoró y creo que por fin consiguió la familia que tanto anhelaba. Y Emma, cada día me enseñó a volver a amar, me hizo sentir querida, me hizo sentir que tenía una familia, que ya no estaba sola en este mundo y que nunca más lo estaría. Mi hijo me sonríe y me indica que ya es la hora. Así pues, me dispongo a coger del brazo a mi hijo mientras dejo a mi hija con David. Y tras una sonrisa reconfortante de mi futuro suegro, sigo camino y llego al jardín de mi casa, que es donde se celebra la boda. Cuando llego, me quedo sorprendida por la belleza de la decoración y cuando mis ojos se conectan con unos ojos verdosos, me quedo sin habla, estática. Está preciosa, parece un ángel y para mi fue mi salvación, pues sin ella podría estar muerta. Dejo de lado esos pensamientos y avanzo hacia el altar. Mi corazón late más fuerte a cada paso que doy y yo embelesada, solo admiro a mi futura esposa. Casi sin darme cuenta, estoy a su lado, ella me mira y me susurra que estoy preciosa. Sin esperar, la beso y procedemos a la ceremonia.

Tras media hora de ceremonia, llega el momento más especial, los votos. Es ella la que comienza y yo ya sé que voy a llorar.

-Regina, nuestra historia ha sido de todo menos normal. Desde el primer momento que nos conocimos nos odiamos, ambas luchábamos por el amor de nuestro hijo, éramos polos opuestos. Tú tan perfecta y yo tan desastre. Sin embargo, con el paso del tiempo me di cuenta de que eras como un imán, me atraías, eras como esa ecuación imposible de resolver, un enigma. Y el odio pasó a la curiosidad, que se transformó en admiración. Sí, te admiraba, tú una mujer tan fuerte y a la vez tan frágil, tú y tu historia y tú y tu amor. Y me enamoré, casi sin saberlo, te pensaba cada día, pensaba dónde estabas, que hacías. No lo quería admitir y me dije mil excusas, mas todas se borraban cada vez que te veía. Hasta que un día, creí que te perdía y no pude permitirme perderte. Si te dejaba ir, me dejaba ir a mí, a mi otra mitad. Supe lo que sentía cuando te salvé. Sabes que nunca me ha gustado el título de Salvadora, pero contigo lo sería una y mil veces. Cuando Henry me trajo a Storybrooke, me trajo contigo. No me devolvió a la vida, sino que fue contigo cuando empecé a vivirla, fue contigo y tus palabras mordaces, fue contigo y tu forma de quererme, fue contigo y con nuestros hijos, fue contigo y conmigo. Eres la mujer de mi vida y este no es el final sino el comienzo de una historia que estoy deseando escribir contigo- relata mientras yo apretó su mano y borro las lágrimas de mi rostro.

-Emma, nunca creí en las casualidades y lo volví a reafirmar cuando apareciste en mi puerta una fría noche y supe quien eras. Fue el destino el que jugó una de las suyas e hizo que mi enemiga de nacimiento fuera la madre de mi hijo y pudiera no solo romper una maldición sino mi corazón. Y así fue, cuando apareciste tú lo vi todo perdido y te detesté. Y aborrecí tu sonrisa de suficiencia, ese hoyuelo que te salía cuando te enfadabas y esos ojos verdosos que parecían saberlo todo. Sí, fueron esos mismos ojos los que derribaron mis barreras y rompieron mi rutina. Me desarmaste y me amaste, pudiste ver mi fragilidad y me hiciste más fuerte y no me rompiste el corazón, me lo recompusiste. Te debo todo, te debo tener a mis hijos, te debo tener esperanza, te debo volver a amar, te debo tener un principio y no un final. Te debo uno, no, mil te quieros que te diré el resto de mi vida. Así, empezaré a pagar mi deuda, te quiero, te quiero conmigo siempre- termino de decir emocionada y Emma me abraza. Tras los votos, viene la pregunta esencial, ambas decimos que sí y sin esperar más la beso. La beso pensando en el final de esta etapa y en el principio de una nueva, la beso sabiendo que es el mejor principio, desenlace y final que jamás había imaginado.