Y ahí estaba de nuevo el señor de las moscas, echando espuma por la boca debido al coraje que le provocaba tener a su "socio" cara a cara.
La bendita bestia china sonreía tontamente mientras le encaraba; emanaba alegría hasta por los poros, recién había salido de una fiesta a la que Dakki le había invitado. Se tambaleaba de un lado a otro debido a los tragos que ingirió de más, cosa que, por supuesto, enojaba más a Beelzebub.
El asistente de Satan era un caballero, tenía clase y porte, siempre demasiado culto y recto, no tenía vicios ni nada parecido, era el hombre perfecto (desde su propio punto de vista). No entendía cómo aún así, su esposa lo había engañado con ése pervertido bebedor.
Ya había tenido suficiente ése día, desde muy temprano el Secretario de Enma le había estado haciendo la vida imposible. Realmente estaba cansado, y por esa razón decidió salir de las oficinas para pasear y despejarse un poco; nunca pensó que podría encontrarse con el actual amante de su mujer andando por las calles del infierno.. al menos no considerando que el lugar de aquél tipo estaba en el cielo.
Llevaba un tiempo resignado a su inferioridad en el infierno japonés, en verdad que todo lo que había en ese lugar le alteraba; razón por la cual dejó de luchar por resaltar y se dedicó a hacer los deberes. Sin embargo, en el fondo aún deseaba seguir en la batalla, por eso decidió desquitar su eterna frustración con Hakutaku.
Había escuchado que el Secretario de Enma y la bestia mística "se llevaban bien" así que, pensó que era buena idea vengarse, directamente por lo de su mujer e indirectamente por los desplantes del demonio.
Se acercó a Hakutaku un tanto temeroso (pues aún no conocía que cosas seria capaz de hacer), le cogió por los hombros y lo sacudió un poco. Hakutaku no hizo ningun movimiento de reacción, sólo se dejó hacer.
-Oi, vendrás conmigo, daremos un paseo.- le anunció Beelzebub.
-¿He? ¿Quién eres?- Atinó a preguntar Hakutaku.
-Beelzebub! La mano derecha del Rey del Infierno Europeo!- gritó exaltado.
-¿Ah? ¿Quién?- Hakutaku no sintonizaba bien lo que le decían.
-Ah, olvídalo! Camina!- Hakutaku tenia la cabeza en las nubes, tanto que, sin protestar, obedeció y siguió el paso a medias. Inició sosteniéndose del brazo de Beelzebub. Unos cuántos pasos más adelante se cansó y quiso subirse encima del demonio europeo, pero no pudo porque era más pequeño y sólo se colgó de su cuello.
Beelzebub estaba a punto de quitárselo de encima y dejarlo tirado; si pensaba en ello, le valía poco su venganza porque el otro estaba ahogado en alcohol y ni cuenta se daría, pero notó algo que le llamó la atención..
Aquel tipo extraño y alcoholizado, en lugar de apestar a baba y alcohol, tenía un aroma dulce.. extremadamente dulce y delicioso. El señor de las moscas se extrañó de ello y comenzó a observarlo, entonces se dio cuenta de muchas otras cosas más.
La piel de Hakutaku era blanca y suave, su cabello también era sedoso y brillante, tenia figura delgada y algo delicada, además poseía un rostro tan bello como el de una señorita. Tras caer en cuenta de lo anterior, Beelzebub se sintió un poco extraño.. o mejor dicho: atraído. Por alguna razón, estaba desechando su idea de querer hacerle daño.
Le cogió la cara y lo obligó a mirarle. Hakutaku tenía los ojos llorosos y las mejillas sonrojadas, hecho que por supuesto, atrajo aún más al señor de las moscas, que sin pensarlo dos veces, le cogió por la cintura y le llevó a rastras hacia un callejón cercano.
"Estaría bien que fuera amante de su esposa, sólo si podía ser su amante también"
Como buen demonio europeo bruto y corrupto, jamás se molestaría en darle un buen lugar a sus actos. Ni siquiera le importaba sí les oían, él podría desaparecer fácilmente.
Hakutaku no captaba bien lo que estaba sucediendo, y tampoco es como sí le importaba. Estaba perdido, justo como aquel día en que se emborrachó por culpa de Hoozuki, sólo esperaba no volver a parar hasta lo mundano.
Ya estando en el callejón, Beelzebub dejó caer a Hakutaku en el piso, éste sólo lanzó un quejido y después se hizo bolita. Sin esperar más, el señor de las moscas se tiró encima de Hakutaku y comenzó a sacarle las prendas. Primero la bata y después la camisa. Cuando iba por el pantalón, no pudo evitar notar un chorro de sangre que se le escapaba a la Bestia por la comisura de los labios; le pareció extraño, no recordaba haberle golpeado con fuerza contra el piso.. al menos no para causarle una hemorragia.
Antes de que pudiera continuar examinando a Hakutaku, sintió un golpe venir de alguna parte. El impacto de un instrumento metálico le removió el cerebro. Esa sensación.. estaba seguro de haberla sentido antes. Y entonces, en el medio de su semi-inconsciencia, vio la figura de un demonio que se paraba junto a él; era el secretario de Enma.
Beelzebub tembló y un sudor frío le recorrió la frente al distinguir un gesto de enojo e irritación en el rostro de Hoozuki.
-Sabe que.. podrían ejecutarlo por lo que estaba a punto de hacer?- Indicó Hoozuki, hablando calmadamente, llevándole la contra a su expresión.
-Ah.. por su.. posición en.. el cielo?- preguntó Beelzebub, con la voz temblorosa.
-Sí lo sabe bien, entonces ¿por qué lo consideró?- Cuestionó el demonio, dejando que su voz demostrara un poco su enojo.
-Ah.. yo..- El señor de las moscas no sabia qué hacer, realmente creía que estaba perdido esta vez.. a no ser que encontrara un gancho.
-No vuelva a intentarlo.- demandó Hoozuki.
-Ah.. sí.. después de todo era verdad, ustedes son amigos, fui tonto al pensar que estaría solo.- Dijo Beelzebub, escondiendo su nerviosismo para intentar resaltar algún punto débil en Hoozuki.
-Está equivocado, yo odio a Hakutaku-san.-
-¿He?- Por un momento Beelzebub se quedó en blanco debido a la confesión de Hoozuki.
-Y ésa es la razón por la que estoy aquí. No quiero que nadie le haga daño, sólo yo.-
-¿Es así?..- preguntó el europeo, aún tratando de comprender.
-Sí, así es.- Confirmó Hoozuki
-Eso es un poco egoísta.- Afirmó Beelzebub.
-Soy un demonio.-
-Eso no es justificación!-
-Usted no tiene por qué decir eso, acosa a su esposa!-
-Pensaba dejarlo pasar y me has arruinado!-
-¿Cómo? ¿Pensaba hacerle esto a Hakutaku-san para tener equivalencia con su mujer?-
-Así es! Si es amante de ella, por qué no puede ser el mio también?!-
-Es un hombre!-
-Y qué? El placer es el igual, estoy seguro de que piensas lo mismo.-
-No me involucre en sus tonterías, por favor.-
En su ultimo comentario, Hoozuki bajó un poco la voz y desvió levemente la mirada. A Beelzebub le pareció extraño el comportamiento, al menos al principio, antes de darse cuenta de que había encontrado su hermoso gancho.
-He.. será que.. el Hakutaku te interesa?- Sugirió. Hoozuki se mostró tan inexpresivo como siempre, no tenía la intención de confirmarle nada. -Es lindo ¿no?.. Tan lindo que ni siquiera el frío secretario de Enma puede resistirse a él.-
-Está equivocado.- se apresuró a responder Hoozuki.
-No lo estoy. Se perfectamente lo que se siente.. estamos iguales, por eso no seas tan egoísta, podemos compartirlo.-
-Quién rayos quiere compartir?!-
-Entonces es verdad..-
-Es libre de pensar lo que desee.-
Hoozuki se acercó a Hakutaku y le movió un poco, al parecer se había quedado dormido. Tomó las prendas que tenía sueltas y le cargó en brazos. Se dispuso a irse de ahí, pero antes de hacerlo, se detuvo a soltar una advertencia.
-Sólo le diré una cosa. No se atreva a ponerle las manos encima de nuevo, o en verdad le haré sufrir.-
Beelzebub continuó sonriendo mientras le veía retirarse. Al parecer, había perdido la oportunidad de molestarlo más; pero estaba bien, al menos ése día había conseguido tocar un punto sensible del Secretario, y ése placer, nadie se lo quitaba.